LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

domingo, 30 de diciembre de 2018

MI FAMILIA

La familia es un grupo de personas que tienen más puntos que los unen que puntos que los separan, y eso, poco o nada, tiene que ver con la sangre, más si precisa del amor sin el que ninguna relación fragua. (Anónimo)


Se dice que la familia no se elige, los amigos sí. Y yo digo por qué no empezamos a elegir nuestra familia para evitar que lo hagan por nosotros.



Dicen que hay familias de sangre o espirituales, pero en realidad la familia es única y es aquella que escogemos y nos abraza con su amor, el resto son uniones de conveniencia más o menos temporales. No nos engañemos las familias tienen vida propia y necesitan que las alimentemos para sobrevivir. El único mana que precisan es amor, aquel mismo del que carecemos tan a menudo.



Se dice que el amor no precisa de nada a cambio y es tan verdad como difícil aplicarlo porque no somos capaces de abstraernos de nuestras concupiscencias, pero la familia nos ayuda y nos recuerda el camino correcto porque en ella siempre encontraremos una mano tendida en ella.



Nacemos con una familia biológica y morimos con otra familia. Aquella misma que hemos construido o descubierto a lo largo de nuestra vida, la mía es la familia de Jesús que solo entiende por sangre, aquella que Él vertió para nuestra salvación. Es la familia del amor y del reino de Dios. Una familia en la que la Gracia nos arropa a todos aquellos que en ella entramos. Una familia que tiene un credo: el Padre nuestro, unos mandamientos, que nos ruega perdonar para ser perdonados, que tiene la Palabra como guía de enseñanza y sobre todo un Padre que es de todos, para todos y que quiere que vivir para siempre en nuestros corazones.



No busco la eternidad, no puedo imaginarme lo que significa de verdad, ¿Lo puede alguien? Busco vivir a lado de Jesús en presencia de nuestro Padre celestial, en familia y eso, llámese inmortalidad o llámese lo que cada uno quiera, es para mí la felicidad intemporal que anhelo. Esta es mi familia.



Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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jueves, 20 de diciembre de 2018

DE TIEMPOS

El presente es nuestro futuro pasado, el pasado nuestro presente futuro y el futuro nuestro pasado presente. Un juego de tiempo. (Anónimo)

Cuando somos jóvenes, todo es cuestión de futuro como si fuéramos conscientes del inconsciente colectivo que reclama la juventud. No hay sutilezas ni matices que valgan, hay buenos y malos, ricos y pobres, grandes y pequeños, solo blancos y negros, etc… El tiempo se desgrana lentamente como si se resistiera a nuestra voluntad de engullirlo. Algunos almacenan sus experiencias en el baúl de su conocimiento, otros repiten sus errores sin ganas de enmendarlos como si recrearse en ellos les diera legitimidad para quejarse de la vida y mantener su juventud indefinidamente.

Cuando nos llega la madurez, algunos aprendemos a disfrutar del presente sin necesidad de proyectarnos en el futuro, como si fuéramos conscientes de que la vida es una experiencia con futuro desconocido y pasado gastado, dejándonos el presente como mejor opción. Solemos utilizar a menudo la expresión “vivir el presente”, como si tuviéramos otra opción, pero la vida nos enseña que no hay nada para siempre, que el principio solo es el anuncio del final y que, si Dios quiere, estamos entre los dos y que dure. Aprendemos a vivir la vida en lugar de devorarla. Aprendemos a descubrir la escala de grises de todo lo que nos sucede. Aprendemos a relativizar lo subjetivo y a subjetivar lo relativo buscando el equilibrio. Aprendemos a ser padres, a ser hijos, a asumir responsabilidades. Aprendemos todo esto, ¡¡¡O NO!!!. Porque ejercemos nuestro libre albedrío tanto para la sabiduría como para la necedad.

Nos pasamos media vida queriendo ser adultos hasta que nos damos cuenta de que ya somos mayores. De que cuando subimos al autobús, algunos nos ofrecen su asiento y ¿cuál es nuestra primera reacción? La de rabia porque no queremos aceptar que ya somos lo que somos, personas con mucha juventud acumulada, tanto que nos pesan la piernas, los brazos, el cuerpo, el alma. Pasado el choque de nuestro desconcierto llega el disfrute de la madurez donde nos damos cuenta que necesitamos seguir aprendiendo de la vida y disfrutamos trasmitiendo nuestra experiencia a los jóvenes. Disfrutamos siendo abuelos, amigos, hermanos. Nos cansamos fácilmente como si el cuerpo quisiera recordarnos constantemente que ya no somos lo que éramos sino su consecuencia y toda consecuencia tiene sus efectos. Disfrutamos,¡¡¡ O NO!!! Porque hay quien pretende alargar su juventud hasta el final de sus días, deleitándose en la inmadurez de su vida. Hay quien transforma el disfrute en amargura tintándola de negro, angustiando sus emociones porque rehúsan aceptar su edad.

Una vida bien vivida no deja ganas de revivirla porque cada cosa tiene su momento y cada persona sus tiempos. Si algo nos enseña la vida es que todo tiene su razón de ser y que somos el resultado de todo aquello que nos ha pasado. Nuestra capacidad en saber aceptar tanto lo bueno como lo malo que nos ha sucedido nos enseña que Dios tiene un propósito para todos y cada uno de nosotros. Hay quien piensa que la vida está llena de casualidades. Los cristianos sabemos que no es así porque la providencia de Dios nunca es una casualidad si bien siempre una causalidad que nos lleva hacia Él.

1Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; 3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; 4 tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; 5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; 6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; 7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; 8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. (Eclesiastés 3:1-10)

Que Dios os bendiga, Alfons<><


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martes, 11 de diciembre de 2018

NATIVIDAD

El nacimiento es un acontecimiento igualitario pero si bien todos pasamos por el mismo trance al nacer no todos acabamos teniendo la misma transcendencia en este mundo. (Anónimo)

El nacimiento de un ser humano es la antesala de lo que sucederá en su vida y el sufrimiento que padecen tanto la madre como el hijo al hincharse sus pulmones, son el principio de un camino lleno de alegrías y penas, gozo y dolores, victorias y desengaños, salvación o condena eterna.

El nacimiento de Jesús cumple con este ritual como si el testimonio de la humanidad del Dios viviente sellara su primer acto en este mundo tal un niño más. Dios hecho humano.

Para el mundo la Navidad nos es la natividad, de hecho es tan verdad que Navidad se escribe con N mayúscula y natividad no. Cuando tendría que ser lo contrario. Porque el único acto MAYÚSCULO que sucedió fue el nacimiento de nuestro Señor y salvador. Poco importa la fecha exacta, si bien sabemos que no fue la noche del 24. Porque lo relevante es que con su llegada se avivó una esperanza sublime, se cumplió una promesa impensable e increíble para los hijos del pecado que somos, la redención y la salvación mediante el sacrificio de nuestro Señor Jesús.

Para el mundo la navidad son los regalos, a cuales más grandes, más ostentosos los unos que los otros. Muchos compran pensando en sí mismos más que en aquellos a quien destinan sus obsequios. La mayoría adoran al mismo dios, el dinero, y hacen de este periodo su máximo ceremonial. La mayoría sí pero no todos. Los hijos de Dios son conscientes de que no hay mejor regalo que Jesús. Que no hay dinero en todo el confín de este mundo para pagar su sacrificio por nosotros. Que lo único que nos pide es seguirlo en amor y obediencia a sus mandamientos.

Todos hacemos regalos y podemos sentirnos interpelados por estas palabras pero sí tuviéramos que escoger entre ofrecer la última iPad, el último coche, o la salvación de Jesús para aquellos que lo ignoran ya sean seres allegados o amigos, qué escogeríamos. La duda ofende pero seamos conscientes que solo ofende a los cristianos porque el resto siempre encontrará razones para obviar a Jesús.

No es casualidad que Jesús naciera pobre y como uno más. Tampoco es casualidad que sus seguidores ya lo estuvieran buscando, porque el mundo lo necesitaba, lo necesita y lo necesitara como el aire que respiramos.

Estos días que tendrían que ser de acercamiento y reverencia a lo que significa Jesús para el mundo es probablemente el momento en el que el mundo más se aleja de Él parodiando su llegada. Viviendo fastos paganos con tinte de idolatría.

Los cristianos deberíamos abolir la palabra navidad y restaurar con letras de oro la NATIVIDAD de Jesús. Existe la misma diferencia entre navidad y NATIVIDAD que entre fiesta y celebración, si bien la segunda apela a la conmemoración, cualquiera se apunta a la fiesta aunque no sepa de qué va, ¿no?

“7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” (Lucas 2:7)
Que Dios os bendiga, Alfons <><


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jueves, 8 de noviembre de 2018

ELECCIÓN

El que decide ser libre y se niega a ser responsable de su libertad es como el que se tira de un avión sin paracaídas. Por mucho que disfrute del viaje su final siempre acabará mal. (Anónimo)


Podemos elegir ser libres y responsables, libres irresponsables o supeditados pero lo que no podemos hacer es ignorar las consecuencias que esto acarrea.

Los supeditados siempre descargan en los demás el peso de sus elecciones. Las disfrazan de tal forma que sea la voluntad ajena quien se imponga a su realidad. Con ello piensan no ser responsables y su falta de libertad les reconforta porque es la excusa perfecta para no atribuirse la carga de sus decisiones.

Los libres irresponsables se amparan en que la libertad no tiene precio para ellos. Por lo que se la hacen pagar a los demás forzando a su entorno a asumir las consecuencias de sus decisiones. El egoísmo, el hedonismo, la codicia, la vanidad son paraderos inevitables para tales comportamiento pero eso no les molesta, al fin y al cabo delo que se trata es de ser libre y punto.

Los que deciden ser libres y responsables saben que su libertad es un tesoro que se cobija entre los muros que lo delimitan y no que lo limitan. Es decir que solo podemos actuar en el marco de todo aquello que no cree dolo, ni personal ni ajeno. El que es responsable siempre piensa en las consecuencias de sus decisiones antes de tomarlas. Vive en un mundo en el que es parte y no aparte, en el que es autor y no solo actor de sus decisiones.

En nuestra sociedad vemos muy a menudo comportamientos que se asemejan a uno u otro y no hay quien se libre de caer en cualquiera de estos tres según el momento de su vida.

En nuestra juventud, a menudo somos libres irresponsables ya sea por ideales por inexperiencia o por necesidad de aprendizaje.

Cuando nos hacemos mayores descubrimos el precio y las consecuencias de nuestros actos y todo pasa a ser más complejo más exigente. Entendemos más fácilmente los límites de nuestra libertad y pasa a ser una opción en la que la responsabilidad es parte ineluctable de ella. No es así para todos aunque así debería de ser.

Para los cristianos la elección es mucho más sencilla porque nuestra libertad fue comprada por el sacrificio de Jesús en la cruz, le pertenece a Él. Sabemos que somos esclavos del pecado si renunciamos a esta verdad. Esta verdad, su Verdad nos hace libres. Y todo y con ello pasaremos momentos de nuestras vidas en los que no estaremos a la altura de lo que Dios espera de nosotros. Por ello la Gracia de Dios es el primer paso de nuestra libertad en Él, y el amor el código de conducta a seguir y aplicar en nuestras vidas.

Todos tenemos a nuestro alcance el decidir qué camino de todos estos queremos emprender, la elección es nuestra, sus consecuencias también.

Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. (Romanos 6:22)

Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. (Juan 8:32)

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. (Gálatas 5:1)

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martes, 30 de octubre de 2018

OBEDIENCIA

La obediencia es un acto de fe. El problema es que estamos demasiado cegados en ser nuestros propios dioses. (Anónimo)


Hay comportamientos trasnochados para este mundo como la obediencia que nos exige confianza y entrega. Pero si, hoy en día, todo nos invita a solo creer en nosotros mismos, para qué perder tiempo en descansar en casa ajena, aunque que sea la de nuestro creador.

El hombre es una maquina afanosa de orgullo y vanidad. No descansamos en nuestro esfuerzo para magnificar nuestro yo. Nuestro ego es rey de reyes y todo gira alrededor de nuestra propia concupiscencia, tanto mental como física. Para que perder tiempo en obedecer, porque todo aquello que no sea para disfrute de nuestro hedonismo es inútil.

Obedecer es un acto tan sencillo de describir como difícil de ejecutar porque si bien se define como: acatar, cumplir, respetar, también incluye: subordinar, someterse, ceder. Y si lo primero suena bien y puede encajar en nuestro modo de vida siempre y cuando se trate de actitudes que nos rindan pleitesía lo segundo es insoportable e impensable para el ego de nuestras vidas.

Nos enseñan que si no somos los primeros no somos nada, tan solo unos subordinados del éxito.

La palabra someterse es un arma de doble filo porque aplicada a sí mismo invita a la obediencia pero si se trata de someterse a un tercero entonces es considerado una derrota, una rendición degradante, vil, vergonzosa.

Y qué decir de ceder. Es una palabra que nos asusta tanto que la hemos asimilado con retroceder y eso es degradante para el hombre de hoy.

Cuando pensamos en todo esto es difícil poder conciliar nuestro espíritu con nuestra mente porque si bien nuestro espíritu, si es guidado por el Espíritu Santo, no está contaminado por los desvalores del mundo, nuestra mente sí.

La obediencia para un cristiano es y debe ser siempre el primer paso de adoración hacia Dios. Como Jesús lo hizo.

La obediencia para un cristiano debe ser el camino que nos lleva a la salvación. Esa misma que Jesús compró con su vida.

Jesús, siendo Dios se subordinó a ser hombre, se sometió a la voluntad de su padre y cedió su vida por nosotros.

Por ello cuando, como hijos de Dios, damos testimonio de Él, la obediencia a sus mandatos es imprescindible y debemos presentarnos a los demás como seres obedientes sin temor a ser considerados débiles o sin personalidad. La debilidad esta en tener miedo de serlo, la personalidad del creyente es ser capaz de mostrar su debilidad con toda su fuerza.

La obediencia es la respuesta a los mandatos que nos son encomendados. Debemos ser consciente que cuando provienen de Dios siempre son por amor y para nuestra protección. Por desgracia estamos tan acostumbrados a ser exigidos de obediencia por personas que solo buscan protegerse ellas mismas que acabamos olvidando a Dios.

La obediencia solo puede ejercerse con confianza, de lo contrario siempre acabará siendo un sacrificio inútil y Dios no quiere sacrificios, quiere obediencia.

La historia de este mundo empezó con la desobediencia de Adán y Eva. Hasta que Jesús reescribió el guión, el pecado reinó por encima de la obediencia, pero con su mandato supremo de amor y su ejemplo impoluto de obediencia al Padre nos marcó el camino a seguir.

Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. (Romanos 5:19)

12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento. (Mateo 9:12-13)

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jueves, 25 de octubre de 2018

PERSONAJES

Aquel que estudia la historia sabe que es esta quien esculpe sus personajes y no lo contrario. (Anónimo)

Hay quien dedica toda su vida a dejar huella y que lo único que consigue es marcarse él o ella de por vida con el estigma de su propia concupiscencia.

Otros, sin estar preparados para ello, escriben la páginas más relevantes del momento como si este decidiera quién, cuándo y cómo.

Algunos lo llaman destino, otros, azar pero la verdad es más sencilla que cualquier conspiración de los astros. La verdad, mi verdad, es que somos creados para la gloria de Dios. Que todo aquello que el ser humano se dedica a intentar descifrar con sus razonamientos finitos compone una historia, nuestra historia, y que la suma de todas ellas hace historia tan solo por la voluntad de nuestro creador.

Otros lo llaman predestinación y crean un gran debate entre los hijos de Dios, de los que sí y de los que no. Pero ¿qué relevancia tiene retar los designios del Altísimo si no somos ni tan solo capaces de entender nuestra propia condición? Porque de lo contrario nos humillaríamos ante nuestro Padre intentando obedecerle sin rechistar. Por desgracia eso lo consideramos degradante para el orgullo y el ego que nos habita. No estamos preparados para aceptar sin retar, para amar sin nada a cambio, para perdonar de corazón.

Nos solemos fijar en tal o tal personaje de la biblia e identificarnos con algunos de sus rasgos. Pero eligieron ellos ser quien fueron. Eligió Pablo pasar de perseguidor a perseguido, o Pedro de aseverador a negador. No, no lo eligieron pero sí eligieron actuar de tal forma que la historia los llevara a tales situaciones. Jesús se cruzo en sus caminos y estos cambiaron para el resto de sus vidas.

Los personajes de la historia de este mundo pueden luchar contra la suerte, el azar, contra todos los avatares que encuentren en sus caminos pero nada pueden hacer contra la Divina providencia, porque esta es fruto del Infinito poder de Dios y nosotros también.

A veces nos cuesta discernir el grano de la paja y nos fijamos en quien no debiéramos obviando a quién deberíamos. Es humano, nada nuevo bajo el sol pero lo que si debemos tener siempre en mente, en cuerpo y en espíritu es que Jesús es nuestro Señor y salvador y que sin Él nada somos y que por Él salvados estamos. Esta verdad tan sencilla e inaceptable para el mundo es nuestra verdad, la que hace que elijamos los personajes que llenan nuestra historia con el maestro de todas las obras nuestro Señor Jesucristo.

38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. (Juan 6:38-39)


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miércoles, 12 de septiembre de 2018

DAR Y PEDIR

La diferencia entre el bien y el mal es que si bien el primero te da lo que te pide el segundo solo piensa en cómo cobrárselo. (Anónimo)


Somos prontos en pedir y lentos en dar, nada nuevo bajo el sol. Pero cuando de nosotros se trata esperamos que la respuesta sea tan o más rápida que la solicitud porque si bien lo ajeno es no nos presura lo propio siempre nos apremia, se llama la condición humana.

Un buen líder no promete a su pueblo cumplir aquello que este le pide, más sí aquello que este necesita y la diferencia puede ser tan abismal como la que separa la demagogia de la honradez.

Las promesas se dan sin contar que solo su cumplimiento las hace reales. Los políticos son expertos en la materia y su capacidad de prometer está siempre superada por su habilidad en olvidar, amparándose siempre en excusas contextuales.

Pedir es fácil, de hecho algunos han hecho de ello una profesión engañosa y perversa tan moderna que ya no sabemos discernir el grano de la paja en las calles de nuestra ciudad y por ello existe la tentación de negar la solicitud. A quien no le ha pasado, siempre que me encuentro en una situación de este calado me pregunto qué haría Jesús e intento mirar la persona en los ojos. A veces doy, a veces no. ¿Actúo bien? Probablemente no, porque seguro que más de una vez me he equivocado tanto en dar como en no dar. Solo Dios escudriña los corazones en lo más profundo de sus entrañas y solo Él sabe sus motivaciones. Yo me limito a pedirle al Espíritu Santo que me guie en mis decisiones pero no creo que mi corazón este siempre escuchándolo como debiere.

Jesús nos pide que demos a los demás un pequeña parte del amor infinito con el que Dios nos obsequia. Jesús es el paradigma supremo de que hay que dar lo que pedimos para que estemos encaminados hacia la santidad: amor, respeto, perdón, humildad, ejemplaridad, etc…

Si somos capaces de dar lo que pedimos haremos que el pecado merme en nuestras vidas porque quién pide ser fustigado con desprecio, impiedad, vanidad, mala praxis, etc…

Hay una frase popular que dice: “triste es pedir pero más triste es robar” yo la cambiaría por: “triste es pedir pero más triste es no dar”. Porque todos tenemos algo que dar a los demás y qué mejor que ofrecer todo el amor que esperamos nos sea dado.

La vida es un desafío constante a nuestra capacidad de dar y pedir, tanto que hasta nos olvidamos frecuentemente agradecer aquello que recibimos mientras estamos ocupados a pedir siempre más. El hombre tiene esa desgracia humana, su falta de reconocimiento de su propia condición y del pecado que mora en nosotros. Los creyentes tenemos este reto constante en nuestra vida y somos doblemente culpables porque no podemos aludir desconocimiento en la materia. ¿Es eso ser masoquista como dicen los no creyentes? Yo creo que es todo lo contrario porque no hay solución que no empiece por reconocer el problema. Negarlo es la ocupación constante de este mundo.

14 Porque ¿quién soy yo y quién es mi pueblo, para que pudiéramos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. (1 Crónicas 29)

10 Y el que da semilla al que siembra y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera y aumentará los frutos de vuestra justicia, 11 para que seáis ricos en todo para toda generosidad, la cual produce, por medio de nosotros, acción de gracias a Dios (2 Corintios 9:10-11)

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viernes, 7 de septiembre de 2018

LA SOLUCIÓN

Solucioné el problema, ahora tengo que arreglar la solución. (Anónimo)

Todos intentamos de la mejor manera (o no) solucionar nuestros problemas. Es más, a menudo, nos definimos en base a nuestra capacidad de aportar soluciones a los retos a los que nos enfrentamos. De hecho es una de las definiciones más acertadas, entiendo yo, de lo que se supone llamamos inteligencia: nuestra capacidad de adaptación.

Pero quién no ha vivido la situación en la que nuestras soluciones solo son un aplazamiento temporal de lo inevitable. A todos nos ha pasado y seguirá pasando. Pero la pericia humana de la que disponemos de alguna forma, todos, nos permite volver a solucionar (o no) estas dificultades.

La vida está llena de estas invitaciones a nuestra creatividad, en el mundo laboral, en el mundo de los sentimientos, en el ámbito de la salud y muchos más.

Y cómo nos sentimos de satisfechos con nosotros mismos cuando hemos dado con la solución, y más todavía cuando los demás nos agradecen nuestra aportación. Nuestra vanidad, por discreta que sea, siempre se complace en estos momentos porque si de verdad no lo fuéramos, vanidosos, le daríamos al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que le pertenece. Y no hay nada bueno que hagamos que no sea por su voluntad mediante el Espíritu Santo que mora en nosotros.

Ya veo los no creyentes argumentar que si bien somos capaces de hacer el mal también somos capaces de hacer el bien por meritos propios. Y desde su prisma tienen sus razones pero eso solo es posible si no tienes a Cristo en tu vida porque si de verdad lo tienes, sabes que todos somos pecadores que por nuestra condición tendemos al mal y que el bien solo viene de la pureza de nuestro Padre celestial. Cuando obramos en bondad, si nuestro corazón es del Señor, se cumplirá su obra en nosotros y si obramos en maldad estaremos menospreciando su sacrificio en la cruz. No somos salvos por obras sino por la Gracia de Dios mediante la fe para buenas obras. Eso define perfectamente quien es el impulsor y autor de nuestras soluciones, el Espíritu Santo que mora en nosotros.

Un no creyente podría argumentarnos que ¿qué pasa entonces con aquellos que obran bien y no son creyentes? ¿No son ellos los responsables de sus actos?

Yo le respondería que mejor no medirnos en base a lo bueno y lo malo de nuestras obras en esta vida porque el balance es deficitario para todas las almas de este mundo, creyentes y no creyentes si excepción. Por ello fue necesario el sacrificio de Jesús en la cruz. Aquel que cree que sus buenas obras lo eximen de culpa ya está pecando de vanidad y eso lo arrastrará en el poso de su condición.

No hay otra respuesta que la de Jesús. Él es la solución y cada vez que conseguimos solventar nuestros retos debemos darle las gracias por haber hecho de nosotros un instrumento de paz para cumplir su propósito. No somos los autores pero sí los actores de la solución, si somos conscientes de ello jamás nos olvidaremos de agradecérselo a Jesús. Amen

15 Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderlo en alguna palabra. 16 Y le enviaron sus discípulos junto con los herodianos, diciendo:

—Maestro, sabemos que eres amante de la verdad y que enseñas con verdad el camino de Dios, y no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. 17 Dinos, pues, qué te parece: ¿Está permitido dar tributo a César, o no?

18 Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo:

—¿Por qué me tentáis, hipócritas? 19 Mostradme la moneda del tributo.

Ellos le presentaron un denario. 20 Entonces les preguntó:

—¿De quién es esta imagen y la inscripción?

21 Le dijeron:

—De César.

Y les dijo:

—Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

22 Al oír esto se maravillaron, y dejándolo, se fueron. (Mateo 22:15-22)


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martes, 4 de septiembre de 2018

LA LECCIÓN

La sabiduría no tiene manual de instrucciones porque nos exige saber aprender para aprender a saber y eso no tiene fin. (Anónimo)

La lección provechosa no es aquella que memorizamos, mas sí aquella que interiorizamos para practicarla cada día. Sin los hechos de nuestras enseñanzas no hay instrucción provechosa y viva.

Se dice del buen maestro que no es buen aleccionador mas sí buen ejemplo a seguir.

Se dice del mal alumno que es aquel que confunde la lección con la instrucción porque no todo erudito es maestro, tan solo conocedor pero no hacedor.

La vida es una escuela constante de aprendizaje, lo que pasa es que cada uno tiene sus materias favoritas y no siempre son las que más nos convienen.

La asignatura fundamental es el amor. La estableció el maestro de maestros Jesús. Pero no es muy preciada salvo cuando se trata de uno mismo. Lo vemos cada día a nuestro alrededor con faltos de amor a quien giramos la cara y el corazón. De lo contrario no habría penas en el mundo sino glorias a Dios.

La asignatura más concurrida, es el pecado. Somos todos alumnos y maestros constantemente en todos sus apartados. Asistimos a sus clases periódicamente y aprobamos masters en todos los ámbitos de la materia: egoísmo, hedonismo, crueldad, mentiras, perversión, etc…

Hay otras asignaturas que nos parecen menores pero que en realidad son mayores y un paso real para la santificación como la humildad, la bondad, la abnegación, el compromiso, el sacrificio. Si de ejemplo estamos necesitados, solo mirando a Jesús tenemos la lección y la muestra magistral pero estamos tan ocupados en mirarnos el ombligo que lo obviamos.

Después de las vacaciones siempre hay un momento en el que nos ponemos, o tratamos de imponernos, nuevos propósitos para este curso de la vida que representa un año más. Es un momento simbólico y nos gusta aprovecharlo para darle una oportunidad a buenos propósitos tanto para nosotros como para los demás. Pero por qué será que se diluyen nuestras intenciones con los días que pasan como una nube barrida por el viento. Será que la inconsistencia de nuestra voluntad es tan volátil que no resiste al bufido de nuestra indolencia.

He aprendido una lección y por aprendido me refiero a que estoy intentando poner en práctica algo que me han enseñado todos estos años de propósitos tan inútiles como frustrados: seguir los pasos de Jesús. Solo esto y digo solo por no decir TODO esto. Me he dado cuenta de que de tanto fijarme en mí he olvidado la razón principal de mi vida que es servir al Señor. Cada año es una nueva oportunidad para centrarnos en lo esencial, como hijos del Creador: Jesús. No hace falta grandes intenciones ni propósitos ambiciosos, no, solo uno, seguir los pasos de Jesús intentando en la medida de lo posible ser vehículos de su amor. Es el único pero el sublime propósito al que nos invita nuestro Señor y salvador, es la lección del Maestro de Maestros y Señor de Señores.

Para ello el Espíritu Santo que mora en nosotros es esencial porque sin Él seriamos ciegos errantes en este mundo. Un mundo en el que estamos llamados a vivir aunque no seamos de él, en el que estamos llamados a ser sal y luz en sus tinieblas que no las nuestras.

No hay casualidades pero causalidades y el Dios trino es la representación perfecta de su presencia en nuestra mente y nuestro corazón. Nuestro Padre el creador, el Dios hecho hombre para nuestra salvación Jesús y el Espíritu Santo huésped de honor en nuestra alma y consejero divino de todos nuestros pensamientos.

La lección que más me ha enseñado la vida con el paso de los años es que no soy quien para dar lecciones a nadie pero sí para ser ejemplo con mi comportamiento siempre que sea fiel a Jesús.

Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.2 Timoteo 1:13-14
Que Dios os bendiga, Alfons<><

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miércoles, 25 de julio de 2018

PARARSE

La mejor forma de avanzar es pararse. La vida está llena de caminos equivocados que elegimos sin pensar. (Anónimo)

Estamos en un mundo de vorágine constante. Ya sea de información o de desinformación pero nuestro cerebro, por no decir nuestra mente, está constantemente solicitado para que tomemos decisiones, opinemos, actuemos. Es más, aquellos que no actúan acorde a estas expectativas son tildados de tímidos, sin carácter, sin ambición.

Nuestra sociedad exige lo que califica de “compromiso” pero que en realidad es una “compra-sumisa” porque nos obligan a comprar todo lo que nos venden y porque nos someten a esta lujuria consumidora sin dejarnos pensar.

Cojamos la información, hoy en día hay más “opinadores” que noticias porque es importante que dejemos de pensar y nos encasillemos en doctrinos prefabricadas del pensamiento. Somos sus títeres y nos quieren sin cabeza. Impera lo fútil haciendo que la única salsa que conozcamos es la salsa rosa del corazón. Lo cruento, ya no nos explican los dramas nos los enseñan como una superproducción de Hollywood. Evitan que nos adentremos en el “por qué” de lo sucedido enseñándonos su versión para que no tengamos que ir más allá de ser espectador y como tal dejamos el tráiler cuando nos presentan otro, lo llaman exclusiva.

Cojamos la sociedad que nos cobija, o eso nos quiere hacer creer. Yo la llamaría la “suciedad” de consumo, donde sin vergüenza, ni tan solo ajena, derrochamos a trocho y a mocho cuanto los más inútil mejor. Si miro lo último que me he comprado, nada, pero nada de ello me es necesario para vivir pero todo está hecho para que piense que sin ello no hay vida. La “suciedad” nos invita a ser o no ser de ella y si te toca la peste del paro iras con todos los apestados, al margen de la “suciedad”. Es más si no te ha tocado acabaras pensando que eres un privilegiado como si ser imbécil fuera un privilegio, porque ¿qué somos cuando permitimos tratarnos a nosotros mismos sin respeto ni compasión? ¿Qué somos cuando preferimos mirar del otro lado en lugar de compartir con los necesitados? Pero para eso no tenemos tiempo, ni para pensar y menos para actuar. Estamos demasiado involucrados en hacer que la rueda del infortunio siga girando sin que nos toque.

Y qué pensamientos más turbios, más negativos tiene este hombre pensareis. No lo son, son tan claros y asertivos como el aire que respiramos pero solo se pueden tener si nos paramos un momento y observamos nuestro alrededor y como interactuamos con él. Veremos cómo los malos hábitos no llevan a otros peores, como nuestras mentes acaban siendo como robots teledirigidos.

Para parar esta locura hay que saber pararse porque detenerse nos ofrece la posibilidad de cambiar nuestras vidas y volver a coger el mano, ser proactivos en lugar de reactivos.

Todo esto que es bastante hacedero de escribir lo es mucho menos de aplicar porque no nos olvidemos de que la “suciedad” está al acecho y nos quiere para ella sola.

Jesús lo vio en el templo y ¿cómo reaccionó?

La mejor forma de pararse es en oración porque solo con el respaldo de Dios podremos encontrar el camino justo. Solo buscando a Jesús encontraremos las respuestas a nuestras peticiones y descubriremos la diferencia entre lo que pedimos y lo que necesitamos.

La mejor forma de avanzar es sabiendo cuando pararse y para eso está la Biblia, para enseñarnos cuando hace alto en la senda de nuestra vida y eso por desgracia no es noticia en la “suciedad” y los desopinadores no llenan sus tertulias de ello no sea que alguien quiera pararse a pensarlo.

15 Llegaron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; volcó las mesas de los que cambiaban el dinero y los asientos de los que vendían las palomas, 16 y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo.17 Y les enseñaba, diciendo[a]: “¿No está escrito: ‘Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones’? Pero ustedes la han hecho cueva de ladrones.” 18 Los principales sacerdotes y los escribas oyeron esto y buscaban cómo destruir a Jesús, pero Le tenían miedo, pues toda la multitud estaba admirada de Su enseñanza. (Marcos 11:15-19)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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miércoles, 18 de julio de 2018

ALMA ANIMAL


Buscando almas benditas encontré la de un gato que deambulaba por el corazón de sus amos, anclado en él como un áncora de amor. (Anónimo) 

El que no ha tenido hijos no puede sentir lo que sienten los padres por mucho que lo pretendan, no se aprende, se vive. El que no ha tenido un “animal” de compañía tampoco puede sentir el amor genuino que solo estos compañeros de viaje son capaces de ofrecernos porque también se tiene que vivir.

En un mundo en el que todo son envidias, codicias, intereses egoístas, lucrativos, los animales son el antídoto a nuestra amargura natural, la prueba fehaciente de que existe otro camino.

El que pretende comparar los sentimientos que les proferimos a los que dedicamos a nuestros congéneres se equivoca porque no puedes comparar el agua y la tierra si bien mezclándose dan vida en ambos casos. Dan vida al amor, ese mismo que no entiende de barreras, de límites, de clases ni de géneros.

Cada cual tiene su forma de compartir con nosotros su camino en esta vida. Los perros suelen ser obedientes (no siempre) y su amor no entiende de condiciones. Dependen del nuestro y viven del nuestro.

Los gatos son tachados de independientes pero es una obviedad engañosa porque están tanto o más pendientes de nosotros que cualquier otro animal. Los años de convivencia nos enseñan a conocerlos y a darnos a conocer y eso forja un amor que poco o nada tiene que envidiar a cualquier otro. Entender a nuestro gato nos enseña a entendernos a nosotros mismos cuando hacemos aquello que nos gusta y solo atendemos cuando nos interesa. Sí, sí, eso nos pasa a nosotros también. Pero después hay esos momentos, que son regalos divinos, de caricias, roces y ronroneos que son la expresión sencilla y aplastadora del placer compartido, del amor incondicional.

Los animales tienen un sexto sentido que también tenemos nosotros pero a diferencia de ellos el nuestro está atrofiado. Sienten la bondad y la maldad ajena como una feromona embaucadora que define a sus dueños o aquellos con los que se cruzan. Si prestamos atención, que no suele ser el caso, al fin y al cabo solo es un gato, nos daremos cuenta de que sabe elegir sus compañías mucho mejor que nosotros y cuando tenemos invitados eso se manifiesta claramente a nuestra gran sorpresa.

Los gatos son sabios y su sabiduría reside en su sexto sentido. Nosotros somos meros aprendices a quien una vida no será suficiente para alcanzar un estado similar.

El alma es parte de la esencia humana. Eso se dice y quiero pensar que nuestros compañeros de viaje, gatos, perros y otros, son parte de ella porque el amor que nos dan es un bagaje más valioso que todo el oro del mundo aunque soy consciente que muchos elegirían el oro.

Pero yo no puedo y se me parte el corazón cuando veo que uno de mis compañeros ha emprendido el camino de su fin, Porque me gustaría decirle lo importante que es para mí. Porque me gustaría estar más y mejor a su lado para devolverle solo un poquito de lo tanto que él me ha dado.

Unos dirán “pero si solo es un gato” y yo les contestaré, no, es mi compañero de vida y tiene un lugar en ella que nadie más puede ni podrá ocupar.

Quiero que mi alma sea el albergue de todos aquellos que quiero todos sin distinción de género por lo que mi alma es también, en parte, un alma animal.

Dedicado a Smoothy, nuestro gatito, 18 años juntos y que nos dejó este lunes.

E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. (Génesis 1:25)

Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. 2 El rico tenía numerosas ovejas y vacas; 3 pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. 4 Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. 5 Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. 6 Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia. (Isaías 12:1-6)

6 Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. 7 La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. (Isaías 11:6-7)


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miércoles, 11 de julio de 2018

NADA


Para el hombre la nada siempre ha sido algo o sino ¿por qué decimos nada menos o nada más? (Anónimo) 


Es muy difícil visualizar la nada porque nuestra mente siempre busca llenar el vacío al que nos enfrentamos. Es como si la presencia de la ausencia, y/o la ausencia de la presencia, nos fueran imposibles concebir.

Somos materia por lo que existimos, la filosofía nos invita a reflexionar sobre el porqué de la vida, sobre sus prolegómenos y su finalidad pero ¿y nuestro propósito? ¿Es suficiente mirarnos a nosotros mismos como la justificación de nuestra existencia o bien buscar el camino que nos lleve a descubrir el pasaje angosto que nos lleva a nuestra esencia?

Muchos han definido la muerte como el reino de la nada pero nadie ha podido testificar de él por lo que científicamente no existe o más bien queda por demostrar. Pero por qué buscar conceptos finitos en situaciones que superan nuestro entendimiento. No saber lo que hay no implica que esté colmado de nada. Es más, muchos también han recogido este concepto para decir que la muerte solo es un estado de paso que nos lleva a la reencarnación. Pero todos estos intentos solo pretenden rellenar, justificar el vacío de la nada que intuyen es la muerte.

Todo esto podríamos atrevernos a decir que se entiende porque para el hombre de la nada no sale nada. Y es verdad, pero entonces deberíamos completar esta declaración añadiendo que si bien es así para el ser humano, para Dios, de la nada hizo la creación.

Nuestras mentes son muy reacias a aceptar aquello que no podemos entender y menos comprender. Nuestro ego clama un derecho que no puede asumir porque no hay mente preparada para integrar lo infinito, la eternidad. Porque somos limitados por el mero hecho de existir y no ser.

Dios en su infinita sabiduría nos dio, nos da, y nos dará siempre una opción para que podamos convivir con aquello que nuestra mente no puede integrar, y se llama: fe.

La fe es la única respuesta a la nada, lo único que puede llenar su vacío. No es casualidad que nuestra salvación dependa más de ella que de nuestras obras porque si bien no está a nuestro alcance hacer que el balance de nuestra vida sea bueno sí depende de nosotros que elijamos con humildad y obediencia aceptar a Dios en nuestras vidas mediante Jesús como nuestro Señor y Salvador. Por ello Jesús, antes de su ascensión a los cielos nos hizo un precioso regalo fuente de salvación: el Espíritu Santo. El obrador de fe en nuestros corazones, el que debemos alimentar, escuchar, obedecer y nunca apartar de nuestro camino para que la nada nunca pueda apoderarse de nuestro presente y menos de nuestro futuro.

1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. (Génesis 1:1-3)

26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Juan 14:26)

1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. (Hebreos 11:1-3)


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viernes, 6 de julio de 2018

LA MUERTE

La muerte es la solución a todos los problemas. Sin gente no hay problema (Joseph Stalin)

Con esto Stalin pensaba solucionar el problema y de hecho su vida la plagó de muerte pero se olvidó lo más importante, ¿qué hacer para arreglar su solución? Porque la muerte nunca es una solución, tan solo el reconocimiento de nuestra incapacidad a encontrar una. Y me pregunto yo, si realmente pensaba lo que decía, ¿por qué no se lo aplico a sí mismo en el momento que lo pensó? Con toda seguridad hubiera evitado muchas muertes.

Cuando prestamos atención al mundo en el que vivimos nos damos cuenta de que una vida vale mucho menos que nuestras posesiones que, por ellas, más de uno mataría y de hecho más de uno lo hace.

También vemos que los hombres son capaces de morir por unos ideales prefabricados. Llamémoslos, política, patria, poder, ambición pero todavía más fácilmente matar por ellos haciendo del amor un rehén de sus propias codicias.

Algunos se complacen provocando la muerte como si fuera una compañera de fiesta a la que necesitamos para vivir. Están tan ciegos en su afán que se olvidan de que la muerte sin Jesús no tiene futuro, es su verdugo y solo golpea una vez.

Otros temen tanto a la muerte que acaba siendo la protagonista de sus vidas. Hipocondríacos, pesimistas, catastrofistas. Son la ilustración perfecta de la sabiduría popular (sí también la hay) que dice que “el miedo no evita el peligro”, es más en su extremo lo suele provocar.

Entonces ¿qué decir de la muerte que no se haya dicho ya? Es difícil encontrar alguna originalidad en la materia.

Obviedades como “cada día que pasa nos acerca más a nuestro último momento” son la ilustración perfecta de aquello que se dice cuando el árbol amaga el bosque y no somos conscientes de ello. Porque si bien la muerte es una cita ineludible, tendríamos que concienciarnos, y obrar en consecuencia, pensando que aquello que no podemos evitar sí lo podemos aprovechar para bien.

El ejemplo perfecto, una vez más, es Jesús quien no buscó su muerte pero la aceptó, usándola para nuestra salvación, para el perdón de nuestros pecados, para ofrecernos la vida eterna. Otra paradoja, enseñanza divina: la muerte da vida.

Nosotros nos somos Jesús pero sí lo aceptamos en nuestra vida, en nuestro corazón, en nuestro espíritu como nuestro Señor y salvador, si transformamos el propósito de nuestra vida para que este sea seguir los pasos de Jesús, entonces, y solo entonces, la muerte dejará de ser una enemiga espantosa. No hay que desearla pero sí aceptarla cuando nos llegue porque sabemos que es el requisito imprescindible, como lo hizo Jesús, para acercarnos a nuestro Padre celestial y vivir a su amparo para toda la eternidad.

Quiere decir eso que no temo a la muerte, me atrevería a decir que no la temo. No significa eso que no tema el dolor que puede provocarla, sin comparación seguro con el que padeció Jesús en la cruz. Claro que tengo miedo al sufrimiento, que siendo un momento crucial en el que dejaré de existir, para pasar a ser al amparo de Jesús, me impone respeto, temor. Pero para ello está la gran promesa de Jesús cuando dice:” Yo soy la resurrección y la vida”.

La Biblia nos explica que la fe mueve montañas y todos (eso creo) siempre hemos pensado que es una declaración metafórica que nos incita a tener fe más allá de aquello que somos capaces de ver, y así es. Pero en mi opinión tiene un sentido literal mucho más primordial que la mera alegoría, porque si consideramos nuestra condición humana cargada por el pecado, su peso que domina con creces todo lo bueno que podamos haber obrado. Si consideramos toda esta carga veremos enseguida que es una montaña que nos tapa cualquier horizonte posible de esperanza. Pero si nuestra fe está depositada en Jesús y que día tras día la trabajamos, la reforzamos, la consolidamos. Si aceptamos nuestras dudas, no como un ataque de nuestra fe sino como un paso necesario, fruto de nuestra condición, para albergar el Espíritu Santo en nuestro corazón y dejar que alimente nuestra fe. Entonces, y solo entonces veremos desplazarse esa montaña infranqueable y apartarse de nosotros para que sigamos la senda de Jesús y entenderemos que la fe SÍ mueve montañas.

Pero por ahora no queda vivir nuestra vida aprovechando cualquier oportunidad para testificar de Jesús y de nuestro amor incondicional hacia nuestro creador. Hasta el día de nuestra muerte, hasta la vida eterna.

25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? (Juan 11:25-26)
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miércoles, 27 de junio de 2018

LA VOZ DE LOS HECHOS


Nuestros hechos gritan lo que nuestras palabras susurran o pretenden enmascarar. (Anónimo) 

El buen maestro enseña más con el ejemplo que con la predica si bien esta es necesaria para el entendimiento.

La lengua es un artefacto mortífero, pues es capaz de hacernos creer aquello que no es hasta que lo que es la desmiente. Por ello los lisonjeros son multitudes allá donde la verdad escasea.

La educación es la herramienta de los padres para con sus hijos en materia de formación, mas el gran error que todos los tutores cometemos es confiar más en nuestras palabras que en nuestros hechos ignorando que eso desacredita nuestras enseñanzas.

Es más enriquecedora la voz de los hechos que la de las palabras porque donde la primera ilustra la segunda solo alardea.

El que descansa solo en sus palabras no tiene sano reposo porque solo son vivas si sus hechos testifican de ellas.

Tu peor enemigo es aquel que por sus palabras te seduce y con sus hechos te destruye. El problema es que nuestra debilidad nos hace fáciles presas de la jerga embaucadora y poco proclives a ir más allá de las palabras en busca de la verdad. Es como si prefiriéramos ser engañados a ser convencidos.

Se dice que una imagen vale más que mil palabras y puede ser, pero las imágenes también como las palabras pueden ser mendaces si lo que se pretende es enmascarar los hechos.

Las buenas palabras pueden preceder o acompañar los hechos que las corroboran pero sin ellos no son buenas.

Debemos aprender a hablar menos de nuestros hechos y dejar que se expresen por ellos mismos, entonces descubriremos la escasez de nuestros argumentos porque a menudo declaramos intenciones más que acciones y eso es engañoso para los demás y sobre todo para nosotros mismos.

La fe alimenta las palabras del Espíritu en nuestro corazón por ello se dice que la fe es para buenas obras porque sin ellas está muerta.

La lengua es tan difícil de dominar como fácil de usar. Por no ver sus hechos pensamos que es inocua pero el daño que puede causar es peor que los hechos que nos permite ver. Si fuéramos realmente conscientes de ello seríamos más prudentes a la hora de hablar pero eso ya es más fácil decir que hacer.

Jesús es la perfecta ilustración de las palabras justas y de los hechos que las corroboran. Sus hechos eran, son y serán palabra de Dios.

15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis.(Mateo 7:15-20)

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jueves, 14 de junio de 2018

TESTAMENTO

El testamento es un intento torpe de prorrogar lo imposible más allá de nuestra muerte, nuestra voluntad. (Anónimo)

El mundo secular tiene sus reglas y una de ellas pretende darnos la oportunidad de alargar el efecto de nuestra vida más cuando ya no existimos. Nos vende la idea de que nuestras voluntades serán cumplidas como edicto de ley.

Y yo me pregunto ¿de qué nos sirve intentar alargar aquello que ya no es? La respuesta evidente es que sirve para que todo aquello que es nuestro legado sea repartido según nuestro deseo.

Y vuelvo a preguntarme ¿no sería mejor transmitir en vida todo aquello que podemos para que sea en persona? La respuesta ya no es tan evidente por que se me ocurren mil razones, todas más egoístas las unas que las otras, para denunciar lo insensato de esta pregunta. Nos pasamos toda la vida intentando acumular riquezas para vivir mejor no para regalarlas de nuestro viviente.

Conozco a personas muy cercanas que tienen como única misión en los últimos días de sus vidas gastar lo mínimo posible para poder darles a sus hijos una buena herencia.

Y yo me pregunto ¿puede ser este, un propósito loable o es la consecuencia de una sociedad que nos educa para dar cuando ya no necesitamos? Sé que parecerá cruel tal opinión cuando la voluntad y el sacrificio de estas personas es para bien ajeno, bueno mejor dicho para bien allegado. Pero ¿por qué no empleamos ese dinero en vida para aquellos que, en vida, lo necesitan de verdad aunque no sean de nuestro linaje? Hago esta pregunta y me despierta un desconcierto enorme porque me hace ver que yo mismo no estoy preparado para este tipo de razonamiento. Nuestro afán es superior a nuestro amor por los demás. Nada nuevo bajo el sol.

Si nos paramos a pensar como cristianos y hacemos memoria de las enseñanzas de la Biblia está claro que Jesús nos muestra el camino, porque su testamento, su legado nos lo entrega en vida, nos lo entrega con su vida. El testamento de Jesús es el testimonio y el sacrificio de Jesús para nuestra salvación y esto sucede mediante su vida en la tierra, no como voluntad póstuma.

Me gustaría ser capaz de hacer un testamento que diga: no tengo nada más que ofrecer que todo aquello que he intentado dar en este mundo, amor en obediencia Jesús.

Pero me temo que no seré capaz de tal legado porque para ello mi vida debería ser de entrega total a Jesús y de obediencia absoluta a sus enseñanzas. Le pido a Dios que me ayude en el intento. Amen

25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. 34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.(Mateo 6:25-34)

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LO MÁS IMPORTANTE


¿Qué es lo más importante que hice antes de morir, era lo último? Con mi muerte han desaparecido mis oportunidades y mi memoria. (Anónimo) 

No cabe duda que si supiéramos cuando vamos a morir esto cambiaría nuestra vida. Lo que no sé decir, y creo que nadie puede por mucho que lo pretenda, es si hubiera mejorado o empeorado las cosas. Pero no nos es dado saber esa información, ni tan solo a aquel que ya se sabe condenado, porque todo puede suceder, estamos en manos de Dios no en la de los hombres.

Algunos dicen que la muerte es una ladrona de oportunidades, pues cuando se vislumbra, nos recuerda todo aquello que podríamos haber hecho y no haremos. Pero la verdad es que los responsables de tales desencuentros somos nosotros mismos y sí esperamos el último momento para poner prioridades en nuestra vida, sencillamente no servirán de nada.

La vida que pretendemos enmendar en el último momento es una vida malgastada. Si bien no podemos pretender ser un ejemplo impoluto, eso sería vivir una gran mentira farisea, sí podemos y debemos intentar todo aquello que está en nuestras manos, en nuestra mente, en nuestro espíritu para complacer a Dios. Nuestro pecados solo son un recordatorio constante de dónde venimos pero no por ello a dónde vamos. SI seguimos a Jesús, las huellas del pecado irán borrándose día tras día de nuestro testimonio.

No podemos aplazar las decisiones importantes, eso solo las menosprecia y hace que pierdan su relevancia. Debemos enfrentarnos a nosotros mismos, Jesús dice: negarnos a nosotros mismos porque nos conoce a la perfección. Hacer que seamos conscientes de nuestra condición y de sus avatares, aceptar que necesitamos ayuda para salir con vida, con vida eterna, de este reto que es lo que nos ofrece Jesús. Y eso pasa por elegir en quién queremos confiar, para quien queremos vivir y por quien estamos dispuestos a morir. El mundo nos ofrece el culto al hombre, de hedonismo a idolatría. Estas son sus propuestas cuotidianas a las que nos enfrentamos.

Pero para todos aquellos que nos mueve la fe, Jesús es el único camino, la única solución, el único amigo, el único apoyo que necesitamos. Jesús es lo MÁS IMPORTANTE de nuestra vida y sí eso lo tenemos claro y caminamos día tras día siguiendo sus pasos no necesitaremos nada más y el día de nuestra muerte en esta tierra no será un día de remordimientos sobre lo que podríamos haber hecho, sino de alegría porque hicimos y hacemos camino con Jesús y este nos llevará a su lado para la eternidad.

6 Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él; 7 pues no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará? 8 No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee. (Eclesiastés 8:6-8)

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martes, 12 de junio de 2018

AMIGO


El amigo no es aquel con quien compartes camino sino aquel con quien construyes tu camino y el suyo. (Anónimo) 


La edad nos lleva a ser más exigentes, sino siempre con nosotros mismos, sí, sin duda, con los demás. No estamos dispuestos a tener la vista tan condescendiente sobre todo aquello o aquellos que pasan por nuestra vida como si la importancia de los hechos cobrara sentido más allá de su significado.

Jóvenes teníamos muchos amigos y si no era así nos los inventábamos para no ser menos que aquellos que conjuntaban nuestro círculo de amistades. No hacíamos distinción entre conocidos y amigos, todos eran amigos y mejores amigos. Incluso algunos acabaron siendo compañeros de viaje, de fortunio y de infortunio. Dejando que los avatares de la vida hicieran mella en nuestras alianzas interesadas.

Cuando me paro a ver mi vida con la perspectiva de la madurez me doy cuenta de la volatilidad de la amistad de conveniencia, esa misma que nos une en un instante para separarnos en el siguiente. Testificando de la fragilidad de aquello que no se basa en algo sólido. Son episodios llenos de pasión a los que sucede la frialdad de la decepción e ignorancia que los borra sin remisión haciendo que aquella relación que pensábamos era para siempre se consuma sin remisión.

Es curioso cómo se borran de por sí las amistades peligrosas, y si no, nos borramos nosotros dejando que nos engullan.

A pesar de esta visión tan poco optimista sobre las relaciones humanas siempre puede haber alguien que se empeñe en contradecir nuestro desengaño manteniéndose férreamente en nuestro pasado, presente y futuro. Son pocos o ninguno pero cuando son, son una bendición. El tiempo consolida su afecto y la distancia no mella su cariño. Su disposición a estar a nuestro lado es permanente, haciendo camino, el suyo, el nuestro. No es cuestión de tiempo ni de intensidad porque aquel que queremos y nos quiere sabe cuándo y cómo hay que ser o no ser.

Lo más curioso de todo es que no por pasar el tiempo desaparecen las oportunidades de un encuentro maravilloso con una alma gemela en el mundo de la amistad. Puede ser, y cuando eso pasa es, tan increíble como real, que esto suceda en el crepúsculo de nuestra vida, cuando ya vamos de sobrados y que pensamos que nada puede sorprendernos. Pero eso es desconocer a Dios y su sentido del humor y del amor. Porque siempre debemos tener preparado un rinconcito en nuestro corazón para aquel que lo busque. Dios es quien obra en nuestras vidas para su gloria y nosotros, hijitos suyos, gozamos de su amor y de su gracia.

Se dice que la complicidad que nace entre dos personas a menudo tiene su origen en la similitud de experiencias que han tenido en el recorrido de su vida. Y puede ser verdad pero eso solo hace que compartan momentos. La amistad exige algo más profundo, más importante que es que tengamos comunión de espíritu en las consecuencias y enseñanzas que la vida nos ha propiciado y eso ya es mucho más complicado, pero posible y genial cuando sucede.

Compartir no solo es repartir, también es conllevar. Es saber dar y saber recibir y de eso trata la amistad de una relación plena, que se nutre y nutre el uno al otro.

Si pensamos en esto y escuchamos a Jesús llamarnos amigos, entonces nos concienciaremos de lo privilegiado y agraciado que somos a su lado.

15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. (Juan 15:15)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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miércoles, 6 de junio de 2018

TODO ES RELATIVO


Todo depende de todo hasta que nada dependa de nada, ¿o es al revés? (Anónimo) 


Los hombres nos dedicamos a juzgar situaciones, personas, ideas y todo aquello que se nos ponga delante, pero si pensamos en nuestra forma de pensar descubriremos con asombro que nuestro juicio ha ido variando con el paso de los años. Por ejemplo aquello que nos era intolerable de joven ahora no solo es comprensible sino que, a menudo, es normal y lógico. Algunos se atreven a llamarlo madurez, ¡¡¡que osadía!!!

El mundo de nuestra juventud no entendía de sutilezas pasábamos de lo blanco a lo negro con tanta celeridad como convicción obviando cualquier matiz. Los años taladran estos comportamientos con cinceles tan duros como el diamante hasta que acabamos rindiéndonos a una realidad que, no por ser diferente, sí la consideramos de otra manera, con el fruto de nuestra experiencia.

Los científicos nos dicen que el tiempo es relativo. ¿El tiempo? No lo sé, pero su percepción sí que es relativa porque se nos hace una eternidad cuando ansiamos que algo no suceda mientras que aquello que deseamos tanto, no nos damos cuenta y ya ha pasado.

Pero no solo el tiempo, nuestras responsabilidades también nos parecen relativas seamos jueces o seamos enjuiciados. Tenemos tendencia a ser estrictos con nuestros dictámenes y relativos con nuestras culpas. Nada nuevo bajo el sol.

¿O qué decir de nuestras pasiones o de nuestro amor? ¿No los destilamos en función de nuestras afinidades o estados de ánimo? Y tanto y el que no esté de acuerdo que tire la primera piedra.

En este concepto de la relatividad hay un aspecto que nos atañe constantemente a los cristianos que es la diferencia de tiempos entre lo divino y lo secular. Lo que es un instante para Dios puede ser una vida o incluso varias generaciones para los hombres. Claro está que nuestro concepto del tiempo es bien diferente del de Dios y por ello nos es tan difícil, no ya entender, que nos es imposible, sino aceptar que las cosas que la Biblia nos anuncia no pasen al ritmo que nos gustaría que sucedieran.

También nuestra forma de valorarnos depende de la capacidad que tenemos de abstraernos de autocomplacencia y condescendencia, dos rasgos que son potenciadores de la relatividad con la que juzgamos nuestra propia condición. Y es que todo es relativo para los hombres.

La gran diferencia entre los seres humanos y Dios es que allá donde todo es relativo para los hombres (fue la serpiente y no Adán y Eva los culpables, ellos solo cayeron en la trampa), para Dios es absoluto como su amor, su gracia, su pureza.

Tenemos un espejo donde mirarnos para evitar la relatividad de nuestras tendencias, Jesús. Él es el verbo, el yo soy. Declaraciones que no dejan espacio a la relatividad sino que nos obligan a definirnos con determinación y sin ambigüedad. Amen

Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios. Porque mil años delante de tus ojos Son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche. (Salmo 90 2:4)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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miércoles, 30 de mayo de 2018

LOS MUERTOS VIVIENTES


Hay a quien no le gusta las películas de horror, a mí no me gusta el horror de las películas, este es mucho más frecuente e insufrible. (Anónimo) 


Algunos piensan que el renacer en Cristo mediante el bautismo es un rito más de aquellos que creen en Dios en lugar de creer en sí mismos. Son muertos vivientes.

Otros que prefieren no perder inútilmente sus esperanzas en promesas de salvación de un Dios que rechazan porque no cumple sus deseos. Son muertos vivientes.

También aquellos que adoran ídolos y símbolos que magnifican al hombre son muertos vivientes.

No somos lo suficientemente conscientes de como nuestras elecciones abren paso a nuestro futuro o a nuestro sin-futuro. El mundo ansia la eternidad, aquella misma que menosprecia constantemente. Busca su perennidad material a costa de su vida espiritual. Se niega a renacer porque tiene miedo de enfrentarse a su destino.

El cáncer más virulento de nuestra vida no es aquel que ataca las células de nuestro cuerpo, no. Sino el que destruye las de nuestra mente, corrompiendo la morada del Espíritu Santo en nosotros. Y ese no necesita científicos ni médicos para tratarlo, solo a Jesús y nuestro deseo de creer en Él.

Nuestra sociedad es suciedad, basura espiritual, residuo radiactivo que contamina todo aquel que la abraza con esperanzas de sobrevivir creando una cohorte infinita de muertos vivientes.

Los humanos pensamos por contraste, solo entendemos el blanco a través del negro, la luz a través de las tinieblas Y todo y con eso no distinguimos los muertos de los vivientes. No, no lo sabemos porque estamos rodeados de muertos vivientes que nos confunden con sus vidas, sus logros, sus ejemplos.

Pero no nos engañemos, nosotros, los renacidos en Cristo, hemos muerto en el pecado para renacer en Cristo. Somos la luz que marca las tinieblas, el blanco que define el negro. La vida que denuncia la muerte.

Quién de nosotros no tiene tristeza de ver a seres queridos que prefieren ser muertos vivientes a seguir a Jesús. Pero no está en nuestras manos elegir por ellos y menos cuando ellos mismos tienen animadversión hacia nuestro testimonio, nuestra elección.

Los hombres son tan inconscientes de su condición que se mofan de ellos mismos sin darse cuenta porque los muertos vivientes no solo están en las películas de horror, no. También, y sobre todo están en la realidad cuotidiana de nuestra vida en este mundo. Qué pena pero qué realidad tan viva como ellos están muertos.

Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. (Eclesiastés 9:5)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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martes, 29 de mayo de 2018

ORIGEN

Solo mirándonos hacia atrás entenderemos de dónde venimos, la memoria del futuro se construye en nuestro pasado. (Anónimo)

Maestro y alumno se paseaban por los jardines de la curiosidad cuando el alumno preguntó:

- Maestro, ¿cuál es nuestro origen?

- El punto de partida de nuestro destino

- Bueno, ¿pero realmente de dónde procedemos?

- Has estudiado la biblia, ¿no?

- Claro Maestro…

- ¿Y pues?

- Ya maestro pero me refiero a cómo se construye nuestro linaje. ¿Por qué algunos somos descendientes de héroes y otros de villanos? Siempre me ha despertado la curiosidad de saber quién fueron mis antepasados y que rasgos tengo de ellos.

- Todos tenemos héroes y villanos en nuestros orígenes, mas también personas humildes y discretas en todos sus quehaceres que si bien no han dejado rastro sí han dejado huella en su descendencia.

- ¿Entonces todos somos iguales?

- Parecidos tal vez pero la iguales, no

- ¿Y eso?

- ¿Son iguales un león y un cervatillo? ¿Puede el segundo comerse al primero?

- No, maestro claro que no

- Entonces podríamos decir que hay diversidad, esa misma que nos enriquece por sus diferencias los unos a los otros.

- Eso hace muy difícil mirar hacia atrás para intentar conocer a nuestros antepasados

- ¿Qué interés tiene conocer el nacimiento de un rio si somos incapaces de distinguirlo del mar?

- No le entiendo maestro. ¿Quiere decir que no es importante conocer nuestros orígenes?

- Joven todo tiene su importancia aunque algunas lo sean más que otras. Los hombres somos expertos en magnificar las cosas y de ese deseo de conocer nuestros orígenes se han creado ciencias como la genealogía que nos invitan a hurgar en nuestro pasado en busca de respuestas que somos incapaces de encontrar en nuestro presente. Cuando en realidad si en lugar de buscar a personas del pasado nos miráramos a nosotros mismos hacia atrás, podríamos descubrir las claves de nuestra forma de ser. ¿Quién hoy en día se para a reflexionar en cómo ha actuado en las últimas horas, en el día, en las semanas anteriores? ¿Quién se da un respiro para observar con perspectiva quién es y qué hechos lo definen?

- Maestro creo que muy poca gente hace eso.

- Tú lo has dicho joven, estamos demasiado afanados en querer construir nuestro futuro que ponemos cimientos de barro en nuestro presente y ya se sabe lo que pasa con el barro. A las primeras lluvias, o primeras lágrimas se deshace.

- ¿Quiere usted decir que no debemos buscar explicaciones en el pasado para construir nuestro futuro?

- Quiero decir que nuestro futuro no se fundamenta en el pasado más sí en nuestro pasado, aquel que hemos construido nosotros con trozos dispersos de presente desde el día que nacimos. ¿Por qué voy a estudiar el origen de mis antepasados si mi origen está en Jesús? Solo aquellos que reconocen a Jesús como su Señor y Salvador pueden obviar el origen de la humanidad porque saben que pertenecen al linaje divino de un Dios que se hizo hombre para dar su vida por todos nosotros, uno por uno. Joven, si te preocupas por qué rasgos de Jesús viven en ti, estarás en el buen camino.

- Gracias Maestro, creo que me interesaré más por mis orígenes en Jesús y menos los que tengo de los demás.

- Tú lo has dicho, joven, hay que saber elegir nuestros puntos de interés más allá de nuestro intereses.

Y puntuó esta última reflexión con una carcajada compartida….

9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; 10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia. (1 Pedro 2:9-10)
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viernes, 25 de mayo de 2018

PARA Y POR MEDIO DE


Estoy perdido. No sé ni para quién ni por medio de quién hago las cosas. Estoy perdido, porque el hombre sin propósito siempre divaga en sus caminos. (Anónimo) 

Todos tenemos nuestros designios cargados de buenas, y de no tan buenas, intenciones pero ¿podríamos decir que todos somos conscientes de ellos? La respuesta es que no y prueba de ello es que suelen cambiar según el temporal que azota nuestra vida.

Cuando somos jóvenes proyectamos nuestro futuro, cuando somos mayores rememoramos nuestro pasado, pero el hilo conductor que nos lleva del uno al otro es difícil de detectar. Como si su descubrimiento nos fuera prohibido. En realidad somos nosotros los encubridores, los que nos impedimos ver las razones que nos llevan a tomar decisiones que orientan nuestra vida. Hábiles en culpar a los demás siempre tenemos una buena explicación para justificar nuestras inconsistencias existenciales, y si no las hallamos, siempre tenemos a Freud.

Es difícil encontrar personas coherentes a lo largo de toda su vida, siempre están sometidas, o se invitan a ellas mismas, a los avatares de una existencia llena de cambios de dirección. Al final uno se acaba preguntando ¿es bueno ser firme e inmutable en la búsqueda del sentido de la vida? Muchos de los que lo han intentado, por sí mismo, han perseverado en sus errores y acaban rechazando cualquier compromiso como si eso pudiera enmascaras el horror de sus errores.

La constancia solo se puede alcanzar cuando tenemos claro para qué o quién lo hacemos y por medio de qué o de quién lo queremos conseguir. Y estas dos preguntas solo tienen una sola respuesta: Para Dios nuestro creador y por medio de Jesús nuestro salvador. Solo aquellos que son capaces de negarse a sí mismos pueden descubrir a Jesús y por medio de Él llegar a Dios.

El hombre se vanagloria siempre de querer alcanzar grandes retos como descubrir el universo, Marte, las estrellas, las galaxias pero es incapaz de descubrir lo que tiene a su alcance y que es infinitamente más magnifico, glorioso que todos los descubrimientos humanos: LA GRACIA DE DIOS.

Somos tan necios que, cuando de religión se trata, continuamos en el error de basar nuestra salvación en nosotros mismos, por nuestros hechos. No, nunca seremos salvos por nuestros hechos y gracias a Dios por ello porque si así fuera no nos salvaríamos ni uno, ni uno. Por la gracia de Dios mediante la fe en Jesucristo nuestro Señor con la ayuda del Espíritu Santo para buenas obras.

El hombre busca constantemente el propósito que ya tiene en sí como si solo él fuese capaz de decidir. La cruda y dura realidad es que solos, solo somos ineptos errantes en el océano de nuestra condición pecaminosa.

Lutero es un perfecto ejemplo de esta situación. Nació y creció bajo la batuta de los hombres y sus credos. Era religioso pero no tenía vida espiritual hasta que conoció a Jesús y dejó a los hombres y sus liturgias. Entonces su vida se transformó y vivió por medio, y en, Jesucristo nuestro Señor y salvador. Su constancia se basó en el apoyo de una fe que rechazaba los hechos de los hombres y abrazaba la Gracia de Dios.

Hay que decidir, y eso sí que está a nuestro alcance, el para quién y por medio de quién lo queremos conseguir y queremos vivir. Amen.

6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.(1 Corintios 8:6)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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jueves, 17 de mayo de 2018

MALICIA


La malicia nace en la maleza de nuestro corazón. (Anónimo) 

La malicia barre la ingenuidad de la niñez para instalarse el resto de nuestra vida. Es vivero de pecado y alimento para nuestra vanidad.

Uno de los errores más comunes en nuestro comportamiento es aquel que nos lleva a pensar, a actuar, creyendo que somos más listos que los demás en según qué situaciones o incluso en todas. La malicia alimenta esta actitud porque su perversidad nos inclina hacia nuestro ego, olvidándonos de los demás.

Hoy en día la malicia se considera una cualidad porque se atribuye al fruto de la pericia de nuestra mente. La cruda realidad es que solo puede emanar de un corazón tan perverso como sus intenciones.

Quien no se ha sentido decir en alguno momento “no seas crío” como si fuera una tara de nuestro comportamiento o de nuestro pensamiento. Cuando ser ingenuo es entregar nuestra confianza al otro, es creer en su bondad por encima de todo. ¿Es eso un error? Muchos dirán que sí y probablemente acierten (que no tengan razón) en su valoración pero si no somos capaces de confiar en los demás ¿cómo seremos capaces de amar a los demás? Probablemente nos defrauden en muchas ocasiones pero un solo acierto puede justificar una vida, y eso vale todos los riesgos del mundo.

Algunos, por no decir muchos me tildaran de ingenuo. Si es el precio que hay que pagar, SÍ, soy un ingenuo.

La malicia nos arrastra a pensar mal de los demás por concepto, impidiéndonos entender que cuando pensamos mal de los demás estamos acusándonos a nosotros mismos sin excusas posibles.

La malicia se confunde con la sagacidad y es un error común porque si bien la sagacidad es astuta su prudencia le invita constantemente a evitar lo que la malicia le ofrece: el menosprecio ajeno.

Jesús es genuino e ingenuo en el sentido literal: puro, sin malicia, inocente. Nosotros, si ya nos cuesta ser genuinos, la ingenuidad no es negada porque el pecado nos hace culpables y portadores de la malicia que lo aviva, y de nuestra supuesta pureza mejor no hablar.

Jesús quiere que seamos hijos de Dios, que nos entreguemos abandonando el manto de perversidad que el pecado nos ha fabricado. La malicia es uno de los atributos de este lastre y es importante que sepamos combatirla.

Cuanto más se aleja la malicia de nuestras vidas más cerca sentimos la presencia de Jesús. Es tan sencillo como difícil de alcanzar y el camino es negarnos a nosotros mismos para vivir en Jesucristo.

20 Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. (1 Corintios 14:20)
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jueves, 10 de mayo de 2018

ORIGEN


El origen no solo es el principio de una andadura también es su por qué. (Anónimo) 

¿Quién no ha dudado de sus orígenes en algún momento? Es cosa lícita, si bien tenemos la respuesta en la palabra de Dios.

El origen es propio del ser humano porque manifiesta su condición finita. Nos explica de dónde venimos y nos ayuda a entender hacia dónde vamos o deberíamos ir.

Para el hombre es la manifestación fehaciente de un nacimiento, por lo tanto de algo que morirá, como el origen de un rio tiene su destino en el mar.

Pero no solo es un principio, también es una causa como cuando buscamos el origen de un fuego, de un fracaso, de una luz, de un éxito.

Todo lo que hace y vive el hombre está marcado en el tiempo y por lo tanto tiene su origen.

A veces nos dedicamos con empeño a retrasar su llegada pero, si los condicionantes o nuestra condición son propicios nos atrapa en sus garras como cuando intentamos evitar aquello que tememos hasta que sucede.

Otras veces intentamos provocar, acelera su comienzo como cuando queremos que una promesa se haga realidad antes de tiempo.

Desde que el mundo tiene uso de su sinrazón los hombres buscan su origen. El Big Bang es una de sus respuestas pero esta, como todas las demás, plantea la siguiente pregunta: ¿y qué había antes? Porque el hombre no sabe pensar en un origen que nazca de la nada porque no puede integrar los conceptos infinitos de la magnificencia de la creación porque sencillamente estamos limitados por nuestro origen.

También le damos un toque de cualificación social cuando decimos que tal o cual es de origen humilde o adinerado. ¿Pero de verdad es eso un justificante o es un acusador?

Somos expertos en dar sentido a aquello que pretendemos dominar y el origen es siempre un buen reto para el intelecto humano. Pero no es suficiente para hacernos entender, comprender que si hay un origen hay un creador detrás. Un creador que en nuestro caso es EL CREADOR de todo y de todos. Que nos hizo del polvo, a su semejanza, que busco su reflejo en nuestra existencia, respuesta que le negamos a la primera ocasión.

Nuestro origen fue motivo de alegría y gozo en los cielos y luego de tristeza y desolación en la tierra. Nuestro origen no es el pecado sino la pureza de Dios reflejada en sus hijos pero nosotros la cambiamos por la caída a la que nos expusimos desobedeciéndole.

Pero Dios en su gran amor no ha renunciado a su progenitura, nos quiere más allá de nuestros avatares, nos ama tanto que sacrificó a su hijo unigénito por nuestra salvación. Porque quiere que nuestro origen se funda y confunda con la eternidad de su amor, y nosotros ¿queremos que así sea?

Aquel que se preocupa por su origen no ha saldado sus deudas con su consciencia porque de lo contrario sabría que de Dios somos creación y a Dios le pertenecemos por la eternidad.

10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. (Juan 1:10-14)
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SIN ACEPCIÓN


Solo aquel que reconoce sus límites, limita sus deficiencias. Los demás se dedican a acrecentarlas. (Anónimo) 


No todos me gustan y no agrado a todos. Esta cruda realidad no hace acepción de personas, ni tan solo de la mía.

Es difícil ser ecuánime, por no decir imposible para el hombre. Todos tenemos nuestras preferencias y nuestros menosprecios. Algunos los justificamos y otros nos salen de forma “natural” como si el no amor fuera inherente a las personas.

Somos todos los preferidos y odiados de alguien, y por mucho que nos choque, esta realidad hace moverse el mundo constantemente hacia derroteros de guerras, pasiones y otras emociones tan irracionales como reales. Porque no es sensato tener prejuicios pero tan humano, tan cotidiano.

Quién es lo suficientemente objetivo, ponderado para no hacer acepción alguna frente a un conflicto. Nadie porque nadie es perfecto en este mundo. Hasta el más hábil y eficaz negociador tiene sus preferencias. Su pericia resultará en saber controlarlas y no hacerlas visibles a las partes.

El hombre es partidario de per se. Nada nuevo bajo el sol, parte y reparte soliendo llevarse siempre la mejor parte. Dejando el concepto de amor focalizado en sí mismo, ensimismado.

El gran problema de nuestra justicia es que pretende ser lo que nunca será, justa. Los movimientos de opiniones mediáticos, los egos, los intereses ocultos obran para influir en nuestros comportamientos. Y cuanto más clama, la dama con los ojos vendados, su imparcialidad, más está engañando a los demás y a sí misma.

No hay ser humano capaz de ser perfecto por lo que no hay ser humano capaz de no hacer acepción de personas, nada nuevo bajo el sol.

Si queremos encontrar al único propietario de tal facultad, tenemos que elevar nuestro espíritu hacia Dios porque solo Él es puro, inmaculado, para poder actuar sin acepción de personas. Porque Dios ama, Dios es amor, Dios es la pureza impoluta. Él es el único en el que podemos depositar nuestras esperanzas porque sabemos que no hay nadie que escape a su mirada compasiva y misericordiosa.

Su justicia es “la justicia”, la única que no hace acepción de personas.

30 Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente, 31 y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios. 32 Envía, pues, a Jope, y haz venir a Simón el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; y cuando llegue, él te hablará. 33 Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado. 34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. (Hechos 10:30-35)

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