LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

jueves, 29 de marzo de 2018

LO QUE NOS QUEDA


Cuando somos jóvenes pensamos que disponemos de todo el tiempo del mundo cuando en realidad solo tenemos el que nos queda. (Anónimo)

¿Si supiéramos cuanto tiempo nos queda por vivir, actuaríamos de forma diferente?

Esta pregunta suele tener una respuesta positiva en la mayoría de los casos, ¿por qué será?
Será porque si el tiempo se nos escapa, cambiamos nuestras prioridades y le damos más valor a los valores que a su valor monetario.
Será porque es la única manera de realmente concienciarse de que tenemos que elegir quien queremos ser y quien hemos sido.
O será porque nuestra despreocupación forzada hacia la muerte se desvanece frente a la realidad ineluctable de su llegada.
Será porque vivir nos acerca cada día más al último día por mucho que lo queramos obviar.
Será porque el hombre es tan necio que necesita ver su final para empezar a pensar en su renacimiento.
O será porque estamos tan preocupados por lo terrenal que cuando vemos que es transitorio cambiamos de perspectiva.
No sé, me imagino que cada uno tiene sus motivaciones, sus justificaciones y son todas tan diferentes como legitimas.
Pero legitimas no quiere decir correctas, ni acertadas, porque si solo pensamos en nuestro final en este mundo cuando estamos abocados a ello es porque no hemos vivido una vida cristiana, una vida en y con Cristo.
Cada día que vivimos es un regalo de Dios en un mundo del que no somos pero en el que vivimos para dar testimonio de nuestra fe.
Para los hijos del Dios viviente la muerte física en este mundo es un paso necesario hacia la vida eterna. Nosotros ya sabemos de qué va la muerte porque ya hemos experimentado la muerte secular espiritual para renacer en Cristo. Ya sabemos lo que nos espera y que esperamos con anhelo: que el tiempo desaparezca al lado de nuestro Padre Celestial. Que la vida no sea existencia sino esencia porque la existencia implica un final que la esencia ignora.
Para los cristianos lo importante no es lo que nos queda en esta vida sino lo que poseeremos con Jesucristo para toda la eternidad.
Los demás continuaran temiendo la muerte, buscando evitarla a toda costa, evitando pensar en ella y en sus consecuencias, como si la ignorancia fuera la respuesta a su insensatez.
Qué triste y penoso pero por desgracia nada nuevo bajo el sol.

24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. (Juan 12:24)
Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él (Romanos 6:8)

Que Dios os bendiga, Alfons <><
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jueves, 22 de marzo de 2018

CORRUPCIÓN


La corrupción es un virus generado por la mente, y que se transmite por la boca, para contagio de aquellos que tienen las defensas bajas y el apetito desenfrenado. (Anónimo) 


Cada sociedad ha tenido y tiene sus signos diferenciales, la nuestra está marcada por la corrupción en todos los ámbitos de nuestra sociedad. No porque sea una enfermedad moderna, no, sino porque siendo un pecado humano desde el principio de los tiempos, hemos sido capaces, hoy, de elevarla a modus vivendi.

Hoy tenemos tendencia a cualificar la corrupción como una forma errónea de actuar y eso hace que no estemos lo suficientemente preparados para resistir sus envites. Nace en nuestro corazón, se desarrolla en nuestra mente para finalmente expresarse por nuestros actos. Si todos fuéramos conscientes de este hecho, tal vez caerían menos en sus garras.

Nuestra codicia, nuestro afán de lucro, son motores naturales de la corrupción. Cuanto más tenemos, más queremos. Cuanto más queremos más deseamos y eso nos lleva a elegir la forma de apropiación siendo la corrupción la más fácil y apetitosa para los esclavos de la vorágine secular.

Si se pudiera llevar consigo todas sus riquezas tras la muerte el corrupto sería un señor con éxito. Por suerte la muerte solo atrapa nuestras almas para presentarlas a Jesús, nuestro Señor, impoluto, incorrupto, puro e infinito. Que contraste más grande.

Lo seductor de la corrupción para sus adeptos es que ensucia tanto al corruptor como al corrupto por lo que no se sienten diferentes.

El afán de poder es uno de los factores más evidentes en los corruptos, cambian el dinero por algo que, por mucho que lo pretendan, nunca lo conseguirán. Porque toda la gloria, la honra y el poder son de nuestro Señor Jesucristo.

Los políticos justifican sus corrupciones por el bien ajeno, el de sus partidos, el de sus votantes. Pero a quien quieren engañar, nada bueno sale del árbol corrompido, ni tan solo la leña podrida que de él quedará servirá para alimentar el fuego.

El corazón del hombre es un hervidero de sentimientos, de sensaciones, de emociones que nos atraen constantemente hacia tentaciones impuras, corruptas. Nada nuevo bajo el sol, somos pecadores pero no por ello necios. Aceptar nuestra condición es el primer paso para emprender el camino de la salvación, aquel en el que siempre tendremos a Jesús de compañero y sustento, al Espíritu Santo de consejero e inspirador y a Dios esperándonos como hijos suyos que somos.

No es de extrañar que uno se sienta pringoso cuando vive corrupto porque la corrupción no solo ensucia el alma, también el cuerpo aunque no lo veamos.

Ante la fuerza dominante de la corrupción la obediencia es una virtud sanadora. La obediencia a Jesús, en humildad de corazón y espíritu. Amen

Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. (Gálatas 6:8)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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jueves, 15 de marzo de 2018

OBVIEDADES


Hemos nacido para morir, ¿o es que alguien se pensaba que no? (Anónimo) 

El mundo nos rodea de obviedades. Muchas son evidencias de la vida que no siempre queremos aceptar, otras perogrulladas provocadoras que nos obligan a reaccionar. Algunas las consideramos sandeces desde lo alto de nuestra soberbia y estas mismas se encargan de rebajarnos los humos.

Pero si tan evidente es aquello que es obvio ¿por qué obviamos lo más incuestionable, Dios nuestro creador?

Será porque somos tan listos que preferimos nuestras mentiras a la Verdad. O que somos tan orgullosos que no podemos pensar en alguien que no seamos nosotros mismos o que nos rinda pleitesía. O la explicación se encuentra en nuestra falta de deseo espiritual orientando nuestro apetito básicamente a lo carnal.

Hay tantas razones de las que alardea el hombre para idolatrar su ego que no hace falta hurgar mucho en el poso de nuestra condición para encontrar justificantes.

Muchos viven pensando que tienen todo el tiempo del mundo cuando en realidad solo dispone del que les queda. Es más, cada día nos aleja del principio y nos acerca al fin de nuestra vida en este mundo. Obviedad.

Mucho ilustres que se consideran sabios, manifestando su necedad congénita, se burlan de aquello que en realidad les amedrenta sin remisión. Nada nuevo bajo el sol. Obviedad

Es curioso como el mundo se crea sus propias obviedades y nos invita a girar la cara a las verdaderas evidencias porque si queremos hablar de obviedades ¿por qué no hablamos de Dios? ¿Por qué no hablamos de Jesús? ¿Por qué no aceptamos nuestra condición pecaminosa? ¿Por qué no reconocemos la divinidad, la pureza, la magnificencia, la gracia que definen a nuestro creador? ¿Por qué no le damos las gracias en cada momento de nuestra vida a Jesús por su sacrificio en la cruz para nuestra salvación?

¿Por qué? ¿Porque es tan obvio que preferimos obviarlo?

El hombre tiene tendencia a rechazar las evidencias a favor de conspiraciones oscuras y perversas. Es como si buscar lo complicado e inverosímil nos disculpe de negar lo sencillo y obvio, somos seres finitos incapaces de entendernos a nosotros mismos porque estamos enjaulados en lo primario de nuestra condición: nuestros instintos, nuestras pulsiones. Alimentos imprescindibles para el pecado que mora en nosotros.

Nacimos pecadores, es la obviedad más negada, rebatida, impugnada por el hombre secular. Es una injuria a su pseudo bondad, a su vanidad indomable. Pero por mucho que se defiendan nacimos con el pecado anclado en nosotros, ¿o no son las noticias cotidianas un fiel reflejo de ello? Obviedad.

Si el mundo fuera exento de pecado estaríamos en el paraíso. Otra obviedad que nos empeñamos, a nuestro pesar, de confirmar constantemente por el infierno en el que vivimos.

Es una evidencia que la luz descubre las sombras, esas mismas que, en las tinieblas, son imperceptibles, inescrutables. Jesús es la luz del mundo y es, y será, su juez en el final de los tiempos.

Las evidencias no excusan nuestras culpas, solo las hacen más patentes.

Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. (Efesios 5:13)
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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jueves, 8 de marzo de 2018

ASUNTOS INTERNOS


Todos tenemos nuestro jardín secreto aunque el de muchos se parezca más a una selva salvaje que al Edén. (Anónimo) 


El hombre se define no solo por lo que aparenta, ni por lo que es, sino también por aquello que guarda en su interior a salvo de las miradas indiscretas. A salvo, sí, eso cree porque por mucho que lo intente, a los ojos de Dios, es un libro abierto con letras mayúsculas.

El negar tener asuntos internos pendientes no los hace desaparecer, tan solo aplaza confrontarse a ellos, teniendo en cuenta que frente a Jesús no habrá excusa alguna.

Es curioso como tenemos tendencia a interiorizar secretos inconfesables más que alegrías y bondades. Supongo que la vergüenza impera sobre lo bueno en nuestras vidas, pero es importante también que sepamos almacenar en el baúl de nuestros recuerdos cosas que nos reconcilian con nosotros mismos.

No por más auto-flagelarse mentalmente somos mejores o perdonados, no. Lo que hace que nuestros asuntos internos se reconcilien con nuestro espíritu es el remordimiento de corazón y la confianza en un Dios de amor que mediante el sacrificio de Jesucristo nos perdona nuestros pecados.

Hay asuntos internos de nuestra vida que no están marcados por el pecado sino por errores que hemos cometido, errores inconfesables. Inconfesables, sí, pero solo entre humanos porque Jesús los repasará con nosotros. Cuando uno piensa en esto, que nuestro primer paso hacia la eternidad es llegar a la presencia de Jesús y ver la película de nuestra vida, sin cortes ni atajos, recordando todo lo que hemos y no hemos sido, hemos y no hemos hecho. Cuando uno piensa en esto puede ser preso de un escalofrío tremendo porque sabemos que Él es conocedor de todo nuestro interior, pero si somos hijos de Dios también sabemos que será una liberación, que no justificando sino arrepintiéndonos en verdad tendremos el amor de Jesús y la Gracia de Dios nuestro padre como respuesta.

Eso debe borrar todo miedo porque no podemos pretender presentarnos impolutos, llegaremos desnudos de toda apariencia. Nuestra vida está marcada por todos nuestros pecados, pero también por todos nuestros aciertos y si bien la balanza está claramente testificando de lo primero la Gracia de Dios y el sacrificio de Jesús en la cruz son la respuesta impertérrita que nos anuncia la salvación.

El hombre interior tiene su razón de ser porque existe el hombre exterior. La diferencia entre los dos es que el exterior experimenta y el interior lo almacena. El exterior se desgasta mientras el interior se refuerza, de lo bueno y de lo malo. Nada nuevo bajo el sol.

Aquel que no tiene asuntos internos bondadosos es porque está vacío de emociones, sentimientos, amargado y desconocedor de su propia realidad. Porque todos tenemos en nuestra vida cosas buenas que interiorizar pero para ello primero hay que saber verlas, abrazarlas y almacenarlas en nuestro interior. De nosotros depende que sea para bien.

Soy testigo de esta afirmación porque hasta que no conocí al Señor no me sentía capaz de guardar cosas buenas en mi interior, ahora lo más bonito, personal e intransferible que alberga está relacionado con Él y eso todos lo podemos experimentar si a Él nos encomendamos. Amen.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interiorcorrerán ríos de agua viva. Juan 7:38)

Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. (2 Corintios 4:16)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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miércoles, 7 de marzo de 2018

LA PRESENCIA


Cuando más noto tu presencia es cuando el vacío impera en mis entrañas pero no consigue conquistar mi corazón. (Anónimo) 

Maestro y alumno paseaban por los jardines de la curiosidad cuando preguntó el alumno:

- Maestro como se puede definir la presencia
- ¿Como carencia de ausencia?
- Bueno pero se dice que Jesús está siempre con nosotros y no lo vemos.
- Por ello la carencia de ausencia es la definición correcta
- Pero Maestro, si no lo podemos ver, ¿está con nosotros?
- Joven, ¿ves el aire?
- No maestro
- Pero sabes que está aquí ¿no?
- Claro Maestro sino no podría respirar
- También ves que cuando las hojas se mueven bajo la brisa está pero y cuando hay calma perfecta y nada se agita, ¿ha desaparecido el aire?
- No maestro, solo que no percibimos sus efectos visibles
- Pero sigue estando. ¿Y qué me dices de cuando tú y yo estamos en lugares distintos de la escuela?
- En este caso sí que creo que se puede decir que usted no está presente.
- El que no notes mi presencia porque no me ves no quiere decir que no esté a tu lado. Si no pudiese acudir rápidamente a tu llamada entonces se podría decir que estoy ausente físicamente ¿pero quiere eso decir que he desaparecido de tus pensamientos, joven?
- Por supuesto que no Maestro yo sé que siempre puedo contar con usted cuando lo necesito
- Entonces estoy ausente físicamente pero presente en tu mente y cual dirías es la más importantes de las presencias, ¿la física o la mental?
- No estoy seguro Maestro, creo que por igual dependiendo del momento y de la situación.
- Si bien la física es del momento y desaparece con él, la mental, como la espiritual es atemporal porque mora constantemente en nuestro interior. Por ello, joven podemos notar la presencia de nuestros Maestros más allá de su presencia y de su vida. ¿Y qué decir del Maestro de maestros, Jesús? Él nos dio 2 cosas imprescindibles para poder vivir en santidad, sus enseñanzas mediante LA PALABRA y el Espíritu Santo para que morase en nosotros. ¿Qué dirías joven, Jesús está presente en tu vida?
- Sí Maestro
- Y ¿cómo lo puedes demostrar si no se ve?
- ¿Por la forma en la que aplico sus enseñanzas?
- Tú lo has dicho, joven. La presencia de Jesús también se manifiesta a través de nuestra obediencia y ejemplaridad cuando estas se muestran a los demás.
- ¿Cómo definirías a un no creyente, joven?
- Hay muchas formas Maestro pero creo que es aquel que ha decidido no creer en Dios
- Así es, porque él opta por negar a Dios en su vida, porque rehúye reconocer su esencia, porque rechaza su propia condición. ¿Quiere decir esto que Dios está ausente de su vida?
- Si él no quiere a Dios supongo que Dios no lo tendrá en consideración.
- Eso creen, esperan y desean aquellos que claman su ateísmo pero por suerte para ellos no deciden ellos lo que Dios hace o no hace. Y si no, acuérdate de Pablo, ¿no era un luchador empedernido contra los cristianos antes de convertirse?
- Si Maestro, lo era
- Y mira cómo Jesús transformó su vida. La presencia, joven, carece de ausencias y por ello nadie puede dudar de la presencia de Jesús por mucho que muchos la nieguen no sufre ninguna ausencia en nuestra vida, lo que no quiere decir que nosotros no nos ausentemos, más de una vez, de Él. De la misma forma que físicamente no podemos vivir sin aire, espiritualmente no podemos vivir sin Jesús.
- Ahora lo entiendo, Maestro. Es increíble como las cosas que parecen muy sencillas en realidad son más complicadas de lo que parecen.
- Tú lo has dicho, siendo también verdad lo contrario. ¿no?

Y el Maestro puntuó su última frase con una carcajada que compartió el alumno siguiendo su paseo.

Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.(Génesis 3:8)

5 Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? 6 Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. (Juan 16:5-7)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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viernes, 2 de marzo de 2018

A PRUEBA


No es lo mismo estar a prueba que ser probado porque si bien lo primero tiene un periodo definido en el tiempo lo segundo es parte constante de nuestra vida. (Anónimo) 


Las pruebas pueden ser aquello que demuestre la verdad o un reto a nuestra verdad. En un juicio sirven para lo primero, en nuestra vida son la obra de Dios para edificación nuestra.

El que cree que las pruebas son un castigo es que no conoce a Jesús porque de lo contrario estaría agradecido buscando sus enseñanzas.

Estar a prueba, en la obra del Señor, es aprender día tras día que solo lo que nos obliga puede liberarnos. Es una paradoja más de las enseñanzas de Jesús porque las pruebas nos obligan a humildad y sus efectos, cuando a Dios nos entregamos, rompen los lazos seculares que nos amordazan.

Las pruebas no son solo avatares a los que nos tenemos que enfrentar. Las peores ponen en juego nuestra vanidad porque son aquellas que nos ofrecen éxito y triunfos. Solo dándole el mérito a quien lo tiene, Dios, podemos salir ilesos de ellas y aprender una gran lección que solemos obviar muy a menudo: de Él es la gloria, la honra y el honor. Si de verdad lo sentimos y lo vivimos con profundidad espiritual este tipo de prueba será siempre una alabanza al Señor.

En el mundo laboral se pone a prueba los novatos para confirmar sus aptitudes, en el mundo espiritual se pone a prueba también los ancianos. Esto nos demuestra que todos, sin excepción, necesitamos recordarnos quién somos y a quién pertenecemos, al mundo o a Dios.

Cuando las pruebas nos acechan nuestra reacción instintiva, y equivocada, es intentar resolverlas con nuestra pericia y capacidad resolutiva. Y cuantas más fuertes las pruebas más empeño ponemos. Es un grave error empezar de tal manera, es una negación de nuestra fe por mucho que queramos justificarlo. A Jesús, nuestro Señor y Salvador debemos encomendarnos y Él, mediante el Espíritu Santo nos guiará en nuestras andaduras. Hará que sepamos aceptar el resultado, aunque consideremos este malo, con humildad y obediencia porque todo obra para bien en la vida de los hijos de Dios y más cuando no lo entendemos a primera vista. Esto nos obliga a confiar ciegamente en nuestro Señor Jesucristo, de fe se trata y por fe vivimos para obras.

El que huye de las pruebas huye de sí mismo, y por mucho que se empeñe acabará siendo engullido por ellas.

Si confiamos en el Señor no hay prueba que no estemos en condiciones de superar y más de una tendrá su enseñanza en nuestro fracaso apelando a nuestra humildad y mansedumbre, son las más difíciles pero también las más gratificantes.

Gracias Señor por ponerme a prueba, por recordarme constantemente quien soy y cómo soy para que no me pierda en mi propia condición. Amen

10Mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro. 11 Mis pies han seguido sus pisadas; Guardé su camino, y no me aparté. (Job 23:10-11)

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