LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 30 de enero de 2019

IMPERFECCIÓN

Son las imperfecciones las que hacen que las cosas sean perfectas. (Anónimo)

Nuestro mundo se basa en la perfección, del cuerpo, de las ideas, de los ejemplos, de la justicia, etc.. Pero en verdad esto solo es un espejismo o como mucho un vano deseo de llegar a la pureza de la verdad en cada cosa. Y digo vano porque nada puede hacer que un pensamiento, viciado por el pecado, se pueda acercar a la integridad intachable de lo impoluto.

El culto que hacemos al cuerpo, a la persona, al dinero, al éxito son solo pruebas de nuestra imperfección. ¿Por qué? Pues porque lo perfecto no busca recrearse en sí mismo egocéntricamente, lo perfecto no precisa existir porque lo perfecto es esencia, y eso solo lo es Dios.

¿Por qué aprendemos más de nuestras pruebas que de nuestros éxitos? Por la imperfección de nuestra mente, pronta al envanecimiento y al olvido de las lecciones aprendidas. Los juegos de azar son un ejemplo perfecto de lo que somos. Si ganamos queremos ganar más hasta que perdemos y si perdemos queremos jugar más hasta que nada nos quede. La moraleja es sencilla: no dejes a la suerte lo que tu insensatez te está arrebatando, porque siempre se cobrará con intereses. Pero nuestra imperfección nos hace soñar lo contrario. Nos hace pensar que si bien los demás no, nosotros sí que tendremos buena estrella hasta que nos estrellamos.

Todo lo dicho anteriormente podría dar a pensar que mis pensamientos son fatalistas, derrotistas. Que no hay solución, hagamos lo que hagamos. Lejos de mí esta intención, es más creo que nuestras imperfecciones son la fuerza de nuestra personalidad. El feo no es feo porque los demás así lo consideran sino porque él así se ve. Porque la fealdad, la imperfección, no están en cómo nos miran sino en cómo nos vemos a nosotros mismos y más todavía en cómo nos ve Jesús. Y Él escudriña los corazones, no los rasgos físicos mas sí los del alma. Si somos capaces de mirar nuestras imperfecciones como señales de nuestra condición las amaestraremos hasta sacar lo bueno que hay en ellas, porque siempre lo hay.

¿Cómo puedo Dios en su perfección amarnos con nuestras imperfecciones? Pues si Él lo puede nosotros también debemos hacerlo con los demás y con nosotros mismos. Jesús dice ama a los demás como a ti mismo. Eso incluye nuestras imperfecciones porque son nuestras imperfecciones las que nos hacen humanos.

El hombre esta tan asustado por sus imperfecciones que dedica toda su vida intentando convencerse y convencer a los demás de que es ejemplar. Eso lejos de acercarlo a Dios lo distancia del camino de santidad porque alimenta su vanidad y orgullo en el intento.

No hay camino hacia la perfección que no exija la mortificación de nuestro ego y eso pone de manifiesto nuestras imperfecciones. Lo importante es ser conscientes que en esta tierra ya no existe la perfección, se fue con Jesús, por lo que solo a su lado gozaremos lavados por Él de todas nuestras imperfecciones.

¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? (Job 11:7)
Entenderé el camino de la perfección Cuando vengas a mí. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa. (Salmo 101:2)
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. (2 Corintios 12:9)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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martes, 29 de enero de 2019

MANSEDUMBRE


La paciencia es el motor de la mansedumbre, que pena que el mío cale a menudo. (Anónimo) 

No es casualidad pero sí causalidad que el cordero sea el símbolo de nuestro Señor y salvador Jesucristo. Es un animal manso, inocente, limpio de impurezas. Es todo lo contrario del lobo y si bien en los cuentos y leyendas de los hombres el lobo se come a los corderos, en la historia de la humanidad el cordero de Dios es vencedor inapelable del mal y de su cohorte de lobos. Lo fue en vida, lo fue en la cruz y lo será en su venida.

La sociedad, en el diccionario de la Real academia, describe la mansedumbre como benigna y suave pero también como falta de bravura. Si bien la mansedumbre se expresa con benignidad, en ningún caso es falta de bravura. Es más, hay que ser más valiente y tener el coraje de sus convicciones para ser manso en tiempos revueltos.

Cuando vemos los corderos llevados al matadero, inconscientes de lo que les espera pero obedientes a quien los conduce entendemos que el cordero supremo, Jesús, también fue llevado a muerte por nuestros pecados. La gran diferencia, y el sumo ejemplo de mansedumbre, fue que Él sí que era consciente de lo que le esperaba. Pero en obediencia a su Padre y por amor se sacrificó por nosotros.

Sin paciencia no hay posibilidad de ser manso porque los hombres somos más cabras desbocadas que corderos mansos. La paciencia nos invita al sosiego y a entregarnos, en total confianza, a aquel cordero de Dios que vino para salvar al mundo. Si la curiosidad mato al gato, la impaciencia mato al rebelde y los hombres suelen ser mas bien rebeldes sin causa.

La fuerza de la mansedumbre se manifiesta por la obediencia ciega. Esto que es blasfemia para los incrédulos es dogma para los creyentes. Con el Espíritu Santo como guía no necesitamos ver en este mundo sino ser vistos como testigos de nuestra fe, de Jesús. Nos llaman cristianos como si esto fuera un atributo despectivo cuando es la razón por la que no somos de este mundo si bien estamos llamados a vivir en él.

En una sociedad en la que todos los símbolos y dioses manifiestan su bravura, su testosterona, Jesús es la paradoja perfecta. Su mansedumbre es nuestro ejemplo a seguir y si bien nunca la alcanzaremos como Él la manifestó, el camino hacia ella es camino de santidad.

Podríamos decir que la mansedumbre es la antítesis de la malicia. La sencillez es mucho más potente que la perfidia. Su fuerza está en nuestros corazones y en la fe que los alimenta, mientras la debilidad de la perfidia se nutre del mundo.

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. (Colosenses 3:12)
¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. (Santiago 3:13)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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viernes, 25 de enero de 2019

MALICIA


La malicia no está en lo que se piensa sino en cómo se piensa. (Anónimo) 


Cuanto más malicia más inseguridad de la misma forma que cuanto más inocencia más confianza. Es una paradoja inaceptable para los incrédulos y un paradigma de la fe para los creyentes.

Se atribuye fácilmente a la inocencia su falta de malicia como si eso fuera una debilidad. Cierto es que la ausencia de malicia nos acerca a la inocencia pero no como muchos piensan a su lado débil, no, sino a su parte más genuina, más sincera, donde impera la confianza y el amor.

A menudo se confunden las personas bondadosas y sencillas con personas débiles y maleables. Eso es porque se les atribuye carencia de malicia, y exceso candidez. Esta forma de pensar solo es necedad empedernida de aquellos que están tan acostumbrados a sus propias maldades que solo saben ensuciar aquello y/o aquellos a los que miran.

La mirada es la antesala de nuestra malicia, nos da a escoger el qué hacer con lo que vemos. Hace falta mucho amor y mucha fe para mirar evitando su tentación y buscar lo bueno dentro de lo malo y no lo contrario.

Muchos se creen inteligentes por su abundancia de malicia, es más, suelen ser reconocidos como tales por sus pares cuando Jesús nos enseña, con su vida como testimonio, que no hay espacio para la malicia en el modo de pensar de aquel que ama.

La malicia es cobijo de envidias, egoísmos, maldades de todo tipo entonces ¿por qué la venera tanto el hombre? Será porque de esa manera se siente superior a los demás. Lo que ignora es que ese pedestal lo aboca al vacío de su vanidad.

Sospecho que el hombre busca en la malicia una forma de tutear a Dios, insensato aquel que lo intenta o ¿alguna vez lo finito consiguió alcanzar lo infinito? Sigue corriendo estólido, que ni tu mente, ni tu cuerpo y menos tu alma nunca llegaran a vislumbrar la luz.

¿Por qué será que nos encanta tanto la inocencia de nuestros hijos, esa misma que rechazamos a lo hora de actuar como adultos? Se dice que uno pasa a ser adulto cuando pierde su inocencia. No pasamos a ser adultos pasamos a ser conscientes de nuestros pecados y responsables de nuestras decisiones.

¿Quién no ha pensado más de una vez de sus hijos: por qué no se quedan pequeños y así no pierden su inocencia? Esto debería invitarnos a pensar qué opina Dios cuando nos mira a nosotros.

La inocencia es el resultado de la confianza absoluta que tenemos en nuestros tutores. Se ve en los niños con sus padres. También es notorio que la primera forma de perderla es retar a nuestros tutores hasta al final, con los años, superarlos. Si bien esto es verdad con los hombres cuando de Dios se trata, aquellos que lo intentan se estrellan en sus vanidades y en el pecado que las alimenta. Solo confiando en Dios mediante la ayuda del Espíritu Santo y la guía de Jesús aprenderemos a descansar en confianza e inocencia genuina, a descansar en el amor y la Gracia de nuestro creador.

Los cristianos, para el mundo, nos caracterizamos por la parte ingenua de nuestras creencias considerándolas un candor debilitante. Por suerte no será el mundo quien nos juzgará y nos acogerá en su seno sino Jesús y Él sí que quiere y desea que tengamos un corazón genuino libre de pecado porque el pago con su vida el precio de las nuestras.

20 Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. (1 Corintios 14:20)

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martes, 22 de enero de 2019

DECADENCIA

La decadencia se manifiesta en nuestro cuerpo cuando nuestras carnes ya no se aguantan, y en nuestra mente cuando nuestros valores tampoco. (Anónimo)

Una sociedad decadente no es consciente de su enfermedad, es más suele alardear de sus valores como si fuera consciente de que hay que manifestarlos porque ya no son lo que eran.

La decadencia es un proceso normal y natural en la naturaleza, suele llegar tras el apogeo de la vida tanto animal como vegetal.

¿Por qué debería ser diferente en los hombres? ¿Por qué tenemos consciencia? Lo que tenemos es inconsciencia de nuestra falta de conocimiento. Si no sabríamos que la historia se repite constantemente, que las insensateces de los hombres que leemos en la Biblia reflejan lo pasado pero también lo presente y probablemente, por desgracia, lo futuro. Que no aprendemos de ello, solo nos complacemos en repetir nuestros errores como si fuera nuestra obligación.

¿Cómo se mide la decadencia en nuestra sociedad? ¿A partir de qué momento podemos considerar que hemos caído en ella? Son preguntas importantes y que sin duda invitan a tantas respuestas como ideas hay en este mundo.

Podríamos considerar la sociedad como un edificio en construcción. Si su base es fuerte y está bien asentada los pisos irán acumulándose los unos sobre los otros mostrando cada vez más la majestuosidad de la construcción. Su estructura estará basada en las reglas (valores) fundamentales de la edificación. Viendo la bonanza de sus efectos los responsables del proyecto buscaran siempre ir más alto, más majestuoso, más y más, hasta recrear una torre de Babel en crecimiento constante, dedicada a los dioses de este mundo; el dinero, el sexo, la ambición, etc… Y todo esto hasta que los cimientos empiecen a ceder. Cuando esto pase, todos aquellos que están en la cúspide de la torre no se enteraran dado lo alejados que están de la base. Pero el peso de todo lo construido ira cada vez más gravando el edificio y las grietas empezaran a manifestarse. Eso no será de preocupación para los inquilinos, pues unas grietas se calafatean y ya está. El tiempo hará que poco a poco lo insignificante pase a ser transcendental pero cuando esto suceda ya será demasiado tarde, no habrá tiempo de abandonar el edificio y todos quedaran sepultados en su derrumbe. Pero habrá nuevos edificios y nuevos arquitectos y todos cederán ante los mismos errores porque nuestra vanidad y nuestro orgullo siempre harán que queramos más y más.

Es verdad que puede haber muchas formas de determinar la decadencia de una sociedad pero a mí se me ocurre unos síntomas muy sencillos e inapelables, relativos a nuestros valores: nuestros deberes versus nuestros derechos. ¿O debería decir nuestros derechos versus nuestros deberes? Aquí sí que el orden de los factores altera el producto, y mucho.

Cuando una sociedad anima a clamar los derechos ante todo, está enferma. Esto parece una insensatez pero la insensatez es pensar que lo contrario es verdad. Porque los deberes no son la consecuencia de los derechos sino que los derechos deberían ser el resultado de nuestros deberes cumplidos. Pero eso no es políticamente correcto decirlo. Estamos tan cegados por nuestros derechos que obviamos que no son algo que tenemos que reclamar sino que deben ser la consecuencia de nuestras acciones, de nuestro comportamiento.

Los valores deben anclarse y crear raíces y cimientos fraguados por nuestros deberes no por nuestros derechos.

Una sociedad que se olvida de la consciencia cívica, del servicio a los demás, de las obligaciones de comportamiento entre todos está en decadencia aunque no sea políticamente decirlo.

Una sociedad que se jacta de libertad como todo me es lícitos obviando que nuestra libertad termina donde empiezan los derechos de los demás, esa sociedad está en decadencia aunque no sea políticamente correcto decirlo.

Cuando uno lee la Biblia descubre que el pueblo de Dios tiene su lista de deberes a cumplir siendo los mandamientos un resumen de ello. Jesús nos enseña que la vida, nuestra vida debe ser un ejemplo de cumplimientos. ¿Quieres ser el primero? Hazte servidor de todos nos dice Jesús. Para un creyente los derechos se contemplan como una consecuencia de nuestros actos y sobre todo del la Gracia de Dios porque sin ella no habría remuneración alguna para lo que somos, pecadores.

El mundo se extraña del advenimiento de líderes populistas y extremistas que triunfan sobre los sacrosantos representantes de lo políticamente correcto pero es que de tanto clamar nuestros derechos, estos están desapareciendo y no sabemos cómo volver a la base, cómo crear nuevos cimientos que nos permitan reconstruir un edificio nuevo para la sociedad. Hay que reconstruir en base a los deberes que nos marca Jesús en la Palabra. Los que creen que las masas son tontas y solo obedecen a estímulos primarios como la zanahoria y el palo ignoran que inconsciente colectivo de las masas se nutre del sentido común ese mismo que los listos ignoran. Este inconsciente colectivo tiene una masa especifica que conlleva una inercia aplastante y cuando esta se pone en movimiento aplastando todo a su paso, hasta el líder más carismático o sino que se lo digan a Hilary Clinton.

Pero claro eso muy políticamente correcto, no es. Por desgracia para la humanidad.

42 Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. 43 Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; 44 y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. 45 Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud». (Marcos 10:42-45)

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miércoles, 16 de enero de 2019

GULA

El apetito insaciable es gula, tanto para nuestro cuerpo como para nuestra mente. (Anónimo)

Alumno y maestro paseaban por los jardines de la curiosidad cuando el alumno preguntó:

- Maestro, ¿qué es la gula?

- Eres joven pero erudito, ¿qué dirías tu qué es?

- Comer en exceso, sin control

- Y así es pero también algo más y, sin duda, más pernicioso

- ¿A qué se refiere maestro?

- Si bien se dice que “el apetito viene comiendo”, cabria preguntarnos ¿qué estamos o deseamos comer? Como humanos somos tan primarios que cuando de gula se trata solo nos imaginamos manjares apetitosos. Pero también nuestra mente necesita alimentarse y sus excesos, que podríamos también calificar de gula, son iguales o tal vez más perniciosos que los de nuestro paladar.

- ¿cómo qué? Maestro

- Los excesos de la carne: el sexo, lo excesos del dinero: la codicia, la avaricia. Etc… En realidad cualquier fijación que nuestra mente tenga en asuntos humanos lleva a la gula de nuestra mente. De la misma manera que para no enfermar físicamente hay que saber alimentarse, mentalmente, también tenemos que seguir una dieta mental.

- ¿Una dieta mental? maestro

- Somos propensos al exceso, una cosa en su medida puede ser beneficiosa y en su exceso perniciosa. Hay que aprender a ser comedido frente al invite la desmesurada de la tentación que nos rodea constantemente.

- ¿Cómo qué?, maestro

- Beber agua es lo más inocuo del mundo pero beber en exceso agua puede llegar a ser muy peligroso. De la misma manera que hay alcohólicos también hay, aunque menos conocidos agualcohólicos. Y esto traducido a la mente y el espíritu tiene su corolario.

- ¿Sí? Explíquemelo maestro

- ¿Qué eran los fariseos?

- Un movimiento político social y escuela de pensamiento judía. Maestro

- Buen alumno, erudito eres. Conocían las leyes de Dios, pero su exceso de celo, su absolutismo humano los llevaba a transformar los efectos bondadosos de las leyes de Dios en edictos llevados a su propia interpretación para juzgar a los demás. Se podría decir que su gula de absolutismo los llevaba a perdición.

- Entiendo maestro

- Pero podríamos verlo también en el mundo. Qué es un adicto al sexo, sino una persona que ha dejado que sus impulsos sensuales se transformen en meros arrebatos sexuales desenfrenados. No hay amor en eso, solo exceso, gula desenfrenada. O qué decir de los dictadores. Son personas a las que su exceso de ego, les otorga a sí mismos todos los poderes, ya sea en un país, una empresa o en una comunidad. Gula, joven, gula. Apetito desmesurado desenfrenado, abono del pecado.

- Entonces maestro como resistir a la gula

- Aceptando que es parte innegable de nuestra condición y amaestrándola.

- ¿Y eso cómo se hace maestro?

- Alimentándose con conocimiento y mesura tanto física como espiritualmente. La biblia es el manjar del espíritu y lo más bonito de ello es que es diferente para cada uno de nosotros pero igual de enriquecedor.

- Entiendo lo de físicamente maestro pero lo de espiritualmente no es un poco contradictorio, ¿cuánto más mejor no?

- Acuérdate de los fariseos, con conocimiento y mesura espiritual se refiere a que debemos dejar en manos de Dios lo que a Dios corresponde. Existe la tendencia equivocada en algunos creyentes en querer imitar a Dios en lugar de imitar a Cristo y eso es un pecado de soberbia que los fariseos cometían constantemente. Nos olvidamos de que Dios nos ve más allá de nuestras intenciones o de nuestra acciones. Nos ve en el corazón, en el alma y eso no hay forma de disfrazarlo.

- Es curioso como una cosa que parece tan sencilla de definir como la gula en realidad conlleva muchas más acepciones que las que parecen, maestro. Esto ha sido un buen alimento para mi mente, sin exceso. Vaya, eso creo ¿no maestro?

- Tú lo has dicho joven, tú lo has dicho…

Y ambos empezaron a reírse continuando su paseo.

19 Oye, hijo mío, y sé sabio, Y endereza tu corazón al camino. 20 No estés con los bebedores de vino, Ni con los comedores de carne; 21 Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, Y el sueño hará vestir vestidos rotos. (Proverbios 23:19-21)

4 El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.(Mateo 4:4)

Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. (Gálatas 5:16)

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jueves, 10 de enero de 2019

SANTIDAD

No hay camino de santidad sin pruebas de la misma forma que no hay caminante si camino. (Anónimo)

El hombre es el único animal que solo aprende a golpe de pruebas. Su incapacidad de retentiva espiritual es equivalente a su capacidad de reiterativa pecaminosa.

Un ejemplo de enseñanza tan sencillo, tan binario como no hacerse imágenes y menos adorarlas se ha transformado en el culto a las estampillas, a las que unos se encomiendan y otros atesoran como dioses paganos dotados de poderes de intercesión o de milagros.

El hombre tiene una necesidad constante de pretender imitar a Dios en lugar de intentar imitar a Jesús. La diferencia es importante, tremenda, abismal, porque el hombre nunca será un dios. Por ello Dios se hizo hombre a través de Jesús para que aprendiéramos a ver lo que nuestra condición nos impedía. Lo que nuestro pecado obviaba, que somos hijos del Dios viviente que solo por Él y a través de Jesús, podemos encontrar el camino de santidad. Ese mismo que hace emerger lo bueno que hay en nosotros y que, mediante las pruebas, doma el pecado que también mora en nosotros. Pero no nos engañemos, en sí, somos incapaces de acercarnos a Dios. Estamos manchados por el pecado, el nuestro y el de toda la humanidad. Pero eso no es motivo de desesperación ni de abatimiento porque nuestro Padre nos ama más allá de nuestra condición y su Gracia cubre nuestros testimonios. Por ello tuvo que sacrificar a su Hijo primogénito, para hacernos ver el precio de su amor. Y nosotros nos dedicamos a ignorarlo o menospreciar su sacrificio.

Se confunde el objetivo de una vida con el testimonio de otra. La mayoría de los llamados “santos” por algunos han tenido una vida de testimonio a Jesús y a Dios pero como tantos y tantos anónimos de la historia. Ninguno, ni tan solo el rey David o Moisés o Abraham son dignos de adoración, ninguno. Son, con sus sombras y destellos, ejemplos a seguir pero no idolatrar. Solo Dios es digno de recibir gloria, honra y honor. Pero los hombres somos tan afanosos de idolatría que a lo largo de toda la humanidad hemos construido becerros de oro o estampillas de santos a cuantos más mejor.

Una de las grandes diferencias entre las religiones y la vida espiritual es que en las religiones el hombre es el protagonista, llámese Papa y su cohorte de santos, obispos, etc.. Buda, Krishna o otros…

En la vida espiritual solo existe la relación que uno tiene con Dios, sin intermediarios que no sean Jesús. Sin guía que nos sea la Palabra de Dios. En ella no hay contaminación humana ajena ni interpretación que impida que nos acerquemos al Padre a través de Jesús y ese es el único camino de santidad que todos deberíamos emprender. No nos hace vistosos ni famosos a los ojos del mundo pero nos hace propios y preciados a los ojos de Dios.

4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. (Éxodo 20:4-6)

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martes, 8 de enero de 2019

IMPERDONABLE

Para el hombre no debería haber nada ni nadie imperdonable ni tan solo uno mismo. (Anónimo)

El perdón es un acto de amor, el ejemplo perfecto de amar a los demás como a sí mismo. El problema es que, a menudo estamos tan ocupados en amarnos a nosotros mismos que obviamos a los demás.

Cuanto más nos duele más nos es difícil perdonar, es verdad pero ¿impide eso el perdón? No, lo hace más valioso si cabe, más precioso, más significativo. Es fácil perdonar aquello que no nos importa o poco nos impacta pero qué decir de aquello que transforma nuestra vida a nuestro pesar, que trastorna nuestra paz, que nos arrebata lo más preciado. Cuando esto sucede tenemos que elegir nuestro camino; el del resentimiento o el del perdón.

El resentimiento es una elección fácil y demagógicamente legitima, apela a nuestros instintos primitivos de venganza frente al dolor. Busca cualquier excusa para alimentar el odio y la maldad que normalmente tenemos amordazada en nuestra mente, en nuestro corazón. Da rienda suelta a nuestro egocentrismo, somos más que el centro del mundo, somos el mundo con toda su carga de animosidad y sed de venganza. A veces no nos damos cuenta porque el resentimiento crece en nosotros a nuestro pesar y como la rana cocida a fuego lento, no nos percatamos de ello hasta que nos engulle en sus garras y nos destroza. Cuantas almas perdidas hay en este mundo, devastadas por el resentimiento, vagando por las tinieblas de la sed de venganza. En una sociedad donde se enseña a triunfar por encima de todo la venganza es la única solución al dolo que nos provocan, haciendo que salgamos victoriosos de él. El resentimiento es tan absurdo y perverso que se retroalimenta a sí mismo haciendo que constantemente alguien sufra de sus efectos.

El perdón es un camino duro y sembrado de obstáculos que pretenden que abandonemos esta locura que nos impide dar rienda suelta a nuestra amargura. El perdón es un acto contra natura para el ser humano y natural para Dios. Lo curioso es que es el hombre quien precisa de él y también es el hombre quien menos pretende su uso. El perdón nos obliga a luchar contra nuestra mente, contra nuestras emociones porque creemos que pretende obligarnos a olvidar lo sucedido y esto es un error muy común. El perdón nos es olvido, es amor y solo se puede amar en consciencia de lo que uno está haciendo. ¿Quién ha dicho que amar es sencillo? Los enamorados pero, ¿Quién siente amor por Dios? ¿Cómo se demuestra? El amor puede ser una prueba terriblemente difícil porque pone a contribución nuestra mente, nuestro espíritu y nuestra alma. No hay posibilidad de redención sin perdón, no hay posibilidad de salvación sin la Gracia de Dios, el perdón supremo. Si entendemos esto aprenderemos a perdonar, a domar la bestia que tenemos dentro y hacer que se rinda a los preceptos que nos enseña Jesús. Perdonar no es lógico para el ser humano, tampoco lo es el amor y es su remedio. Aprender a convivir con lo sucedido sin guardar una lágrima de rencor es el principio del perdón. ¿Quién ha dicho que es fácil? No, no lo es pero es el único camino porque de la misma forma que Jesús nos pide: ama a tu prójimo como a ti mismo, también debemos perdonar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, sí también a nosotros mismos. Y esto solo lo lograremos con la ayuda de Jesús y del Espíritu Santo Amen!

36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (Mateo 22:36-40)

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viernes, 4 de enero de 2019

ACTITUD IMPROPIA

La actitud impropia no es aquella que no se corresponde con lo propio, esta sería la equivocada. La actitud impropia es aquella que pretende engañar a los demás y a sí mismo haciéndonos creer lo que no es. (Anónimo)

En esta sociedad, el engaño es un arte en el que los labios maquillan las palabras que salen de nuestra boca para revestirlas de credibilidad, a cuanto más falsas, más cosmética.

Pero, por si eso fuera poco, la mentira más genuina es aquella que nos aplicamos a nosotros mismos y que hace que acabemos creyéndonos nuestras propias falacias. Esta semilla de corrupción nace de nuestro pecado, se alimenta de nuestros pensamientos impropios hasta que acabamos verbalizándola con arma de doble filo, nuestra lengua.

Esto dicho con tanta claridad nos escandaliza porque somos conscientes de su realidad a nuestro alrededor. Pero no nos equivoquemos, todos, sí todos, hemos sido, somos y seremos presa de esta lacra. Nuestra capacidad a ver la paja ajena descartando nuestra viga nos invita a condenar a los demás por tales actitudes pero nuestro orgullo, nuestra vanidad nos impiden ver que también nosotros tropezamos en esta piedra. Y lo peor de todo esto es que donde más tendría que brillar por su ausencia esta actitud es donde más impera. Como por ejemplo en las comunidades cristianas donde los cuchicheos, los murmureos son moneda corriente. Son aquellos mismos que se escandalizan con la actitud de los fariseos ante Jesús pensando que ellos nunca harían tal tropelía. Son aquellos mismos que juzgan el que viene porque viene y el que no viene porque no. Son aquellos que tienen la palabra de Dios constantemente en la boca pero que la machacan constantemente en lugar de deleitarse en ella. Son aquellos para los que la desgracia ajena es alivio a su propia “miserabilidad” espiritual, moral y mental. No nos engañemos, es fácil caer en la trampa de la actitud impropia y solo siendo consciente de nuestra vulnerabilidad podremos pormenorizar sus efectos.

Se dice: en casa del herrero cuchara de palo, pero ¿y en casa de Dios?

¿Por qué tenemos que tener actitudes impropias? Porque somos humanos, porque el pecado es el punto de partida de nuestra condición pero no por ello tiene que ser su destino. Para los cristianos la Gracia de Dios es probablemente el inicio de todo, la máxima expresión de su amor hacia nosotros. Porque sino ¿cómo explicaríamos que a pesar de nuestros constantes tropiezos y desobediencias sigamos siendo objeto de su perdón? Es nuestro padre y como los padres que algunos de entre nosotros somos, Él nos quiere más allá de lo que somos y nos invita a seguir su camino para abandonar la senda del mal corrigiéndonos y educándonos cada día de nuestra vida.

Es difícil para un no creyente entender el privilegio de la Gracia de Dios. Es tan fácil confundirla con el todo vale porque ya estamos perdonados. La verdad es que si bien su Gracia nos absuelve nuestra desgracia puede condenarnos para siempre porque cuando te regalan un bien tan preciado no es para malbaratarlo y/o abusar de él, sino para custodiarlo con la máxima atención agradeciendo el privilegio de poder disfrutarlo. La consciencia de los hechos nos hace ser responsables de ellos, no lo contrario.

27 Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. 28 Y dejándolo todo, se levantó y le siguió. 29 Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? 31 Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. (Lucas 5:27-32)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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Ciutat de Balaguer, 40, Barcelona
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miércoles, 2 de enero de 2019

OLVIDAR

Olvidar es un acto inconsciente. Cuando pretendemos domesticarlo nos exponemos a recordarlo perpetuamente. Solo la aceptación es capaz de enjaular el “no olvidar”. (Anónimo)

Maestro y alumno se paseaban por el jardín del conocimiento cuando el joven se paró y preguntó:

-¿Maestro por qué me olvido de aquello que quiero recordar y siempre me acuerdo de aquello que pretendo olvidar?

- Es una buena pregunta, joven, ¿por qué crees tú que te sucede tal cosa?

- Bueno, se me ocurre que es mi memoria quien juega conmigo a mi pesar.

- Es posible. ¿Pero no podría ser también que pretendas ser, infructuosamente, maestro de tus deseos y acabes siendo esclavo de tus pensamientos?

- Es posible maestro pero no estoy seguro de entenderle…

- Había un reino en el que el rey tenía a su hijo mayor como la joya de su vida. Este, de salud frágil, enfermó y el rey se entristeció. Oro por su hijo sin cesar, le pidió a todo su pueble que se uniera a él en sus plegarias y así lo hicieron todos sus vasallos pero el niño empeoró y murió. Ese día se le quebró el corazón al rey y toda su esperanza se transformó en amargura y resentimiento hacia Dios. Le había quitado su razón de vivir. No había escuchado sus súplicas. Pasaron 7 inviernos oscuros y tenebrosos en los que el rey estuvo corroído por todos sus pensamientos tan tóxicos como virulentos. Todo el mundo le invitaba a olvidar lo sucedido, a pasar página, tenía un nuevo heredero pero este para él era tratado como culpable de la muerte de su hermano. Un día que se paseaba por los bosques de sus alrededores sumido en la melancolía de su terrible pasado se cruzó con un anciano que parecía perdido y le preguntó

- ¿Dónde va usted, parece perdido?

- No lo sé, le contestó el anciano, creo que me he olvidado de mi camino.

- Pues tiene usted mucha suerte porque yo llevo años intentando olvidar y no hay manera.

- Tal vez sea porque pretende hacer algo que no está en sus manos en lugar de aceptar que por muy alto que uno este en este mundo hay cosas que no son de nuestra potestad. Mire, yo, soy amo y señor de mi cuerpo y no me acuerdo por qué estoy aquí.

- Entonces ¿qué cree usted que sería lo correcto hacer? ¿Acaso sabe usted más que todos mis consejeros?

- No piense mi señor que un pobre anciano como yo sea capaz de tal osadía. Solo que mis años me han enseñado que aquello de lo que uno no puede librarse siempre tiene la potestad de aceptarlo. Yo por ejemplo, no tengo memoria y lo curioso de ello es que no consigo olvidarme de que no tengo memoria. Estuve mucho tiempo enrabiado por ello hasta que descubrí que podía desarrollar esta capacidad aceptando su presencia y haciendo de ella, que fuera una parte positiva e importante de mi vida. Hoy, vivo con la alegría de poder pensar de nuevo sin el lastre de lo que me ha ocurrido hace un tiempo. Es un peso que los hombres no son siempre capaces de llevar y Dios me ha librado de él.

- Bueno eso es fácil cuando uno no tiene responsabilidades pero yo soy el rey y no soy capaz de olvidar aquello que me corroe el corazón haciendo que mi reino se resienta de ello.

- No tengo memoria pero sé ver dentro de los corazones y el suyo ha sido marcado por una perdida irremplazable. ¿No?

-Así es pues…

- Pues no la remplace, solo hágale un lugar en su corazón que le permita recordar lo bueno de lo malo. Sepa encontrarlo porque siempre lo hay. Solo así podrá ver que para los hijos de Dios todas las cosas obran para bien. Y sí esto es cierto, y lo es, todo su resentimiento se transformará en agradecimiento a Dios. Debe ser consciente que olvidar no está a nuestro alcance conseguirlo, pero perdonar sí y perdonarse a sí mismo es muy importante.

- También tendré que perdonarle a Dios…

- No se equivoque, ni usted ni yo, ni nadie tiene potestad de perdonar a Dios porque el perdón es para aquellos que erran y Dios es perfección, pureza infinita y bondad absoluta. En todo caso pídale que le perdone a usted y restaure su corazón solo así conseguirá recuperar las riendas de su reinado y de su vida. Mire aquel gorrión que se aleja detrás de usted, haga que su amargura haga lo mismo y le abandone.

Y el rey se giró y vio el pájaro alejarse. Cuando se volvió para contestarle al anciano, este había desaparecido. Tuvo una sensación curiosa. Habría un antes y un después tras este encuentro para el rey. Se sentía aligerado de la pesadumbre que lo había cargado todos estos años. La luz del bosque era más intensa y resplandeciente que hacía unos minutos. Su mirada había cambiado y su corazón había sido restaurado. Sintió una necesidad imperiosa de arrodillarse para pedir perdón a Dios y orar para darle gracias por su Gracia y su gran misericordia. Estuvo en el bosque orando hasta el atardecer y cuando volvió al castillo todos supieron que el rey, el de verdad, había vuelto. Todos estos años solo fuero un mal recuerdo que si bien nunca se olvidaron sí sirvieron al rey, y también a todo su reinado, para recordarles que la mejor forma de olvidar es recordándose, sin amargura ni resentimiento, de todo aquello que nos ha sido gravoso para sacar de ello lo bueno que siempre nos deja.

El alumno estaba como embrujado por la historia y se despertó de repente de su letargo.

- Otras maestro, entiendo ahora lo importante que es no querer olvidar mas sí recordar con amor aquello que no nos gusta para que nos enriquezca.

- Tú lo has dicho joven, nuestras vidas son como una cuerda que se rompe a cada avatar que nos sucede o provocamos y para poder continuar debemos hacer un nudo lo que hace que nunca más será una cuerda lisa. Pero eso contrariamente a lo que uno podría pensar hace la cuerda más fuerte siempre y cuando sepamos aceptar y recordar el por qué de cada suceso positivamente. Dios nos pule a cada paso, a cado nudo que alimenta nuestra cuerda. Ah!!! Y por cierto no te olvides de esta historia, jajaja…

Y maestro y alumno continuaron su paseo riendo y comentando la historia.

28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.(Romanos 8:28)
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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