LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 30 de abril de 2019

TUTEAR

El tuteo es un arma de doble filo, nos permite intimar o insultar según su uso. (Anónimo)

En épocas pretéritas los hijos le decían de usted a sus padres, era considerado una forma de respeto obligado. La evolución del lenguaje y también de los usos y costumbres han hecho que hoy en día el tutear sea la practica natural del trato entre personas y no implica por ello una falta de respeto, mas bien complicidad, confianza. Y eso está bien porque en definitiva el respeto va mucho más allá de las palabras y por mucho que nos obliguen a ciertos protocolos, lo que importa de verdad es lo que albergamos en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestro espíritu.

Dicho esto no podemos olvidarnos de que todavía existen situaciones, personas, a quién debemos un respeto que nos obliga a obviar el tuteo. Y me diréis pero si acabas de decir lo contrario. Y qué. Las paradojas son las afirmaciones más asertivas que existen porque muestran como se equilibran las cosas actuando con cordura. El equilibrio siempre precisa de fuerzas opuestas. Jesús nos ha enseñado el camino y sus parábolas y enseñanzas están llenas de paradojas.

A Jesús y a Dios tuteamos en nuestras oraciones porque estamos en confianza y nos sentimos protegidos, pero también nos pasa que los tuteemos de forma irreverente, irrespetuosa y retadora.

¿Cuándo?

Cuando ponemos en entredicho el por qué de lo que sucede. Ya sea que nos ataña personalmente o que impacte otras personas. Es el error, por no decir pecado, más clásico y antiguo que el hombre ha practicado desde el principio de los tiempos.

Adán y Eva quisieron tutear a Dios probando del árbol prohibido.

Los no creyentes lo hacen constantemente pretendiéndose poner a la altura de Dios y recriminándole que permita las catástrofes y/o desgracias que ocurren en este mundo.

Y nosotros los creyentes no somos exentos de este pecado porque cuando el dolor, la injusticia o la soberbia nos impactan también caemos en las dudas del “por qué”.

Y eso es pretender estar a la altura de Dios, tutear sus decisiones, sus intenciones, es intentar dialogar de tú a tú con Dios. Es como si un hijo nuestro de 10 años cuestionara nuestros criterios sobre el amor que, en ese momento, duda tengamos hacia él. ¿Cuál sería nuestra reacción?

Cuando tengo conversaciones con ateos, agnósticos o cristianos que se ignoran que lo son, y que me echan en cara que un Dios que permite lo que está pasando no es un Dios bueno mi respuesta suele desconcertarles porque no busco justificar a Dios, quién soy yo para ello. Solo intento explicarles cómo me siento, como ese niño de 10 años, pero consciente de que no puedo tutear a mi Padre en estos asuntos porque soy absolutamente incapaz de entender su propósito aunque sé que me ama por encima de todo.

El análisis transaccional nos enseña que hay tres niveles de relación posibles padre, hijo y adulto. La mezcla de estos determina nuestra actitud frente a los demás y si bien todas las combinaciones son posibles entre humanos, con Dios solo existe la posibilidad de hijo al Padre. Muchos caen en el error de pretender obviar esta evidencia, eso es pecado de soberbia.

El temor de Dios no es miedo, es la consciencia de su divinidad y de nuestra carnalidad. El temor de Dios impide todo tuteo impropio.

Ser consciente de lo que somos es un principio y el principio de la sabiduría.

Pero el hombre es demasiado orgulloso, arrogante y prefiere dejarse llevar por su condición pecaminosa pretendiendo tutear a Dios. Sería probablemente un pecado capital si Dios no nos amara con su amor perfecto que todo lo perdona a quién renace en Jesús. Sí, Jesús tuvo que lavarnos también de este pecado porque lo que Él no hizo, nosotros lo practicamos cotidianamente, tutear a nuestro Padre celestial dudando de sus intenciones. Eso es mal tutear a nuestro creador. Nada nuevo bajo el sol.

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre. (Salmos 111:10)

16 El sabio teme y se aparta del mal; Mas el insensato se muestra insolente y confiado. (Proverbios 14:16)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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domingo, 28 de abril de 2019

EL BUEN EJEMPLO


El buen ejemplo es un modelo a seguir, el mal, una tentación que nos persigue constantemente. (Anónimo)

Quien no ha sido influenciado por aquellos comportamientos que han marcado su vida. Tanto para bien, con el deseo de emularlos. O para mal con la voluntad de evitarlos. Pero bueno o malos son parte constante de nuestra vida cotidiana y por ello el nuestro es importante que sea lo más correcto posible.

A menudo no somos conscientes de que nos observan, nos escrutan en todo aquello que hacemos, decimos, o actuamos. Los demás y sobre todo Dios están atentos por mucho que pretendamos ignorarlo.

Es fácil pasar desapercibido en la muchedumbre pero cuando tenemos protagonismo, entonces todo aquello que hacemos cobra una relevancia que supera nuestra voluntad y entonces somos ejemplo, a nosotros de elegir la conducta adecuada.

El ejemplo no se predica, se muestra, sino es papel mojado. Declaración de intenciones que solo cobra vida si es seguida por los hechos que la avalen.

Una conducta ejemplar no tiene por qué ser una conducta intachable porque eso sería mentirnos a nosotros mismos y a los demás. Somos humanos por lo que, falibles y marcados por nuestra condición. Una conducta ejemplar es aquella que muestra los dos lados de nuestra forma de ser, el bueno y también el no tan bueno. Lo importante no es pormenorizarlo, lo importante es reconocerlo y remediarlo, eso sí que es un buen ejemplo.

Somos referencia para muchas más personas de lo que nos creemos. Empieza por nuestro hijos pero continua con nuestros familiares, amigos, colegas e incluso, y sobre todo diría yo, para aquellos desconocidos que cruzan nuestras vidas.

El buen ejemplo no es mostrar su sapiencia a los demás, mas sí que se beneficien de ella en discreción y amor.

El buen ejemplo duradero está más hecho de la suma de pequeños detalles que de la vistosidad de uno.

El buen ejemplo está siempre cargado de amor. Sin él, solo es una muestra en el mar de nuestras vanidades.

Nuestra consciencia nos invita a elegir la consecuencia de nuestros actos. Por mucho que queramos eludir nuestra responsabilidad somos autores y propietarios de todo aquello que hacemos. Por ello es importante ser juiciosos a la hora de actuar, no sea que nos transformemos en mal patrón para los demás.

El paradigma de la vida está en Jesús. Él, es quien, por su ejemplo intachable nos enseña el camino de la salvación. No es de extrañar que sus enseñanzas estén llenas de paradojas porque solo en la contradicción somos capaces de descubrir y aprender la verdad de Dios. Como solo en la oscuridad aprendemos a buscar la luz que nos guiará.

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Filipenses 2:5-8)

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martes, 16 de abril de 2019

EL VERBO

Lo propio de un verbo es que se conjuga en todos los tiempos. (Anónimo)

En un mundo en el que la verborrea abunda solo el Verbo es palabra de Dios. No hay predicador, culto de la palabra, erudito o santo que pueda tutear a Jesús en su cometido.

Es interesante ver cómo la Biblia define a Jesús con un vocablo de tanto significado. No es casualidad, mas sí causalidad que las enseñanzas de Jesús, su mensaje sean un tributo irremplazable para nuestra salvación. El se sacrificó por nosotros pero consciente de que somos humanos, carne débil, nos dejo todas sus parábolas, sus reflexiones, sus oraciones, en definitiva todas sus enseñanzas para que hagamos buen uso de ellas. Era tan consciente de la necesidad que tenemos de ser educados en la fe que no hubo momento que no dedicara a nuestra instrucción.

El hombre es pronto en envanecerse y olvidar su condición. Jesús era tan conocedor de nuestras debilidades que consagró su vida al buen ejemplo y las enseñanzas para el justo.

Si nos paramos a pensar observaremos que Dios se hizo trino para poder tocar todas las partes de nuestro corazón, de nuestra mente y de nuestro espíritu. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Padre: ser Supremo, Creador, Pureza, todos estos atributos son los que estamos llamados a reconocer en Dios.

Hijo: Dios hecho humano, nuestro álter ego divino, Maestro de maestros, el Verbo.

Espíritu Santo: el pensamiento perfecto, nuestro educador de consciencia, nuestro apoyo constante, nuestro consejero e intercesor amoroso.

Somos tan débiles en nuestras actitudes que precisamos constantemente de un maestro que nos aclare el camino con sus enseñanzas. Jesús es la luz al final del túnel de nuestra condición pecaminosa. Si actuamos según sus preceptos nos acercaremos, a cada paso que demos, a la vida eterna que nos prometió y para la cual se sacrificó.

A menudo estamos turbados por todo lo que sucede a nuestro alrededor, tanto que hasta podemos llegar a dudar de nuestra fe, del por qué de todo aquello que nos supera por la violencia y la injusticia que nos acechan constantemente. A quién no le ha pasado pensar: “por qué permite Dios todo esto”. Es lícito dudar pero un error estancarse en ello. Siempre hay que buscar la respuesta a todo aquello que nos interpela. Eso quiere Dios que hagamos.

El comportamiento de Jesús es la contestación a todas nuestras dudas. El mismo fue tentado por el maligno, sus dudas manifestó clamando a Dios: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”. Fue el perfecto ejemplo al que nos enfrentamos cada día de nuestra vida en este mundo sin piedad. Ese mismo que nos desconcierta hasta tal punto que acabamos aborreciéndolo. Pero si escuchamos a Jesús, el Verbo, la Verdad hecha humana, sobrepasaremos todas estas vicisitudes y nos acercaremos a Él. Porque solo escuchando aprendemos y el Verbo es la única música celestial que precisan nuestro oído, nuestra mente y nuestro corazón. Amen

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. (Juan 1:1)
Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. (1 Juan 5:7)
Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. (1 Corintios 1:18)
46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mateo 27:46)


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DEUDOR

No hay deudor sin acreedor aunque este sea uno mismo. (Anónimo)

Se dice que solo se presta a los ricos. Pues seamos acreedores de amor y sembrémoslo a lo largo de nuestro camino en esta vida y recaudaremos amor, sí mucho amor. Esta frase es bonita de decir y más de escribir pero por desgracia no siempre es fiel a la cruda realidad de este mundo. Por suerte el verdadero amor no espera nada a cambio y menos el desagradecimiento.

Cuando empeñamos lo que más preciamos nuestra deuda tiene una importancia que nos pesa en el corazón por ello solo llegamos a este último recurso cuando ya no nos queda otra alternativa.

No siempre la deuda viene de algún empeño también puede ser fruto de un favor, una generosidad, una cortesía de la que nos han hecho beneficiarios. En este caso el sentido de lo debido no proviene de aquel que nos agració sino de nuestro deber de gratitud.

Hay acreedores de toda índole, algunos buscan servir a los demás y muchos servirse a sí mismos. Hay quienes pretenden ayudar y otros que buscan entorpecer nuestras vidas. Nada nuevo bajo el sol.

Por ello es importante, a la hora de aceptar un préstamo, de valorar tanto el prestamista como su aportación porque no todos buscan beneficiarnos y una vez que hemos aceptado el anticipo no hay marcha atrás.

Las hipotecas son moneda corriente en este mundo pero las más gravosas, la del alma, no son fáciles de cancelar. Este mundo está lleno de gente que quiere facilitarnos la vida a costa de ella. Las tentaciones son tan frecuentes y tan obvias que casi ya nos les damos importancia hasta que es demasiado tarde y acabamos siendo morosos con espíritu fallido.

Si hacemos una lista de aquello que hemos prestado y de lo que nos han fiado seguro que según el tema el crédito y el débito es diferente.

Por ejemplo si de dinero se trata es más fácil que seamos deudores que acreedores. Pero y si de amor se trata, ¿Qué somos? Y si de buenas obras se trata ¿Qué somos? Y si de compromiso se trata ¿Qué somos?

Es difícil evitar la tentación de aceptar aquello que nos ofrece la vida pero deberíamos ser más conscientes de que todo tiene un coste y que de mucho usar o abusar acabamos malgastando nuestro crédito.

Hay quien se jacta de deber mucho: impuestos, préstamos, etc… Como si la capacidad de endeudarse fuera un atributo de sabiduría. En realidad es un síntoma de necedad porque el que de esa forma actúa obvia el hecho de que una deuda solo es buena cuando es honorada con su pago, no con su elusión.

Por ello es muy importante ser conscientes de nuestras deudas e ir pagándolas siempre que se presente la oportunidad.

Pero no nos olvidemos de la deuda más grande que todos tenemos y que es con Jesucristo. Le debemos nuestra vida, nuestro perdón, nuestra salvación. Y es nuestro deber, en este mundo, devolverle todo aquello que podemos de este préstamo sin fin que es su amor por nosotros. La deuda es solo un concepto financiero para muchos y para algunos un concepto moral y espiritual porque son conscientes de que su vida está fundamentada en el perdón y la gracia de Dios mediante el sacrificio de Jesús en la cruz. Él pagó todas nuestras deudas y nosotros le debemos nuestra entrega incondicional. Somos como un deudor que paga con pocas monedas de plata a cambio de todo el oro del mundo.

7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. 8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. (Romanos 13:7-8)
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domingo, 14 de abril de 2019

EL CREPUSCULO DE LOS ZOMBIES

Los zombis no son muertos vivientes, son vivientes muertos y de estos el mundo está lleno. (Anónimo)
La capacidad del hombre de mancillar sus esperanzas no tiene límites. Los incrédulos se jactan de no aceptar las cosas que no pueden ver o que no se pueden demostrar. Lo llaman racionalismo y pragmatismo.

A la par imaginan y se recrean en opciones que son todavía más disparatadas como los zombis. Pero si nos paramos a pensarlo tiene su lógica, que no su razón. ¿Por qué? Pues porque todo aquello que el hombre no entiende tiene tendencia a rechazarlo y a satirizarlo. De lo contrario dejaría que la fe se apoderara de él y eso es demasiado comprometido. Lo peor es que de tanto jugar con ello acaba haciéndolo realidad en su vida. No importa lo descabellado que eso suponga ser, es divertido, porque asusta pero se para cuando cerramos los ojos o la tele.

Cada vez más podemos encontrar teorías en las redes que quieren demostrarnos que nuestras fantasías son reales. Que estamos rodeados de zombis en nuestro mundo. Y debo decir que tienen razón pero no por los argumentos que ellos exponen, NO.

Todos estamos muertos en, y por, el pecado que mora en nosotros, todos. Algunos lo aceptan y renacen en Jesús, el resto son zombis que se ignoran.

Podemos hablar de zombis con casi todo el mundo pero si de Jesús y la resurrección de los muertos se trata entonces desaparece el interés.

Es curioso porque, en un mundo con cordura, que no el nuestro, el tener la oportunidad de renacer sería extraordinario, fantástico. Y si además se nos brindara tras ello la vida eterna, entonces sería el anhelo de cualquier persona. Pues bien tenemos esta ocasión que nos es ofertada, regalada por Jesús y ¿qué hacemos nosotros? Negársela o peor burlarnos de ella optando por los zombis.

El mundo se recrea en los zombis rechazando la realidad más punzante y aplastante de nuestra sociedad: los zombis no están en la pantalla, los zombis son el mundo. Pero eso no mola. Es demasiado serio y los zombis es un cachondeo que nos divierte porque nos gusta asustarnos. Lo que todas estas almas perdidas desconocen o rechazan es que el libre albedrío del hombre no solo está para clamar su libertad sino que esa misma es la que lo condena a las consecuencias de sus decisiones. Y en este caso no habrá excusa que valga.

Este mundo está llegando a su fin y el crepúsculo de los zombis se acerca a cada día que pasa. No es un peli de serie B, no. Es la realidad que todos aquellos que niegan a Jesús han elegido. Y el final de esta historia, contrariamente a lo que se ve en las pantallas, hará que desaparezcan para siempre en el olvido de su concupiscencia.

La resurrección de los muertos es una oportunidad a la vida eterna y no a una vida muerta como son los zombis. Qué pena que trivialicemos y manchemos un milagro tan hermoso como el de nuestra salvación. Pero así es el hombre prefiere condenarse a sí mismo que darle la mano a Jesús.

25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? (Juan 11:25-26)
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jueves, 11 de abril de 2019

HERIDAS PROFUNDAS


Las heridas profundas dejan huellas superficiales en la piel pero marcas indelebles en el corazón. (Anónimo) 

Las heridas del cuerpo se curan con el tiempo, las de la mente no.

Las de la mente se clavan en nuestro corazón hasta que lo carcomen haciendo de él como si de una manzana podrida se tratara. Son sibilinas, invisibles al ojo no experto. Suelen cogernos desprevenidos y como todo veneno eficaz solo se notan cuando es demasiado tarde. Contaminan todo aquello que les rodea, desde el cuerpo hasta el alma. De ellas se puede morir no solo físicamente y mentalmente, también espiritualmente.

Se dice de las heridas que son el testimonio de un daño que nos han causado pero también lo son de aquel que nos provocamos a nosotros mismos.

Se suele juzgar la experiencia del soldado por las heridas que marcan su cuerpo por fuera, olvidándonos a menudo de que las que los avasallan por dentro suelen ser mucho más punzantes.

No es de extrañar ver a tanta gente con el mal del alma, ese que nace de nuestras entrañas e invade nuestra mente haciendo que no podamos dejar de no pensar, por desgana, por agotamiento, por solitud entre la muchedumbre. Cuantos, cuantas de nosotros no han pasado por esos momentos en los que vivir es un lastre y morir promete una liberación final. Algunos lo llaman depresión yo le digo presión. Esa misma que nos martilla constantemente los pensamientos, distorsionándolos hasta la saciedad y el agotamiento de nuestra voluntad. Unos la experimentan como una fiebre pasajera pero otros la viven profunda e impiadosamente. Sin respiro ni pausa hasta que se rinden a ella por la desgana de vivir. Es una enfermedad muy moderna porque la razón de la que gozamos hoy en día es un arma de doble filo y si bien nos ayuda a mejorar el entendimiento de nuestro ser también nos puede arrojar al vacio de nuestra desesperaciones.

Y bien ¿Por qué hay tanta oscuridad en las heridas de la mente?

La respuesta obvia es por falta de luz. Pero contrariamente a lo que nos podríamos precipitar a pensar no es por falta de luz propia, no. La nuestra, como mucho, es tan tenue que no nos permite vislumbrar esperanza alguna. No, es por falta de la luz divina cerca de nuestras vidas. Por ausencia o lejanía de esa llama de amor que Jesús representa para el mundo.

No se trata de culpabilizarnos pensando que no somos capaces de acercarnos a Él o que somos indignos, que lo somos, de su amor, no. Se trata de confiar en que no hay herida que Jesús no pueda sanar. A cuanto más profundas, más necesidad de Él tenemos.

Volviendo al dicho que nos recuerda que las heridas son una advertencia de nuestro cuerpo para decirnos que está siendo atacado asimismo lo son para advertirnos que nuestro espíritu también.

El mal tiene muchas formas de tentarnos y de hacer que caigamos en sus redes. La mente es un eslabón débil de nuestra cadena de defensas frente al maligno por ello es necesario fortalecerse con la palabra de Dios, con las oraciones, con el dialogo constante con Jesús, nuestro Señor y salvador. No nos olvidemos nunca que el pecado es el precio de nuestra condición y que solo Jesús por su sacrificio nos puede limpiar el alma. En Él debemos depositar toda nuestra confianza y buscar nuestro consuelo porque solo Él ha sido, es y será el camino de vida eterna. Solo Él puede obrar el milagro que de una manzana podrida renazca un fruto impoluto.

Jesús nunca se alejará de nosotros pero nosotros somos expertos en distanciarnos de Él. Seamos conscientes de ello y no dejemos NUNCA de buscar su presencia. Amén.

Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. (1 Pedro 2:24)

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miércoles, 10 de abril de 2019

ESPEJO ROTO

Cuando me miro en el espejo solo veo trozos inconexos de mi vida. (Anónimo)

Es importante mirarse en el espejo para cuidar nuestro aspecto, no para enmascararlo. La diferencia puede parecer ínfima pero en realidad es mayúscula porque está erradicada en nuestras intenciones y estas no siempre son inocentes.

Cuando uno se levanta por la mañana, a menudo efectúa un ritual que le ayuda a poner en marcha el día, su día. Higiene, alimentos, y hasta para algunos, lectura de la palabra y buenos propósitos, hacen parte de esta liturgia. Nos da seguridad, tranquilidad. Nos ayuda a emprender el camino de los acontecimientos que nos sucederán a lo largo del día. Nuestros éxitos, nuestros fracasos, nuestras alegrías, nuestras penas, todo se mezclara para hacer una composición de las vivencias del día.

No solemos especular para quién lo hacemos y menos por qué lo hacemos. Lo normal es que pensemos en qué es lo que vamos a hacer. Somos como maquinas reactivas que solo funcionan con energía proveniente de nuestro ego.

¿Cuántos de nosotros encomiendan su día a Cristo? Algunos ¿Cuántos de nosotros dedican sus acciones a Cristo? Algunos ¿Cuántos de nosotros agradecen a Cristo sus logros? Algunos menos ¿Cuántos de nosotros le piden ayuda? Algunos más.

La pregunta genérica es ¿vivimos con y en Cristo, o es parte de un ritual que pretende darnos buena consciencia cristiana?

El peor enemigo de la sinceridad es hacer las cosas por inercia, dejando de pensar en lo que hacemos, porque es parte de nuestro protocolo cotidiano. Y nadie está exento de culpa en este pecado.

Cuando esto sucede, y nos miramos por la mañana en el cristal que refleja nuestro rostro, no prestamos atención y creemos ver la cara de siempre. Pero si nos detuviéramos un momento, con toda seguridad, descubriríamos un espejo roto que refleja nuestra vida en mil pedazos. Nuestro mundo falto de Cristo, y lleno de mundanidades.

Esto puede parecer melodramático y fruto de una mente con tendencia a la paranoia de complacerse en la culpa. De eso nos acusan a menudo a los cristianos, de masoquismo religioso.

Pero la verdad está a las antípodas de esta cualificación. Nuestra verdad es que somos presos de nuestra condición que está alimentada por el pecado. Que por mucho que nos esforcemos nunca llegaremos a salvarnos de ella si no es mediante Jesús. Nuestra verdad es que el cristiano está, más que otros, atacado constantemente por la tentación y sus adláteres pecaminosos. Y la trampa la más inocua suele ser aquella en la que más fácilmente caemos, la de la costumbre que rápidamente se transforma en malas costumbres porque desvirtúan su propósito inicial. Cuantas veces cuando oro por la noche no me ha pasado que lo hago por inercia. Como si quisiera sacarme una tarea de encima. ¿Cuántas? Me avergüenzo de ello y le pido perdón a Jesús por mi falta de compromiso pero la verdad es que debo luchar contra esta tentación mucho más de lo que parece.

A veces los grandes pecados son poco vistosos y por ello sus efectos son todavía más devastadores porque nos pillan desprevenidos.

Frente a esta situación solo conozco una respuesta. Ser conscientes de nuestra condición y buscar siempre la motivación de nuestros propósitos en Jesús. Aceptar que somos falibles y fracasamos a menudo en nuestra constancia en Él. Solo así mejoraremos nuestra firmeza en Él. Una paradoja más que nos enseña Jesús: la fortaleza del hombre se fundamenta en su capacidad de aceptar sus debilidades. Nada nuevo bajo el sol.

Ayúdanos Jesús a ser conscientes del espejo roto de nuestra vida para que se recomponga en tu amor.

Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? (Salmo 27:1)
14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (hebreos 4:14-16)


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martes, 9 de abril de 2019

EL ABRAZO

Necesito abrazarte porque no sé como mejor decirte que te quiero. (Anónimo)

Contrariamente a lo que muchos puedan pensar, el abrazo no es un saludo, es una expresión de amor. Por ello, cada vez más, está en desuso, porque la sociedad nos enseña a ser asépticos de sentimientos, no sea que nos contaminemos del mal de amar y nos volvamos débiles.

Hemos perdido la costumbre de abrazar. Un beso, dos, tres o tal vez cuatro según de que país eres, darse la mano en negocios o con desconocidos es lo más usual. El abrazo se considera demasiado informal, hasta invasivo para los más tímidos. Incluso en algunas sociedades solo inclinando la cabeza es suficiente para saludarse, evitando el contacto.

El abrazo le da la oportunidad al cuerpo que suelen obviarle las palabras. La expresión de la sensibilidad que se trasmite por todas las fibras de nuestro ser.

El cariño se siente más que se ve, por ello el abrazo es su expresión natural.

Hay actos que valen por millones de palabras, el abrazo a un ser querido que acaba de sufrir una pérdida es seguramente la forma más sensible y completa de decirle que le quieres y estas a su lado.

No suele haber abrazos fingidos, mas sí fallidos porque no se puede falsificar el que dos cuerpos se toquen. Lo que sí puede suceder es que solo sea eso, un contacto sin transmisión de sentimientos, un intento fallido de amar.

Solemos decir:”te acompaño en el sentimiento” y abandonar las personas a su suerte tan solo se ha acabo esta frase. Es de aquellos tópicos de los que tiramos para salir del paso educadamente cuando estamos en un entierro. Tal vez un silencio y un abrazo serían más expresivos y efectivos pero claro eso nos compromete más.

No solo se abraza a las personas también podemos abrazar una causa. Eso significa que estamos absolutamente comprometidos con ella, lo mismo que cuando abrazamos a alguien.

Cuando el abrazo celebra pasiones, empobrece sus efectos. Cuando expresa amor, lo potencia. La alegría es provocadora de abrazos espontáneos. Manifiesta la necesidad que tenemos de compartir, mediante el contacto, momentos de júbilo y gran gozo. Es una pena que se vean más abrazos en un campo de futbol que en cualquier otro lugar. Eso define nuestro mundo de hoy, que pena.



Para abrazar hay que abrir las manos y entregarse al otro. Luego estrecharlo contra nosotros y transmitirle nuestro amor. Estos actos no solo son simbólicos, que lo son, pero también transmiten testimonio de nuestra forma de ser. Pensemos en su significado cuando lo hacemos y serán todavía más sentidos.

El abrazo debería crecer en nuestra vida a la par que nuestro amor por Jesús porque si somos hijos suyos debemos mostrar que somos sal y luz a los demás y el abrazo es la mejor introducción para ello.

Cuando abrazo me siento mejor y lo más bonito de ello es que el otro/a también. Hagamos que nuestra vida esté sembrada de abrazos y caminaremos en senda de santidad.

Todos necesitamos un abrazo y todos necesitamos abrazar porque todos necesitamos amor para vivir. El amor que Jesús nos enseña.

Después que cesó el alboroto, llamó Pablo a los discípulos, y habiéndolos exhortado y abrazado, se despidió y salió para ir a Macedonia. (Hechos 20:1)

He aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: !!Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. (Mateo 27:8)


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jueves, 4 de abril de 2019

TROPIEZO

Tropezar una vez en la misma piedra es de listos, dos de imprudentes, tres de tontos y cuatro imperdonable. (Anónimo)

Maestro y alumno paseaban por los jardines de la curiosidad cuando el alumno preguntó:

- Maestro, ¿es de torpe tropezar?

- ¿es de torpe respirar?

- No Maestro, sino nos moriríamos

- Lo mismo es del tropiezo, sin él acabaríamos ensimismados y caeríamos en el abismo de nuestra vanidad.

- ¿Y esto siempre ha sido así, Maestro?

- En el principio de los tiempos Dios creó, el todo y el hombre. Y este lo primero que hizo fue tropezar en desobediencia. Sí, joven, desde que el mundo es mundo el tropiezo es humano.

- Pero nos enseñan a evitarlo, a ser listos, sagaces. A prevenir cualquier desliz. ¿Eso no hace que mejoremos y acabemos sin tropezar?

- Estamos en la sociedad de la perfección. Se venden cuerpos perfectos, mentes impolutas, actitudes intachables. Pero la verdad es otra. Nos quieren hacer creer que podemos ser perfectos enmascarando nuestras vergüenzas, escondiendo nuestros tropiezos. Hoy en día un curriculum debe ser intachable. Se valora el éxito y cualquier tropiezo es considerado una mancha en tu expediente. Pero no te engañes a ti mismo joven el tropiezo es en nuestra vida lo que el pecado en nuestro ser, parte indisociable de nuestra condición.

- Entonces no podemos evitar tropezar, Maestro.

- No solo no podemos evitar sino que debemos aceptar que tropezaremos y aprender de ello para no repetir el mismo percance. Se llama experiencia y es el aprendizaje de la vida. Aquel que clama no tropezar nunca se miente a sí mismo y a los demás.

- ¿Entonces ser una buena persona no significa ser una persona sin tropiezos, no?

- La gente que camina en santidad tiene su camino lleno de tropiezos. Ha caído, cae y caerá a lo largo de todo su camino porque es parte intrínseca del hombre y fuente de sabiduría. Caerse es lo más normal del mundo, levantarse una vez más es el secreto de la perseverancia y para ello hay que aprender de la caída para no repetirla.

- Entonces usted quiere decir que el tropiezo es algo bueno.

- En sí no lo es pero de nosotros depende que lo sea. Aceptándolo, aprendiendo de él, integrándolo en nuestras vivencias, todo eso hace que mejoremos y nos adentremos más en camino de santidad. El tropiezo es atributo humano como la perfección atributo divino.

- ¿Entonces Jesús no tropezó?

- Jesús es Dios hecho humano y el ejemplo perfecto a seguir. No tropezó si bien el diablo lo intentó de todas las maneras posibles. Pero Él no cayó en tentación enseñándonos el camino. Nosotros no podemos ser perfectos como Él lo fue pero sí aprender de sus vivencias y seguir sus mandamientos.

- Si le entiendo bien, Maestro, el tropiezo se podría considerar como una bendición para los hombres. ¿no?

- Tu lo has dicho, joven, lo es, siempre y cuando nos sirva de enseñanza y sobre todo nos sea recuerdo de lo que somos y de nuestra condición pecaminosa. El tropiezo es como el dolor, una advertencia de que algo va mal. Y debemos ser agradecidos de esta señal porque nos invita a corregir nuestras actitudes erróneas. Pero también puede ser la consecuencia del pecado cuando nosotros provocamos el tropiezo de los demás.

- Entiendo…cuidado Maestro, que va a tropezar con esa piedra!!!!

- Gracias, joven, esto te muestra que nadie está exento de este riesgo y que los unos a los otros nos podemos ayudar para sortear algunos avatares de la vida si bien no todos.

Y ambos arrancaron unas risas que rompieron el silencio del paseo.

¡¡Ay del mundo por los tropiezos!! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!! (Mateo 18:7)

Al que tropezaba enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían. (Job 4:4)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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martes, 2 de abril de 2019

VITAMINA C

El cuerpo necesita vitaminas para reforzarse, la mente certezas, y eso es más aleatorio de conseguir. (Anónimo)

Los avatares de la vida consumen nuestra energía y a menudo debemos repostar fuerzas mediante las vitaminas adecuadas. Hay que ir con cuidado porque es sabido que el exceso o la prescripción inadecuada no solo puede ser ineficaz también suele resultar perjudicial.

También hay aquellos que usan de ciertas substancias como los anabolizantes para potenciar su cuerpo a costa de su propia salud. Nada nuevo bajo el sol.

Todo esto es pan nuestro de cada día, lo vemos en nuestros propios cuerpos y en el de los demás. En los gimnasios, en las consultas de dietistas y otros curanderos del cuerpo, pero ¿qué pasa con la mente y con el alma?

Con la mente pasa lo mismo, prozac y otros antidepresivos son las estrellas del botiquín de aquellos que se sienten o están debilitados en sus pensamientos. El cansancio mental es mucho más complicado de tratar y como consecuencia suele ser también más difícil recuperarse de sus efectos.

No es de extrañar que estemos rodeados de personas que padecen tanto física como mentalmente. Que requieren vitaminas tanto para el uno como el otro para sanar.

Ahora bien, existe un tercer estado de debilidad que también requiere de vitaminas cuando nos acecha. Nuestra condición espiritual. Es verdad que no preocupa a tanta gente como las dos primeras. Que no existen medicamentos en la farmacia que puedan suplir su carencia. Pero también es verdad que si sus síntomas no son visibles a simple vista, sí lo son observando al corazón y las almas.

Hay muchos enfermos crónicos del espíritu, que niegan, rechazan combaten sus propios anticuerpos espirituales haciendo que se debilite su espíritu hasta que deje de ser relevante en su vida.

El mundo es muy proactivo en chuparnos como una sanguijuela todo savia de espiritualidad que pueda brotar en nuestro ser. Ningunea la relevancia que de verdad debería tener en nuestras vidas. Nos debilita paulatinamente hasta que nuestras inquietudes espirituales desaparezcan.

Esta enfermedad no solo atañe a los incrédulos, también a los creyentes o quién no ha tenido sus dudas, o se ha enfriado su fe con el paso del tiempo. ¿Quién? Todos hemos pasamos y seguiremos pasando por estas fases de debilidad que requieren tratamiento. El remedio en este mundo está en la comunidad cristiana, en el cuidado que debemos tener los unos de los otros animándonos y amándonos como Jesús nos ha enseñado. Por ello Él quiere que nos congreguemos, para que seamos alivio los unos a los otros con amor.

Pero el medicamento más importante para el espíritu, el único imprescindible es la vitamina C. La vitamina C de Cristo. La que nos re-enardece, nos redarguye de todas nuestra dudas y las transforma en certezas. La que hace que nuestra debilidad se transforme en una fuerza indestructible en Él. La que hace que nuestra desesperación se transforme en firmeza en Él. La que hace que nuestras dudas, que todos las tenemos, se transformen en esperanza y confianza inquebrantables en Él.

Jesús es nuestra vitamina C y la Biblia, su recetario de prescripciones porque todos pasamos por tiempos de enfermedad espiritual que precisan de su bonanza. Todos y el que más es aquel que se cree salvo de ello. Gracias Señor por todo aquello que nos aportas además de tu sacrificio en la cruz. Gracias Señor. Amen

SEÑOR, te amo. ¡Tú eres mi fortaleza! 2 El SEÑOR es mi roca, mi fortaleza y mi libertador. Dios es mi refugio, él me protege; mi escudo, me salva con su poder. Él es mi escondite más alto. 3 Alabado sea el SEÑOR; cuando le pedí ayuda, me salvó…(Salmo 18:1-50)
16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia (2 Timoteo 3:16)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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