LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 26 de mayo de 2020

REPOSO

El reposo es el premio del buen afán. (Anónimo)

Dios reposó al séptimo día, ¿y nosotros cuándo descansamos? Porque no nos equivoquemos, en este mundo, en esta vida que nos ha tocado vivir no hay tregua definitiva. Tan solo la oportunidad de poder reposar para coger fuerzas y volver a la batalla espiritual y carnal que nos acecha constantemente hasta la muerte.

Dios, en su infinita sabiduría, nos enseñó el camino cuando hizo la creación y nos invita a que le demos un carácter oficial, semanal, al reposo.

Descansar significa a menudo, para las cosas, apoyarse en algo. Pero para los humanos también lo es y para los creyentes todavía más. Porque Jesús es nuestra roca, el hombro en el que podemos y debemos reposar para recuperar fuerzas, para dejarle a él el peso de nuestra condición que de lo contrario nos puede hundir.

Jesús es nuestro modelo y cuando nos dice: amaras a tu prójimo como a ti mismo, nos está invitando a que seamos piedra de descanso para los demás, y no piedra de tropiezo. Pero también que tengamos la humildad y sencillez para aceptar el apoyo que nos brindan cuando nos ven agotados o faltos de energía.

Después de un buen descanso las cosas suelen verse de forma diferente y la perspectiva, de la que éramos faltos cuando estábamos agotados, suele ofrecerse a nosotros con más facilidad o entendimiento.

Yo por ejemplo, cuando solo confiaba en mí, y no descansaba en el Señor, solía posponer a la mañana siguiente lo que me agobiaba la tarde anterior. Y la verdad es que me funcionaba bastante bien pero no siempre.

Ahora que Jesús llena mi vida es todavía más sencillo, no tengo que esperar al día siguiente, solo tengo que confiar en Él y descansar en su amor incondicional. Es más difícil de lo que parece porque el instinto natural del hombre, el mío, es de querer resolver todo con mi pericia, mis aptitudes. Enseñoreado que estoy de mi mismo. Y me cuesta tener la reacción sana de ponerlo en las manos del Señor. Incluso a veces lo reconsidero cuando a mí no me ha salido bien. Es el joker que tengo. Pero esto no es ningún juego, es más si tal fuera la apuesta sería nuestra vida y quién quiere jugar con ella. Nuestra actitud de confianza y entrega debe ser genuina e instintiva, y a cuantos más serio sea el tema, con más naturalidad deberíamos entregarnos a Jesús.

Y cuando se trata de relaciones con nuestros familiares, amigos, hermanos, allegados, de igual manera deberíamos de ser capaces de pedir ayuda o de recibirla, incluso cuando no la hemos solicitado. También debemos estar atentos para que aquel que precisa de nuestro apoyo no tenga que pedirlo sino que nos anticipemos con cariño y abnegación. No siempre seremos bien recibidos pero eso no tiene que mimbar nuestro empeño.

Y lo más importante de todo, de la misma forma que el amor no espera nada a cambio, ayudar a los demás no es, y nunca debe serlo, un intercambio de favores. Nuestra fe nos enseña que servir de apoyo o ayuda a los demás no es un favor que les hacemos sino a nosotros mismos porque solo cumplimos en obediencia a los preceptos de Jesús, y eso debe ser una actitud constante en nuestra vida.

Si las piedras que son elementos inertes pueden ser apoyo, qué no seremos nosotros. Aceptemos el sostén Divino y ajeno, como sepamos ofrecer el nuestro a quién lo necesite.

Me olvidaba decir que aquellos que viven constantemente sin descanso acabaran en infoerno donde tampoco lo hallarán.

Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. (Génesis 2:2)

Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. (1 Pedro 4:14)

11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. (Apocalipsis 14:11)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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sábado, 23 de mayo de 2020

INOCENCIA MALICIA

Nadie es inocente de su malicia. (Anónimo)

Cuando debemos valorar una situación, podemos hacerlo de muchas maneras, si bien es verdad que hay dos actitudes que priman sobre las demás.

Podemos hacerlo con candor, con sencillez. Confiando en los demás o en lo demás. Pensar que solo imperan buena voluntad e inocencia.

O podemos hacerlo con malignidad, algunos dirían picardía. Pensando que nada es lo que parece y que en realidad todo está cargado de malas intenciones, de malicia. ¿No se dice, piensa mal y acertarás?

Es verdad que cuando pensamos en la mayoría de los casos que hemos vivido, y los analizamos con sosiego y perspectiva, la malicia triunfa holgadamente sobre la inocencia.

¿Por qué?

Porque somos humanos pecadores para quienes el obrar mal es innato y el actuar bien es farragoso por no decir improductivo.

Porque el camino más corto de la concupiscencia mental es el más fácil y porque somos unos indolentes congénitos.

Sencillamente por hacer tan real este dicho: se cree el ladrón que todos son de su condición.

La inocencia y la malicia no son opciones que desarrollamos en nuestra mente, no. Son estados del alma. Impoluta o corrupta según nuestros comportamientos. No son casualidades sino causalidades. Se manifiestan como resultado de nuestros valores, creencias, de nuestro interior innato. Y eso no se aprende, ni se enseña. Eso se vive en base a nuestra fe o no fe, en base a nuestra educación o no educación.

Cuando vamos al colegio a todos nos instruyen igual pero cada un interiorizará las enseñanzas a su manera, con inocencia, con malicia o con ambas. Esa actitud nos hará desarrollar aptitudes en consonancia con nuestras convicciones.

No tener valores, de una cierta forma, sí es tener uno, solo uno. El de destruir todo aquello que tuvimos en su día, con la inocencia de nuestro corazón virgen, justo antes de que empezara a corroerse.

La inocencia, hoy en día, es considerada como una debilidad que solo se reconoce cualidad en los niños. Porque los hombres debemos ser fuertes, contundentes, ajenos a lo ingenuo, maliciosos si queremos sobrevivir en esta selva espiritual y mental que es este mundo. Con más serpientes que águilas imperiales.

Cuando era joven y tenía que valorar una situación, un reto, ya sea profesional o personal, lo calculaba todo, me anticipaba a cualquier escenario posible. Y, la verdad, sobresalía en ello. Pero llego el momento de la verdad donde toda la malicia del mundo no es suficiente para amortiguar el golpe. Me prejubilaron con todos los honores posibles e imaginables y yo me creí que todavía estaba en posesión de mi vida. Fue cuando tribulaciones, tanto profesionales como emocionales, arreciaron en mida hasta la tormenta perfecta. Hasta que me di cuenta de que mi vida era como una cascara de nuez que intenta no hundirse en un mar agigantado y donde las tormentas lo zarandean sin cesar al límite del hundimiento. Dios me hizo ver que todo aquello que había sido solo me serviría para sentirme como esa cáscara de nuez, insignificante, frágil. Me dio la opción de elegir quedarme en ella o, negando todo aquello que fui, renacer en Jesús y, como un niño, abrazar la inocencia de una vida en Jesús. Una vida que solo busca el amor que se esconde detrás de toda cosa, cada cual. Para ello es necesario e imprescindible dejar de pensar, y menos en sí mismo, para empezar a preocuparse por los demás. Por nuestras familias, amigos, hermanos, allegados pero también por esa mirada de auxilio que cruzamos en la calle. Por ese grito de desesperación que oímos a veces en el silencio de de la resignación de aquellos que no tienen nada cuando nosotros somos unos privilegiados.

La inocencia es el antídoto de la malicia. Desactiva sus poderes corrosivos del alma. Para ello debemos desvestirnos de nuestros atuendos de malicia, abandonando lo humano y buscando a Dios.

Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. (TITO 3:3)

y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. (MATEO 18:3)


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jueves, 21 de mayo de 2020

VIRTUD

La virtud de las causas es producir efectos y nunca lo contrario. (Anónimo)

Se dice de un músico virtuoso, que domina su instrumento a la perfección pero ¿es eso realmente lo que la virtud implica?

¿Se puede decir de un músico, que posee prudencia, justicia, fortaleza y templanza?

No son sus principales atributos, si tan solo posee alguno de ellos. Se confunde a menudo la virtud con un don, como el del músico virtuoso, cuando en realidad es un atributo fruto de la fe que nos invita a actuar para que los efectos de nuestras acciones estén cargados de amor.

Hoy en día ya no buscamos valorar las actitudes de las personas más sí sus aptitudes. Es como si no supiéramos medir los parámetros que influyen en nuestros comportamiento pero sí sus efectos. Cuando en realidad los efectos solo son consecuencias de sus causas y estas son lo que realmente nos define, nuestra capacidad de causar, no de efectuar.

Cojamos un ejemplo muy conocido y desgastado pero que ilustra perfectamente lo que acabo de escribir.

Si a una persona que tiene sed en el desierto, porque no encuentra ningún pozo, le doy agua, tendré la aptitud de saciarla al instante pero cuando me vaya volverá a tener sed porque sigue sin saber buscar pozos.

Si en lugar de darle agua adopto una actitud de compartir mis conocimientos y le enseño cómo encontrar un pozo, acompañándola hasta él. Habré obrado con virtud según los mandamientos de Jesús.

Este mismo ejemplo tan trivial contado así tiene su semejanza en el encuentro de Jesús con la samaritana en el pozo de Jacob. Ella le pide que le de agua que sacie su sed refiriéndose al efecto directo que buscaba, pero Jesús le ofrece el agua de vida que es causa que nunca más vuelva a tener sed. Lo material aquí se enfrenta, o más bien, se desencuentra con lo espiritual.

Constantemente en la vida nos pasamos el tiempo confundiendo lo que deseamos con lo que necesitamos y por ello tenemos muchas sorpresas cuando vemos que Dios no acede a darnos lo que le pedimos. Con el paso del tiempo descubriremos que Él siempre nos da lo que necesitamos, lo que hace que todas las causas obren para bien en nuestras vidas aunque en un principio podamos pensar lo contrario.

Por ejemplo el pobre que pide ser rico no sabe a lo que se expone porque las riquezas materiales suelen ser piedras de tropiezo. Agua ofrecida en el desierto de nuestras vidas.

Aquel que pide sabiduría y conocimiento para vivir acorde a los mandamientos de Jesús, ese sí recibirá atributos que le llevarán al agua de vida eterna en camino de santidad. Eso no se compra con dinero sino con amor y obediencia a Jesús.

Todos poseemos virtudes mas pocos las usan con prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Solo el hombre puede desvirtuar aquello con lo que Jesús, mediante el Espíritu Santo, nos dotó para ser salvos. Pero también solo el hombre puede optar por dar fruto a su fe. Dios ya lo sabe pero nosotros todavía tenemos por decidirlo.

5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. (2 Pedro1:5-7)

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miércoles, 20 de mayo de 2020

FORNICACIÓN

El que confunde el pan con la levadura nunca será un buen panadero. (Anónimo)

Maestro y alumno se paseaban por los jardines del conocimiento cuando el alumno preguntó:

- Maestro ¿qué es la fornicación porque sale mucho en la Biblia como un pecado importante de la carne?

- Es una pregunta interesante, joven, sobre todo porque los hombres han retorcido esta palabra hasta desvirtuar su significado

- ¿Y cuál es?

- Antes de comentártelo me gustaría tu opinión ingenua sobre ello.

- Bueno lo que yo entiendo es que se refiere a tener relaciones fuera del matrimonio.

- Creo que es bueno pues, que desbrocemos el tema. La palabra fornicar viene primero de la palabra griega porneauo que significa hacerse idolatra, apostatar, prostituirse. En latino viene de la palabra fornicari que significa visitar un burdel o tener relaciones con una prostituta. Dime joven ¿es eso lo mismo que tú me has dicho?

- No Maestro pero estoy confundido entonces ¿por qué lo utilizamos en el sentido que yo le he expresado?

- Antes es importante ver el contexto Bíblico que tanto en el antiguo testamento como en el nuevo tenia sociedades patriarcales donde para una mujer sólo había 4 estados posibles; soltera y viviendo con sus padres siendo propiedad del padre. Casada cuando el padre la había entregado a un varón. Fornicadoras y adúlteras correspondía a todas aquellas que en su vida disoluta se entregaban al sexo por dinero, placer o vicio dentro y fuera del matrimonio. De ello las palabras fornicación y adulterio que definen la condición de estas mujeres. Y el cuarto, la viuda, mujer marginada por la sociedad y abandonado a su suerte.

- ¿Pero y aquellos, de hoy en día, que viven juntos como parejas de hecho sin el vicio ni la prostitución ni nada por el estilo? Maestro

- Eso no existía, joven, por lo que nunca se contempló. De hecho no hallarás en la Biblia ninguna cita que considere esta situación. Todo lo que encontrarás son interpretaciones modernas, que no escritos de la Biblia, que incluyen el caso de las parejas de hecho dentro de la fornicación, obviando la propia definición y sus raíces. Es más en esa avalancha de puritanismo farisaico encontraras multitudes de ministros de la fe, y otros cleros que te advertirán del pecado de fornicación que es tener relaciones fuera del matrimonio. Y lo peor es que es una mentira cargada de verdades porque tener relaciones fuera del matrimonio de forma esporádica, promiscua, sin compromiso sí que es fornicación pero decidir vivir en pareja sin un papel fruto de los humanos que lo testifique, vivir con amor genuino, sinceridad, respeto y compromiso. Eso, para mí, no es en ningún caso fornicar.

- Maestro, usted está derrumbando los cimientos del matrimonio. O eso le dirían los maestros de la fe ¿no?

- Todo lo contario joven, lo amplío. Lo adapto a la realidad que vivimos hoy en día. De la misma forma que hemos abolido el apedreamiento el linchamiento, o el papel servil de la mujer. Entiendo que una pareja debe ser sobre todo una unión ante Dios y para eso, por mucho que los humanos queramos sacralizarlo y ritualizarlo, sólo es imprescindible la sinceridad y genuinidad de nuestro amor, cosa que sólo Dios puede ver y puede juzgar. El que confunde el pan con la levadura nunca será buen panadero, a lo sumo un obrero torpe. A los cristianos nos encanta juzgar y para ello elaboramos leyes propias que derivan de interpretaciones farisaicas de la Biblia olvidándonos de la ley fundamental de Cristo, el amor. En un juicio sobre la unión de una pareja, si este no es de Dios, el amor es el testigo ausente porque nadie de este mundo puede escudriñar los corazones, nadie. El matrimonio es unión, mi pregunta es ¿ante quién? ¿Ante Dios, ante los hombres? Hay uniones ante Dios que son desconocidas o invisibles a los hombres por lo que estoy convencido que Dios tiene una visión muy diferente de la nuestra por muy puritana que pretendamos que sea la nuestra. El hombre se preocupa de las apariencias mientras Dios escudriña nuestra esencia.

- Entiendo Maestro, creo que ahora utilizaré la palabra fornicación con más cautela.

- Estoy convencido joven que muchos matrimonios sacralizados por los hombres y sus liturgias son condenados por Dios por carencia y/o ausencia de verdadero amor. Pero esos mismos se sientan en los primero bancos de nuestras congregaciones y se deleitan juzgando a los demás. Otra cosa será dónde estarán cuando se presenten ante el Señor.

- Maestro gracias por su opinión porque ha enriquecido la mía.

- Tú lo has dicho joven sólo es mi opinión y temo no estar acertado. A ti de crearte la tuya propia. Cómo ya comentado; si sólo Dios sabe nuestra verdad, por qué arriesgarnos a equivocarnos juzgando lo que somos incapaces de ver en los demás. ¿Qué ejemplo damos a los incrédulos si no intentamos ser más edificantes que ellos?

Y ambos continuaron en silencio su paseo como si todo fuese dicho.

5 Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, 6 sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos? 7 Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados? 8 Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos. (1 Corintios 6:5-8)
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sábado, 16 de mayo de 2020

COMPLICIDAD

La complicidad nos hace partícipe de los hechos sin por ello provocarlos. (Anónimo)

Ser cómplice tiene dos caras, la buena y la mala pero lo que ambas tienen en común es que precisan de nuestra colaboración ya sea activa o pasiva.

LA MALA:

Los dioses de este mundo son majestuosos pero vulgares, temibles pero inofensivos, idolatrados pero….

¿Pero qué?

¿Qué podemos anteponer a la idolatría que tantos y tantas practican; a su cuerpo, a su tren de vida, a sus apariencias, a sus dioses o no dioses, etc…?

Lo que hace que existan ídolos es la entrega desenfrenada a la tentación y su consecuencia: el pecado. Porque ¿cómo podría existir la fama su reinara la humildad?, ¿cómo podría triunfar el miedo si solo imperara el amor? La respuesta es sencilla no existirían. Y entonces ¿por qué hay tantos ídolos con pies de barro en la tierra? Porque somos alfarero mediocres e incapaces de buenas obras y peor todavía, cómplices de su advenimiento y triunfo.

A menudo, los cristianos, cuando vemos comportamientos de este tipo pensamos que esto no va con nosotros pero cuando suceden ante nuestras narices solemos callar y quien calle otorga, y es cómplice ¿no? Cuando se mofan de nuestro Padre o usan y abusan de su nombre en vano en coros de amigos, conocidos, colegas de trabajo, ¿cuántos de nosotros hacemos ver, con respeto, a nuestros contertulios que nos están hiriendo en lo más profundo de nuestro corazón? Pero en muchos casos solemos callar y quien calla otorga, y es cómplice ¿no? Podría poner tantos ejemplos en los que me he visto involucrado y en los que, como Pedro, he negado a Jesús dejando que vilipendien su nombre que me da vergüenza pensarlo. Es un reto que tengo en mi vida: dejar de ser cómplice del pecado.

LA BUENA:


Ser cómplice también implica estar presente física o mentalmente en aquello o con aquel que sus hechos definen. Y cuando se trata de Dios es una bendición, un gozo. Sentirse parte de su Perdón, de su Gracia. Sentirse cómplice de las buenas obras que mediante la fe Él nos invita a hacer.

Ser cómplice es estar en medio de su pueblo y alabarlo y glorificarlo. Hacer que cada día sea una oportunidad de sentirlo a nuestro lado, de que su presencia influya en nuestra vida a cada paso que damos. Porque nuestro Dios, el único, es un Dios cómplice de amor, de caridad, de humidad, de bondad. No hay buena obra que hagamos que no sea suya. Su complicidad nos da gozo, plenitud porque lo sentimos cercano, en medio de nosotros, presente en cada momento de nuestra vida. Nos invita a buscarlo a través de un camino de santidad que no es fácil pero que tiene su recompensa en la gran promesa que nos hace de ser, que no vivir, por la eternidad con Él.

En nuestra vida tenemos constantemente que elegir de quién y con quién queremos ser cómplice. Si bien Dios ya lo sabe, nosotros debemos mostrárselo a cada paso que damos.

Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos. (Sofonías 3:17)
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jueves, 14 de mayo de 2020

CREADOR

La nada es lo único necesario para la creación. (Anónimo)

Los hombres nos decimos creadores pero en realidad solo somos transformadores porque siempre necesitamos algo para poder producir, ya sea materia, ya sea ideas, ya sea palabras, etc…

Realizar algo de la nada solo está al alcance de Dios. Parece sorprendente pero es la realidad a la que nos enfrentamos, si bien pocos, quieren reconocerla.

Un paisajista necesita pinturas para conseguir su obra, un escultor, piedra o madera, o hierro, un poeta, palabras, un inventor, ideas que no son otra cosa que la suma de sucesos ya acontecidos que reordenados de forma diferente aportan un solución novedosa.

Se confunde a menudo lo nuevo con la creación, pero lo nuevo, tarde o temprano se hace obsoleto, la creación no, porque es solo obra de Dios.

Y qué decir de nuestra progenitura. Obra principal de toda creación para el ser humano. ¿Es fruto nuestro? Para nada, Dios creó a Adán y Eva y ellos se reprodujeron, no crearon.

Es más Dios nos conoció antes de que existiéramos porque para Él ya fuimos. Celebramos el milagro de la vida pero no podemos hacerlo como algo que nos pertenezca sino como un regalo divino. Y me diréis y entonces ¿por qué no todos lo que lo buscan lo consiguen? Y yo me pregunto ¿Por qué todos los que piden, piden lo que quieren y no lo que necesitan? Porque si pidieran lo que necesitan confiarían en Dios y sabrían con toda certeza que si no les toca es porque no sería para fin de bien.

A veces deseamos tanto las cosas que perdemos la perspectiva de lo que nos es realmente necesario. Por ejemplo yo deseaba, soñaba ir a un faro en Escocia. Lo tenía todo planeado el año pasado y no pudo ser por un imponderable ajeno a mi voluntad. Lo aplazamos a este año y el Covid19 nos lo ha arrebatado de nuevo. ¿Frustración? Sí al principio pero luego me he dado cuenta de que si el Señor no ha hecho que mi deseo sea una necesidad es porque me convienen mejores cosas. ¿Y sabéis qué? Eso no solo me ha tranquilizado sino que además me ha borrado toda mala sensación.

Cuando observamos la creación, ya sea el universo o nuestra propia tierra nos damos cuenta que crear no puede ser cosa de hombres. Somos demasiado imperfectos, limitados, cortos de mira para poder concebir tales maravillas. Eso, solo está al alcance de Dios y nadie más. Por ello cuando oigo este cuadro es una gran creación, esta escultura, o este diseño, etc… no puedo dejar de pensar que solo somos transformadores por mucho que pretendamos lo contrario. A veces con mucho talento, pero eso tampoco nos pertenece porque es un don que Dios dispensa según su voluntad.

Vaya que nada nos pertenece y que vamos de prestado en todo lo que trata de la creación. Y eso contrariamente a lo que parece es una muy buena noticia porque si Dios nos da, ¿quién nos lo quitará?

El mejor y peor ejemplo de la creación somos nosotros los seres humanos porque demostramos cada día, que si nos dejan sueltos solo sabemos empeorar nuestro entorno y nosotros mismos.


13 Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. 14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. (Salmos 139:13-14)

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domingo, 10 de mayo de 2020

SECRETOS DEL CORAZÓN

Las vanidades son secretos expuestos a la intemperie de nuestro ego. (Anónimo)

Los secretos de nuestro corazón no nos pertenecen, son de Dios y solo Él los conoce en profundidad.

No hay secreto que vea la luz del día y mantenga su propósito. Son como el hielo, expuesto al sol, se transforma inmediatamente en agua. Pues lo mismo pasa con nuestros secretos, se transforman en un elemento público, y eso les hace perder toda su fuerza.

No es ni bueno ni malo guardar secretos o exponerlos, depende de lo que atesoran. Unos pertenecen a nuestra mente y otros a nuestro corazón. Los primeros son fruto de nuestro raciocinio y los ocultamos por voluntad propia. Los segundos son fruto de la obra del Espíritu Santo en nosotros, y debemos rodearlos de la discreción humilde que se merecen y que imponen.

Los secretos de nuestra mente:

Nos gusta ser propietarios de este tipo de secretos. Es como tener el privilegio de saber lo que los demás ignoran. Cuando los compartimos se crea una red que fácilmente puede caer en una trampa de murmuraciones. Es muy común y a cuanto más pesa el secreto más fácilmente circula. No puede haber secretos de esta índole porque lo único que consiguen es dañar al protagonista y a todos aquellos que los vehiculan. Es más común de lo que parece y siempre parte de un sentimiento vanidoso que nos hace pensar que estamos en posesión de la verdad o por encima de ella.

En nuestras congregaciones es frecuente verlos merodear entre feligreses.

En el mundo se han transformado en una herramienta de manipulación de masas. Poco importa si son verdad o no, lo que cuenta es que circulen y a cuanto más mejor.

Pensamos ser maestros de estos secretos pero en realidad son ellos los que nos hacen esclavos de su propósito, y este raramente es bueno. De hecho hay muchos secretos del corazón que en realidad lo son de nuestra mente. Creemos que están cargados de buenas intenciones, esas mismas que carga el diablo. Pero la realidad es que nuestra condición pecaminosa nos inclina a crear esas redes de conocimiento prohibido a la gran mayoría, solo por el placer de atesorar conocimiento. Requiere mucha sabiduría poder separar la paja del grano y no caer en la trampa.

Y no nos olvidemos que nuestra mente no tiene secretos para Dios por mucho que queramos esconderlos de Él.



Los secretos de nuestro corazón:

No nos pertenecen. Ni tan solo en la gran mayoría de los casos somos los instigadores, como mucho los autores materiales a las órdenes de nuestro Señor Jesucristo. No hay buena acción que busque la vanidad del reconocimiento público. Por desgracia el fariseísmo se sustenta en base a esas primicias y hoy en día hay mucho fariseo deambulando por estos mundos y por nuestras iglesias.

Es importante decir que todo lo que hacemos inspirados por el Espíritu Santo implica, discreción, humildad, abnegación,obediencia a Jesús. Eso entrará a hacer parte del secreto de nuestros corazones. Solo el Señor sabe por qué, cómo y gracias a Quién lo hemos hecho o pensado. Él nos enseña a actuar con cautela y alejados de los focos ajenos o de nuestra propia concupiscencia. Cuando por fe hacemos buenas obras al amparo de la anonimidad estamos siendo parte de Jesús, estamos siendo llevados por el Espíritu Santo y que bueno es poder descansar en Él obedeciéndole. El único que debe saber cómo obramos o pensamos ya lo sabe porque nos conoció antes de que fuéramos. Nos ha enseñado a huir de nuestro ego para refugiarnos como siervos de Dios.

Todos podríamos alardear de buenas acciones, o eso creo, pero dejarían de serlo al instante que lo hiciéramos porque quebrantaríamos la leyes de Dios poniéndonos medallas en nuestra solapa que no nos merecemos.

Debemos ser conscientes y alegrarnos que los únicos méritos que cuentan son aquellos que conseguimos en obediencia a Jesús y solo Él puede galardonarnos con su amor porque las únicas medallas que cuentan son las que cuelgan de nuestro corazón, y esas, solo las pone Jesús.

10 Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. (Jeremías 17: 10)

Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: 2 En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. 4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. 5 Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; 6 y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, 7 y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. 8 Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. (Mateo 23:1-8)


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jueves, 7 de mayo de 2020

CULPABLES

Culpables ante los hombres no quiere decir culpables ante Dios y viceversa. (Anónimo)

El hombre necesita culpables como el aire que respira. Hay quienes son expertos en hallarlos otros, como los fiscales, han hecho de ello su profesión pero en la mayoría de los casos, cuando se trata de juzgar a los demás, todos somos abogados del diablo en el sentido literal de la frase. Es decir que nuestra viga no nos impide mirar con lupa el pecado ajeno de tal forma que tape el nuestro.

Cuando un niño nace con una malformación, o ciego, o… nos es difícil no pensar “¿de quién viene esto, de mi familia? ¿Es castigo divino? Nos cuesta aceptar aquello para lo que no tenemos una explicación racional tranquilizante.

Por ello los minusválidos son un colectivo culpable de incomodar a nuestra sociedad. De perturbar nuestra comodidad, nuestra absurda normalidad.

Además suelen ser uno de los primeros argumentos que los no creyentes evidencian para rebatir la existencia, y si más no, la bondad de un Dios que cualifican de castigador.

No es sencillo razonar en base a este postulado. No porque no tengamos argumentos, que los tenemos, sino porque no estamos en el mismo plan de razonamiento, mientras nos objetan raciocinio respondemos fe, y claro es como querer atrapar todo el aire en una bolsa. Por muy definida y grande que sea la bolsa el esfuerzo es inútil.

En mi caso soy conocedor del impacto porque mi hijo es minusválido y puedo testificar, que no razonar, y menos convencer, de lo importante que ha sido y sigue siendo en mi vida. No me pueden objetar que no sé de lo que hablo si yo fui el primero que lo vi, él y su carga.

Vi como en unos segundos todo mi mundo cambiaba de escenario, toda mi vida perdía su propósito original y como estaba abocado a reconstruirme alrededor de esta nueva situación. En aquellos momentos no lo entendí incluso me rebelé. Hoy todo es tan claro que solo tengo palabras de agradecimiento a Dios. Dicho así parece muy dramático pero la verdad es que no lo es. Estas absorbido por la cotidianidad, no tienes más remedio que enfrentar esta nueva situación y vivir a cada día su momento sin buscar más allá de la victoria de haber pasado un días más. No sería el mismo sin mi hijo, me ha obligado a mirarme a mí mismo y a los demás de una forma diferente, más humilde, menos vanidosa.

Ha sido un castigo, yo lo llamaría bendición y a riesgo de ser provocador diría que toda bendición tiene un precio precioso, el de ver que en nuestra vida todo es para fin de bien cuando confiamos en el Señor. El tiempo que fluye nos da la perspectiva de la que carecemos cuando nos sucede.

Hoy, más que nunca entiendo las palabras de Jesús cuando dice:”sino que las obras de Dios se manifiesten en él” hablando del hombre ciego.

Mi vida es obra de Dios y como Dios me ama, me dio a mi hijo. Se imaginan una conversación con un no creyente con este postulado. Puede ser delicada pero es la verdad. Dios nos trabaja, nos mejora a través de nuestras pruebas, yo tengo las mías y mi hijo las suyas. Es como el alfarero que debe domar el barro, enderezándolo constantemente hasta hacer una obra de belleza y utilidad. ¿Habéis oído alguna vez el lodo quejarse? Si de la nada que era se transforma en obra.

Y qué decir de mi hijo. Que él no eligió ser así. Acaso lo eligió el sabio, el necio, el que nace rico o pobre. La vida no es lo que te dan sino lo que haces con ello. Conozco mucha gente que vive una vida menos envidiable que la de mi hijo y son “normales”.

Las obras de Dios están por encima de nuestra capacidad de entendimiento, si más no, en el tiempo. Pero la fe nos da esa seguridad que nos conforta en nuestro descanso en Jesús. Cuestionarlas supondría tutear a Dios y eso no está a nuestro alcance. Esa soberbia solo pertenece a aquel en el que no reposa el Espíritu Santo.

Culpables, sí su señoría, culpables, pero de nuestra condición pecaminosa, de nuestros hechos corruptos. Inocentes también su señoría, lavados de pecado por la sangre de Jesús en la cruz. Inocentes porque por la Gracia de Dios mediante nuestra fe para buenas obras somos salvados y llamados a clamar al mundo que todos se pueden liberar de las garras del maligno a través de Jesús.

1Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. (Juan 9:1-3)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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miércoles, 6 de mayo de 2020

TENER SED

Las necesidades son carencia para los necios y camino para los sabios. (Anónimo)

Quién no ha experimentado esa sensación de verano, cuando el sol nos acecha y que nuestra garganta nos reclama aliviar su sequedad. Y quién no tiene ese estimulo placentero recordando el mero hecho de ese líquido fresco que circula por nuestro interior a la hora de tener sed.

La sed es una gana y una necesidad pero no siempre de agua. De verdad, de conocimiento, de sabiduría, de justicia pero también puede ser de venganza, de orgullo, de vanidad.

El hombre es una maquina en constante estado de aridez que precisa de su brebaje diario para poder mantenerse vivo.

Claro que en la mayoría de los casos lo atribuimos a la parte fisiológica, a esa necesidad constante de hidratación que precisa nuestro cuerpo.

Pero existe una exigencia mucho más importante y vital que no se refiere a nuestro envoltorio sino a nuestro interior, a nuestra mente, a nuestro espíritu, a nuestra alma. Y si bien parece menos trascendente porque no pone en peligro directamente nuestro cuerpo, es capital para nuestra supervivencia tanto física como espiritual.

Tanto es esta confusión que cuando Jesús habla de del agua de vida que sacia, la gente solo se imagina el liquido que mana de los ríos. Cuando Jesús les exhorta a saciarse de ella sus seguidores no lo comprenden porque no tienen abierto el entendimiento. Solo a sus discípulos, en el principio, les abre los ojos y el espíritu para que asimilen sus enseñanzas.

Esto en el mundo moderno se perpetúa porque mucha gente tiene sed, pero de éxito, de gloria, de abundancias y poca busca saciar a los demás con su amor.

Jesús pone el acento sobre la necesidad imperiosa que tenemos todos de ser capaces de discernir el grano de su amor de la paja de nuestra condición. Insiste que no solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que emana de Dios.

Y yo pregunto ¿Qué mejor que beber la palabra de Dios para saciar nuestras vidas?

Cuando Jesús resucitó y nos anunció su partida para estar con su Padre nos obsequió con el más bonito e imprescindible regalo para nuestra supervivencia, el Espíritu Santo. Ese mismo que hace que fluyan ríos de amor y de sabiduría en nuestro corazón, en nuestro espíritu, en nuestra alma. Lo que pasa es que muy a menudo consciente e inconscientemente el pecado que mora en nosotros cierra ese caudal de conocimiento en nuestras mentes y las hace impermeables a su efecto bondadoso. Debemos buscar constantemente su presencia, y pedirles sin descanso a nuestro Padre y a Jesús que nos alimenten de Él.

El Espíritu Santo es como el aire, no se ve, solo se notan sus efectos y por ello debemos orar porque su presencia en nuestras vidas sea cada día más preponderante. De esta forma, aunque tengamos la sed que el sol nos provoca, dejaremos de sentir la sequedad de nuestro espíritu para saciarnos con las enseñanzas y el amor de Jesús. No hay mejor brebaje para nuestra salud tanto espiritual como física. Amen


Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (Mateo 5:6)

Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. (Juan 6:35)

13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan4:13-14)




Que Dios os bendiga, Alfons <><

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domingo, 3 de mayo de 2020

QUIÉN ES QUIÉN

Dime cómo amas, y te diré quién eres. (Anónimo)

Hay un pasaje en la Biblia de 2 versículos, donde habla Jesús, que suelen ser olvidados a menudo en nuestras comunidades cristianas, o eso me parece a mí, Lucas 9:49-50.

49 Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. 50 Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
Tal vez porque hace que dejemos de ser únicos, exclusivos y eso no nos gusta mucho a los creyentes. Tener esa sensación de privilegio nos hace sentir especiales.

En este pasaje, a mi entender (solo lo diré una vez; que conste que lo que comparto en esta reflexión es mi humilde opinión con todas sus limitaciones, en ningún caso pretende ser la Verdad, sino mi verdad), Jesús es incluyente. No deja a sus discípulos que tengan la prerrogativa de actuar en su nombre. Es más les enseña que quien no está contra Él, por ÉL es.

Y no dice “con Él es”, no, dice “por Él es”. Mostrándoles que Dios tiene muchos caminos para llegar al hombre y que no se trata de etiquetas, ni de clubes más o menos cerrados llamados congregaciones. No, el exclusivismo que ya se practicaba en la época de Jesús por algunos de sus seguidores es denunciado por Él y eliminado con una sencilla frase que debería darnos pistas a la hora de entender nuestro lugar en este mundo.

La preposición “por” indica la causa no el efecto y la causa es Jesús.

Yo no recuerdo haber experimentado esa sensación de exclusividad de los cristianos, es más el temor de Dios me recuerda constantemente que solo ÉL sabe quién es quién. También es verdad que siempre he sido considerado un bicho raro en mi congregación. Conocer a Jesús es descubrir el amor puro que nos atañe. Ese mismo que puede y debe fluir en nosotros pero que también lo hace en muchas personas que no son llamadas o cualificadas como cristianas.

El amor nunca es excluyente, y si alguno o algo lo pretende no es amor.

Es interesante hacerse la pregunta del porqué de esta actitud tan poco cristiana entre los creyentes. Cuando estamos en una congregación siempre buscamos lo que nos diferencia de los demás y caemos fácilmente en la exclusividad excluyente. Nos hace sentir más seguros pretender que somos únicos. Pero no por ello salvados frente a los “infieles”.

De hecho toda la jerarquía eclesiástica, espiritual, religiosa, ya sea protestante, católica, musulmana, etc… dedica gran parte de su tiempo y de su energía a recordarnos lo especiales que somos. Lo agraciada que es nuestra vida comparada con la miseria de los demás.

No digo que no tengan una parte de razón pero lo más importante no es marcar los límites, de los que por cierto solo Dios es conocedor, sino vivir sin límites de amor. Nuestros líderes obvian los más importante, lo incuestionable: solo el Padre, el hijo y el Espíritu Santo saben quién es quién. Hacer distinciones por parte nuestra es burdo, irrelevante, inútil, manipulador.

Mejor nos sería de preocuparnos y ocuparnos en ser buenos y fieles testigos de Jesús. Todos debemos emprender el difícil y angosto camino hacia la santidad pero ninguno de nosotros puede calificar a los demás en función de su propia condición. ¿Por qué? Pues porque todos somos pecadores, y a la hora de la ejemplaridad dejamos mucho que desear y más todavía cuando nuestro intento es excluyente.

Cuando miro a los ojos a una persona no me pregunto si es creyente o no, solo si es tocado por Dios, y oro por ello. Sea el camino que sea Jesús nos dijo y demostró que nos somos dignos de cualificar a los demás, mas sí de alentar la llama del amor que Jesús nos transmitió testificando de Él. El resto no está en nuestras manos por mucho que pretendamos lo contrario.

No nos olvidemos que la reacción de Juan está muy extendida hoy en día.

49 Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. 50 Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. (Lucas 9:49-50)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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