LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

domingo, 26 de diciembre de 2021

DE CONSERVAS

Las conservas duran más que la bondad humana, pero no por ello son mejores. (Anónimo)


El botulismo mental es una enfermad muy moderna. De tanto consumir pensamientos enlatados acabamos intoxicándonos a riesgo de perder nuestro “motu proprio” transformándolo en “vox populi” del dios mundano.

Tales afirmaciones pueden parecer tajantes y atrevidas, pero si nos paramos un momento, y hacemos que el frenesí de nuestras vidas se pause por un instante, nos daremos cuenta que es la cruda realidad.

Tenemos tanta prisa para consumir lo que nos ofrecen los medios que engullimos lo que sea con tal de estar al día. No nos percatamos de que, en realidad, estamos confortablemente instalados en las tinieblas de nuestro ser interior, vaciado del sentido crítico que caracterizaba nuestra personalidad, pero llenos de ideas preconcebidas, prepensadas, pregrabadas, por los dioses de la información, que en realidad son propagandistas idolatrados por nuestra desidia.

Hoy, la palabra mágica es el (o la) covid. Un acrónimo que todo lo engloba. Los medios están rebosantes de covid. Y una variante más, y esta es más de más que las demás y etc. etc. Entonces entrevistan a virólogos, científicos de toda índole y cada uno va de su propia verdad enlatada. Se nos vende la idea de que nos están informando, pero en realidad nos están ofreciendo miedo que es lo que más vende.

Las conservas de la mente son tan potentes y codiciadas por el ser humano que también aquellos que tienen opiniones contrarias a la vacunación reciben sus latas de datos prefabricados que les alimentan en sus creencias.

La información ha desaparecido en nuestra sociedad para dejar lugar a la propaganda de toda índole. Todo lo que se nos vende como información no es, ni más ni menos, que productos hechos para el consumo, y claro, que mejor que enlatarlos para que duren un máximo en nuestras estanterías mentales.

Todo esto tiene un propósito claro que, por mucho que se esconda o maquille, es hacer de la sociedad un rebaño dócil y manipulable al antojo de los poderosos. Y funciona. Estamos perdiendo cada vez más el sentido crítico, la capacidad de resistir y de desafiar todo aquello que nos quieren imponer.

Ya no existe la educación cívica, ahora imperan nuestros derechos (los que nos venden), ante todo, obviando nuestros deberes (los que nos esconden). El amor al prójimo, hoy en día, empieza por nosotros mismos y en eso se queda.

Navidad es para los regalos y el papa Noel. ¿Jesús? ¿Quién es? No he oído hablar de Él en las tertulias, no debe ser importante, es del pasado.

¡¡¡BASTA YA!!!

Es hora de Salvación, Jesús nos la ofrece rompiendo todas alienaciones mentales del alma. Nos enseña que tenemos un corazón para amar, una mente para el raciocinio y un alma que cuidar porque el la salvó mediante su sacrificio en la cruz. Poco importa si nació el 24 de diciembre o el 36 de marzo, lo que sí cuenta, y mucho es, que sea el día que sea, cuando lo celebramos nos olvidemos de regalos que no sean aquel que Él nos obsequió en la cruz, nuestra salvación.

No hay peor pandemia que la de nuestros espíritus corrompidos por la renuncia de nuestro sentido común a favor del pensamiento enlatado de esta sociedad decadente y manipuladora.

Jesús, consciente de ello nos advierte y dice “Yo soy el camino, y la Verdad y la vida” y no hay verdades que puedan competir la Verdad. Universal y propia a cada uno que la hace suya. Él es el único camino hacia la vida eterna, una vida de santidad.

Dios confundió a los hombres mediante las lenguas para que no cayeran en pecado de soberbia, el pensamiento enlatado se propone revertir la acción de Dios. Intento vano e insensato, pero eso a los tertulianos, a los pensadores de la modernidad decadente de nuestra sociedad, no les importa, mientras vendan sus sandeces. Nada nuevo bajo el sol.

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6)


6 Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. 7 Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. 8 Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. 9 Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió[a] Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra. (Genesis 11:6-9)

¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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martes, 14 de diciembre de 2021

SERVIR

El que sirve, sirve. El que no, se sirve. (Anónimo)


Servir implica dependencia, por ello es importante saber y/o decidir a quién rendimos pleitesía. El egocentrismo innato del hombre hace que servirse sea la respuesta natural a nuestros deseos altruistas incipientes.

Cuando se habla de servir, lo primero que viene a la mente de cualquier persona del mundo es, el camarero, el botones y como mucho, el panadero, el charcutero, el carnicero, etc., etc. Y si somos de la alta sociedad, el maître, el valet, la miñona y otros empleados dichos del servicio.

Por otra parte, lo que sirve, solo lo hace por su utilidad y adecuación a la situación o necesidad.

Podríamos pues decir que un buen profesional es aquel que sirve para su oficio.

¿Pero qué significa servir para el oficio? En mi forma de entenderlo se refiere no solo a nuestras aptitudes sino a como las dispensamos. Porque podría darse de alguien dotado que renuncia a ejercer su don para servir a los demás, y que por ello malgasta ese precioso regalo que le ha hecho Dios. Peor todavía, de alguien que lo usa para su propio beneficio.

Los incrédulos nos objetarán que Dios no tiene nada que ver con esto. Pero entonces ¿cómo justifican los dones? Porque si, como lo define la RAE es “una Gracia especial”, solo de Dios puede ser.

Jesús fue el paradigma perfecto de cómo servir, aplicando y enseñando las paradojas como clave de paso para un ministerio perfecto.

En temas de servir, no hay nada más difícil que aquello que parece fácil.

Porque renunciar a nuestro ego nos obliga a aceptar que nuestro “yo” solo existe a través de los demás.

Porque nuestro bien estar depende del bien estar y de cómo tratamos a los demás.

Porque el amor que deseamos recibir nos es posible, si no lo ofrecemos primero, e incondicionalmente, a los demás.

Porque nada es, si nade vale, y servir a Jesús es, ante todo, obrar con la ofrenda de nuestra vida al servicio de nuestro semejante, sin acepciones ni excepciones.

A pesar de lo que uno podría pensar hay más ejemplos de vidas entregadas al servicio de los demás de lo que uno podría pensar y si bien mediáticamente Sor Teresa de Calcuta es un ejemplo ilustre, también hay otros menos conocidos como Vicente Ferrer, Ignacio Echeverría, Gaetano Nicosia, Henri Burin des Roziers, y todos los misioneros que fluyen y destilan amor en un mundo que solo busca servirse de los demás.

La buena noticia es que estamos todos llamados a servir, todos. En nuestro entorno, en nuestras comunidades.

Para ser un héroe no hace falta ser reconocido, es más, la discreción y la humildad son buenas compañeras de viaje de aquel que emprende la senda del amor ágape.

El peligro y la dificultad erradican en que la línea entre servir y servirse es muy sibilina y nuestro ego, a menudo nos juega malas pasadas. Debemos ir con cautela y sobre todo de la mano de Jesús. No nos olvidemos que la obra es suya, nosotros solo somos sus servidores en senda de santificación.

27 Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve. (Lucas 22:27)

35 Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. (Marcos 9:35)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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miércoles, 8 de diciembre de 2021

DE LA IMPORTANCIA DE ALIMENTARSE BIEN

Todo lo que entra sale, dejando su huella en nuestro interior. (anónimo)


Para gustos colores, pero para aquellos, como yo, que somos proclives al buen ver, con la edad nos llegan las prohibiciones, las limitaciones.

En realidad, la mala alimentación está a la base de muchas enfermedades, algunas obvias como la obesidad y otras, más sibilinas, como el cáncer.

Cuando comemos en exceso, a menudo, el cuerpo intenta regularnos y nos aboca a expulsar, no solo el sobrante, sino todo el conjunto de lo engullido.

Las dietas son un intento, fallido en la mayoría de los casos, de disciplinarnos para encontrar el equilibrio que nunca deberíamos haber perdido. Pero son aburridas y acabamos, casi siempre, abandonándolas con el paso del tiempo. Lo que hace que recuperamos el peso perdido hasta tal punto que a veces nos pasamos de frenada.

La alimentación saludable se basa en el equilibrio, en la ponderación. Te da lo que necesitas y no lo que quieres. Por ello requiere disciplina, concienciación y fe en el por qué de lo que estás haciendo.

Esto, que he estado comentando sobre nuestra alimentación física se puede aplicar con la misma claridad a nuestra alimentación espiritual.

La mala alimentación espiritual no solo nos lleva al desapego de Cristo sino también al empobrecimiento de nuestra fe.

Cuando nos pasamos engullendo basura mundana, en la tele, la radio, los libros, que ahora son más podcast que lecturas reales, nuestra mente se empobrece de su sentido crítico y discriminante, cediendo el paso al pensamiento enlatado que nos facilitan las tertulias, los medios y todos los “influencers” del momento. Nuestras prioridades degeneran hacia lo fútil y lo mundano.

El cáncer espiritual es aquel que hace que, de tanto alimentarnos del mundo, dejemos de vivir en él para pasar a ser parte de él.

Nuestras dietas espirituales suelen ser tan buenas como las alimentarias, si las seguimos al pie de la letra. Pero por desgracia, con el tiempo, solemos caer en el desapego, la indiferencia, de tal forma que nuestros esfuerzos de avivamiento se ven castrados por nuestras realidades.

Eso solo es verdad si pretendemos solucionar nosotros mismos aquello que está por encima de nuestras capacidades. Si confiamos en que podemos cambiar nuestra condición a base de esfuerzos propios o de aquellos que pretenden ser parte de la solución cuando en realidad son raíz del problema.

Las comunidades cristianas son, o deben ser, oasis de reconciliación con Jesús pero nuestra mirada debe estar puesta en Él.

Como todo lo que nos afecta, reconocer nuestra debilidad es el principio de la solución. Buscar y encontrar a Jesús es la solución definitiva.

Nosotros no podemos cambiar nuestra condición humana, Jesús SÍ.

Nosotros no podemos perdonarnos a nosotros mismos, pero Jesús SÍ.

Nosotros no podemos salvarnos a nosotros mismos ni a los demás, pero Jesús SÍ, y lo hizo mediante su sacrificio en la cruz.

Nosotros no podemos seguir un régimen espiritual de motu proprio pero de la mano de Jesús SÍ.

No debemos olvidarnos nunca que somo somos salvos por la Gracia de Dios, por medio de la fe para buenas obras.

¿Todo esto qué requiere? Algo tan sencillo, como difícil de conseguir, porque exige sinceridad de corazón: pedirle a Jesús que se apodere de nuestras vidas y nos guie mediante el Espíritu Santo.

Eso quiere decir poner siempre y ante todo en manos de Jesús lo que hacemos, lo que debemos hacer. Y es más difícil de lo que parece porque nuestra tendencia natural es pensar primero: ¿Cómo voy a solucionar esto? En lugar de ponerlo, ante todo, en manos de Jesús. Lo digo yo que soy el primero en tropezar en esta piedra.

Necesitamos a los demás, sí, pero no como solución sino para comunión. Hay tantos dadores de lecciones como pecadores que se ignoran. La humildad debería llevarnos, como nos enseña la Biblia, a ser más humildes y en lugar de juzgar poner las cosas en manos de Jesús.

Antes de la venida de Jesús estábamos bajo el ojo justiciero de la ley. Jesús nos ha liberado de esas cadenas de condenación que conforman nuestros pecados y se ha ofrecido en la cruz como redención de ellos.

En Jesús renacemos libres, nuestra dieta espiritual implica buscarlo siempre cuando caigamos, que caeremos, para, de su mano, volver a levantarnos y continuar en el camino de santidad.

De la misma forma que Dios, Jesús y el Espíritu Santo nos nutren, debemos tener en cuenta que nosotros, también, destilamos alimentos a nuestros entornos mediante las palabras que salen de nuestra boca. Estos pueden ser tóxicos o saludables. Seamos seres de paz y amor, y cuidemos nuestro lenguaje como Jesús nos ha enseñado.


3 Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4 Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. (Mateo 4:3-4)


8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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