UNA CUESTIÓN DE ACTITUD

Lo que define al hombre no es lo que piensa y menos lo que hace o dice, es su actitud ante la vida. (Anónimo)

Se dice del amor que es un sentimiento, y lo es, pero está definición es incompleta, porque los sentimientos no todos son buenos y exaltados, pueden transformarse en odio, veneno puro para el amor.

Amar es obrar en humildad y discreción para necesidades ajenas.

Amar es ver lo bueno de cada cual más allá de lo malo que lo o nos rodea.

Amar es perdonar de corazón amordazando nuestra razón.

Amar es sonreír a quien lo necesita y compartir con quien no tiene.

Amar es estar atento al menesteroso y darle lo que puedas en toda discreción.

Amar es no girar la mirada cuando sabes que te vas a enfrentar a algo que interpela tu consciencia.

Amar es dar tu tiempo cuando no lo tienes, sacrificar tu espacio cuando crees que lo necesitas, aparcar tus dolores cuando es para aliviar a aquel que sufre.

Amar es levantarse cada día pensando en la bendición de estar vivos y agradecerlo a Dios con las obras de nuestra fe evitando tener fe en nuestras obras.

Amar aparcar el ego en el baúl de los recuerdos y dejar que se pudra en su confinamiento.

Amar es el propósito para el que fuimos creados, es la esencia por la que somos salvos porque la gracia de Dios es puro amor.

Amar es lo que haces con lo que piensas y no lo que piensas de lo que haces, es una cuestión de actitud por encima de nuestros sentimientos y nunca lo contrario. Es una dinámica vivificante por encima de la estática de las ideas. Es lo que Dios nos enseña constantemente y que nosotros ignoramos con asiduidad.

Hoy es buen día para amar, mira a tu lado y veras que su necesidad está en todas partes. ¡Amen!

Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

4 El amor es sufrido, es benigno;
el amor no tiene envidia;
el amor no es jactancioso, no se envanece,
5 no hace nada indebido, no busca lo suyo,
no se irrita, no guarda rencor;
6 no se goza de la injusticia,
sino que se goza de la verdad.
7 Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta.

8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará. 9 En parte conocemos y en parte profetizamos; 10 pero cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; pero cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido. 13 Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. (1 Corintios 13)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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EL PESO DE LO ESCRITO

Si las palabras se las lleva el viento, lo escrito, gravado en un corazón de piedra, perdura hasta la muerte. (Anónimo)

Es más fácil hablar que quedarse en silencio, porque lo primero solo responde a nuestro instinto mientras lo segundo es el fruto de una mente sabia. Las palabras son armas fáciles de lanzar e imposible de recuperar mientras el silencio pertenece a quien lo domina.

Cuando uno es capaz de plasmar por escrito lo que su mente le dice suele ser porque está lo suficientemente claro en él para poder expresarlo. De lo contrario la confusión todavía es dueña de sus pensamientos.

Es bueno escribir, nos ofrece la distancia que una hoja de papel y un lápiz nos da. Podemos releernos, corregirnos, mejorarnos hasta que consideremos la prosa conforme a nuestro entender.

Pero hoy hay formas de escritura que son tan volátiles como frágiles e incontrolables, como nuestra lengua. Facebook, twitter, y tantos más nos invitan a teclear un seguido de letras que se organizan en palabras, con o sin sentido pero que con toda seguridad son fruto de la instantaneidad y no de la reflexión. Eso hace que estas herramientas sean tan perversas y dañinas como cómodas de usar. Nuestra falta de consideración nos invita a expresar nuestros sentimientos, sin pudor, en un teclado cuando no seríamos capaces de decirlo a un allegado y menos de escribirlos en relato privado y confidencial.

Nos hemos hecho exhibicionistas de palabras con y sobretodo sin sentido. Tecleamos luego somos. De hecho solo somos si tecleamos y el día que dejamos de hacerlo nuestro ego se va por el desagüe de nuestras vanidades.

Sentirse algo, alguien, nos lleva a barbaridades impensables en la realidad directa de una conversación cara a cara. Somos atrevidos, insensatos detrás de un teclado y una pantalla y todo por la busca de unos likes tan efímeros como las palabras que se lleva el viento.

En medio de toda esta vorágine solo perduran los escritos que realmente hablan a quien los lee. Hoy, no hay bestseller que perdure más de una generación, todo lo consumimos lo devoramos al instante, para el instante, en un instante.

Solo la Palabra de Dios, las Santas Escrituras resisten a las modas, a los junkies de la verborrea. Porque la Palabra de Dios habla a los corazones más que a las mentes. Porque la palabra guía, educa, ayuda, nos acompaña en todos los instantes de nuestra vida. Puedes leerla tantas veces como quieras. De hecho debes leerla toda tu vida porque a cada momento su versículo y Dios nos pone entendimiento cuando lo necesitamos, no cuando lo pedimos.

Y os preguntaréis ¿qué dice este hombre que en Facebook escribe cada día y suelta las palabras como una manada fuera del corral?

También me lo pregunto yo, no lo dudéis. Pero para mí la diferencia está en que sé que solo soy un instrumento, el escriba no el autor. Cuando releo las reflexiones con el paso del tiempo me doy cuenta de que yo soy incapaz de ser el autor. Mi única pretensión es compartir, con quien quiera leer, todo aquello que Dios me pone en el corazón porque creo que es bueno compartirlo. Solo en Dios y su gran misericordia puedo escribir tecleando aquello que Él me inspira. No soy ni profeta, ni un creyente ejemplar, más bien todo lo contario pero cuando cada mañana después de leer la Biblia me enfrento a este reto solo con Dios es posible. Sé que soy una gota en el océano y le agradezco cada día de mi vida a Dios de haberme hecho consciente de ello porque es mi Padre, mi Creador y mi salvación. Amen

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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EL SINSENTIDO DE LA VIDA

Cuando uno quiere, de lo absurdo siempre se aprende algo, y suele ser bastante sensato. (Anónimo)

¿Quién no busca darle un sentido a todo lo absurdo, lo insensato que ve alrededor suyo? Aquel que se complace en ello porque le satisface.

Puede parecer incomprensible que la necedad busque premio y lo consiga pero este mundo es tal que los hombres se han hecho expertos en tropezar continuamente sobre la piedra del pecado de vanidad.

Solo levantarse y ya somos solicitados por la tentación de rendirnos a los avatares de esta sociedad. El dinero, el éxito, el éxito que trae y atrae al dinero. Círculos viciosos que se retroalimentan continuamente.

Uno no puede quedarse indiferente cuando ve que el mal triunfa con una facilidad abrumadora sobre el bien y eso, a los que nos duele, nos obliga buscar el “por qué” del sinsentido de la vida.

A toda pregunta difícil y retadora hay una respuesta sencilla: la pregunta no es el “por qué” sino el “para qué”. Cuando así lo consideramos entendemos el mensaje de amor de Jesús, entendemos sus enseñanzas sobre la mansedumbre y la obediencia, sobre la bondad y la caridad, sobre la ejemplaridad a la que nos debemos.

Porque un árbol podrido no es noticia en un bosque muerto pero cuando en medio de él brotan árboles frondosos la esperanza sustituye a la desolación. Y nosotros estamos llamados a ello, a ser brotes de esperanza en Jesús en este mundo fantasmagórico.

Cada mañana, cuando me levanto y veo la oscuridad con la que el pecado arropa a todos los hombres y sobre todo a mí, el sol me recuerda que sin él no sabríamos que las tinieblas nos invaden. Me recuerda quien soy y cuál es mi principal propósito en esta vida, honrar a mi Señor y creador con una vida llena de santidad, de errores subsanados, de tropiezos perdonados, de bondades ofrecidas en humildad, de amor derrochado sin medida, de perdón a lo imperdonable, de arrepentimiento por lo imperdonable. Hacer nacer una luz de esperanza que rompa la oscuridad de nuestros corazones.

En su gran sabiduría Dios ha puesto a sus hijos en el mejor escenario para que se revelen (y no rebelen) sus sentimientos profundos que hacen que somos hijos de Dios. Eso solo es posible en un mundo absurdo y soberbio como en el que vivimos para que el sinsentido de la vida le dé sentido a la nuestra.

26 Considerad, pues, hermanos, vuestra vocación y ved que no hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. 30 Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención,31 para que, como está escrito: «El que se gloría, gloríese en el Señor.» (1 Corintios 1:26-31)

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ENTRAÑABLE

Hay palabras de las que nos hemos olvidado porque hemos abandonado toda voluntad de cumplir su sentido. (Anónimo)


Maestro y alumno paseaban por el jardín de la curiosidad cuando el alumno preguntó:

- Maestro, que quiere decir entrañable, lo oí decir ayer a nuestro anciano mayor y no supe entender su significado.
- Dime joven ¿qué es aquello que tienes más adentro de tu cuerpo?
- Mis entrañas maestro
- ¿Y qué son?
- En anatomía nos dijeron que era el conjunto de todos los órganos contenidos en el interior del cuerpo.
- ¿Crees que son importantes para ti?
- Sin ellas no podría vivir
- Imagínate ahora que yo te quito uno de estos órganos, el hígado por ejemplo, ¿qué crees que te pasaría?
- Pues que me moriría maestro
- ¿Y si fuera un riñón?
- Se puede vivir con uno solo, maestro
- Entonces sí podrías vivir sin alguna parte de tus entrañas, ¿No?
- Depende de que parte, maestro. Pero ¿Por qué me hace estas preguntas? No veo la relación con la palabra entrañable.
- Cuando depositamos nuestro amor, nuestro cariño nuestro afecto en lo más profundo de otra persona y que esta lo acepta, se incorpora a sus entrañas vitales, en lo más profundo de su ser como un elemento insustituible.
La vida y sus tribulaciones hacen que a veces otras personas por sus acciones te arranquen, o intenten hacerlo, aquello que está en lo más íntimo de tu persona, de tus entrañas.
Una persona entrañable es una persona que siembra en nuestro interior paz y amor de tal forma que nos alimenta con ello. Es todo lo contrario de una persona superficial, es profunda y sincera. Es como tu hígado, insustituible.
Todo lo entrañable está compuesto de la esencia de la bondad de Dios.
- Ahora entiendo, maestro, es el “cómo” del buen uso del amor para con los demás
- ¡¡¡Excelente definición joven!!! Hoy he aprendido más de ti que tú de mí.

El alumno lo miró con curiosidad a lo que el maestro le contestó con una sonrisa entrañable, y continuaron juntos su paseo.

Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo. (Filipenses: 1-8)

Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas para el amor fraternal no fingido. Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro (pedro 1:22)

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SATISFECHO

Un vientre satisfecho no tiene riesgo de envenenarse. (Anónimo)

La gula es un pecado muy antiguo pero también tremendamente moderno. Lleva sus efectos hasta lo más recóndito de nuestro cerebro no contenta de atiborrar nuestro estómago.

Pensamos que somos capaces de entender todo, comprender casi todo y para ello escuchamos, leemos, interactuamos cuanto más mejor en nombre de la diversidad y de la tolerancia.

Somos tan abiertos que no nos damos cuenta que un exceso de tolerancia genera intolerancia. No, solo cuando sentimos que se nos escapan las cosas, que nuestra confusión nos impide dar respuesta a lo que vemos o vivimos, entonces, y solo entonces, empezamos a cavilar con un atisbo de cordura. Empezamos a olvidarnos de la vorágine de sentimientos y sensaciones de vivir.

El mundo tiene muchas formas de atraparnos en sus garras seculares. Puede ser atractivo, darnos la sensación de que somos importantes, o más si cabe, relevantes. Pero no nos engañemos la verdad es que solo somos una gota en el océano, polvo a merced del viento, nada más.

Y si nos preguntamos ¿por qué actuamos así? ¿Qué hace que busquemos afirmarnos en el reconocimiento ajeno aunque sea a costa de nuestra alma? Cuando agotados y rendidos por un esfuerzo inútil nos paramos a pensar, solo hay una respuesta, y no suele gustarnos porque nos atañe en lo más profundo de nuestra intimidad. Porque no estamos satisfechos, porque lo que la vida nos da no colma nuestra ansia de reconocimiento.

Es muy curioso descubrir la vida de grandes hombres de la historia del mundo. Nos enseña que la mayoría estaban en busca de sí mismos a través de sus hazañas. Pero que muy pocos encontraron la respuesta que buscaban, ni tan solo en la gloria de los hombres. Podemos tratarlos de héroes o de malvados villanos pero ni Napoleón, ni Julio Cesar, ni ningún otro por el estilo dejaron un legado impoluto, sino todo lo contrario. Podríamos imaginar el fin de su vida, su último suspiro mirando lo que fue la vida de un insatisfecho.

Porque cuando uno tiene lo que necesita y no desea más que aquello que tiene la satisfacción lo colma de bendiciones. Porque cuando uno conoce a Jesús aprende a gozar de una vida llena de satisfacción y de plenitud tanto espiritual como mental.

Me pueden llamar iluso pero sentirme lleno del Espíritu Santo es el mayor de los placeres que jamás he experimentado. No suele ser frecuente y por ello siempre lo busco porque sé que mi condición pecaminosa, mis actitudes mundanas me alejan de Él.

Un corazón satisfecho rebosa de amor y lo derrama a su alrededor. Ese corazón es el que se alimenta de la palabra de Dios, néctar de vida eterna. La saciedad no existe en busca de Dios, solo la satisfacción con la que Él nos colma por su Gracia y su gran misericordia.

Un hombre satisfecho en Dios nunca caerá en la idolatría, pues ya tiene todo lo que necesita y más. Amen.

En cuanto a mí, yo en justicia veré tu rostro; quedaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza. (Salmo 17:15)
El temor del SEÑOR es para vida; el que lo tenga vivirá satisfecho; no será visitado de mal. (Proverbios 19:23)

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POLVO DE DIOS

El hombre que no es capaz de reconocer sus orígenes está condenado a desaparecer como polvo barrido por el viento. (Anónimo)

Desde nuestro nacimiento emprendemos un camino hacia nuestro destino final en esta tierra, la muerte. Para unos llega antes que para otros y si bien no es un acontecimiento que controlemos, su llegada nos plantea una pregunta: ¿Qué legado dejaremos en este mundo?

El polvo no se hace tales preguntas, es y deja de ser al buen grado de quien lo maneja ya sea el viento o cualquiera que se cruce con él.

Es curioso pero el polvo es solo testigo del tiempo que pasa allá donde las cosas ni se mueven ni se renuevan. Se acumula hasta sepultar todo aquello en lo que se deposita. Se acumula hasta sepultarnos si se tercia.

Es símbolo de falta de higiene, de negligencia, de inacción, de descuido.

Una cosa tan gravosa como inútil no encuentra un buen uso entre los hombres, es solo testigo ineludible del paso del tiempo. Y de eso, que solo corrompe lo limpio en la tierra, hizo Dios su obra maestra: el hombre.

Esto debería recordarnos y obligarnos a la humildad de la cruda realidad a la que solo nos enfrentamos en nuestro último paso por esta tierra; volver a ser aquello de lo que fuimos creados.

El hombre se afana a construir grandes torres de Babel pretendiendo legar para la eternidad el fruto de su obra. Pero esta es como él, polvo, y en polvo el tiempo la transformará.

Nuestra soberbia nos lleva a atrevernos con temeridad y sin temor a retar a nuestro creador buscando la eternidad sin Él. Vanidad de vanidades, humanidad de humanidades, eso somos, polvo insignificante ante la creación de Dios.

No creo que sea casualidad que Dios nos creara del polvo, es más creo que es causalidad para que el hombre siempre tenga claro de lo que es a los ojos de Dios cuando no queremos entregarnos a Él.

Nuestro origen es una cosa inútil, fruto de la tierra, transformada en obra divina. Olvidarnos de ello es negar a nuestro creador y eso transforma nuestro legado en polvo.

A todos, o casi, nos gustaría ser recordados por todo aquello bueno que hemos hecho en este mundo, pero la verdad es que lo más importante no es lo que hemos hecho, sino lo que hemos dejado que Dios haga en nosotros, en nuestras vidas y eso nunca se transformará en polvo porque, si en Él vivimos para la eternidad seremos.

Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás. (Génesis 3:19)

Devuélveme el gozo de tu salvación y espíritu noble me sustente. (Salmos 51:12)
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LEGÍTIMO O LEGAL

A menudo me siento legitimado en mis acciones sobre todo cuando están fuera de su ley. (Robin Hood)



La diferencia entre legítimo y legal no viene de su definición, de hecho tienen la misma raíz, la ley, pero sí emerge de su interpretación porque lo que consideramos conforme a la ley (legítimo) no tiene por qué ser aquello que la ley acepta (legal). Y cuando esto pasa tenemos un problema porque siempre acaba en confrontación, primero de ideas y luego de personas.

El problema de la ley es que no es un concepto absoluto y por lo tanto su interpretación define su capacidad de eficiencia. Dicho de forma más contundente es un concepto infinito regido por seres finitos, o sea una incongruencia.

Si todos nos sentimos legitimados y que nuestras interpretaciones no se enfrentan frontalmente se puede decir que esa ley cumple su propósito pero si sucede lo contrario y que anima a la confrontación de legitimidades, entonces mejor es reconsiderarla y cambiarla.

Las leyes de un país no pueden ser inmutables porque si lo fueran acabarían completamente desfasadas con la realidad del momento. El que se aferra a su inalterabilidad es un freno a la evolución de pensamiento y de convivencia.

La legitimidad es un sentimiento porque se basa en lo que uno considera legal, haciendo más o menos abstracción de la ley como verdad única. Es un uso interpretativo de la ley que puede ser lícito o totalmente perverso, dependiendo de las motivaciones e interpretaciones de cada uno.

Nada nuevo bajo el sol. Lo que estamos viviendo en estos días en Catalunya es solo una triste copia de acontecimientos que sucedieron hace más de 2000 años.

A Jesús lo condenaron con la ley en la mano pero la legitimidad de aquellos que lo hicieron era nula y la interpretación de la ley era fraudulenta, manipulada con fines propios.

Cuando uno observa las leyes del antiguo testamento todas tenían su propósito basado en la sociedad en las que se regían. Pero cuando llego Jesús cambió las reglas del juego porque sabía que no éramos capaces de cumplir la ley y menos de interpretarla correctamente. El uso partidista era néctar para los fariseos quienes la tenían domesticada a su antojo.

Jesús nos hizo entender primero que si bien las leyes son y deben ser, lo que prima es el amor. Porque con amor las leyes se interpretan de forma muy diferente. Segundo, nos demostró por su comportamiento que solo Él está habilitado para cumplir y hacer las leyes. Que nosotros solo por gracia somos dignos de intentar cumplirlas.

En un momento en el que todos quieren apoderarse de la legalidad, a su capricho, deberíamos acordarnos de que la legitimidad no nace solo de la interpretación que hacemos sino de las motivaciones que nos impulsan y si estas están destinadas a deslegitimar los demás estamos errando en nuestro cometido, porque no somos quien para ello, por mucha razón que podamos o creamos tener.

Los fariseos eran maestros en la manipulación de las leyes, en la actualidad se llaman políticos pero son un mismo colectivo.

¿Por qué?

Porque se han olvidado de la esencia y del propósito de las leyes para hacer un uso partidario y partidista de sus conceptos. Todos alardean de su legitimidad pero cuando las analizamos una tras otra vemos que su propósito no es servir al pueblo sino servirse a sí mismos como sus maestros los fariseos.

Uno se pregunta cómo es posible que nadie irrumpa en este barrullo e intente poner cordura y sentido común. Pues porque todos están demasiado ocupados en defender su legalidad amparándose en su legitimidad cuando no tienen ni la una ni la otra. Nada nuevo bajo el sol.

El amor es lo único que puede cambiar esta situación. Llámenme iluso pero Jesús me ha enseñado que solo el amor triunfa de la iniquidad de aquellos que pretenden ser la ley. Lo hizo Jesús y triunfo del enemigo más poderoso del universo, el pecado y su príncipe de tinieblas. Nosotros tenemos que seguir sus pasos y clamar al mundo que nuestra legitimidad es el amor que nos impulsa hacia la única legalidad universal, la de Jesús.

Entonces se le acercaron los discípulos de Juan y le preguntaron: —¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? (Mateo 9:14)

Los fariseos, al verlo, le dijeron: —Tus discípulos hacen lo que no está permitido hacer en sábado.(Mateo 12:2)

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LA ÚNICA ESPERANZA VIVA

Cuanto más miro este mundo más veo como la esperanza huye de mí vera irremisiblemente.

En estos tiempos revueltos observamos como nuestra confianza, en los hombres, en nuestros dirigentes, en las instituciones, en la sociedad, es mermada por un sinfín de señales que destruyen cualquier anhelo que tengamos de solución.

Es como si aquellos de quien depende, consciente de ello, se empeñen a enrocarse en sus posiciones buscando la derrota y la humillación del otro.

Cuando escucho las noticias, me cuentan, según el medio, historias tan diferentes, por no decir opuestas de una misma situación que acabo dudando de todo, de todos hasta de mí mismo.

Me entristecen profundamente los actos de violencia perpetrados estos últimos días en una sociedad que se jacta de modernidad.

Me entristece ver ancianos y familias, con las manos alzadas, ser violentados como delincuentes y más todavía ver como aquellos que no comparten se alegran de tales hechos.

Me entristece ver como nuestros políticos están, por su comportamiento, alentando a la discordia entre pueblos.

Me entristece ver que el odio, poco a poco, está carcomiendo la concordia e imponiendo sus mejores armas: la intolerancia, el no respeto ajeno, la des-empatía, y la maldad.

Me entristece ver que nadie se atreve a romper esta dinámica con una propuesta de comunión de ideas versus enfrentamiento de opiniones, aceptando ceder para invitar al otro a que haga lo mismo.

Suena raro decir comunión de ideas y ceder cuando lo único que presenciamos es exactamente lo contrario. Parece como si fuera iluso, ingenuo, es más, para algunos, con exceso de testosterona mental, esto sería una señal de gran debilidad.

Y yo me pregunto ¿No hay esperanza, todo está sentenciado?

Todo lo que los hombres hacen, en su manos está de enmendarlo. Los cristianos lo llamamos arrepentimiento. No podemos luchar por unas ideas que están vacías de amor. No podemos defender aquello que menosprecia al otro. No podemos imponer lo que no compartimos, ni dejárnoslo imponer.

La única esperanza viva es Jesús y nuestra tercera vía es la suya, la del amor al prójimo.

Si nos insultan respondamos con abrazos, si nos menosprecian respondamos con cariño, si nos violentan mantengamos firmes nuestros brazos abiertos a los demás. Esto es lo que hizo Jesús y venció la muerte y el mal.

Debemos buscar puentes de concordia sobre valores comunes y el amor es el primero y la base de todo.

Yo, como todos, tengo amigos, familia que no piensan como yo y con quien peligra la relación. Esto no podemos permitirlo, debemos ser obra de unión y comunión, de acercamiento y cariño. Tenemos que ser rompedores de barreras de odio como nos lo ha enseñado nuestro Señor Jesucristo.

Nuestra única esperanza viva eres tu Señor, te rogamos no ayudes a ser dignos émulos tuyos en este desaguisado político social.

Estos días hemos sentido gritos de “a por ellos”, de nosotros depende que esto se transforme en “con ellos”. No me tratéis de iluso, Dios ha hecho milagros más grandes y como lo dice la escritura, la fe mueve montañas, hagamos que la nuestra sea lo suficientemente fuerte para que así sea. Oremos y obremos sin descanso para ello.

No me vale la excusa de que ellos pasan de nosotros. Estamos llamados a ser sal y luz y eso solo es necesario en situaciones insulsas y tenebrosas como las que estamos viviendo ahora, en Catalunya.

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos (1 Pedro 1:3)
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EL LABERINTO DE ESPEJOS

Me perdí en mi mirada de tanto contemplarme ensimismado. (Anónimo)



Lo peor que nos puede ocurrir es perder la perspectiva, de nuestra vida, de una situación, de lo que nos rodea. Y eso suele pasar a menudo cuando estamos demasiado ocupados en nosotros mismos, en lugar de mirar a nuestro alrededor.

Nos gustan tanto nuestras propias opiniones que si no se ven reflejadas en las de los demás perdemos interés por lo ajeno.

El mundo es como un laberinto de espejos en el que debemos escoger uno tras otro aquellos que nos permitan progresar hacia una salida airosa.

Algunos nos deforman haciéndonos creer que somos más grandes, más delgados y eso nos gusta porque alaga nuestro ego. Pero la verdad es cuando pasemos a un espejo fiel a la realidad, no a nuestra realidad, el desengaño será tremendo y nos daremos cuenta de que nos hemos alejado de la salida. Pueden ser personas o situaciones exitosas, o peor nuestra propia vanidad quien nos lleve a enaltecernos y, por ello, debemos cuidarnos mucho de no caer en las trampas que nos plantea nuestra propia condición.

Otros espejo nos afean, engordan, empequeñecen y eso puede amedrentarnos, acomplejarnos, derrotarnos. Pero la verdad es que cuando pasemos a un espejo fiel a la realidad, no a nuestra realidad, nos reencontraremos con quien somos, con nuestras cualidades y defectos sin juicio sobre ellos, reforzándonos como personas sin ensalzarnos y nos daremos cuenta que nos hemos alejado de la salida. Pueden ser fracasos, personas que nos quieren mal o peor todavía nuestra falta de confianza en un referente que nos dé ánimo y confianza en nosotros mismos y, por ello, debemos cuidarnos mucho de no caer en las trampas que nos plantea nuestra propia condición.

Estar en un laberinto de espejos nos plantea la gran paradoja de la vida: para ver no mires, confía.

Porque si miras en el laberinto de espejos de la vida sin saber en quién confiar, con toda seguridad, te perderás en él. Pero si sabes elegir en quién depositar toda tu vida, nunca más necesitaras ver para saber cuál es el camino correcto. Tu camino hacia la santidad y hacia la salvación. Porque si confías en Jesús Él será tu espejo fiel, quien te llevará a su lado y cuando mires a través de él veras quien debes ser para que, en obediencia, puedas seguir tu senda en confianza.

En los laberintos de espejos de la vida solo se pierden dos clases de personas: los que dudan de todo y los que todo lo saben. Los demás a través de su temor de Dios andan en confianza hacia Él.

¡Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza y no mira a los soberbios ni a los que se desvían tras la mentira! (Salmos 40:4)

Porque Jehová será tu confianza: él evitará que tu pie quede atrapado. (Proverbios 3:26)

En el temor de Jehová está la firme confianza, la esperanza para sus hijos. (Proverbios 14:26)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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Església Evangèlica La Gràcia de Déu
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