LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

domingo, 30 de diciembre de 2018

MI FAMILIA

La familia es un grupo de personas que tienen más puntos que los unen que puntos que los separan, y eso, poco o nada, tiene que ver con la sangre, más si precisa del amor sin el que ninguna relación fragua. (Anónimo)


Se dice que la familia no se elige, los amigos sí. Y yo digo por qué no empezamos a elegir nuestra familia para evitar que lo hagan por nosotros.



Dicen que hay familias de sangre o espirituales, pero en realidad la familia es única y es aquella que escogemos y nos abraza con su amor, el resto son uniones de conveniencia más o menos temporales. No nos engañemos las familias tienen vida propia y necesitan que las alimentemos para sobrevivir. El único mana que precisan es amor, aquel mismo del que carecemos tan a menudo.



Se dice que el amor no precisa de nada a cambio y es tan verdad como difícil aplicarlo porque no somos capaces de abstraernos de nuestras concupiscencias, pero la familia nos ayuda y nos recuerda el camino correcto porque en ella siempre encontraremos una mano tendida en ella.



Nacemos con una familia biológica y morimos con otra familia. Aquella misma que hemos construido o descubierto a lo largo de nuestra vida, la mía es la familia de Jesús que solo entiende por sangre, aquella que Él vertió para nuestra salvación. Es la familia del amor y del reino de Dios. Una familia en la que la Gracia nos arropa a todos aquellos que en ella entramos. Una familia que tiene un credo: el Padre nuestro, unos mandamientos, que nos ruega perdonar para ser perdonados, que tiene la Palabra como guía de enseñanza y sobre todo un Padre que es de todos, para todos y que quiere que vivir para siempre en nuestros corazones.



No busco la eternidad, no puedo imaginarme lo que significa de verdad, ¿Lo puede alguien? Busco vivir a lado de Jesús en presencia de nuestro Padre celestial, en familia y eso, llámese inmortalidad o llámese lo que cada uno quiera, es para mí la felicidad intemporal que anhelo. Esta es mi familia.



Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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jueves, 20 de diciembre de 2018

DE TIEMPOS

El presente es nuestro futuro pasado, el pasado nuestro presente futuro y el futuro nuestro pasado presente. Un juego de tiempo. (Anónimo)

Cuando somos jóvenes, todo es cuestión de futuro como si fuéramos conscientes del inconsciente colectivo que reclama la juventud. No hay sutilezas ni matices que valgan, hay buenos y malos, ricos y pobres, grandes y pequeños, solo blancos y negros, etc… El tiempo se desgrana lentamente como si se resistiera a nuestra voluntad de engullirlo. Algunos almacenan sus experiencias en el baúl de su conocimiento, otros repiten sus errores sin ganas de enmendarlos como si recrearse en ellos les diera legitimidad para quejarse de la vida y mantener su juventud indefinidamente.

Cuando nos llega la madurez, algunos aprendemos a disfrutar del presente sin necesidad de proyectarnos en el futuro, como si fuéramos conscientes de que la vida es una experiencia con futuro desconocido y pasado gastado, dejándonos el presente como mejor opción. Solemos utilizar a menudo la expresión “vivir el presente”, como si tuviéramos otra opción, pero la vida nos enseña que no hay nada para siempre, que el principio solo es el anuncio del final y que, si Dios quiere, estamos entre los dos y que dure. Aprendemos a vivir la vida en lugar de devorarla. Aprendemos a descubrir la escala de grises de todo lo que nos sucede. Aprendemos a relativizar lo subjetivo y a subjetivar lo relativo buscando el equilibrio. Aprendemos a ser padres, a ser hijos, a asumir responsabilidades. Aprendemos todo esto, ¡¡¡O NO!!!. Porque ejercemos nuestro libre albedrío tanto para la sabiduría como para la necedad.

Nos pasamos media vida queriendo ser adultos hasta que nos damos cuenta de que ya somos mayores. De que cuando subimos al autobús, algunos nos ofrecen su asiento y ¿cuál es nuestra primera reacción? La de rabia porque no queremos aceptar que ya somos lo que somos, personas con mucha juventud acumulada, tanto que nos pesan la piernas, los brazos, el cuerpo, el alma. Pasado el choque de nuestro desconcierto llega el disfrute de la madurez donde nos damos cuenta que necesitamos seguir aprendiendo de la vida y disfrutamos trasmitiendo nuestra experiencia a los jóvenes. Disfrutamos siendo abuelos, amigos, hermanos. Nos cansamos fácilmente como si el cuerpo quisiera recordarnos constantemente que ya no somos lo que éramos sino su consecuencia y toda consecuencia tiene sus efectos. Disfrutamos,¡¡¡ O NO!!! Porque hay quien pretende alargar su juventud hasta el final de sus días, deleitándose en la inmadurez de su vida. Hay quien transforma el disfrute en amargura tintándola de negro, angustiando sus emociones porque rehúsan aceptar su edad.

Una vida bien vivida no deja ganas de revivirla porque cada cosa tiene su momento y cada persona sus tiempos. Si algo nos enseña la vida es que todo tiene su razón de ser y que somos el resultado de todo aquello que nos ha pasado. Nuestra capacidad en saber aceptar tanto lo bueno como lo malo que nos ha sucedido nos enseña que Dios tiene un propósito para todos y cada uno de nosotros. Hay quien piensa que la vida está llena de casualidades. Los cristianos sabemos que no es así porque la providencia de Dios nunca es una casualidad si bien siempre una causalidad que nos lleva hacia Él.

1Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; 3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; 4 tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; 5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; 6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; 7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; 8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. (Eclesiastés 3:1-10)

Que Dios os bendiga, Alfons<><


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martes, 11 de diciembre de 2018

NATIVIDAD

El nacimiento es un acontecimiento igualitario pero si bien todos pasamos por el mismo trance al nacer no todos acabamos teniendo la misma transcendencia en este mundo. (Anónimo)

El nacimiento de un ser humano es la antesala de lo que sucederá en su vida y el sufrimiento que padecen tanto la madre como el hijo al hincharse sus pulmones, son el principio de un camino lleno de alegrías y penas, gozo y dolores, victorias y desengaños, salvación o condena eterna.

El nacimiento de Jesús cumple con este ritual como si el testimonio de la humanidad del Dios viviente sellara su primer acto en este mundo tal un niño más. Dios hecho humano.

Para el mundo la Navidad nos es la natividad, de hecho es tan verdad que Navidad se escribe con N mayúscula y natividad no. Cuando tendría que ser lo contrario. Porque el único acto MAYÚSCULO que sucedió fue el nacimiento de nuestro Señor y salvador. Poco importa la fecha exacta, si bien sabemos que no fue la noche del 24. Porque lo relevante es que con su llegada se avivó una esperanza sublime, se cumplió una promesa impensable e increíble para los hijos del pecado que somos, la redención y la salvación mediante el sacrificio de nuestro Señor Jesús.

Para el mundo la navidad son los regalos, a cuales más grandes, más ostentosos los unos que los otros. Muchos compran pensando en sí mismos más que en aquellos a quien destinan sus obsequios. La mayoría adoran al mismo dios, el dinero, y hacen de este periodo su máximo ceremonial. La mayoría sí pero no todos. Los hijos de Dios son conscientes de que no hay mejor regalo que Jesús. Que no hay dinero en todo el confín de este mundo para pagar su sacrificio por nosotros. Que lo único que nos pide es seguirlo en amor y obediencia a sus mandamientos.

Todos hacemos regalos y podemos sentirnos interpelados por estas palabras pero sí tuviéramos que escoger entre ofrecer la última iPad, el último coche, o la salvación de Jesús para aquellos que lo ignoran ya sean seres allegados o amigos, qué escogeríamos. La duda ofende pero seamos conscientes que solo ofende a los cristianos porque el resto siempre encontrará razones para obviar a Jesús.

No es casualidad que Jesús naciera pobre y como uno más. Tampoco es casualidad que sus seguidores ya lo estuvieran buscando, porque el mundo lo necesitaba, lo necesita y lo necesitara como el aire que respiramos.

Estos días que tendrían que ser de acercamiento y reverencia a lo que significa Jesús para el mundo es probablemente el momento en el que el mundo más se aleja de Él parodiando su llegada. Viviendo fastos paganos con tinte de idolatría.

Los cristianos deberíamos abolir la palabra navidad y restaurar con letras de oro la NATIVIDAD de Jesús. Existe la misma diferencia entre navidad y NATIVIDAD que entre fiesta y celebración, si bien la segunda apela a la conmemoración, cualquiera se apunta a la fiesta aunque no sepa de qué va, ¿no?

“7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” (Lucas 2:7)
Que Dios os bendiga, Alfons <><


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