LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

viernes, 26 de julio de 2019

EL ALFARERO

Dios crea, el hombre transforma. (Anónimo)

El hombre propone, Dios dispone. (Proverbios 16:1)


Definición RAE de crear: producir algo de la nada. Solo Dios lo puede. Y conscientes de ello, voluntaria o involuntariamente, los académicos añadieron: establecer, fundar, introducir por vez primera algo; hacerlo nacer o darle vida, en sentido figurado.

Es interesante observar como el ser humano dedica su razón de ser a querer obviar a Dios y esta segunda definición es una `prueba flagrante de ello. Pero consciente de su desvergonzada definición añade: “en sentido figurado”.

El hombre nunca crea nada, ni tan solo los niños que nacen obedecen a su obra. Son la consecuencia de la voluntad de Dios trasmitida por Adán y Eva desde generaciones. “Nos conoció antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4). La creación es obra única y perfecta de Dios.

Por ello cuando Dios nos quiere hacer entender su voluntad coge el ejemplo del alfarero, para que también comprendamos que solo somos torpes alfareros frente al Maestro supremo además de barro en sus manos. Del polvo venimos y en barro nos transformamos para que nos moldee su voluntad en cuerpos y almas de este mundo.

Lo bueno del alfarero es que una obra fallida no tiene por qué echarse a perder. Volviéndose barro el alfarero vuelve a diseñar la pieza hasta que le salga bien o deseche la materia prima que ya no da más de sí. Lo mismo pasa con nuestras vidas, con nuestros corazones. Tenemos una oportunidad tras otra para acabar siendo hijos de Dios, para conocer y entregarnos a Jesús. Para dejarnos moldear por sus preciosas manos. Pero no todos, o diría, pocos decidimos dar este paso. Porque si bien el barro parece el mismo, las vasijas difieren mucho las unas de las otras.

Dios, en su gran sabiduría, nos enseña a ser alfareros de nuestra prole y nos muestra las dificultades que nosotros le planteamos a Él mediante aquellas que nuestros hijos nos exponen a lo largo de sus vidas. Nada nuevo bajo el sol. Todos conocemos aquellos hermanos que siendo de misma cuna han desarrollado caracteres y talantes muy diferentes hacia el bien o hacia el mal. Los hijos pródigos, los buenos hijos, los no tan buenos….

Lo bonito de una vasija de barro es que pasa de ser arcilla sin valor a una obra de arte útil. Lo mismo nos pasa con nuestras vidas, de ser un proyecto a acumular años, experiencia y sabiduría o necedad. También depende de nosotros que seamos herramientas útiles en el plan de Dios.

Todos fuimos creados por Dios para cumplir su propósito. Por eso, el deleite de ser conscientes de ello hace de los cristianos seamos personas únicas y diferentes. Que no son del mundo pero que viven en el. Llamados a ser sal y luz en las tinieblas de la condición humana.

Y tal como una vasija flamante y preciosa anuncia a todos los cantos sus cualidades, nosotros debemos ser testimonios y ejemplos a seguir para la gloria de Dios. Amen

1Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2 Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. 3 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. 4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. 5 Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 6 ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. (Jeremías 18:1-6)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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miércoles, 24 de julio de 2019

ALEGRÍA

Demasiada alegría da poco entendimiento. (Anónimo)

Maestro y alumno se paseaban por el jardín de las curiosidades cuando el alumno preguntó:

- ¿Maestro es bueno ser alegre?

- La alegría es como el vino, en sí puede ser buena, o no, pero con toda seguridad en exceso es perjudicial.

- Yo pensaba que estar contento era bueno. No entiendo como una cosa buena puede ser nociva.

- Hay quien se alegra del infortunio de los demás, ¿crees que esa forma de contentamiento es buena?

- Hombre, dicho así suena mal.

- Tú lo has dicho joven y por desgracia esto suele pasar mucho en este mundo. Es como si la mejor forma de huir de nuestras penas sea alegrándonos de las de los demás. ¿Quién no se ha reído cuando ha visto alguien comerse una farola por descuido? Todos.

- Sí maestro pero es que eso es gracioso.

- Lo es para aquel que lo observa pero no para quien lo sufre, aparte del daño físico, el ridículo que padece también le es doloso.

- Vaya, no pensaba que era para tanto, Maestro.

- Y no lo es, no deja de ser una anécdota que nos permite expresar nuestra crueldad benigna de buen grado. Pero también es una expresión innata de la condición humana que nos afecta a todos.

- Pero la alegría no sería más una forma de ser. ¿No se dice de un hombre que siempre está contento que es alegre?

- Sí, pero también se dice lo mismo de aquel que es irresponsable o ligero de comportamiento.

- ¿Entonces la alegría no es un sentimiento bueno, Maestro?

- Como el vino según su cepa será amargo o agradecido al gusto, siempre y cuando lo bebamos con moderación, también la alegría según su nacimiento será de bendición o de maldición y siempre consumiéndola con prudencia. Es cosa sería saber a quién ofrecer su alegría para que esta sea bendecida.

- Ostras, Maestro, eso es muy duro, ¿no?

- Depende como lo miras. Yo, por ejemplo diría que es muy respetuoso y considerado saber orientar nuestros sentimientos hacia las enseñanzas de Jesús. Y Él nos pide muy a menudo en la Biblia que nos alegremos pero observarás que siempre apela al corazón para ello, no a la mente. Porque solo el corazón puede expresar amor ágape cuando es entregado al Señor.

- ¿Entonces debemos controlar nuestras alegrías, Maestro?

- El hombre es incapaz de controlar sus sentimientos, los padece o los orienta pero su condición siempre domina su mente.

- ¿Quiere eso decir que estamos condenados a tropezar siempre en esta piedra?

- Bueno es propio del hombre hacerlo pero también de intentar evitarlo y para eso Jesús nos ha dejado el Espíritu Santo en nosotros. Para que todo y que reincidamos nos percatemos de ello y vallamos mejorando en la senda de la santificación. Es la lucha constante que tenemos entre nuestra mente y nuestro corazón. Pero alegrase joven también es muy bueno ¿sabes?

- Usted dirá, Maestro, porque después de lo que acaba de decirme no veo muchas posibilidades para ello.

- Hay que saber escoger el vino para disfrutar de él, lo mismo pasa con la alegría, hay que saber alegrarse con toda nuestra alma de aquello que está bendecido por Dios.

- ¿Como qué?

- El bien genuino de los demás, las bendiciones de Dios, la providencia con la que nos cuida. Y si me apuras también las pruebas con las que nos moldea. Alegrarse del bien de Dios nunca es erróneo, el bien de los hombres es mucho más sospechoso. La alegría del Señor que cae sobre nosotros nos da fuerza viva para resistir a las tinieblas de este mundo.

- Empiezo a entenderlo, Maestro, creo que sere más comedido a partir de ahora a la hora de alegrarme.

- Lo dudo, joven, yo no lo he conseguido. Pero eso sí no he cesado, ni cesaré de intentarlo….

Y continuaron su paseo y la conversación.

Entraré al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo; Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío. (Salmo 43:4)
La necedad es alegría al falto de entendimiento; Mas el hombre entendido endereza sus pasos. (Proverbios 15:21)
Sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. (1 Pedro 4:13)

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sábado, 20 de julio de 2019

RUMBO

El mástil de mi vida se derribo dejándome sin rumbo ni dirección. (Anónimo)

La pregunta es: ¿Quién es la brújula y el mástil de nuestra vida?

Es muy fácil perder el rumbo cuando navegamos, tan solo un momento de inatención y todo cambia sin parecerlo porque en alta mar solo vemos olas, olas y olas y en el mundo, tentaciones, tentaciones, tentaciones.

Nuestros ancianos tenían el sol, la luna y las estrellas como referencia ¿Y nosotros a quién tenemos como referencia? Hoy en día casi nadie, salvo algunos marineros, sabe todavía guiarse por los astros. Ahora tenemos el GPS, ya no hace falta pensar, observar, creer. Ahora obedecemos a una maquina que es capaz de hacernos dar una vuelta enorme sin que nos percatemos de ello. Lo mismo pasa con nuestras vidas, la sociedad es nuestro GPS, el mundo su mapa.

Las personas que más seguridad manifiestan son de 2 calados; las que lo hacen porque quieren mostrar su firmeza y las que emanan seguridad sin clamarla. Los primeros son gente insegura intentando convencerse a sí mismo y a los demás. Los segundos un ejemplo vivo de paradoja: si te sabes débil eres más fuerte sin necesidad de mostrarlo.

Todos necesitamos referencias hasta aquel mismo que las niega, las precisa para poder auto convencerse.

El rumbo no es otra cosa romper ola tras ola en el crucero de nuestra vida. Sabemos dónde estamos, creemos saber dónde vamos y no sabemos dónde llegaremos y menos cuando.

Pero el crucero se puede transformar en una pesadilla, se nos puede romper el mástil y dejarnos a la deriva. Podemos tener tantas vías de agua que achicarlas solo retardaría un poco lo ineluctable. O podemos confiar en Dios y dejar a Jesús la comandancia de nuestra alma. Eso sí que es de sabios y entendidos. ¿Por qué hay tan pocos?

Las cosas más seguras que puede tener uno en su vida son aquellas que ha sabido construir con la suma de sus dudas vencidas. No son aquellas que afirmamos con más rotundidad sino con más conocimiento. De estas cosas está plagado nuestro rumbo: victoria tras derrota, victoria tras derrota.

Un hombre sin rumbo es como una veleta sin referencia, no sirve de nada y no sirve a nadie.

Los propósitos de nuestra vida suelen marcar su rumbo, eso si somos capaces de perseguirlos hasta el final. De lo contrario solo son buenas intenciones frustradas que confunden nuestro rumbo.

Si ponemos la mirada en Jesús, nuestro rumbo está trazado……por Él y para Dios nuestro Padre Celestial.

Si surcáramos los mares de las almas perdidas veríamos que está abarrotado de seres sin rumbo ni dirección, sin Dios.

Es increíble como los hombres ponen tanto ahínco en negar a Dios y tanta voluntad en condenarse a ellos mismos. Cuando observas estos comportamientos, ves a primera vista que están perdidos y sin rumbo y cuanto más asertivos son, más dudas tienen. Todo lo contrario del cristiano que cuanto más temor de Dios tiene más confianza le da Jesús.

7 Como valientes correrán, como hombres de guerra subirán el muro; cada cual marchará por su camino, y no torcerá su rumbo. (Joel 2:7)

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Hebreos: 12:1.2)

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miércoles, 17 de julio de 2019

AVERGONZARSE

Hace tiempo que perdí la vergüenza, por méritos propios, aquellos mismos que me arrebataron mi dignidad. (Anónimo)

Todos tenemos algo de que avergonzarnos. Más que algo yo diría bastantes cosas pero ¿somos conscientes de ello?

También es verdad que todos tenemos algunas cosas de las que no sentir vergüenza, es más de las que nos deberíamos sentir orgullosos pero ¿somos conscientes de ello?

Y para acabar, pero no menos cierto, donde sobresalimos es en nuestra capacidad de avergonzar a los demás con nuestros comportamientos pero ¿somos conscientes de ello?

La vergüenza es un sentimiento que rige muchos comportamientos, tanto su presencia como su ausencia. Es como la prueba del algodón, no deja dudas tras su paso, nos cualifica a cada uno de nosotros.

Se dice de un sinvergüenza que su descaro no tiene límites. A menudo su principal arma es la lengua y la falta de humildad que le acompaña. Él es único que parece no ser consciente del atropello que acomete contra la decencia.

Avergonzarse es como el dolor, es un indicador de que nuestra salud, en este caso mental y/o espiritual, está siendo atacada. Y de la misma forma que una herida deja su hinchazón, la vergüenza provoca, a menudo, el sonrojo de nuestra expresión.

El dolor no siempre es malo, la vergüenza tampoco. Suele ayudarnos a sanarnos si somos capaces de remediarla con los medicamentos adecuados. Estos suelen ser la honradez, la reparación, el saber asumir sus actos y pensamientos.

Pero la vergüenza tiene sus riesgos y uno de ellos es sentirla cuando no toca, y eso sí que es vergonzante. En estos casos impera el miedo, nuestra cobardía como la que tuvo Pedro cuando negó a Jesús 3 veces.

¿Y tú y yo, cuántas veces hemos negado a Jesús? De eso sí que me avergüenzo.

Estamos llamados a ser luz y sal en este mundo de vergüenzas y sinvergüenzas pero solo podremos serlo si actuamos con dignidad, con honra y con humildad, antídotos de aquello que amedrenta los corazones.

Hay que saber ubicar la vergüenza en nuestras vidas porque, lo queramos o no, es parte ineludible de ella. Pasaremos momentos en los que la sentiremos justificada e injustificadamente, nada nuevo bajo el sol, pero lo más importante, como Pedro, es saber arrepentirse y no negar lo evidente.

Una gran prueba de madurez es ser capaces de reconocer nuestras vergüenzas. Eso nos ayuda a evitar repetir el mismo pecado, pero no siempre lo conseguimos. Por ello es bueno que este sentimiento esté presente en nuestras vidas, como alerta constante.

El Espíritu Santo que mora en nosotros suele provocarnos a menudo este sentimiento. Como recordatorio de que un hijo de Dios debe ser digno de serlo y que nuestras iniquidades son un freno hacia el camino de santidad.

31 Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas. 32 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. 33 Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. 34 Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. (Mateo 26:31-34)

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. (Romanos 1:16)


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martes, 16 de julio de 2019

RELATIVIDAD

Todo es relativo, salvo mis relativos que son absolutistas, que no absolutos. (Anónimo)

Contrariamente a lo que es de dominio público Albert Einstein nunca dijo esta famosa frase de que “todo es relativo”. Es más en su teoría de la relatividad afirma que “hay cosas absolutas en el mundo pero son difíciles de encontrar”.

La RAE define relativo como “que guarda relación con alguien o con algo”, “que no es absoluto”.

Podría aplicarse al ser humano y podríamos decir que es relativo ya que intenta guardar relaciones con los demás, con más o menos torpeza pero lo intenta, y que no es absoluto, yo diría más bien que manifiesta absolutismo en su comportamiento.

El paso de los años en nuestras vidas nos enseña que las cosas que vivimos tienen muchas caras y que no siempre miramos la buena, o que ni tan solo consideremos que pueda haber otras que la nuestra.

Nuestros gustos van cambiando o moldeándose a nuestras vivencias. Nuestra mente también y es fácil ver aquellos que han sabido adaptarse a la realidad andante de sus vidas, de aquellos que se empecinan en rehusar la evolución que les ha golpeado de una u otra forma. Pueden ser tribulaciones, es lo que más nos golpea, pero también pueden ser satisfacciones y alegrías de todo tipo.

Se suele decir que la mirada es el espejo del alma y si bien opino que es una declaración bastante atrevida, sí creo que es el espejo de cómo hemos saboreado nuestra vida. Ya sea con amargura o con dulzura.

Si nos paramos a mirar con detenimiento nuestros allegados, podremos distinguir estos rastros en forma de pliegues o tersuras que esculpen sus caras tanto como la nuestra. Si hemos resuelto nuestra vida con amor nos dibujaran una expresión que lo irradie, de lo contrario cada marca será como una cicatriz que desdibujará nuestra expresión hacia la aflicción. Existe una relación estrecha e imborrable entre nuestra experiencia y las huellas que deja en nosotros.

Yo sueño con tener, de mayor una expresión dulce, pero ya tengo mucha juventud acumulada y la verdad no se decir si lo he conseguido.

Pero si de reflejar mi vida se trata, conocer a Dios me hizo un lifting rejuvenecedor del 100%.

He experimentado el concepto de la relatividad en su máxima expresión en la felicidad. De joven buscaba ser feliz, era para mí un objetivo fundamental de la vida, absoluto. Dios me ha mostrado el camino y poco a poco ha transformado mi forma de vivir la felicidad. Ya no es un concepto absoluto hacia mi persona porque Él me ha enseñado a vivir las pruebas como una bendición y las alegrías como pruebas. Perfeccionándome a cada paso de mi senda hacia la santificación.

Y lo más importante, ha hecho que el amor Cristocentrico sea mi credo y ese amor se complace más de la felicidad de los demás que de la de uno mismo. Esto fue para mí un gran descubrimiento cuan me di cuenta de que gozaba muchos más, y con profundo deleite, de los momentos de felicidad de mis hijos que de los míos propios. Es una lección que Dios me ha dado a través de Jesús, una enseñanza magistral que nos muestra cómo Él nos ha amado, nos ama y nos amará por los siglos de los siglos.

En este mundo todo es relativo hasta que de Dios se trata, entonces vemos la magnificencia, la pureza, la bondad, la gracia con la que nos obsequia y nos sentimos pequeñitos, pequeñitos, pequeñitos pero amados gigantescamente, sin límites y eso sí que no es relativo, es absolutamente perfecto, incondicional.

15 Todos los de Judá se alegraron de este juramento; porque de todo su corazón lo juraban, y de toda su voluntad lo buscaban, y fue hallado de ellos; y Jehová les dio paz por todas partes. (2 Crónicas 15:15)

7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. (1 Juan 4:7-8)


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lunes, 15 de julio de 2019

ATEÍSMO

No hay nada más irracional que el ateísmo. Bueno sí, el hombre que lo abandera. (Anónimo)

En un mundo en el que se privilegia la lógica, el pragmatismo, los conocimientos es muy curioso ver que muchos de aquellos que se distinguen en tales aptitudes las magnifican manifestando su ateísmo. Como si negar a Dios les engrandeciera.

Pero ¿cómo unas mentes racionales pueden obviar como mínimo la posibilidad de que seamos fruto de un creador? Les es más conveniente pensar que somos frutos del azar, de la casualidad cósmica, de…

Prefieren elegir una incerteza tranquilizante a una certeza inquietante para ellos.

Cuando nos paramos a pensar en las motivaciones que animan a los hombres con cordura siempre pensamos en el sentido común, en la apertura de mente, que también de espíritu. Son el contrapunto de todos aquellos que manifiestan totalitarismo en sus convicciones. Aceptan sus límites deseosos de extenderlos. La fe no es para ellos un reto sino el camino de sobrepasar su condición finita entregándose a Dios.

No se puede rechazar una cosa por principio si nos es que lo que pretendemos es negar su finalidad.

Esto es tan verdad que los grandes avances del hombre siempre han estado motivados por el deseo de saber, de conocer, de descubrir más allá de nuestras capacidades.

El hombre ha aprendido a experimentar para aprender y la ciencia, toda ella, se fundamenta en este principio. Solo existe aquello que se puede experimentar y repetir, lo demás queda por demostrar.

Como ser finito el hombre solo es capaz de concebir leyes y reglas finitas y basar sus conocimientos en base a ellas. Bueno, cuando de ciencia se trata es, hasta cierto punto, verdad pero cuando se trata del espíritu y del alma las cosas se complican porque en estas materias no se puede experimentar científicamente. Aquí las leyes de Newton, Einstein y otros no nos sirven de nada. Los investigadores más avanzados o los laboratorios más especializados no pueden darnos respuestas porque en estas materias lo finito se mezcla con lo infinito y eso aporta confusión a cualquier mente científica, acostumbrada que está a teoremas, axiomas o leyes.

El ateísmo arranca desde un principio de postulado correcto para finalizar con una conclusión tan errónea como su incapacidad de aceptar lo inaceptable. Propio de corazones capados de fe.

Dicho de otra forma rechazar la posibilidad de que Dios exista es correcto, porque Dios no se enmarca dentro de lo finito por lo cual no existe, es. Es esencia, es infinito, es amor. Y todo eso no se puede medir.

El ateísmo no puede ser la alternativa a la fe, a aquello que no estamos capacitados para entender pero sí para aceptar. La fe no es ningún concepto científico. No se aprende, no se demuestra, es un don de Dios para capacitar los hombres en aquello que los supera confiando en nuestro Padre celestial. No exige conocimientos pero si confianza total.

El hombre es tan orgulloso que pedirle que admita que algo le supera es como decir que está incapacitado para aceptarlo. Desde el principio de los tiempos nos creemos dioses y no aceptamos que las cosas nos superen. Preferimos apelar a la suerte, el azar o los extraterrestres que a un Creador de nuestras vidas. ¿Por qué? Habría muchas respuestas a esta pregunta pero creo que la más sencilla es por nuestra condición humana. Porque no nos gusta admitir que no todo lo controlamos y de que solo somos un grano de arena en el océano de la creación.

La paradoja más absurda que conozco es la que obliga los hombres a creer que no creen.

Pero está tan extendida en este mundo que ha pasado a ser su paradigma. Pero bueno por mucho que se defiendan de ello en algo creen aunque que sea en su propia concupiscencia. Nada nuevo bajo el sol.

20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. 21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 22 Profesando ser sabios, se hicieron necios (Romanos 1:20-22)

14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (1 Corintios 2:14)




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martes, 9 de julio de 2019

GLORIA

La gloria es majestuosidad de Dios y un paso en falso del hombre. (Anónimo)

Hay palabras que tendrían que tener su uso restringido exclusivamente a quién puede soportarlas y si de gloria hablamos, por el bien de los hombres, solo Dios debería ser objeto de ella.

Pero desde Adán y Eva estamos constantemente intentando atribuirnos lo divino pretendiendo ser iguales a Dios. Se llama pecado original, yo le añadiría sempiterno porque no cesamos en él con nuestras irreverencias, con nuestra voluntad de jugar a ser dioses en un mundo que solo lo necesita a Él como único Dios.

Cuando un atleta, un militar, o cualquier hombre que se propone un gran reto lo consigue se le atribuye la gloria y los honores. También es verdad que con el paso del tiempo estas reverencias desaparecen y son sustituidas por otros valedores de ellas o ¿quién se acuerda del primer vencedor de los 100 metros lisos de los juegos olímpicos? Todavía tenemos en la mente Usain Bolt o Car Lewis pero ¿alguien se acuerda y le rinde todavía la gloria y los honores a Tom Burke? Fue el primer ganador en Atenas 1896 pero su gloria fue como todas la glorias humanas, efímera.

¿Qué daría yo por un momento de gloria?

Antes de conocer a Dios hubiese dado todo por esos preciosos instantes en mi vida. Y con el paso del tiempo habría sido el único en recordarme de ellos siendo el pesado de siempre que solo vive en su pasado.

Ahora que he aceptado a Jesús como mi Señor y salvador rehúyo de la gloria de los hombres, no que pueda pensar que me merezco alguna, no. Evito la tentación de caer en ella que no es lo mismo porque nuestra condición nos lleva a buscar la gloria humana. Orgullo y vanidad nos incitan a ello. No necesita ser vistosa para toda la humanidad porque somos capaces de vanagloriarnos de cualquier cosa. Lo que más me ayuda para evitar mi propia concupiscencia es pensar en Jesús y en la magnificencia de Dios a quien solo debo rendir gloria, honra y honor. Sé que seré (no que viviré, eso es de mortales) a su lado por la eternidad rodeado de su gloria. ¿Qué más puedo pedir?

Cuando veo políticos, deportistas, líderes de comunidades, incluso cristianos que buscan su gloria por encima de la de Dios me entristece el corazón por ellos pero así es el mundo. La condición humana es pecado en su esencia cuando trata de ensalzar al hombre. Lo vuelve ciego, necio, ambicioso en una sola palabra lo vuelve feo a la mirada de cualquiera que ama verdaderamente a Dios.

Que reconfortante es rendir honra, gloria y honor a nuestro Padre celestial. Deberíamos hacerlo cada día de nuestra vida en esta tierra porque nos recuerda que solo Él es digno de tales honores. En Él descansa mi mente, mi espíritu, mi alma. A su amparo me cobijo en este antro de terror y horror que es la tierra. Solo así puedo sobrevivir y decir que vivo en este mundo pero que no soy de este mundo. Amen

20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén. (Efesios 3:20-21)

Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. (1 Timoteo 17)


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domingo, 7 de julio de 2019

MÉRITOS

“Lo más importante del deporte no es ganar, sino participar, porque lo esencial en la vida no es el éxito, sino esforzarse por conseguirlo.” (Barón Pierre de Coubertin)

Los méritos van más de castigos que de premios en el común de los mortales.

Los méritos son siempre una causa, nunca un efecto por ello el hombre erra tanto en conseguirlos.

Los méritos pueden ser concesiones fruto de nuestros esfuerzos, pero también pueden transformarse en esfuerzos fruto de nuestras concesiones. Depende de aquello a lo que pretendamos llegar y de cómo, siempre que sea por una buena causa.

Los premios son la zanahoria que a menudo nos motiva para ser merecedor de meritos cuando deberían ser irrelevantes. Pues si solo uno puede ganar, ¿quiere decir eso que todos los demás son unos perdedores? Si así fuera siempre competiría solo el mejor. Ah, bueno es que algunos le retan su dominio porque piensan que pueden ganarle. Aquí es donde empieza la competición del mundo. Porque la de aquel que sabe que esto es vanidad de vanidades, la de aquel, será de competir contra el mismo intentando superarse y en esa competición no hay vencedores y vencidos sino participantes como lo dijo P. de Coubertin, católico casado con una protestante. No hay casualidades en la vida sino causalidades.

Nuestros méritos frente a Dios son como un grano de arena en la madre de todos los desiertos. Nunca llegaremos a nuestro Padre por ellos, solo por los de Jesús somos dignos de ser considerados hijos de Dios.

La respuesta de Dios a nuestros méritos es su Gracia. Barre todo lo que hemos sido, somos y seremos para limpiarlo con su misericordia y ofrecernos un corazón impoluto para vida eterna.

La salvación solo es por la Gracia de Dios mediante el Espíritu Santo que mora en nosotros para buenas obras. Y en ningún caso se puede alterar el orden de los factores, cosa que muchos hacen. Nunca conseguiremos la Gracia de Dios por nuestras obras. Nunca haremos que el Espíritu Santo more en nosotros por nuestras obras. Nunca.

Pero si buscamos a Jesús, le entregamos nuestro corazón y lo reconocemos como nuestro Señor y Salvador, entonces la Gracia de Dios nos arropara con toda su esplendor y seremos salvos al amparo del Espíritu Santo, nunca por méritos propios.

El hombre secular es tan orgulloso, tan vanidoso que la mera posibilidad de pensar que su salvación depende de alguien que no sea él, le es intolerable.

La humidad es una actitud que forja los corazones y los moldea en la horma de amor de nuestro Señor Jesús.

Podemos pasarnos toda la vida intentando conseguir méritos y acabar en la más grande desolación y tristeza de nuestra concupiscencia. O podemos entregarnos a Jesús, esforzándonos en sus enseñanzas, buscando su presencia en todo aquello que hagamos y acabar nuestra vida en el descanso de su amparo y protección. ¿Cuál de estos méritos es el que realmente nos llenará de gozo? Es tan sencillo y tan complicado como eso.

4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. (Tito 3:4-7)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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viernes, 5 de julio de 2019

EL PRESENTE OLVIDADO

Solo los muertos no tienen memoria (Anónimo)


El hombre tiene una capacidad para olvidar que hace que repita sempiternamente los mismos errores.

El olvido es al aprender lo que el agua al fuego, al fuego de sabiduría claro está.

En el colegio tener memoria nos da la capacidad de aprender y los buenos de los malos alumnos se diferencian por aquellos que han puesto en saco roto las enseñanzas que han recibido. El problema es que no todos tenemos la misma capacidad de retentiva y esta, además, evoluciona hacia la degradación con la carga de los años.

¿Debemos ser valorados por nuestros pares en base a nuestra capacidad de resistir al olvido?

¿O deberíamos ser considerados en función de nuestras aptitudes para sacar provecho de lo que nos queda en mente, aunque sea menor que los grandes eruditos?

El único momento en el que no tenemos escusa para olvidar, y que suele ser el más perjudicado por esta tendencia de nuestra mente, es el presente. Es excusa de mal pagador ampararse en nuestra desmemoria para justificar lo que suele ser un acto voluntario pecaminoso.

Muchas veces confundimos el olvido con el descuido y si bien el primero exige acordarse, el secundo obvia la memoria ya que no ponemos interés en que esté alimentada por ello.

Es interesante observar que Dios manifiesta su voluntad de no acordarse de nuestros pecados, no de olvidarlos. ¿Y por qué? La verdad es que solo Él lo sabe por eso Él es Dios y nosotros simples mortales. Solo sé ver la peculiaridad de esta diferencia, no me atrevería a valorarla.

La vejez nos inclina cada vez más a un recordatorio constante de nuestro pasado y lo más curioso es que a cuantos más años menos retentiva, nada nuevo bajo el sol.

No por declarar que no nos acordamos hemos olvidado lo ocurrido. Puede ser una amnesia voluntaria y con alevosía o un descuido involuntario honesto. Puede ser fruto de la carga de los años, pero nuestra mente es como una caja fuerte que almacena todas nuestras vivencias, lo que pasa es que a veces nos olvidamos de la combinación para abrirla.

La mejor forma de olvidar es recordando con toda sinceridad lo ocurrido y hacer que nunca lo arrinconemos en el baúl de nuestra desidia porque, sino, acabaría alcanzándonos de nuevo.

Por todo ello es aconsejable reposar en aquel que nos conoce desde antes de que fuera creado este mundo, nuestro Señor y Salvador Jesús. Él, sí que tiene todo nuestro pasado, presente y futuro en sí mismo. No hay posibilidad de fuga de nuestras vidas en su seno y eso sí que es un gran descanso.

4 Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido. (Isaías 12:4)

Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. (Eclesiastés 9:5)

»Yo, yo soy quien borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. (Isaías 43:25)

Que Dios os bendiga, Alfons <><


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jueves, 4 de julio de 2019

EL HOMBRE DESLENGUADO

No hay mal que por lengua no empiece. (Anónimo)

La lengua es un órgano muscular que es capaz de moverse más rápido que nuestros pensamientos provocando estragos en los demás que a menudo lamentamos aunque sea demasiado tarde.

En una conversación acalorada la lengua es lo primero que se calienta y nos enseña tanto a nosotros mismos como a los demás lo más profundo de nuestras desvergüenzas.

La velocidad de nuestra lengua está directamente relacionada con nuestra aptitud a la sabiduría. Cuanto más lenta de reacción sea, más rápida será nuestra capacidad de aprender a ser sabios.

El que nunca a pecado de lengua es un mentiroso, primero consigo mismo y con toda seguridad con los demás.

La edad y la experiencia nos enseñan (no a todos) a callar cuando más queremos hablar. Porque hemos aprendido que el silencio habla más que mil palabras además de darnos la oportunidad de escuchar al otro.

Hoy en día confundimos, a menudo, un buen predicador con un gran parlanchín. Medimos sus capacidades en base al éxito que tiene de reunir a grandes muchedumbres. Grave error porque confundimos calidad y cantidad, No por ser muchos los llamados serán muchos los elegidos nos enseña Jesús.

El gran y verdadero orador no hace uso de su lengua para seducir sino de su buen ejemplo para enseñar. De esos hay muy pocos y no suelen estar en Youtube o Facebook o en grandes y multitudinarias concentraciones, no. Suelen estar cerca de cada cual a quién predican con amor y bondad, no con solemnidad inculpatoria.

Hay más hombres deslenguados que mudos y eso es una pena porque les iría bien una cura de silencio a esos tenores de la verborrea.

El silencio le da todo el sentido al sonido porque sin él no sabríamos que existe. Lo mismo pasa con el lenguaje, sin silencios, lo que decimos se transforma en una diatriba constante porque el respeto siempre pasa por escuchar a los demás y eso nunca sucede mientras hablamos.

Jesús, nuestro Maestro, tuvo en su vida grandes momentos de silencio que aprovechó para la oración y el recogimiento.

Cuando uno hace silencio no solo le da descanso a lengua, también le da la oportunidad a su mente de pensar sin presión. La meditación es oportunidad de oración para los creyentes y relajación para los incrédulos pero en los dos casos, descanso de la lengua.

Cuando los soldados van a la guerra se cargan de sus mejores y más mortíferas armas ignorando que la más dañina de todas es la lengua.

El hombre deslenguado es un necio que maltrata tanto a su lengua como a los demás. Por desgracia es una especie en fase de crecimiento letal.

Aprendamos de Jesús y de sus enseñanzas y pidámosle al Espíritu Santo que controle nuestra lengua porque nosotros no estamos a la altura para dominarla.

11 El hombre deslenguado no será firme en la tierra; El mal cazará al hombre injusto para derribarle. (Salmo 140:11)
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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martes, 2 de julio de 2019

BUENAS INTENCIONES

Quienes separamos las buenas intenciones de la realidad somos nosotros mismos. (Anónimo)
Cada principio de año la mayoría de las personas, como si de una obligación se tratara, hacemos o nos hacemos una proclama de propósitos a cumplir para este nuevo número del calendario.

A cada día que pasa van cayendo, como las hojas de otoño, todas las intenciones que pusimos en nuestra mente en aquel momento que pretendíamos resolutivo.

¿Por qué?

Por falta de voluntad, por falta de interés, por ambos. Seguro que aquellos que se propusieron dejar de fumar, de jugar, de adelgazar, y tantos planes más ambiciosos los unos que los otros nos reconocemos en esta situación.

¿Y qué es de aquellos que se han propuesto acercarse más al Señor? Por desgracia, no suele haber diferencias notorias con las demás resoluciones. Salvo que, Dios intervenga en nuestras vidas y nos enfrente a nosotros mismos. Entonces las cosas cambian porque somos hijos del pecado y solo lo puro puede enmendar nuestra condición.

Se podría decir que todos cristianos tenemos buenas intenciones pero ¿cuántos de nosotros son realmente capaces de cumplirlas? Es muy difícil resistir a la tentación y ser baluarte y roca como lo fue Jesús. Difícil, no, imposible.

Entonces ¿debemos renunciar a nuestras buenas intenciones?

No, clara y rotundamente, no. Nuestro deber de obediencia a Dios nos compromete, nos obliga a intentarlo. Él sabe mejor que ninguno de nosotros de lo que somos capaces y pondrá en nuestro camino piedras de edificación que nos ayudaran en la senda de santidad hacia la que debe ir nuestra vida.

La pregunta entonces es ¿A qué propósitos debemos comprometernos que podamos tan solo intentar o cumplir aunque sea mínimamente?

Esta sí que es la pregunta clave y para ello hay que pasar por una pregunta previa el “cómo”. Porque el cómo nos ayudará a encontrar el “qué”, de una forma natural y espiritual, que es lo que espera Dios de nosotros.

Para ello hay que descartar todo aquello que en nuestro ser pueda ser materia de corrupción o de perversión. Estoy hablando de nuestra mente. Los buenos propósitos nunca provienen de nuestra mente solo son buenas intenciones abocadas al fracaso. Si somos conscientes de ello buscaremos en nuestro ser aquello con lo que Jesús nos ha dotado para serle fiel y seguirle, el Espíritu Santo que mora en nosotros y que alimenta nuestro corazón de agua de vida eterna.

Los pensamientos justos del ser humano solo pueden emanar de la armonía de lo divino que mora en él, el resto solo se transformará en pensamientos disonantes fuentes de la cacofonía de nuestra condición.

Si somos conscientes de ello a la hora de buscar nuevos propósitos lo primero que haremos es buscar a Jesús y pedirle que el Espíritu Santo nos bendiga con su sabiduría y nos enseñe el camino a seguir. Seguro que tendremos menos objetivos pero que serán una garantía de que nuestras buenas intenciones se transformen intenciones buenas.

Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios. (1 Corintios 4:5)

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. (Hebreos 4:12)


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lunes, 1 de julio de 2019

AUTOESTIMA

El amor fuera de Dios es más destructivo que reparador. (Anónimo)

La Biblia nos dice “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, no nos dice te amarás a ti mismo y amarás a tu prójimo.

¿Por qué hay esta vinculación entre nuestra autoestima y el amor que expresamos a los demás? O podríamos decir que más que un vinculo es una condición “sine qua non”, “sin la cual no” puede haber autoestima.

En nuestro mundo de hoy hemos hecho de la autoestima una condición básica del bien estar de la persona y de hecho gran parte de las depresiones de modernas empiezan por una decaída y desaparición de la autoestima. Es verdad que es un síntoma de enfermedad de la mente pero a las horas de averiguar las causas de esta pérdida de aprecio hacia uno mismo, los hombres erran en diagnostico.

No soy psicólogo y menos psiquiatra pero Dios me ha dotado de un cierto sentido común y este me hace pensar, sentir, que los parámetros de valoración son incorrectos cuando intentamos disociar el amor hacia uno mismo del amor a los demás.

Por ello no es casualidad pero sí debe ser causalidad que amemos a los demás como a nosotros mismos.

Es más creo, porque así me lo enseña la Palabra de Dios, que la mejor, por no decir la única forma, de poder amarse a uno mismo es amando a los demás. La autoestima debe ser una consecuencia y no un objetivo.

La autoestima bien entendida nunca es objeto ni de especulación, ni de valoración por parte de quien la experimenta porque está más allá de su voluntad y de su capacidad de provocarla. Es algo que se vive como el resultado de un amor ágape profesado hacia los demás sin restricciones.

No es lo mismo sentirse bien, que contento de sí mismo. Ambos conceptos parecen tener un sentido idéntico pero hay una diferencia fundamental entre ellos. En el primer sentimiento no valoramos lo que hemos hecho, lo disfrutamos porque de Dios es el juzgar. En el segundo sí lo valoramos y nos atribuimos la potestad de juzgar nuestro propio comportamiento y esto suele ser muy a menudo el principio de la vanidad.

El amor es un sentimiento y como todos los sentimientos puestos en manos de los hombres tiene sus luces y sombras porque tenemos el don de mancillar todo lo que tocamos. Por ello es muy importante siempre volver a la fuente, al origen de este flujo de afecto, de apego, de conmiseración, de tantas cosas a la cual más dulce y bondadosa. Esta fuente es Dios. Nacemos de su amor, por su amor, para su amor. Sin Él la palabra amor pierde todo su sentido para caer en las absurdidades del hombre y su mundo decadente.

Hay tanta gente ocupada en amarse a sí misma que no saben lo que es amar a los demás, y eso es terrible porque hace que el mundo sea lo que es, un infierno de egoísmo y vanidad.

Siempre y cuando amemos a los demás como Jesús nos enseñó con su ejemplo, nunca tendremos que preocuparnos de tener autoestima porque ya estará en la cúspide de nuestro corazón alegrándonos sin necesidad de reivindicarla, solo disfrutando de sus efectos.

3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Romanos 12:3)

30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. (Marcos 12:30-31)

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