LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 27 de febrero de 2018

24 HORAS

En este mundo, todo lo que tiene un principio tiene un fin y entre ambos transcurre el tiempo, nuestro tiempo. (Anónimo)

Contrariamente a lo que muchos piensan la eternidad no significa para mucho tiempo sino la desaparición del tiempo. (Anónimo)


Existe una gran diferencia entre perpetuidad y eternidad, el tiempo. Ese mismo que transcurre en la primera y está ausente en la segunda

El tiempo es una dimensión indomable para el hombre por mucho que se empeñe en querer viajar en él. Solo somos capaces de malgastarlo.

El tiempo transcurre a pesar de nuestra voluntad, es el mismo para todos pero no todos sabemos hacer buen uso de él.

No tengo tiempo, o debería decir no conozco mis prioridades. Determinar lo importante de lo baladí hace que las 24 horas de nuestro día sean de provecho o de desperdicio. Marcan la diferencia entre el necio y el sabio en el uso de su vida.

El tiempo marca la diferencia entre lo finito y lo infinito, entre el hombre y Dios. Para el hombre el tiempo es el vehículo que lo lleva inexorablemente hacia la muerte, o hacia Dios. Desde el día que nace.

Afanarse para no perder tiempo es tan ridículo como correr para no cansarse, pretendiendo lo contrario de lo que estamos provocando.

Algunos, por no decir muchos, creen que ostentar que no tienen tiempo les da importancia frente al vacío que opinan tienen los demás. La realidad es que cuando uno se jacta de no tener tiempo solo está poniendo al descubierto su falta de sabiduría porque el instruido sabe que el tiempo es igual para todos mas todos no lo usamos por igual.

Para el necio la importancia de un problema es inversamente proporcional al tiempo que le dedica. Para el sabio, saber dosificar el tiempo que dedica a cada cosa le permite darle la importancia que se merece en su vida.

Es curioso ver que aquellos que albergan paz y sosiego tienen todo el tiempo que les falta a aquellos que son culos inquietos incorregibles.

La muerte pone un punto final a nuestro tiempo en este mundo pero no por ello debe ser el final. Puede ser el paso a otra dimensión, la eternidad, que Dios nos propone a su lado.

La diferencia entre la actualidad en la que vivimos y la eternidad no es que nuestro tiempo este contado o no sino que su dimensión desaparece.

El gran problema de los científicos con la creación es que como seres finitos pretenden definir lo infinito y eso solo les aboca a una imposibilidad matemática, mental y espiritual porque no se puede poner un principio y menos un final al infinito. Es lo mismo que intentar atrapar todo el aire en nuestras manos, esfuerzo inútil y esteril.

El tiempo no es obra del hombre lo que hacemos con él, sí.

El que dice no tener tiempo para dedicarle a Dios solo está manifestando la poca, o nula, importancia que tiene en su vida porque para los cristianos no debería haber excusa de tiempo cuando de nuestro Padre se trata. Jesús, maestro de maestros, pasaba horas de oración y dialogo con Dios y nosotros, en nuestro pequeño mundo secular, ¿no tenemos tiempo para dedicarle? Cuando esto sucede, y a quién no le ha pasado, es porque perdemos la noción de nuestras prioridades, de lo importante versus lo fútil. Es un aviso que debe invitarnos a volver a dedicarle a Dios el lugar que se merece en nuestras vidas, el primero ante todo, las 24 HORAS de cada día de nuestra existencia.

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. (Eclesiastés 3:1)
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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jueves, 22 de febrero de 2018

MIEDO


Dicen que el miedo no existe entre los valientes, bueno eso solo lo dicen los que nunca lo han sido. (Anónimo) 


¿Quién no ha tenido miedo en su vida? Todos hemos, y seguiremos teniendo en algún momento esa sensación de angustia frente a un peligro inminente o imaginario. Es una defensa del ser humano, como el dolor pero, contrariamente a este, puede ser fomentado sin justificación alguna.

En el peor de los casos acabamos teniendo miedo al miedo y esto forma un bucle donde perdemos el sentido de las cosas.

El miedo injustificado expresa más nuestra inseguridad que la del entorno que, creemos, lo provoca.

Es a menudo fruto de las cábalas de nuestra mente que se complace en llevarnos más allá de nuestras certezas. Cuando le damos relevancia, el miedo conquista nuestra mente, nuestro corazón, nuestra alma porque es un invasor terrible ávido de rehenes para su causa.

El miedo justificado es una alarma que nos permite estar preparados y buscarle un remedio

Hay miedos que son fruto de la situación que vivimos y de sus avatares como el paro, la pobreza, el dolor, volar en un avión, etc....

Otros son fruto de aquello que nos imaginamos sin la certeza de que suceda como si nos anticipáramos a aquello que va a pasar. Y a menudo constatamos que exageramos la situación y no sucede.

Pero también ocurre que infravaloremos la situación y que la ausencia de miedo nos aboque a la catástrofe que pretendíamos evitar.

Yo, como todos, atravieso momentos en los que mis dudas, mis temores, mis miedos se apoderan de mi raciocinio porque el mundo está lleno de trampas mortales para el cuerpo y para el alma.

Pero desde que conocí a Jesús esto no dura porque si bien los peligros existen el amor de Jesús es amparo. Y cuando veo que no puedo moverme de la telaraña que han tejido mis miedos me refugio en Jesús y toda sensación de peligro desaparece y vuelvo a mi cordura porque sé que Jesús está a mi lado. Porque sé que Dios ama a sus hijos. Porque sé que yo estoy destinado a amar y que el amor mata el miedo como el agua el fuego.

Si tuviera un amor perfecto no tendría miedo, pero soy pecador y por lo tanto estoy expuesto a estos avatares. Es mi carga y la acepto como tal porque sé que en todo momento tengo a Jesús a mi lado, mi apoyo incondicional, mi Señor y salvador.

El miedo a la muerte es la prueba del algodón para un cristiano porque reta su fe y su confianza en su creador. Todos llegaremos a ese momento y tendremos la oportunidad de mostrarle nuestro amor y seguridad en sus promesas.

Cuando pienso en que un día me voy a morir la primera sensación es de miedo pero cuando empiezo a pensar que Jesús, que Dios, me esperan como hijo suyo que soy, desaparecen todos los miedos de este mundo y me reconforta el ser consciente de ello.

No soy buen compañero para el miedo aunque este me aceche constantemente. Dios es mi fortaleza y mi salvación a Él le entrego mi vida y en su amparo busco refugio. Amen

18 Donde hay amor no hay miedo. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo, pues el miedo supone el castigo. Por eso, si alguien tiene miedo, es que no ha llegado a amar perfectamente. (1 Juan 4:18)
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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miércoles, 14 de febrero de 2018

EL FUNÁMBULO

Hago tantos equilibrios en mi vida que me he olvidado del vacío que rodea el cable que me sustenta. (Anónimo)

Los pocos afortunados sueñan de riquezas, inconscientes que son, de la condena que estas suelen acarrear, mientras los ricos se envanecen hasta la muerte.

El hombre es un insatisfecho por antonomasia siempre busca lo que no tiene hasta que encuentra lo que no quiere. Así somos, nuestra condición nos empuja a menudo hacia lo contrario de lo que necesitamos revistiéndolo de deseos ansiados.

La felicidad no se recibe, nace en nosotros, en nuestra capacidad de saber equilibrar nuestras ansias y nuestras frustraciones con paz interior y alegrías ajenas.

Las riquezas no están en las pertenencias o en su capacidad de adquirirlas sino en a quién pertenece tu corazón, tu alma y tu espíritu. Si se los has entregado a Dios, Él será tu mayor y único tesoro. Si se los has abandonado a tu condición, entonces la codicia, el orgullo y la avaricia serán tus lisonjeras.

Un maestro dijo un día: El necio busca los extremos de su condición, mientras el sabio, en el equilibrio de las cosas, encuentra su satisfacción.

La tentación de conseguir aquello que no nos es concedido es grande y más si nuestra vida atraviesa momentos de infortunio pero no hay más recompensa que la condena para aquel que hurta.

La necesidad es considerada una desgracia por el menesteroso cuando en realidad hay más desdicha en la abundancia que en su ausencia porque nos invita a ensalzar nuestra condición en lugar de atribuir su autoría a quien todo nos da, porque todo suyo es, Dios.

La necesidad es un camino arduo hacia la salvación. Hay de aquel que este tentado suplirla por su condición.

La bonanza es también un camino arduo hacia la salvación. Hay de aquel que se atribuye los tesoros de Dios, con su vida pagará tal osadía.

Ni tanto ni tan poco. En los excesos se manifiesta lo peor del hombre porque es atraído por todo aquello que reluce antes de buscar lo que enriquece de verdad, el amor de Dios.

Todos somos funámbulos en esta vida, algunos de forma voluntaria y otros obligados por la vida misma. Nos pasamos toda nuestra existencia saltando encima de un cable que nos separa del abismo, inconscientes que somos de lo que conlleva nuestra caída. Si observamos un equilibrista profesional descubriremos que todo lo que hace esta en equilibrio, como él. Lo mejor que le podemos pedir a Dios para nuestra vida es que nos dé ese sentido de la justa medida que nos permitirá evitar las descomedidas de nuestra ambición.

Sólo dos cosas te he pedido, oh Dios; concédemelas antes de que muera: 8 aleja de mí la falsedad y la mentira, y no me hagas rico ni pobre; dame sólo el pan necesario, 9 porque si me sobra, podría renegar de ti y decir que no te conozco; y si me falta, podría robar y ofender así tu divino nombre.(Proverbios 30:7-9)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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jueves, 8 de febrero de 2018

AMIGO

Cuando impera el interés entre dos personas no cabe un amigo en medio (Anónimo)


La diferencia entre un amigo y un hermano no está en la sangre que compartimos, o no, mas sí con qué desinterés nos tratamos, o no.

Se dice que los amigos se escogen, la familia no. Y es verdad pero no todo aquello que escogemos nos es saludable, tampoco todo aquello que es de nuestro linaje. La elección no nos salva de nuestra capacidad de errar, de la misma forma que la imposición no es excusa para aceptar malas compañías.

Es difícil tener amigos en una sociedad en la que todo se mide con la vara del interés propio, o dicho de forma más clara con egoísmo. Podemos compartir intereses puntuales comunes con personas que se desanclaran tan rápidamente de nuestro círculo como se desvanezca el interés. Son los “interesados” pero podríamos perfectamente decir somos los interesados porque consciente o inconscientemente (que no sirva de excusa alguna) nosotros también practicamos este tipo de relación social.

La relación de amistad entre dos personas es probablemente la forma de expresión más desinteresada del amor porque no precisa de sexo para consolidarse.

El amigo es aquel/la en la que piensas cuando tienes una necesidad que te siente incapaz de solventar.

Hablar con un amigo ofrece más soluciones a tus problemas que confiar en tu enemigo. Esto parece obvio entonces ¿por qué hacemos tan a menudo lo contrario? Será que creemos más en nuestra pericia que en la de los demás, en todo caso será en nuestra necedad.

El buen amigo es enemigo de nuestra soledad y amigo de nuestras alegrías. El mal amigo es aquel que nos lleva al encuentro de nuestra condición para su propio usufructo.

Se podría decir tanto de un buen amigo que solo se cuentan en los dedos de una mano.

El que ostenta poseer muchos amigos es porque no tiene ninguno. La amistad es tan rara como nuestro amor hacia los demás.

Se dice que quien tiene un amigo tiene un tesoro, y es verdad, pero ¿somos guardianes dignos de tal hacienda? La respuesta es más difícil de lo que parece porque la amistad es un bien que se cuida y alimenta con amor y no siempre estamos a la altura de sus exigencias.

La diferencia entre amigo y conocido es que si bien el amigo vive en nuestro interior el conocido solo pervive en la superficie.

Todos necesitamos un amigo en nuestra vida porque sin él no podemos disfrutar completamente del amor.

Jesús, maestro de maestros, nos da el camino para encontrar un buen amigo, amarse los unos a los otros como Él nos ama. Si lo intentamos encontraremos a personas, a veces las más inesperadas, que tomaran un protagonismo en nuestras vidas que no podíamos imaginar tiempos atrás porque el amigo es un don de Dios, no de nuestra pericia.

En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia. (Proverbios 17:17)

9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. 10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ay del solo que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. (Eclesiastés 4:9-10)

33 No se dejen engañar. Como alguien dijo: «Los malos compañeros echan a perder las buenas costumbres.» (1 Corintios 15:33)


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viernes, 2 de febrero de 2018

EL GUARDA DE MI BOCA

El arma más letal de este mundo es la lengua y las palabras sus balas mortíferas. (Anónimo)

Si no hubiere malas palabras las inventaríamos de tanto que necesitamos expulsar nuestra bilis. ¡Oh sí! ya sé que eso solo le pasa a los demás, nosotros somos inmunes a tales barbaridades pero no nos engañemos, no es verdad nosotros somos tan propensos a verter veneno de nuestra boca como los demás.

El dolor nos lleva, a veces a perder el control y a lo primero que cedemos en estas circunstancias es a nuestra lengua quien obedece a nuestros pensamientos. Si bien es difícil negarse a pensar sí es posible dominar nuestra facundia antes de que se transforme en verborrea damnificadora. El control de nuestras palabras es tan o más importante que el de nuestra mente porque si bien aquello que pensamos puede quedar en el anonimato de nuestro interior, todo aquello que expulsamos hacia los demás no tiene vuelta atrás.

Las heridas más difíciles de curar son aquellas que siguen supurando, y las del corazón suelen ser de este calado. Cuando nuestra confianza, nuestro amor, nuestra entrega, se sienten heridos por los demás, suele nacer en nosotros, resentimiento, odio, amargura. Pero si nos lo paramos a pensar la culpa de nuestro estado no es de los demás, es nuestra porque todo es ser fruto de nuestro amor y Jesús nos ha enseñado que el amor no espera nada a cambio, no reclama nada a cambio. Pero eso es muy difícil para el ser humano, no cobrarse el amor que pretendemos dar.

La respuesta es tan sencilla como inapelable, el amor no es una inversión es una donación a fondo perdido. ¡¡¡A fondo perdido sí, pero para corazón ganado!!!

Debo reconocer que todo esto es verdad pero cuando llega la hora de ponerlo a prueba, a través de mis propias decepciones, desilusiones o incluso tras sentirse uno traicionado por un ser amado, me es sumamente difícil resistir y maniatar mi lengua. Es como si necesitara justificarme ante el dolo que padezco. Pienso: no debo comentar estas cosas pero siempre llega un momento en el que mi mente, mi corazón herido me arrastran hacia la necesidad de expresar mi dolor. Eso no lo hace más llevadero y puede contribuir a herir a los demás y a mantener el fuego del dolor más vivo que muerto. Lo sé y lucho contra ello pero no me es fácil, por ello clamo al Señor que me dé fuerza, cordura, humildad para combatir estos momentos porque sé que solo con Él lo superaré.

¿Y sabéis qué? Funciona, los años y la intervención de Dios en mi vida, me han enseñado a acercarme a Jesús y a confiar en Él para todo aquello que soy incapaz de dominar. Y mi lengua es probablemente el elemento más relevante. Mi soberbia ha ido disminuyendo y aunque esté presente en mi tiene buen guardián, Jesús. Gracias a Él he aprendido a callarme más que hablar cuando me siento herido. He aprendido a pedir a Dios que perdone a aquel que me ha hecho daño y si bien yo lo intento con todo mi corazón solo confío en Jesús para el perdón.

No somos perfectos, esta evidencia, que podría hacernos reír de lo pueril que es, la obviamos cuando pretendemos con palabras y razonamientos justificar nuestros pecados. Esfuerzo inútil ante nuestro Padre que nos conoce mucho más allá de lo que nosotros somos capaces.

Hay que aprender a dominar nuestra lengua a través de Jesús y acabaremos siendo de verdad sal y luz en este mundo. La buena noticia es que hay esperanza porque si prestamos atención a nuestro alrededor encontraremos, en medio de los provocadores de la lengua, ángeles del Señor, personas que destilan amor, compasión, humildad sin condiciones ni peticiones. Personas que son ejemplo a seguir, las hay, las conozco, y eso anima un montón.

La lengua y sus palabras son una manifestación fundamental de la diferencia entre Dios y el hombre, nosotros las necesitamos, Dios no porque Él es el verbo.

Señor, te lo ruego de todo corazón, pon guarda a mi boca y no permitas que ceda a mi condición. Amen.

Pon guarda a mi boca, oh Jehová; Guarda la puerta de mis labios. (Salmos 141:3)
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jueves, 1 de febrero de 2018

EXALTACIÓN

La exaltación de los justos solo le pertenece a Dios. (Anónimo)


El camino de la exaltación siempre debe pasar por la humillación y cuando así sucede solo podemos exaltar al Dios que es el único merecedor de tal exacerbación del alma.

Solo la exaltación espiritual es abono para el alma, el resto es veneno para el corazón.

Los espíritus exaltados emocionalmente siempre acaban estampándose contra el muro de sus vanidades. Cuando hacemos que nuestra fogosidad desborde nuestro entendimiento caemos rehenes de nuestra condición y pasamos de vivir con entusiasmo a entusiasmar lo que vivimos y eso lleva a la ceguera tanto espiritual como moral.

La pasión es uno de los motores de la exaltación y cuando esta es humildemente contenida, le da a la exaltación su propósito real, el júbilo de gozar de Dios.

Somos tan humanos que para el mundo un exaltado es un insensato, y suele serlo. Para los creyentes es mucho más fácil porque el único que puede ser exaltado es aquel que es la perfección y la pureza absoluta, es Dios.

La vida no nos da muchas alegrías y cuando estas son oportunidades de exaltación debemos asegurarnos que siempre sean para alabar a Dios porque de lo contrario caeremos en la condición humana y en ella impera el pecado.

La exaltación sin humildad enaltece el corazón hasta su corrupción. La exaltación con temor de Dios siempre es comedida y dirigida hacia Él.

Jesús nos invita a ser entusiastas de la vida, luz y sal, de esa vida que es un reto constante a nuestra fe. Para ello debemos ser conscientes que solo la mansedumbre y la humildad nos harán gozar del temor de Dios y exaltarlo por encima de todo lo terrenal.

No es fácil utilizar positivamente la exaltación en este mundo de perversidad porque tiende fácilmente a reflejarnos a nosotros mismos. Solo cuando la dirigimos a Dios gozamos de ella.

Lo que es del Cesar al Cesar y lo que es de Dios a Dios. No nos equivoquemos de modelo a seguir que sino acabaremos como el Cesar, en manos de nuestros verdugos en lugar de nuestro salvador.


El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación (Santiago 1:9)

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MISTERIOS

En la vida de los hombres no hay misterios sino desconocimiento fomentado a conciencia. (Anónimo)



El hombre siempre busca comprender y entender aquello que le es un misterio para él, no soporta ser segundo plato y menos cuando se trata de la búsqueda de la Verdad. Pretende descubrir aquello que le es ocultado conscientemente porque su vanidad lo empuja a querer ser tratado de igual a igual con Dios.

Un misterio desvelado nunca ha sido un misterio, mas sí una realidad pospuesta a su tiempo oportuno.

No todo misterio es bueno destapar, la historia de la humanidad está plagada de ejemplos en los que el empeño por resolver misterios ha llevado a sus autores a la perdida de sus vidas. Exploradores pero también científicos han pagado tan alto precio por buscar lo inalcanzable.

A menudo, todo lo que rodea un misterio es más enigmático que el misterio en sí. Lo que pasa es que lo obviamos porque estamos demasiado ocupados por nuestra ceguera para conseguir respuestas.

El conocimiento es al misterio lo que el blanco al negro, su contraste pero no por ello su respuesta.

Nuestra fe en Dios nos lleva a aceptar sus misterios sin pretender descifrarlos porque sabemos que no nos hace falta resolverlos para beneficiarnos de ellos sino que para gozar de sus bonanzas es imprescindible, solo y exclusivamente, confiar en el Él.

Los misterios son un reto a nuestro orgullo y vanidad, una prueba de difícil superación porque excitan nuestra curiosidad y reconocer nuestros límites, no suele ser propio de nuestra condición.

Hay que saber diferenciar el misterio del desconocimiento pero los hombres están tan fascinados por querer equipararse a Dios, que hacen que cualquiera de sus impericias se transforme en enigma a resolver.

El que busca más allá de sus capacidades siempre acaba encontrando sus limitaciones a su pesar, incluso cuando es demasiado tarde.

Dios ha puesto misterios en su Palabra, no para que nos transformemos en Sherlock Holmes sino para que sepamos aceptar con humildad la talla de nuestro ego que es mucho más pequeño que lo que nos enseña su sombra a la puesta de sol y que aprendamos a confiar en Él.

En el temor de Dios está la sabiduría, en la aceptación de sus misterios también.

La fe nos da la clave del entendimiento de los misterios de Dios, solo Él es dueño y Señor de su revelación, como y cuando Él lo considere.

Es más fácil aceptar un misterio divino que una incógnita humana porque si bien lo primero siempre es para bien, la segunda suele serlo para nuestro agravio.

Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. (Lucas 8:10)
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