LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

domingo, 30 de junio de 2019

ÁNGELES SIN ALAS

El mundo está lleno de ángeles sin alas. (Anónimo)

Cuando se habla de los ángeles o cuando vemos las representaciones gráficas que hay de ellos en toda la liturgia cristiana, siempre se suelen identificar con alas. Majestuosas, impolutas, atuendo divino de aquellos que sirven a Dios en los cielos.

Pero si nos paramos a pensar también hay ángeles en nuestro mundo que nunca veremos con tal vestimenta. Personas y/o momentos de estas personas que hacen que se transformen en emisarios divinos para la obra de Dios en nuestras vidas.

Cuando intento hacer memoria mis recuerdos me traen a la mente algunos de ellos.

El que más significado tiene para mí es mi amigo Bernard, que con su actitud cristiana, es irlandés católico practicante, me trajo de nuevo a la casa del Señor cuando yo estaba completamente perdido y rechazando a Dios. Supo sin imponerme nada, tan solo por su ejemplo, su cariño y su bondad, reconciliarme conmigo mismo y con el Señor. Desde entonces mi fe protestante no me ha alejado un ápice de él porque sea católico. Es más me ha enseñado que Dios no hace acepciones de personas, todos los caminos llevan hacia Él, si lo buscas.

Aquel soplo de viento divino que hizo que la moto con la que iba a chocar (era culpa mía) se desvió justo a tiempo. Esto también fue una intervención de Dios que debo agradecer cada día de mi vida porque hubiera cambiado la de esta persona y la mía para siempre.

Aquella mirada de bondad que desprenden algunas personas en la calle y que me llenan el alma sin razón.

Y muchos recuerdos más tan profundos como personales que me hacen pensar en el convencimiento de que Dios ha estado siempre a mi lado, dándome constantemente lo que necesitaba para acercarme a Él.

¿Y tú, también tienes estos recuerdos? Los debes tener porque nuestras vidas están llenas de ellos. Te invito a que hagas memoria y agradezcas al Señor todos ellos y las personas que los han hecho posibles.

Es bueno darse cuenta y hacer memoria sobre todas las intervenciones que ha hecho Dios en nuestra pequeñaja existencia. Nos hace sentir diminutos frente a su majestuosidad pero también infinitamente gozosos porque para Él somos tan importantes que no ha dejado ni dejará de cuidarnos.

Donde está un ángel hay amor. Donde está un ángel sin alas también.

La vida nos lleva por derroteros que no siempre son para buena edificación. Los elegimos nosotros y/o a veces nos arrastran pero siempre llega el momento en el que alguien o algo sucede que nos permite recapacitar, reconducir nuestra actitud, nuestro comportamiento. Estos son ángeles sin alas que vienen a nuestro rescate, ángeles de un instante o de un día o de toda una vida pero al fin y al cabo, enviados de Dios.

El hombre necesita ejemplos a seguir, y si son buenos mejor, porque nuestra tendencia a caer y recaer en lo malo es fruto de nuestra condición humana. La voluntad de Dios se manifiesta de muchas maneras y una de ellas es haciendo que nuestro entorno ya sea cotidiano o puntual esté plagado de ángeles sin alas. Eso sí para ver un ángel sin alas hay que tener un corazón lleno del Señor porque si no pasarán y no los veremos ni a ellos ni a su efecto sobre nuestras vidas.

Que Dios os bendiga, Alfons <><


9Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, 10 No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. 11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. 12 En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra. (Salmo 91:9-12)


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miércoles, 26 de junio de 2019

PROVIDENCIA

Confiar en la suerte es como jugar a la ruleta rusa, pero con todas las balas en el barril. (Anónimo)

Los juegos de azar son tentaciones que nos invitan a confiar en la nada. Esto que sería de necio para cualquier mente sana es un negocio de billones de euros en todo el planeta. Es tan fuerte su magnetismo que se transforma en patología para aquellos que caen en sus garras y son incapaces de deshacerse de este aguijón.

Lo primero que se nos ocurre cuando algo imprevisto, insólito sucede es atribuirlo a la suerte si nos beneficia, y al azar si nos perjudica. Dos palabras que hablan de lo mismo pero desde 2 visiones opuestas, la del ganador o la del perdedor.

La providencia, ella, suele tener ambos efectos pero los dos son para bien. Eso que se dice que no hay mal que por bien no venga. Es más las pruebas suelen ser más enriquecedoras que los éxitos.

La gran diferencia entre la suerte/azar y la providencia es que si bien la primera es de carácter humano, la segunda es potestad divina. La primera solo existe en las mentes seculares y la segunda es de autoridad divina para beneficio de los hijos de Dios.

Todavía me cuesta, cuando me sucede algo imprevisto y bueno, evitar pensar ostras que suerte he tenido. Por suerte para mí, el Espíritu Santo que mora en mi consciencia me hace recapacitar rápidamente y agradecer a Dios su providencia. Eso me obliga a ir más allá de lo que ha acontecido y buscar comprender el propósito del Señor para conmigo en lo sucedido. Es una perspectiva completamente diferente de aquel que argumentando de su suerte se vanagloria de poder beneficiarse de ella. Como si estuviera en un casino jugando a los dados y que siempre le salieran ganador. Pero todos sabemos que al final en un casino la banca siempre gana, entonces ¿dónde está la suerte o es una maldición encubierta?

Cuando la providencia de Dios me reta con una prueba, me es más fácil recurrir a Dios aunque mi primer instinto es intentar resolverlo yo solo. Pero con Dios no se puede, como nos quiere con su amor infinito no deja parangón posible y nos recuerda que solo de la mano de Jesús saldremos airosos de todas las pruebas de este mundo.

La providencia es como asistir a un máster de humildad terrícola. Nos hace ver nuestros límites y nuestras debilidades a través de los sucesos que nos tambalean independientemente de nuestra voluntad. Es como estar en un mar embravecido con una barquita endeble. Pinta mal, o tal vez muy bien porque si lo contemplamos desde nuestra perspectiva puede ser horroroso, pero si pensamos en Jesús, Él que camino sobre las aguas, entonces el mar se transforma en una balsa de aceite. Ese mar es nuestra vida y la barquita nuestra alma.

A lo largo de nuestra vida, a todos nos han pasado momentos en los que, esta, podía haber dado un giro de 180 grados hacia la perdición, hacia el desastre y no pasó. Porque por mucho que algunos quieran ignorarlo Dios tiene un propósito para sus hijos y los protege no permitiendo que les suceda aquello que podría destruirlos. Los incrédulos dirán que eso no es verdad que muchos no han tenido la “suerte” que yo clamo. Tienen razón en una cosa, no todos se beneficiaran de la providencia de Dios porque muchos son llamados y pocos escogidos. Jesús se sacrificó por nosotros y ofreciéndonos la vida eterna. De nosotros depende querer estar a su lado, eso sí acompañarlo con todo nuestro ser, nuestro corazón, nuestro espíritu, nuestra alma. Y eso ya es mucho más comprometido.

El corazón del hombre piensa su camino; Mas Jehová endereza sus pasos. (Proverbios 16:9)

14 Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. (Mateo 22:14)

13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan 4:13-14)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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martes, 25 de junio de 2019

EL SENTIDO

¡¡¡Solo un resentido busca darle sentido a lo que ya lo tiene, o no!!! (Anónimo)

Es increíble, pero tan verdad como las palabras que estoy escribiendo ahora, cuanto más leo la Biblia, más inseguro me siento dentro de mis certidumbres. No que me invadan las dudas, no, todo lo contrario, pero las certezas que me enriquecen no me llegan como verdades absolutas sino como convicciones a las que les debo tener un respeto, un temor absoluto porque no son mías. Solo soy el receptor que debe adaptarse a sus enseñanzas con todos los dilemas que esto me pueda plantear hasta hacerlas mías.

Una cosa está clara y meridiana cuando Dios quiere que lo tengamos claro su mensaje es meridiano e incuestionable. Pero en su testamento que son las sagradas escrituras hay muchas situaciones, preceptos, conceptos que son sujetos a nuestra interpretación. Y eso empieza por aquellos que las traducen y acaba por aquellos que las leemos.

Nuestro mundo es tan del mundo que incluso en las comunidades cristianas hay quienes profesan sus interpretaciones como verdades bíblicas y criban los buenos de los malos cristianos. Pero si Dios quiso que buscáramos darle sentido a su mensaje será porque quiere que nuestro sentido sea fruto de lo que somos, no de lo que los demás quieren que seamos.

Pongo un ejemplo sencillo, la predestinación. Hay tantas escuelas de pensamiento al respeto que todos acabaremos en el infierno si no las escuchamos. Pero Dios quiso que este precepto provocara en nosotros una búsqueda de sentido, el nuestro propio, no el de otro. ¿Quiere decir que uno tiene más razón que otro? La respuesta es sencillamente rotunda: no nos pertenece a nosotros juzgar, ni tan solo opinar al respeto. Eso es propio de cada cual con su consciencia y con Dios. Más se complica cuando hablamos de la homosexualidad o de las relaciones modernas de las parejas. Es tan fácil culpar y condenar, cogiendo tal pasaje de la Biblia o tal otro como si eso nos eximiera o nos dejara como mejores de lo que somos en realidad. Pero y qué decir de este mensaje de Jesús: “36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mateo 22:36)

¿Hace acepción de persona? No, ¿y pues?

Espero haberme expresado con claridad no estoy custodiando cualquier interpretación o comportamiento que sea o me parezca impropio, no. Estoy afirmando con rotundidad que yo no soy quien para juzgar a aquellos que actúan de tal forma, pero si para amarlos como Jesús me ha enseñado.

Si observamos la Biblia nos damos cuenta que hubo una transformación, o mejor dicho una adaptación de los preceptos que Dios quiere que apliquemos en nuestras vidas. Pasamos del imperio de la ley al imperio del amor. Este cambio es más que sutil, porque el segundo no invalida el primero, lo interpreta de una forma totalmente genérica; el amor, y absolutamente especifica; el amor.

Sin este cambio la sociedad de hoy tendría muchas dificultades para darle sentido a la Palabra porque nuestros valores, nuestra forma de pensar han evolucionado y precisan de argumentos más complejos que los que se practicaban en la antigüedad.

Estamos constantemente enfrentándonos a la obligación de darle sentido a situaciones que nos superan y eso nos obliga a buscar a Jesús para que en Él encontremos nuestra respuesta, no la del otro. Cada una es personal e intransferible porque solo Él sabe lo que hay en el fondo de nuestro corazón.

Por ello a la hora de valorar (por no decir juzgar) los comportamientos de los demás debemos ir con pies de plomo y mirar siempre antes nuestra viga. Esta situación se hace todavía más obvia cuando de nuestros hijos se trata. Somos más condescendientes con sus actos que con los de los de otro hermano de nuestra comunidad. Esto nos muestra, no que debamos ser más rigurosos con nuestra prole, de nuevo la dichosa viga, sino que sepamos ver a los demás y sus comportamientos con la misma conmiseración.

Jesús, Maestro de maestros, Sabio de sabios lo sabía, lo sabe y lo sabrá hasta el final de los tiempos. Por ello hizo del amor el caballo de Troya de la concupiscencia humana. No hay nada más sencillo y más potente que el amor para dar respuesta propia a todos los dilemas de la vida. Y si todos aquellos predicadores, supuestos sabios, pastores o hermanos que pretenden querer imponer su interpretación de las sagradas escrituras fueran realmente conocedores del mensaje que pretenden interpretar, abandonarían sus diatribas acusadoras para respetar, con amor, la opinión personal de cada uno.

Hay una gran diferencia entre la tolerancia y la desidia, el sentido que le damos a nuestras valoraciones (que no juicios) y si este se fundamenta en el amor que Cristo nos enseñó, nunca erraremos.

Enséñame buen sentido y sabiduría, Porque tus mandamientos he creído. (Salmos 119:66)

Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. (Hebreos 5:14)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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lunes, 24 de junio de 2019

CON LA PIEL DE MIS DIENTES

La soledad no es estar, es sentirse solo y eso es una gran falacia. (Anónimo)
Hay momentos en la vida en los que nos sentimos completamente abandonados a nuestra suerte. Es un sentimiento real y angustioso pero solo es un sentimiento porque la realidad está lejos de lo que percibimos. Y eso ocurre cuando no estamos en el Señor.

Uno tiene, a veces, la impresión de que está gafado, de que todo lo que hace es para peor. Que su retribución es deuda que crece más que su esperanza. Esos momentos nos invitan a querer desaparecer de la faz de la tierra pero eso también solo es un sentimiento porque estamos aquí, en medio del todo terrenal, el mundo es nuestro desamparo y nuestro amo, si le permitimos que así sea.

¿Amo? Que curiosa palabra, confusa de per se, ya que se escribe con las mismas letras del amor pero en realidad significa dueño. Cuando le entregamos esta potestad al mundo nos estamos alejando de Dios porque solo Él es y debe ser nuestro Amo y Señor.

Eso pasa cuando dejamos que nuestros sentimientos, nuestras emociones se dejen arrastrar por el mundo. Y es mucho más fácil de lo que parece porque solo con las frustraciones, los desengaños, las decepciones ya estamos abonando el terreno para que acabemos sintiéndonos solo con la piel de los dientes, como Job.

Es difícil recurrir a nuestra fe cuando todo lo que sucede está fomentado para arrebatárnosla. Es difícil poder lidiar contra todo un mundo, y lo es. Y más si acabamos luchando contra nosotros mismos, y pasa a menudo.

Pero que experimentaremos nosotros que no haya padecido nuestro Señor Jesús. El abandono de algunos de sus allegados, la traición, la mentira y más, y más. ¿Y cómo triunfó de todos estos avatares? Con su mirada y confianza puestas en su Padre.

No podemos ganar todas las batallas y es más sabio aquel que confía en quien debe que aquel que perece luchando una batalla más allá de sus capacidades.

Pero eso es difícil de concebir cuando estamos en medio de la refriega. El hombre tiene una tendencia a querer arreglar de por sí todo aquello que él cree que le atañe y más si de su vida se trata. Nuestro orgullo nos ciega y nos lleva a creer que “sí podemos” y cuanto más imposible son más nos aferramos a estas convicciones. Nuestro error está en nuestra falsa valentía porque, no es de cobardes renunciar a una lucha desigual, aunque la lucha contra nuestra condición lo sea. Es más. Es de sabios confiar en quien es el único que puede salvarnos porque ya lo ha hecho, Jesús.

Cuando sentimos que solo nos queda la piel de nuestros dientes es cuando más debemos buscar a Jesús. Porque la verdad es que estamos arropados por el Rey de reyes el Señor de señores. Porque si nos entregamos a Él no hay batalla que no sea la victoria, su victoria para nuestra salvación.

El sentido de abandono nace de nuestra condición, no de una realidad divina. Debemos concienciarnos de ello y apelar a nuestra fe para que siempre reconduzca nuestra mente y nuestro corazón hacia el único que nos ama, Dios nuestro Padre y creador. No es cosa sencilla, o sí, porque todo en este mundo está preconcebido para hacernos dudar, para que tropecemos una vez tras otra. Sí es así, pero es tanto así como la mano tendida constantemente por Jesús para que volvamos a levantarnos. De nosotros depende dársela. Nada nuevo bajo el sol.

19Todos mis íntimos amigos me aborrecieron, Y los que yo amaba se volvieron contra mí. 20 Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos, Y he escapado con sólo la piel de mis dientes. (Job 19:19-20)


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jueves, 20 de junio de 2019

GANAR


El afán de dinero nunca empacha, solo arruina. (Anónimo) 

La sociedad de hoy ha hecho del dinero el dios supremo de los hombres

Tiene templos en todo el mundo, lo llaman bancos. Su Jerusalén es Wall Street que traducido sería la calle de la pared. Esa misma que se construyó para defenderse de los indios o de los ingleses es ahora es la pared que separa los pobres de los elegidos, los que están montados en el dólar, o en cualquier divisa que suene a dinero, de los que carecen de él.

Los gurús y profetas de toda índole pululan a su alrededor, ofrendándole pleitesía. Son expertos financieros, economistas o capitalistas de éxito que comparten sus conocimientos, sus experiencias, sus trucos. Libros y libros pululan con sus teorías y enseñanzas, mas ninguna recoge lo que realmente es importante y que solo encontramos en la Biblia.

Ganar no es el resultado de un juego o de una acción, no. Para ellos ganar es su razón de vivir, su objetivo supremo. Es una adicción perversa que aumenta cuanto más se consigue.

Ganar es el acto que hace que un pobre desgraciado a quien le ha tocado la lotería se crea un dios por un día y luego pase el resto de su vida malgastando lo que ha conseguido no por su esfuerzo y su labor sino por lo que él llama la suerte del azar.

Los hijos de Dios no buscamos ganar dinero, intentamos hacer lo mejor que podemos aquello para lo que estamos encargados y el dinero es solo la retribución que nos es dada, o no, por ello. Y no por los hombres porque nada de este mundo pertenece al ser humano, nada. Nos es dado por la voluntad de Dios. Por ello el diezmo es un acto sagrado porque es el reconocimiento de los cristianos de que todo pertenece a nuestro Padre celestial.

Para los cristianos la suerte no existe, solo la providencia de Dios tiene espacio en nuestra mente.

Hay sociedades como la americana que cualifica a sus conciudadanos en función de sus ingresos. Ser rico es pertenecer a la casta del éxito. Ser pobres a la de los desgraciados. Es más importante saber cuántos coches, y de qué tipo, tienes que si crees en Dios. Es más importante lo que ganas que lo que haces por los demás. Es más importante lo que ostentas que lo que llevas en tu corazón.

Es curioso ver como en las sociedades más ricas es donde encontramos también la gente más pobre. Uno podría tener la tentación de pensar que si uno es rico lo primero que debería hacer es compartir pero eso solo se les ocurre a los pobres y si tienen la desgracia de hacerse ricos se olvidan de ello rápidamente.

Siempre he pensado que somos unos insensatos pero el dinero magnifica esta impresión porque muchos se pasan la vida ahorrando, amasando fortunas a costa de los demás aunque todos, sí todos, se van a la tumba desnudos de pertenecías y sin riquezas que no sean las que de verdad cuentan, las del corazón.

El hombre es un necio compulsivo porque prefiere obviar las evidencias de la vida y recrearse en un mundo ficticio en el que él es dios con su dinero. Pero eso, si sucede, solo dura el tiempo de su estancia en la tierra y a menudo ni tan solo ello.

Jesús nos conoce mejor y más que nosotros mismos y sus enseñanzas siempre han ido hacia invitarnos a ser humildes y pobres de riquezas terrenales porque sabe que la vanidad inherente de nuestro ser, de nuestra condición, del pecado que mora en nosotros, está siempre esperando resurgir para engullirnos en ella.

El peor castigo que Dios puede darnos es obsequiarnos riquezas de este mundo porque a bien seguro caeremos en el orgullo y la concupiscencia de nuestro ser más profundo. No estamos preparados para luchar contra la tentación del dinero.

Jesús, nuestro gran Maestro, nos enseñó que en la pobreza de nuestra condición crece la riqueza del alma. Nada nuevo bajo el sol.

Eso no impedirá que todos soñemos con lo que haríamos si fuéramos ricos pero por suerte para nosotros, Dios gestiona nuestros anhelos y nos da lo que necesitamos, no lo que le pedimos porque igual acabaríamos aborreciéndonos a nosotros mismos.

Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? (Marcos 8:36)

21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. 22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. (Marcos 10:21-22)


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domingo, 9 de junio de 2019

LA PUERTA ESTRECHA

Cuando todo lo fácil me es difícil sé que estoy en el buen camino. (Anónimo)

Hay quien busca siempre el camino fácil en su vida. Es una opción pero aparte de que no siempre lo va a encontrar. ¿Se habrá preguntado lo que realmente ha conseguido? Porque en lo fácil no hay merito y sin mérito no hay recompensa verdadera. Bueno eso es solo para aquellos que saben que nada es fácil incluso aquello que lo parece. Es cuestión de humildad frente a la vida pero eso ya es más difícil de conseguir, la humildad.

Cuando vemos un atleta saltar parece fácil pero en realidad es la suma de múltiples esfuerzos, entrenamientos. Es la paradoja y el paradigma de la vida: esfuérzate mucho si quieres que sea fácil.

La tentación de caer en lo fácil es tan grande que todos, sí todos, caemos en algún momento u otro. Sobre todo cuando somos jóvenes porque la edad nos aporta la experiencia de que todo lo que reluce no es oro y todo lo que parece una puerta ancha hacia nuestra senda es mucho más estrecha de lo que parece a cada paso que das hacia ella.

La misma puerta es muy ancha para unos y muy estrecha para otros pero sigue siendo la misma puerta.

¿Por qué?

Porque la prueba es la misma para todos pero no la forma de enfrentarse a ella. Eso depende de nosotros y si lo hacemos con humildad y sencillez de corazón, aprenderemos de ella. Transformaremos nuestros fracasos en victorias sobre nosotros mismos. No desfalleceremos en el intento y seguiremos levantándonos a cada caída con la que nos azote la vida. A cada vez más fuertes, mas firmes, más convencidos de que con Jesús llegaremos a pasar la más angosta de las puertas, la de la vida eterna.

Los que ven la puerta anchurosa, desparramada, menosprecian el coste de la vida, de su vida. Se creen que todo es fácil cuando eres listo, espabilado. Cuando llegas antes que los demás, cuando consigues más que los demás. No son conscientes de cuanto más se eleven en su orgullo, en su vanidad, más grande será la caída. No entienden, y menos quieren aprender, que solo lo que cuesta vale y más cuando se trata de nuestra vida. Estos mismos ignoran las enseñanzas de Jesús, se creen más listos que los demás hasta que les llega el día de las cuentas finales. Ese día la anchura de puerta desaparece hasta que, esta, se cierra para siempre.

La diferencia entre el esfuerzo y la dejadez esta en nuestros corazones más que en nuestras mentes. Parece poco sensato tal afirmación pero si lo pensamos con detenimiento nos daremos cuenta que no hay esfuerzo humano que pueda triunfar del pecado pero sí, si con el corazón buscamos a Jesús. La gran dejadez, por no decir la gran vanidad, del ser humano es creerse capaz de dominar las cosas para salir victorioso, él, por meritos propios. Solo ve la puerta enorme, tan enorme como su condición pecaminosa y en ella intenta adentrase hasta que, un día, porque siempre hay un día, se saldan las cuentas. En ese momento realizará demasiado tarde que nunca alcanzará pasar esa minúscula puerta, nunca.

La Biblia está llena de paradojas enriquecedoras, una de ellas nos enseña que solo mirando conscientes y aceptando la pequeñez de nuestra condición pasaremos a lo grande la puerta de la salvación, de la mano de Jesús.

13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. (Mateo 7:13-14)
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jueves, 6 de junio de 2019

EL HOMBRE INTERIOR

No hay vida fuera del corazón, solo mil maneras de morir. (Anónimo)

Ley de la condición humana: todo aquel que confunde contenido y continente con incontenible e incontinente es rehén condenado de su propia condición. (Anónimo)

Acabamos de ver como el interior puede hacerse tan insostenible que Noa, una adolescente en Holanda, se ha dejado morir de inanición porque no soportaba vivir más y la sociedad lo ha refrendado.

No soy quién para juzgar su acto y menos para opinar sobre él pero sí creo que la sociedad está llegando a tal decadencia que los desamparados ya no merecen la pena que se les tenga en cuenta.

Nosotros los cristianos estamos llamados a vivir en este mundo si bien no somos de este mundo.

Cada día sentimos, oímos violaciones de la pureza de nuestro Padre celestial en boca de insensatos que blasfeman a placer.

Cada día vemos la maldad imperar exteriormente sobre la bondad. Vemos que se hacen decálogos humanos que son tratados de mundanidad, egoísmo y vanidad.

Cómo podemos sentirnos entre idolatrías constantes y renovadas que nos golpean a son de publicidad, imágenes tentadoras y que atraen a todos aquellos que se sienten perdidos porque solo buscan en su exterior lo que solo podrán encontrar en su interior.

El que no conoce a Jesús está condenado a morir en vida porque no tiene vida interior, aquella que solo atañe al corazón mediante su amor.

Hace más de 2000 años Jesús ya sabía que estaríamos donde estamos ahora. Sabía cómo llegaríamos hasta aquí y por ello nos dio la clave de la supervivencia y de la salvación: su amor y el Espíritu Santo que mora en nosotros. No hay otra solución de ganar la batalla que no sea a través de Él. No hay otro bálsamo capaz de aliviarnos y/o curar nuestras heridas externas, pero sobre todo internas, que no lo suministre Él.

El fundamento es la familia, la familia espiritual y celestial a la que pertenecemos y de la cuál Dios el padre, Jesús el hijo y el Espíritu Santo son nuestros tutores supremos. Nuestros protectores al amparo de este mundo por no decir mundicia.

Una muerte nunca es una buena noticia y menos una muerte provocada aunque sea por uno mismo. Yo no alcanzo a entender lo que ha podido suceder en el caso de Noa. Es una de esas situaciones en las que solo mi fe me da respuesta. Esa misma que hace que acepte aquello que no entiendo, y menos comprendo, porque confío única y exclusivamente en el amor de Dios.

No hay explicación humana para este tipo de muertes y todo aquel que lo intente es necio de per se. Hay acontecimientos en los que solo en Dios confío ciegamente y este es uno de ellos. Solo puedo orar por los padres y allegados a quien todavía les quedan muchos retos en esta vida.

Solo si somos capaces de vivir en nuestro interior con Jesús a nuestro lado llegaremos a buen puerto soportando el exterior que nos acecha.

14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. (Efesios 3:14-19)
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lunes, 3 de junio de 2019

EL TIEMPO

Según Einstein el tiempo es relativo, yo sencillamente creo que es absoluto. Absolutamente temporal. (Anónimo)
Maestro y alumno paseaban por el jardín de las ciencias cuando el alumno preguntó:

- Maestro ¿qué es el tiempo?

- Lo que nos hace humanos

- Yeso ¿qué quiere decir?

- El tiempo es el estado que hace que existamos y dejemos de existir. No es esencia en sí, mas sí causa y efecto del paso a paso de la secuencia de nuestra vida. Lo que nos define como seres finitos.

- Lo veo un poco complicado, maestro.

- Mira joven ¿qué hace un conductor cuando conduce y quiere adelantar?

- Mira en el retrovisor

- Eso es, mira lo pasado y anticipa el posible futuro

- ¿Y cuándo conduce simplemente? Maestro

- Mira el presente y anticipa el posible futuro. Si fueras un espectador que observa la escena verías de donde viene el coche (su pasado), donde está (su presente) y hacia dónde va (su posible futuro). Eso solo es posible porque existe el tiempo, porque pasa el tiempo.

- Entonces el tiempo es un elemento indispensable para nuestra vida, ¿no?

- Es parte de nuestra vida, desde que nacemos hasta que morimos.

- Y ¿dice usted pasado, presente y posible futuro?

- Porque si bien el pasado, pasado está y el presente está pasando el futuro es tan incierto como lo que hará este pájaro que acaba de pasar delante nuestro. Podemos especular sobre él. Los científicos incluso lo calculan con todas sus probabilidades pero en definitiva el futuro solo lo sabe aquel que está más allá del tiempo.

- Usted se refiere a Dios

- Hay que ser infinito para ver los límites de lo finito. Nosotros somos rehenes del tiempo, de lo finito. El tiempo es la clave para existir, sin él no estaríamos en este mundo. Toda secuencia es consecuencia del tiempo, del tiempo que pasa.

- Pero entonces si Dios ve más allá del tiempo y que sabe lo que sucedió, sucede y ha de suceder. ¿Quiere esto decir que estamos predestinados?

- Es una buena pregunta joven. De hecho en el mundo cristiano es una pregunta que divide cuando debería unir.

- ¿Por qué Maestro?

- Porque los hombres no dejamos de ser humanos a la hora de ser cristianos y eso hace que tropecemos siempre y siempre en la misma piedra.

- ¿Qué piedra es, Maestro?

- La de nuestra concupiscencia. La que nos lleva a querer tutear a Dios desde nuestra pequeñez e insignificancia.

- ¿Qué quiere decir, Maestro?

- Pues que ante algo que sobrepasa de toda manera nuestro entendimiento, el hombre se empecina en querer darle una explicación cuando si tuviera un dedo de razón pensaría: si Dios quisiere que lo entendiera ya lo entendería. Y si Dios no nos ha puesto el conocimiento de ello es para protegernos de nosotros mismos. Solo hace falta ver todas las absurdidades que se dicen acerca de la predestinación.

- ¿A sí?

- Somos orfebres expertos en desvirtuar lo bueno para beneficio propio. La predestinación es un concepto humano que pretende encajar lo divino en una jaula temporal y eso es imposible. Por lo tanto es de necios intentar lo que no puede ser, pero el hombre insiste.

- Entonces Maestro cuando los hombres hablan de la predestinación se equivocan.

- Sí, solo aquel que domina el tiempo y más allá de Él puede usar tal concepto. Nosotros somos meros instrumentos en un concierto del que tanto el director de orquesta como los músicos son totalmente ajenos a nuestra voluntad, por suerte para nosotros. De nada nos sirve querer domesticar un concepto que está por encima de nuestras aptitudes. Nunca conseguiremos que el posible futuro sea una certeza. Eso solo es potestad de Dios.

- Estoy empezando a comprender lo que quiere decir Maestro.

- Tienes suerte joven, me ha costado toda una vida comprenderlo y ahora me doy cuenta de que ha pasado el tiempo volando. Jajaja

Y ambos continuaron su paseo entre risas.

4 En él, Dios nos escogió antes de la fundación del mundo, para que en su presencia seamos santos e intachables. Por amor 5 nos predestinó para que por medio de Jesucristo fuéramos adoptados como hijos suyos, según el beneplácito de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. (Efesios 1:4)

5 «Antes de que yo te formara en el vientre, te conocí. Antes de que nacieras, te santifiqué y te presenté ante las naciones como mi profeta.» (Jeremías 1:5)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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