LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

viernes, 31 de marzo de 2017

INDEPENDENCIA

La independencia es un concepto creado para que seamos capaces de elegir a quien queremos servir, no de quien nos queremos liberar.(Anónimo)

Dime por qué quieres tu independencia y te diré de lo que dependerás el resto de tu vida. (Anónimo)



Con la seguridad de ser políticamente incorrecto me atrevería a decir que la independencia es uno de los espejismos más preciados de la democracia. Porque todos dependemos de algo o de alguien, pero a nuestros políticos les encanta embaucarnos en nuestras propias ilusiones hasta que se transforman en decepciones.

Somos rehenes de un mundo gobernado por el dinero, la codicia y sus adláteres. Un mundo que nunca permitirá que nos independicemos de él pues nos necesita para sobrevivir, multiplicarse y perpetuarse.

El primer acto de independencia de un hijo hacia sus padres es decir no y resistirse a las obligaciones que implica. Es la forma más común de cortar el cordón umbilical que lo mantiene rehén de sus genitores. Con el tiempo se dará cuenta que ese cordón no lo maniataba sino que lo aseguraba contra sus propios temores pero es ley de vida que aprendamos con prueba error, y más si cabe con prueba y muchos errores, nada nuevo bajo el sol

Muchos confunden la independencia con la libertad, pero hay una gran diferencia, lo primero es uno de los frutos de lo segundo pero en ningún caso ser libres nos abre las puertas de la independencia, es más suele hacernos más dependientes y esclavos de nuestra condición.

No entiendo por qué el hombre tiene tantas ansías de ser culpable de sus errores revindicando su independencia. No sería mejor depender de nuestro Padre y hacer que él nos enseñe a evitarlos.

La mayor independencia a la que aspiramos los cristianos es la dependencia total de nuestro señor y salvador Jesucristo porque somos conscientes que solo en Él y a través de Él seremos libres de pecado.

Si la independencia nos promete libertad yo quiere ser esclavo de un solo y único Señor, Jesús.

15 Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; 16 como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. (1 Pedro 2:15-16)
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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jueves, 30 de marzo de 2017

DESPRECIO

Cuando me engrandezco veo al otro cada vez más pequeño hasta que desaparece y me quedo solo. (Anónimo)


Ni tan solo el que desprecia es merecedor de ser despreciado porque el desamor también se paga con amor.

El desprecio es una manifestación de nuestra incapacidad de amar a los demás.

La vanidad es terreno abonado para el desprecio, pues suele embaucarnos en nuestro propio orgullo hasta que acabamos creyendo que somos más dignos que los demás.

El ser humano es capaz de actos de odio sibilinos como el desprecio.

Cuando uno se cree superior a los demás hace del desprecio su modus vivendi. Sube, día a día, la montaña de su soberbia hasta que cae por el acantilado de su condición. Todos caen y no todos se vuelven a levantar.

Si dios es amor, lo es, no cabe el desprecio entre sus hijos.

Los hombres fuimos capaces de despreciar al que más nos amó, nos ama y nos amará jamás, Jesús. Somos imperdonables, tan solo la Gracia de Dios puede condonar nuestros pecados mediante el sacrificio en la cruz. Si fuéramos más conscientes de esta realidad seríamos más cautos a la hora de despreciar a los demás.

Si vivimos con amor, por amor y seguimos a Jesús evitaremos los caminos de desprecio de los hombres.

A veces actitudes que parecen inocuas, porque poco visibles al exterior, como el desprecio son las más terribles porque tienen la cobardía de amagarse siempre detrás de supuestas buenas razones.

No podemos amar a todo el mundo, por mucho que lo pretendamos no somos perfectos, pero sí podemos imponernos el no despreciar a nadie, eso es ser imperfectamente correctos.

El único objeto de desprecio legitimo es nuestro propio pecado, no el de los demás. Y eso solo se puede remediar mediante el arrepentimiento sincero.

3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. (Isaías 53:3-4)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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martes, 28 de marzo de 2017

SALUD

Si la salud es un estado de normalidad nuestro mundo está muy enfermo. (Anónimo)


La salud obra para que no notemos el cuerpo o la mente que nos sustentan. Cuando falla empezamos un camino hacia el dolor y el sufrimiento con batallas que nos siempre ganaremos.

Cuando uno es joven la salud poco importa, se da por hecho que es parte de nuestra condición natural. Cuando uno se hace mayor la salud es un preciado obsequio que agradecemos hasta se nos arrebata.

La sociedad y su suciedad arrastran la salud hacia derroteros de mal acabar. Las enfermedades mentales cada vez más nos atacan intentando romper una normalidad indecente en este mundo de locuras.

No hay nada más insoportable que de ver a una persona joven con una enfermedad grave porque se supone que solo la edad invita a que la salud nos abandone irremisiblemente pero la realidad nos recuerda que la salud es un préstamo que nos puede ser arrebatado en cualquier momento.

La buena salud se comparte, la enfermedad no. Esta es la gran diferencia entre lo bueno y lo malo de nuestro ser. Estamos invitados a disfrutar en plural y sufrir en singular. Dos caminos opuestos para un mismo destino, dos caminos que son inevitables.

El estado de salud todo lo mide. No solo el hombre también la sociedad es objeto de su escrutinio y el dictamen es terrible.

La muerte no es un mal estado de salud sino el final de un estado, el nuestro.

La salud es un regalo de Dios, un milagro del que no somos lo suficientemente conscientes hasta que desaparece. Debemos agradecer cada día de nuestra vida a Dios por ello.

El mal mensajero acarrea desgracia; Mas el mensajero fiel acarrea salud. (Proverbios 13:17)
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.(3 Juan 1:2)


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lunes, 27 de marzo de 2017

MONSTRUOS

No hay monstruos en la oscuridad pero sí mucha oscuridad en los monstruos. (Anónimo)


Se dice del monstruo que es un ser diferente a los demás de su especie pero ¿qué decir cuando es uno más igual a los demás?

Las diferencias no hacen de una persona un monstruo más sí la indiferencia de los demás lo hace sentir como tal.

Las normas son creadoras de monstruos porque ponen límites a lo que debemos tolerar y eso es tentación para aquellos que buscan siempre quebrantar lo establecido.

Vencer a un monstruo puede ser una tarea muy ardua, sobre todo cuando este se esconde en nosotros mismos, en lo más profundo de nuestra condición.

Es fácil denunciar los monstruos ajenos y obviar los nuestros, es como si eso fuera a hacerlos desaparecer cuando en realidad lo que hace es magnificarlos hasta tal punto que acaban cegándonos.

Hay quien dice que es mejor no despertar la bestia que duerme en nuestro interior. El problema es que no duerme, espera sigilosamente su hora para adueñarse de nuestra persona, cogiéndonos desprevenidos. Por ello es necesario orar para que Jesús nos dé las fuerzas de oponernos al pecado mediante el Espíritu Santo que ha depositado en cada uno de nosotros. Él es el que puede dominar y vencer a la bestia, no nosotros.

De pequeños temíamos a los monstruos de los cuentos que nos narraban, ahora algunos prefieren ser temidos como monstruos que ignorados como humanos.

La inocencia nos hace ver monstruos donde los hay y temerlos, la malicia nos hace creer que ya no existen hasta que acabamos siéndolos nosotros mismos.

Los seres deformes no son monstruos, es nuestra monstruosidad quien nos los hace ver como bichos raros porque cuando miramos con el corazón siempre encontramos la belleza del otro.

12 Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; El que obra salvación en medio de la tierra. 13 Dividiste el mar con tu poder; Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas. 14 Magullaste las cabezas del leviatán, Y lo diste por comida a los moradores del desierto. (Salmo 74:12-14)

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REFUGIO

Donde buscaré amparo frente a los asaltos de la vida, no encuentro refugio humano que me proteja de ellos mientras sangra mi corazón. (Anónimo)


Vivir es exponerse cada día porque el mundo nos asedia constantemente con sus amenazas: la violencia, las injusticias, las guerras, los desamores, las enfermedades, y más, y más. Pero si bien necesitamos resistir, aquellos que confiamos en Jesús, no debemos temer los envites de la vida porque Él nos acompaña a cada paso, animándonos, en cada tropiezo, levantándonos, a cada duda, reafirmándonos, en cada ataque, amparándonos. Si estamos con Dios y Dios con nosotros ¿quién podrá amedrentar nuestro ánimo? Nadie ni nada porque Jesús es nuestro resguardo.

En las guerras, los refugios permiten reponer fuerzas y resistir al enemigo mientras este nos ataca. En la guerra espiritual que arrecia cada día con más empeño, Jesús es nuestro refugio. Él es nuestro amparo y el Espíritu Santo nuestro tutor, consejero y guía. Descansar en Él es vivificante, sentirlo a nuestro lado es reconfortante.

Para el ser humano la paz no es un estado natural en sí, sino que solo notamos su ausencia en tiempos de guerra. Descubrimos su presencia cuando la perdemos, solo la buscamos cuando la hemos abandonado. El refugio no es para nosotros un asilo merecido más sí una pausa sin tregua, que solo disfrutaremos el tiempo que en Jesús pensemos y a Él nos entreguemos.

El mal es amo y señor de este mundo, busca doblarnos con sus malicias y sus tentaciones. A veces pensamos que la única forma de evitar sus efectos es aliarnos con él como si fuéramos capaces de dominarlo pero una vez entregados a su poder somos su rehén, esclavos del pecado.

No hay mal invencible en la tierra solo, pecados por vencer mediante nuestro arrepentimiento sincero y el sacrificio del Señor en la cruz. Para encontrar el refugio de vida eterna hay que negarse a sí mismo y renacer en Cristo. No es difícil, solo nuestra vanidad y nuestro orgullo nos impiden ver lo sencillo que es descansar en el Señor.

Si buscas refugio, busca a Dios y encontrarás a Jesús en el camino. Él es quien nos lleva de la mano, Él es nuestra roca y nuestro refugio. Amen

En Dios está mi salvación y mi gloria;
En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio. (Salmo 62:7)

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viernes, 24 de marzo de 2017

SIN PERDÓN

No rechazo el perdón que no me merezco pues de recibirlo lo imperdonable sería negarlo. (Anónimo)


¿Aquello doloso que no es castigado puede ser perdonado? O ¿Debe el perdón exigir primero su pago antes de dar su tributo?

¿Es el castigo parte del perdón o el perdón parte de la penitencia?

Cuantos hechos, cuantas injusticias, cuantas barbaridades hemos visto que no han recibido su retribución penitente. No por ello serán obviadas en el libro de la vida del que deberemos todos rendir cuentas.

Dejar un dolor sin perdón es mantenerlo vivo y eso consume más al que debe perdonar que a aquel que ni tan solo espera serlo.

Cuando se vive con el amor que Dios nos pide alberguemos en nuestro corazón, no hay agravio que no merezca perdón.

Si dejamos una afrenta sin perdón nos estamos exponiendo a nosotros mismos pues nos arriesgamos a ser juzgados con la misma dureza por Jesús.

Es tan importante saber pedir perdón como perdonar. Si bien lo primero lo aplicamos a nuestra conveniencia, lo segundo nos es más difícil hacerlo pues cuando no se trata de nosotros siempre somos más exigentes.

La bondad impide el sin perdón, la maldad se recrea en él.

Este mundo está lleno de condenados que niegan el perdón a sus semejantes, necios que ignoran que sin perdón no hay redención.

No hay castigo más saludable que perdonar, pues eliminamos la auto justificación del causador enfrentándolo a la realidad de sus hechos.

El hombre es capaz de tales crueldades, horrores insufribles que a veces se nos hace imposible entrever un camino de perdón. Cuando esto sucede hay que recordarse con fuerza y pasión de Jesús, de aquello que Él sufrió por nuestros agravios y de que no solo nos perdonó sino que acarreo con Él nuestras culpas para que fueran condonadas por Dios nuestro Padre mediante su sacrificio en la cruz. Para que nadie que lo siguiera quedara sin perdón. Qué menos podremos y debemos hacer nosotros que de perdonar.

21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. (Mateo 18:21-22)

32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? (Mateo 18:32-33)


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jueves, 23 de marzo de 2017

MALDAD

La maldad es el único holocausto que el hombre es capaz de presentar ante el altar de los dioses paganos de este mundo, la suya y la de sus congéneres. (Anónimo)


A cada día su dosis de maldad, el mundo la destilla con naturalidad, con alevosía, con sigilo pero sobre todo con empeño y constancia. Es como si quisiéramos recordar contantemente a Dios que no somos dignos de su Gracia.

La maldad no es una inclinación ajena que nos atañe a nuestro pesar, no. Es una condición intrínseca del hombre que pide emerger a la superficie de nuestro ser a cada oportunidad que le damos al pecado que mora en nosotros.

Es tan fácil ser genitor de maldad que aquellos que se recrean en ella muestran la necedad de su insensatez.

La maldad no es lo contrario de la bondad porque no se puede comparar actitudes incompatibles. La maldad es la victoria pírrica del maligno, y sus abanderados serán llamados a responder de sus exacciones a la hora del juicio final.

La ausencia de referencias invita la maldad a reinar en las vidas de aquellos que están vacíos de espíritu. Creen que obrando como herramientas del dolor justifican el propósito del que carecen, que castigando a los demás se van a librar del suyo propio cuando lo único que conseguirán es condenarse sin remisión.

Me imagino que, cada día que pasa, nuestra maldad provoca una lágrima más de la pasión de Cristo.

Pasé el lunes por el mismo lugar donde este miércoles la maldad de los hombres se ha cobrado varias vidas en Londres. Estuve fotografiando los lugares donde dos días después la belleza histórica cedería el protagonismo al horror histérico de la maldad humana. No me puedo imaginar que las piedras puedan ser más resistentes que la maldad que han presenciado y por ello pienso que esos lugares están manchados para siempre por la crueldad de nuestra condición humana. Lo inhumano sería ser capaz de resistir a la maldad. No nos olvidemos que lo que ha pasado en Londres sucede cada día, y con más crudeza si cabe, en Siria, Yemen, Nigeria, etc…

Solo por la Gracia de Dios somos salvos. Es muy difícil vivir en este mundo no queriendo ser parte de él. Cada día que pasa me aleja más de sus tentaciones y me hace buscar con más ahínco la presencia del Señor. Amen

Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error. (Eclesiastés 7:25)

7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. 8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; 9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen (Hebreos 5:7-9)


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miércoles, 22 de marzo de 2017

INMIGRANTE

Lo que por obligación se hace exige respeto ajeno y no persecución desalmada. (Anónimo)

El inmigrante es un viajero de la miseria que busca amparo en nueva tierra. (Anónimo)


En el pasado los emigrantes hacían fortuna en sus nuevas vidas, hoy en día se arruinan para poder llegar a una tierra que los rechaza.

El desconocimiento lleva al miedo, el miedo a la intolerancia, la intolerancia al rechazo, el rechazo a la marginación, la marginación a la pobreza. Esta pobreza, tanto espiritual como emocional, que hace que un inmigrante se considere un peligro en lugar de un alma en peligro. Así de crueles y egoístas somos los hombres, nada nuevo bajo el sol.

Para ser un inmigrante con suerte hay que poder elegir donde emigrar y eso solo está al alcance de aquellos que no están abocados a ello.

Todos somos inmigrantes, la diferencia está en que aquellos que los persiguen han desertado su propia alma cazar la de los demás.

Los hijos de inmigrantes son como las semillas de una planta que han transportado en tierras ajenas. No siempre son tierras fértiles o abonadas para su crecimiento.

La diferencia entre la huida y la aventura solo está en lo que nos motiva, las circunstancias o nuestra curiosidad.

No hay nada peor que estar viviendo con el alma en vilo toda tu vida, temiendo ser arrancado de la tierra en la que has echado tus raíces con el afán de que prosperen.

Para tener derechos hay que primero cumplir con nuestros deberes. Esto es tan válido para un inmigrante como para los demás, las pruebas no nos eximen de nuestras obligaciones, solo les dan más sentido.

Para hacer frente a las asechanzas del mal debemos revestirnos de la armadura de Dios y luchar contra la injusticia y la crueldad de los hombres que se recrean en dañar a aquellos que intentan encontrar cobijo apaciguador donde nosotros disfrutamos de él.

Quien mejor que Jesús para entender y representar a los inmigrantes. Él, que fue objeto de persecución por parte de Herodes. ¿Cuántos Herodes lideran hoy nuestro mundo? ¿Cuántos?

13 Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo.
14 Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto (Mateo 2:13-14)


10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. (Efesios 6:10-11)

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martes, 21 de marzo de 2017

CONFIANZA

Hay quién deposita su confianza mientras otros la prestan como si fuera moneda de cambio. Malos negociantes son aquellos que porfían en su sentido de los negocios en asuntos del alma. (Anónimo)


La confianza es la entrega de sí mismo sustentada por la esperanza inquebrantable que tenemos depositada en aquel o aquello que la vindica.

Hoy en día es imposible dar la cara por alguien sin exponerse a perderla. Obrar como tal es una simple cuestión de confianza, no siempre en los demás, mucho más en nosotros mismos.

La confianza es la puerta que abre sobre la paz interior de aquellos que la depositan en Dios.

Aquellos que consideran la confianza como un riesgo inútil son asexuados mentales incapaces de experimentar el placer de descansar en los demás.

La confianza es un tesoro que exige ser compartido con quién no lo dilapidará y eso, entre los hombres, es una cualidad en fase de extinción.

Hay una sola respuesta a la búsqueda de la confianza absoluta, Jesús, porque Él es el único que nunca nos defraudará y que siempre ha estado, está y estará al lado de quien busca su amparo.

El que confía más en sí que en los demás es como aquel que se ama más a sí mismo que a los demás porque la confianza como el amor son sentimientos que si no se comparten de igual a igual, perecen

El camino de la salvación está guiado por la confianza que hemos depositado en Jesús. Nuestra fe es alimento indispensable para esta andadura plagada de pruebas en el desierto de nuestra condición.

La desconfianza no es una falta de confianza es una ausencia de ella porque la confianza es como el embarazo, es o no es, no admite medias tintas. El resto solo es nuestra incapacidad de gestionar nuestras inseguridades.

7 Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.
8 Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. (Jeremías 17:7-8)

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viernes, 17 de marzo de 2017

HIJOS

Hay contratos que no tienen fecha de caducidad, por suerte o por desgracia. El de ser padres es el más importante de ellos y su letra pequeña no recuerda que una vez firmado es irrenunciable. (Anónimo)


No hay nada más duro que soltar la cuerda que sujeta nuestros hijos porque tememos que se nos alejen definitivamente, pero si no lo hacemos serán ellos quien la corten y entonces nunca más volverá a ser una cuerda.

Ser buenos padres nos es un oficio, no hay master que nos prepare a serlo. El amor de los hombres es un arma de doble filo que hace que esperemos siempre a cambio lo que no siempre nos merecemos y ya se sabe, el amor verdadero no espera nada a cambio.

Cuando estamos en vilo porque no han vuelto a casa. Cuando tenemos el corazón compungido porque vemos decisiones, actitudes que, a nuestro entender les perjudican pero que ellos toman como vindicación de su independencia, tenemos que pensar en nuestro Padre celestial.

¿Qué hacen nuestros hijos que no hayamos hecho o sigamos haciendo nosotros a Dios nuestro Padre?

El ser padres es una escuela difícil pero también es una ilustración de nuestra relación con Dios y de como Él puede sentir, en su pureza, nuestras actitudes rebeldes y retadoras tanto como las dóciles y obedientes.

Todos tenemos una imagen preconcebida del hijo/a ideal, aquel que nos imaginamos que el nuestro podría ser y nos pasamos toda la vida recomponiéndola en función de lo que realmente es. Perdonamos, aceptamos, tragamos, lloramos y sufrimos abnegadamente los dolores de la frustración de no ver correspondido todo aquello que damos. Una vez más el amor verdadero no espera nada a cambio.

También están los buenos momentos, aquellos en los que vemos y sentimos que todas nuestras penas reciben un premio que consideramos nos merecemos. La recompensa de una educación esforzada, sufrida, luchada por el bien de sus vidas. Sí, esos momentos son de gozo como me imagino goza nuestro Padre celestial cuando nos ve obedientes, entregados y dependientes de Él.

Los hijos no nos pertenecen, aunque por nosotros hayan sido concebidos. Por ello por mucho que nos esforcemos, por mucho que nos empeñemos en una educación que sea la mejor que sepamos darles, al final sus decisiones los definen, no las nuestras y debemos aprender a aceptarlas y convivir con esta realidad.

Con nuestros hijos aprendemos a disfrutar más de sus alegrías que de las nuestras, a sufrir más sus penas que las nuestras. Es una escuela de abnegación y resiliencia el ser padres en este mundo que magnifica la independencia y la libertad individual por encima de la entrega y el amor.

Debemos ser capaces de soltar la cuerda antes de que se rompa para que siempre este al lado de nuestros hijos para cuando la necesiten.

4 No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad. (3 Juan 1:4)

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jueves, 16 de marzo de 2017

ESCOGIDOS

La selección natural es la revancha de la naturaleza sobre el hombre que por mucho que intervenga, depende siempre de ella. Esa es la sabiduría que Dios ha puesto por encima de nuestra necedad. (Anónimo)

El ser conscientes no nos da privilegios más sí obligaciones.

El cumplir no nos exime de continuar obedeciendo.

El creer no nos garantiza una fe inquebrantable.

El ser testigos no nos exime de ser culpables.

El ser erudito no implica ser sabio.

El ser humilde no nos aboca ser necio.

El entender no siempre nos permite comprender.

El ver no garantiza nuestra mirada.

El tener lengua vivaz no nos hace ser profetas.

El ser llamado no implica ser escogido.

Nuestros hechos no garantizan un salvoconducto hacia la salvación y creer que nuestra fe, en sí, es suficiente nos aboca a la vanidad del creyente engreído. Aquel que se cree por encima de los demás porque cree que ha sido escogido.

Por desgracia, o por suerte, los hombres solo somos conscientes, si así lo elegimos, del llamamiento, la elección, esta, solo es potestad de Dios.

Debemos actuar en confianza en el Señor y perseverar en el empeño de seguirle en obediencia. Y aunque esta sea solo la que un ser humano puede ofrecer a Dios, es decir con su carga de pecado, el empeño en perseverar es el único camino que nos abre la puerta a la salvación, por Gracia. No nos olvidemos nunca de esto, por Gracia, nunca por méritos propios.

14 Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. (Mateo 22:14)

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; (Colosenses 3:12)

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miércoles, 15 de marzo de 2017

SÁLVESE QUIEN QUIERA

¿De qué sirve el poder sin el querer? De espejismo de nuestra libertad. (Anónimo)


La salvación no se consume por los hechos de nuestras vidas, mas sí por la Gracia de Dios y por nuestra voluntad de quererla. Por ello no se salva quien puede más sí quien quiere.

Cuando uno le da más importancia a lo que se cree capaz de hacer, que ha su voluntad de conseguirlo expone al fracaso su propósito.

El pragmatismo de nuestra sociedad privilegia nuestros logros por encima de nuestro empeño en conseguirlo, por ello nadie se acuerda del segundo de una carrera. ¿Nadie? Seguro que sus padres y allegados sí, porque el amor privilegia la voluntad a los logros. Entonces cuanto más nuestro Padre que nos ama en pureza.

Se aprende más queriendo que pudiendo porque lo que uno pretende a través del esfuerzo es escuela de humildad, mientras lo que uno cree poder conseguir por su propia capacidad le invita a vanidad y eso es el principio de la necedad.

Mientras la lucha por adquirir lo que queremos nos enriquece, la lucha por defender lo que podemos nos empequeñece.

A la hora de la salvación el poder depende de Dios, del hombre solo es el querer serlo.

El poder humano se manifiesta en su capacidad de dominar a los demás. El poder divino se manifiesta dejando que el hombre escoja su destino.

El querer y no poder dice mucho más en bien, o en mal, de uno mismo que el poder y no querer. Solo Dios es juez de ello.

El querer del hombre le hace creer en lo que su poder le niega, la salvación.

Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace. (Eclesiastés 3:17)

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. (Romanos 1:16)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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viernes, 10 de marzo de 2017

EN NOMBRE DE

El hombre que cuida su nombre, el de los demás no usa en vano. (Anónimo)



Hay más atrocidades cometidas “en nombre de” que piedades en este mundo. Será que somos más fácilmente siervos de maldad que de bondad. O será que escogemos nuestros dioses en lugar de seguir al Dios único, el de amor, paz y benignidad.

Los hombres son tan cobardes que prefieren ampararse detrás de una supuesta creencia para hacer sus barbaridades cuando en realidad solo son fruto de su condición pecaminosa desenfrenada.

Para hablar “en nombre de” hay que ser mandatado por aquel que representamos y salvo Jesús, los profetas y los elegidos por Dios nadie puede actuar impunemente en su mal uso.

Lo que de verdad se hace “en nombre de” Dios siempre queda entre Él y cada cual que en su nombre actúe porque solo en la intimidad y la humildad de espíritu se puede actuar con fe para obras.

Todo aquello que hacemos en fidelidad y obediencia a nuestro Padre celestial, y que es fruto del cumplimiento de su palabra, acaba siendo obra en su nombre. No porque se clame, porque no lo requiere, pero sí porque Él escruta nuestro corazones y se complace en nuestra fidelidad.

El mal uso de un nombre lo desgasta, salvo el de Dios que desgasta a su autor hasta borrarlo del libro de la vida.

El hombre temerario usa nombre ajeno sin cautela, el temeroso de Dios no malgasta ni el suyo propio.

En todas las épocas de este mundo las religiones han invitado a los desalmados a utilizar sus argumentos para perpetrar las atrocidades más grandes de la humanidad “en nombre de”. Desde los cruzados hasta los Jihadistas pasando por la santa inquisición, todo “en nombre de” Dios cuando en realidad siempre ha sido en nombre del pecado y de su anfitrión, el hombre.

La Biblia nos enseña como andar en pos de Jesús siguiendo sus enseñanzas. Esta es la mejor forma de actuar y de vindicar nuestra esencia cristiana y nuestra fe. Las obras que sembramos son el testimonio de una fe viva, una fe que habla claro y alto a los corazones de aquellos que nos rodean, no hay mejor forma de actuar “en nombre de” Jesús que de obedecer sus enseñanzas y dejar que los hechos hablen de por sí.

7 porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. (Éxodo 20:7)

Porque blasfemias dicen ellos contra ti; Tus enemigos toman en vano tu nombre. (Salmo 139:20)


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miércoles, 8 de marzo de 2017

SEÑALES

Hazme una señal cuando vengas hacia mí, pues estoy demasiado ocupado conmigo mismo para percatarme de tu llegada. (Anónimo)

El hombre es tan necio que está dispuesto a recibir señales de otros universos antes que señales de Dios.

Todas las señales no son milagros, mas todos los milagros son una señal, de Dios.

Las señales que no dejan huella son como los gritos hechos a un sordo, esfuerzo perdido en la nada de nuestra necedad.

No todos vemos las mismas señales como no todos sentimos el mismo dolor pero todos debemos enfrentarnos a sus consecuencias.

El que espera una señal sabe cuándo esta se produce, el que está demasiado afanado en sus quehaceres deja que se escape sin darse cuenta de ello.

Hay más señales en nuestra vida que preguntas sin respuestas, el problema es saber ver aquello que a menudo obviamos voluntariamente.

Las señales pueden anunciar un acontecimiento o pueden ser la huella que nos deja un suceso en nuestra vida, pero siempre dejan un testimonio a su paso ya sea en nuestra mente, en nuestro cuerpo o en nuestro corazón.

La luz de un faro es una señal que indica el camino del puerto, la luz de Dios es la señal que nos enseña el camino de salvación.

El corazón ve más señales que los ojos de un lince pero para ello tiene que estar abierto al amor tal y como nos lo pide Jesús.

En nuestro mundo moderno las señales son materia literaria y esotérica, como si el hombre se valiera por sí mismo sin necesidad de signos o advertencias ajenas. Nuestra falta de sensibilidad llega a los confines de nuestro espíritu cauterizándolo de toda capacidad de percepción de las señales divinas. Algunos lo llaman suerte, otros, casualidad negando la realidad de la intervención de quien nos creó.

Lo que para unos es una señal de fuerza puede ser para otros una señal de debilidad. Depende como se mira, si con humildad o con altivez.

La mejor forma de descubrir, ver, entender y comprender las señales que Dios pone en nuestro camino es leyendo su palabra porque en ella está todo aquello que ha sucedido, sucede y sucederá en nuestras vidas.

Las señales solo nos ofrecen aquello que somos capaces de asimilar por ello a menudo no nos dan nada.

17 Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. 18 Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, 19 con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. (Romanos 15:17-19)

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martes, 7 de marzo de 2017

LO QUE DIOS MIRA

Hay cosas que solo pueden encontrarse en el fondo del alma. (Anónimo)


Los hombres actuamos como si pudiéramos escondernos de la mirada de Dios, de lo contrario no haríamos según qué cosas.

Es fácil olvidarse de que somos y seremos escudriñados en lo más recóndito de nuestro corazón, allá donde se almacenan la consecuencia de nuestros hechos. Pero llegará el día en el que todo aquello que resurgirá para cobrarse su tributo en presencia de Jesús, lo bueno y lo malo, lo recordado y lo olvidado, lo vistoso y lo amagado.

La majestuosidad de nuestros atuendos o de nuestros logros nos impresiona pero de qué sirve tanto decoro si Dios solo mira en nuestro interior como si fuera un libro abierto.

El hombre ve, Dios mira. Hay una gran diferencia y está marcada por los límites nuestra capacidad frente a la infinidad de Dios. Porque donde Dios mira el hombre no ve y donde el hombre ve Dios ya ha mirado.

Todo lo que está a la vista no se ve, es más no solemos ver lo más obvio porque la mirada de nuestro corazón esta entelada por el pecado, de lo contrario tendríamos una mirada genuina e inocente, entregados a nuestro Padre como hijos suyos que somos.

Si fuéramos conscientes de cómo nos ve Dios no nos taparíamos las vergüenzas porque es un esfuerzo inútil y erróneo. Si fuéramos conscientes de cómo nos ve Dios nos negaríamos a nosotros mismos para abrazarnos a su gran amor.

La fe para obras es la mejor forma de complacer a nuestro Padre, de hacer que su mirada se complazca en sus hijos. No seremos capaces cada día de lograrlo y Él lo sabe pero nuestro esfuerzo, aunque con torpeza, nuestro empeño, aunque con sus dudas, es tan importante como aquello que logremos. No solo lo que conseguimos nos define sino todavía más la voluntad que nos lleva a intentarlo sin desfallecer.

Los hombres somos expertos en herir corazones ajenos y/o los nuestros aunque después seamos incapaces de ver las marcas que dejan nuestras acciones. Y todo bajo la mirada de Dios.

Vivimos bajo la mirada omnisciente de nuestro creador, eso debería pesar en nuestras consciencias a la hora de actuar.



6 Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. (1Samuel 16:6-7)


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viernes, 3 de marzo de 2017

LAS ALTURAS Y EL VACÍO

Maestro y alumno paseaban por el puente de los encantos cuando, mirando hacia el fondo del valle el alumno preguntó:

- Maestro, ¿Por qué es tan atractivo el vacío?

- Porque solo te puede seducir desde las alturas

- ¿Y eso es bueno o malo?

- ¿Tú qué crees, joven?

- Si algo nos atrae es porque tenemos interés en ello, ¿no?

- ¿Tienes interés en lanzarte al vacío?

- No maestro

- Entonces ¿por qué crees que te atrae?

- Porque las alturas nos engañan

- Tú lo has dicho joven, sin alturas no hay vacío, ya sea cruzando un río como nosotros lo estamos haciendo, o ya sea escrutando nuestro corazón

- Entonces maestro ¿por qué es tan atractivo el vacío?

- ¿Qué es el vértigo para ti, joven?

- Es el miedo que tenemos de caer al vacío, ¿no?

- ¿Y no crees que es más el miedo que tenemos de no saber resistir al deseo de saltar?

- Ahora que lo dice maestro, tiene usted razón

- Caer puede no ser voluntario pero el deseo sí lo es y tenemos tendencia a querer disculparnos ante nuestras tentaciones. Los deseos son más poderosos que los hechos en el corazón del hombre y por lo tanto más destructores. Te haré una pregunta, joven, ¿cuándo te has sentido atraído por el vacío de este valle?

- Cuando he mirado hacia abajo, maestro

- ¿Y de no haberlo hecho, que crees que habría pasado?

- Pues que habría cruzado el puente sin más, en lugar de pararme para mirar

- Lo mismo es de nuestras vidas, joven. Si caminamos sin mirar hacia abajo, poniendo nuestra mirada en Jesús cruzaremos valles profundos y angostos sin ser atraídos por sus vacíos, resistiendo sus tentaciones. La atracción que ejercen solo se nos manifiesta en las alturas, no de mira, mas sí de nuestra concupiscencia. Hay que saber engancharse a la humildad de los llanos de las enseñanzas de la palabra para resistir a las tentaciones de coger altura, porque cuanto más alto volemos más dura será la caída y nosotros somos expertos en recaídas.

¿Por qué es tan atractivo el vacío? Porque el hombre prefiere dejarse seducir por lo prohibido que por lo prometido. Esta fue la elección de Adán y Eva. No te atrae, ni te tienta aquello que decides no mirar y ellos quisieron mirar a Dios de tú a tú. La obediencia a Dios nos ayuda a seguir el camino hacia la salvación evitando los vértigos de nuestra altivez.

- Entiendo Maestro, solo hay que saber dónde mirar para no caer en la tentación– Y dejando de mirar al vacío reemprendió su paseo.

- Tú lo has dicho joven, las alturas nos recuerdan que son el reino de Dios y que las nuestras solo son una invitación a caer en el vacío de nuestras vanidades.

Y ambos acabaron de cruzar el puente para llegar a la aldea antes del anochecer.


14 para que no se exalten en su altura todos los árboles que crecen junto a las aguas, ni levanten su copa entre la espesura, ni confíen en su altura todos los que beben aguas; porque todos están destinados a muerte, a lo profundo de la tierra, entre los hijos de los hombres, con los que descienden a la fosa. (Ezequiel 31:14)

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miércoles, 1 de marzo de 2017

LONGANIMIDAD

Solo aquello a lo que me enfrento de cara engrandece mi ánimo, el resto alimenta la pusilanimidad de mi alma. (Anónimo)

La longanimidad es la capacidad de transformar la maldad que nos acecha en bondad que emane de nuestro corazón.

La paciencia es el poder de la longanimidad, el amor, su consecuencia.

Las adversidades no son impedimentos para aquel que descansa en Jesús, son el paso y el precio a pagar para edificar nuestra mente y nuestro espíritu.

No hay prueba que no ofrezca su tributo de redención. Para encontrarlo hay que saber revestirse de la humildad que nos abre los ojos y el corazón.

La generosidad es un exceso para el tacaño y un acto normal, y sin mayor transcendencia, para los corazones longánimos.

¿Qué mejor que condenar al culpable? Ser clementes con los demás aboga a favor del perdón de nuestras propias culpas. No nos olvidemos, nosotros también seremos juzgados.

Sin la constancia de ánimo no hay camino hacia la salvación, aunque esta constancia sea la suma de nuestras inconstancias vencidas.

La vida de las palabras es testigo de la sociedad que las malgasta. Por ello la palabra longanimidad está en desuso y tan ausente en nuestras vidas, como las cualidades que la definen: benignidad, clemencia, generosidad.

No busques joyas en el lodo, salvo que tu corazón albergue un espíritu bendecido por Dios, entonces sabrás discernir la tierra del agua.

No hay mejor alentador de ánimo que Jesús, por ello cuando el nuestro desfallece tenemos que buscarle y encontrarle, porque bebiendo de su copa de agua de vida recobraremos las fuerzas que nos impulsarán hacia la salvación.


1Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. 2 Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. 3 ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? 4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? (Romanos 2:1-4)

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