La sal de la vida es como el contraste de una foto, sin él todo esta borroso, con él todo se define.
El ingrediente maestro de nuestra alimentación es la sal. Ninguna, y nada sabe; demasiado y todo amarga; en su punto ensalza lo bueno de todo aquello que acompaña.
Somos este ingrediente espiritual en un mundo insípido.
La sal purifica, la sal conserva, la sal es la sazón de nuestras vidas.
La sal es una roca capaz de diluirse y mezclarse para dar gusto a aquello que lo necesita. Estamos llamados a ser esta roca para gloria de nuestro Señor Jesucristo.
“Vosotros sois la sal de la tierra: y si la sal se desvaneciere ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y hollada de los hombres.” Mateo 5:13
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