Somos lo que comemos. (Ludwig Feuerbach)
Sea el
alimento tu medicina, y la medicina tu alimento (Hipócrates)
No todo lo que comemos alimenta y no
todo lo que alimenta se come. (Anónimo)
Estamos en una sociedad de consumo y
lo que más consumimos, por instinto de supervivencia, son alimentos. No todos
buenos, no todos frescos, ni tan solo todos necesarios. Tanto en estado líquido,
sólido, tragamos, engullimos constantemente sin demasía cautela.
Pero como dice Jesús “no solo de pan
vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios”.
Cuando uno hace una buena comida
llena de manjares y delicadezas para su paladar, la sensación es de un gran
placer. Ese mismo magnificado a su extremo es aquel que experimentamos cuando
nuestro alimento es la palabra de Dios. Sacia y crea adicción en mismo tiempo,
como si fuera el aire fresco y puro que respiramos en un valle frondoso donde
la brisa es el aperitivo perfecto.
Cuando comemos mal, se suele decir
que la comida no nos aprovecha. Cuando nos empachamos tenemos esa sensación de
que vamos a expulsar todo aquello que no deberíamos haber comido. Lo mismo pasa
con el alimento espiritual, no todo es bueno para el hombre cuando no nos
encomendamos a Dios y preferimos actuar de mutuo propio. Las lecturas
espirituales son un viaje iniciático que precisa de un guía imprescindible, el
Espíritu Santo. Sin Él podemos llegar a elegir escritos perversos, apócrifos,
engañosos. “Todo me es licito más no todo me conviene” dice Pablo. Es una
advertencia que no observamos lo suficiente a lo largo de nuestra vida. Nuestro
afán en busca de la Verdad puede llevarnos a una verdad equívoca y tendenciosa
cuando leemos libros cualificados de espirituales y/o religiosos y les dmos una
importancia que nunca tendrán..
Hay grandes maestros como Spurgeon,
como Calvino, como Lutero que han escrito grandes obras sobre el reino de Dios.
Pero no dejan de ser sus interpretaciones, sus verdades diminutas frente a la
verdad de la Palabra. Podemos caer en la tentación de magnificar, de ensalzar
tal o tal definición haciendo de simples pecadores eruditos, ídolos con pies de
barro. Puede parecer osado y atrevido hablar así de estos hombres, que son
referencias espirituales para cualquier
creyente, pero cuando pretendemos elevar sus opiniones a dogmas de fe, a visión
única de lo que entendemos que es la Verdad, nos estamos equivocando
profundamente. Lutero lo experimentó en vida teniendo que enfrentarse a supuestos
luteranos más luteranos que el mismo.
Por ello es muy importante que
seamos conscientes de que el único alimento espiritual fruto de Dios, maná
divino para los humanos, es la Biblia que leemos y no las interpretaciones que
otros hacen de ella. Si bien pueden ser de interés nunca deberán ser esenciales
en nuestra vida.
El que se alimenta sanamente
fortalece su cuerpo, el que lo hace con la palabra de Dios fortalece su alma y
su espíritu, los complementos son solo eso complementos, sin más.
Sepamos discernir la paja del trigo
y no idolatremos seres humanos por muy doctos que sean en la materia, ellos no
lo harían. Comamos diariamente del mana que Dios nos ha legado, su Palabra, y
con toda seguridad fortaleceremos nuestro espíritu. Amén
3 Entonces el diablo le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que
se convierta en pan.
4 Jesús, respondiéndole, dijo:
—Escrito está: “No sólo de pan vivirá el
hombre, sino de toda palabra de Dios.” (Lucas 4:3-4)
Que Dios os bendiga, Alfons <><
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