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¿Cómo una palabra tan corta puede significar tanto?

¿O no?

Lo más importante no es decir sí, o no, sino cuando
y como decirlo.

Si Adán y Eva hubiesen dicho que no a la serpiente,
¿qué sería de nosotros ahora? Pero “no” negaron la tentación dando paso al
pecado original.

Se dice a menudo: “por qué no intentarlo, el no ya
lo tengo” porque todo es más fácil cuando uno sabe que lo peor que le puede
pasar es quedarse como estaba, ¿pero es realmente lo que parece, o no?

En matemáticas negativo por negativo da positivo, en
humanidades, da negativo multiplicado por dos. Eso demuestra que por mucho
que creamos lo contrario somos bastante más irracionales de lo que parece.

El no, le quita el significado al verbo e invierte
el sentido de su acción, es el antídoto de sus efectos ya sean estos buenos
o malos.

El no es positivo cuando pretende anegar el mal que
hacemos porque cuando en su lugar lo utilizamos para negarlo, entonces se
transforma en mentira.

El mayor acto de firmeza es saber decir que no a la
tentación cuando ella nos invita con todos sus encantos a lo contrario.

El sentimiento en el que la única negación existente
es la de uno mismo es el amor por los demás.

El sí nos implica, el no evita comprometernos, por
eso al hombre le agrada tanto negar.

El que clama su libre albedrío es dueño de su sí y
su no, con ello cree ser libre pero en realidad, en caso de equivocarse,
está acarreando una losa de condena sobre sí.

El que se entrega a Dios el padre y depende
totalmente de Él sabe que su libertad reside en la gracia de Dios y que sus
errores y pecados le han sido perdonados por el sacrificio de Jesús en la
cruz. Y esto no hay “no” que lo anule.

“66 Estando Pedro abajo, en el patio, vino una de
las criadas del sumo sacerdote; 67 y cuando vio a Pedro que se calentaba,
mirándole, dijo: Tú también estabas con Jesús el nazareno. 68 Mas él negó,
diciendo: No le conozco, ni sé lo que dices. Y salió a la entrada; y cantó
el gallo. 69 Y la criada, viéndole otra vez, comenzó a decir a los que
estaban allí: Este es de ellos. 70 Pero él negó otra vez. Y poco después,
los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de
ellos; porque eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de
ellos. 71 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco a este
hombre de quien habláis.” Marcos 14: 66-71
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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