La vergüenza ajena es aquella que nos es más fácil sentir, pues no nos
involucra como autores, pero nos hace sentir como jueces.
El que lucha por bienes ajenos conquista su propia desgracia el que defiende
los suyos consolida la firmeza de su voluntad.
La codicia nos hace desear lo ajeno hasta que acabamos llenos de inutilidad,
empezando por nosotros mismos.
Si somos ajenos a todo acabaremos enajenando a los demás.
Nada mejor que una opinión ajena frente a nuestras sentencias resolutorias.
Si somos ajenos al sufrimiento, somos causa y efecto de su dolor.
La indiferencia nos hace obviar las evidencias que suceden a nuestro
alrededor, mas no por querer ser ajenos somos menos culpables de ello.
Todo aquello que es ajeno a nuestra voluntad es propio de las de los demás,
piensa el necio porque el sabio percibe la diferencia entre irresponsable y
desconocedor y por ello busca siempre la verdad.
¿Por qué el hombre prefiere dioses ajenos a la presencia del Rey de reyes?
Porque les puede aguantar la mirada, Frente a Dios no hay elección, o te
inclinas, o tu ceguera te llevará al abismo de tu orgullo. Vanidad de
vanidades.
"No habrá en ti dios ajeno, Ni te inclinarás a dios extraño." Salmo 81:9
"El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno Es como el que toma
al perro por las orejas." Proverbios 26:17
Que Dios os bendiga, Alfons <><
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