Según desde donde mire este río lo veo largo y ancho o corto y angosto pero sigue siendo el mismo río. (Anónimo)
Sin buena perspectiva no hay buen entendimiento, la nuestra puede llegar desde la más alta de las montañas pero la de Dios viene del confín de la creación. Cuanta humildad nos falta para aceptar y entender esta realidad.
En nuestra vida nos enfrentamos a tomar muchas decisiones y siempre, o así debería de ser, intentamos actuar con ecuanimidad y ajustadamente a la realidad que nos reta. Pero, a menudo, no somos capaces de abstraernos del entorno que sesga nuestro punto de vista. Y eso hace que erremos
Napoleón fue un gran estratega, le encantaba ver las batallas desde el punto más álgido que las rodeaba. Qué pena que eso no le sirviera para verse a sí mismo, seguro que se hubiera asustado de su propia condición.
Amar a los demás como a sí mismo implica aceptar el punto de vista de los demás como el nuestro.
Si no eres propenso a cambiar de opinión, desplázate y cambia de punto de vista, e igual eso te hará cambiar de parecer.
Nuestra razón se basa en aquello que pensamos y nuestros pensamientos están influidos por aquello que vemos. La pregunta es ¿lo vemos bajo todos los puntos de vista? Si no somos capaces de responder positivamente a esta pregunta, nuestra opinión está sesgada.
La diferencia entre recibir lo que necesitamos y no lo que pedimos está basada en el punto de vista. El de Dios claro está, que es el único que prevalece, por suerte para nosotros.
Cuando opinamos con contundencia siempre debemos matizar, por no decir suavizar, nuestros dichos añadiendo que solo es nuestro punto de vista. Dejando de esta manera opción al de los demás.
Muchas discusiones dejarían de serlo si en lugar de mirarnos constantemente, miráramos también a los demás porque descubriríamos su punto de vista. Ese mismo que nos enriquecerá si sabemos escuchar.
El pensamiento único no acepta puntos de vista y eso es “menticida”, asesino de la mente y del libre albedrío.
Una, entre tantas, de las grandes diferencias entre Dios y nosotros es que si bien nuestro punto de vista es finito, ya que se ancla en el tiempo, el de Dios es infinito.
El que sabe escuchar se enriquece del punto de vista de los demás, el que no acaba sordo.
13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. 14 Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. 15 Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. 16 Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo. (Hechos 10:13-16)
Que Dios os bendiga, Alfons <><
Primera edición del libro electrónico con 1 año de reflexiones, versículos e ilustraciones de Manuel Redondo, a la venta en Amazon:
http://www.amazon.com/dp/B00D7IM000
http://www.facebook.com/UnDiaUnaReflexionUnVersiculo
http://un-dia-una-reflexion-un-versiculo.blogspot.com/
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Església Evangèlica La Gràcia de Déu
Ciutat de Balaguer, 40, Barcelona
Cada domingo a las 18 00, ¡OS ESPERAMOS!
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Napoleón fue un gran estratega, le encantaba ver las batallas desde el punto más álgido que las rodeaba. Qué pena que eso no le sirviera para verse a sí mismo, seguro que se hubiera asustado de su propia condición.
Amar a los demás como a sí mismo implica aceptar el punto de vista de los demás como el nuestro.
Si no eres propenso a cambiar de opinión, desplázate y cambia de punto de vista, e igual eso te hará cambiar de parecer.
Nuestra razón se basa en aquello que pensamos y nuestros pensamientos están influidos por aquello que vemos. La pregunta es ¿lo vemos bajo todos los puntos de vista? Si no somos capaces de responder positivamente a esta pregunta, nuestra opinión está sesgada.
La diferencia entre recibir lo que necesitamos y no lo que pedimos está basada en el punto de vista. El de Dios claro está, que es el único que prevalece, por suerte para nosotros.
Cuando opinamos con contundencia siempre debemos matizar, por no decir suavizar, nuestros dichos añadiendo que solo es nuestro punto de vista. Dejando de esta manera opción al de los demás.
Muchas discusiones dejarían de serlo si en lugar de mirarnos constantemente, miráramos también a los demás porque descubriríamos su punto de vista. Ese mismo que nos enriquecerá si sabemos escuchar.
El pensamiento único no acepta puntos de vista y eso es “menticida”, asesino de la mente y del libre albedrío.
Una, entre tantas, de las grandes diferencias entre Dios y nosotros es que si bien nuestro punto de vista es finito, ya que se ancla en el tiempo, el de Dios es infinito.
El que sabe escuchar se enriquece del punto de vista de los demás, el que no acaba sordo.
13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. 14 Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. 15 Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. 16 Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo. (Hechos 10:13-16)
Que Dios os bendiga, Alfons <><
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