QUIETUD

Existen dos tipos de quietud: la victoriosa y la vencida, ambas nos
proporcionan tranquilidad y sosiego y tanto la una como la otra moran en
nosotros.

La quietud victoriosa es dulce de saborear pero amarga al paladar porque el
descanso del vencedor prepara la venganza del vencido.

La quietud vencida es poción amarga con bálsamo redentor para el corazón
porque derrota nuestra vanidad y orgullo y nos ofrece a cambio humildad y
mansedumbre.

La calma que precede la tempestad no es quietud más sí el silencioso vacio
de la inquietud.

La quietud es una pausa en la cacofonía de nuestra vida, un alto en el
camino del peregrino, cuando hasta el tiempo se detiene para descansar.

No confundamos la quietud con la inactividad, son hermanas de nombre pero no
de cuna y apelan a nuestro discernimiento para que sepamos gozar de la
primera y huir de la segunda.

La quietud es paz con uno mismo tras la paz con los demás.

"Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del
señor entre los necios." Eclesiastés 9:17

Que Dios os bendiga, Joves, Alfons <><

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