EL ANCLA

Un hombre sin fe es como un barco sin ancla, ambos
vagan a la deriva entre los escollos de este mundo.

Hay quién se pasa de frenada y muere antes de haber
nacido de nuevo, sencillamente porque le falto el ancla de la esperanza,
Jesús.

El ancla es tan pesada como nuestros pecados, y tan
robusta como nuestro arrepentimiento, nos puede hundir o salvar según la
sinceridad de nuestro corazón.

Si queremos poder capear las fuertes corrientes de
tentación que surcan los mares de nuestra vida necesitaremos un ancla
incorruptible, aquella que nos protege y promete la salvación, Jesús.

Un ancla es un salvavidas, si te aferras a ella
aguantaras la tormenta perfecta, todos deberíamos llevar una en nuestro
bolsillo porque se avistan muchas borrascas de orgullo y vanidad en nuestro
mundo.

Un fondo de arena es promesa de anclaje débil, solo
en un fondo rocoso hay amarre seguro, y descanso, y paz para el marinero.
También para las almas, necesitan una promesa firme para anclarse en ella,
la de Jesús.

“19 Tenemos como firme y segura ancla del alma una
esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del *santuario, 20 hasta
donde Jesús, el precursor, entró por nosotros, llegando a ser sumo sacerdote
para siempre, según el orden de Melquisedec.” Hebreos 6:19-20

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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