EL TELÉFONO

A veces, nos da la impresión de que pedir en oración
es como llamar y que el teléfono suene y suene pero que nadie conteste.
¿Pedimos lo que más nos conviene o lo que más
deseamos? si tú no lo sabes ÉL sí.

También hay días que vivimos nuestra fe como si
estuviéramos esperando al lado de un teléfono que nunca suena.
¿Para qué esperar a quién ya está a tu lado, para
qué buscar a quién ya te ha encontrado? Si tú no lo sientes Él a ti, sí.

Somos adictos al teléfono, hoy la vida no se
entendería sin esa pequeña maquinita que nos mantiene conectados con los
demás y con el mundo.

Cuando nos lo olvidamos nos desesperamos, si lo
perdemos nos angustiamos, cuando suena nos alegramos o temblamos, cuando no
también, no sabemos vivir sin él.

Qué bonito sería si pudiéramos decir lo mismo de
Dios.
“23 Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi
espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras. 24 Por cuanto llamé,
y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, 25 Sino que
desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis” Proverbios
1:23-25

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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