TESTIFICAR

Mostrar nuestra fe no es una debilidad, esconderla
sí. Debemos ser testigos fieles de nuestra esperanza.

La predicación sincera es aquella que habla más por
sus hechos que por sus palabras. No hay mejor testimonio que la actitud para
un cristiano.

Ser buen ejemplo es difícil, ser buen orador es
fácil porque los hechos exigen una constancia de condición, mas las palabras
son tan fugaces como el sonido de nuestra voz.

Testificar es declarar verazmente como persona en un
juicio y nuestra vida es un pleito constante en el que somos tanto testigo
como procesado ante el juez supremo, Dios. Podemos representarnos a nosotros
mismos o aceptar a Jesús como abogado defensor, ¿en quién confiamos más?

El que asume sus responsabilidades testifica de
ellas con todas las consecuencias, el que las huye prevarica.

Hay más evangelizadores que testigos fieles, ¿será
porque es más fácil ver la paja ajena que nuestra viga?

Jesús testificó a favor nuestro en el juicio del
mundo y su precio pagó por nuestra redención, es el ejemplo a seguir

“¡¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi
confianza es que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi adversario me
forme proceso!!” Job 31:35

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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