LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 14 de febrero de 2018

EL FUNÁMBULO

Hago tantos equilibrios en mi vida que me he olvidado del vacío que rodea el cable que me sustenta. (Anónimo)

Los pocos afortunados sueñan de riquezas, inconscientes que son, de la condena que estas suelen acarrear, mientras los ricos se envanecen hasta la muerte.

El hombre es un insatisfecho por antonomasia siempre busca lo que no tiene hasta que encuentra lo que no quiere. Así somos, nuestra condición nos empuja a menudo hacia lo contrario de lo que necesitamos revistiéndolo de deseos ansiados.

La felicidad no se recibe, nace en nosotros, en nuestra capacidad de saber equilibrar nuestras ansias y nuestras frustraciones con paz interior y alegrías ajenas.

Las riquezas no están en las pertenencias o en su capacidad de adquirirlas sino en a quién pertenece tu corazón, tu alma y tu espíritu. Si se los has entregado a Dios, Él será tu mayor y único tesoro. Si se los has abandonado a tu condición, entonces la codicia, el orgullo y la avaricia serán tus lisonjeras.

Un maestro dijo un día: El necio busca los extremos de su condición, mientras el sabio, en el equilibrio de las cosas, encuentra su satisfacción.

La tentación de conseguir aquello que no nos es concedido es grande y más si nuestra vida atraviesa momentos de infortunio pero no hay más recompensa que la condena para aquel que hurta.

La necesidad es considerada una desgracia por el menesteroso cuando en realidad hay más desdicha en la abundancia que en su ausencia porque nos invita a ensalzar nuestra condición en lugar de atribuir su autoría a quien todo nos da, porque todo suyo es, Dios.

La necesidad es un camino arduo hacia la salvación. Hay de aquel que este tentado suplirla por su condición.

La bonanza es también un camino arduo hacia la salvación. Hay de aquel que se atribuye los tesoros de Dios, con su vida pagará tal osadía.

Ni tanto ni tan poco. En los excesos se manifiesta lo peor del hombre porque es atraído por todo aquello que reluce antes de buscar lo que enriquece de verdad, el amor de Dios.

Todos somos funámbulos en esta vida, algunos de forma voluntaria y otros obligados por la vida misma. Nos pasamos toda nuestra existencia saltando encima de un cable que nos separa del abismo, inconscientes que somos de lo que conlleva nuestra caída. Si observamos un equilibrista profesional descubriremos que todo lo que hace esta en equilibrio, como él. Lo mejor que le podemos pedir a Dios para nuestra vida es que nos dé ese sentido de la justa medida que nos permitirá evitar las descomedidas de nuestra ambición.

Sólo dos cosas te he pedido, oh Dios; concédemelas antes de que muera: 8 aleja de mí la falsedad y la mentira, y no me hagas rico ni pobre; dame sólo el pan necesario, 9 porque si me sobra, podría renegar de ti y decir que no te conozco; y si me falta, podría robar y ofender así tu divino nombre.(Proverbios 30:7-9)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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