El que mide su bondad engaña y se engaña.
El que mide su amor no quiere, ni se quiere.
El que mide sus sentimientos no siente, se resiente.
El que mide su felicidad no ilusiona, se desilusiona.
El hombre de Dios no mide su entrega, mas simplemente todo lo da.
La generosidad no admite medida, con magnanimidad y discreción actúa en el corazón de los hombres buenos.
"7 Las armas del tramposo son malas; trama intrigas inicuas para enredar a los simples con palabras mentirosas, y para hablar en juicio contra el pobre. 8 Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado." Isaías 32:7:8
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