COMPASIÓN

Para que un sufrimiento sea compartido primero debe
ser entendido y para ello discernido ¿quién, en verdad es capaz de tal
compasión?

Dar pena es, hoy en día, una actitud vergonzosa
porque rechazamos la piedad de los demás. Preferimos, con orgullo, la
soledad de nuestra desgracia a, humildemente, compartirla.

La compasión ve más allá de lo visible y siente más
allá de lo perceptible ¿por qué? Porque es fruto del Espíritu Santo que
mora en nosotros.

La compasión no solo es sufrir por los demás también
es sufrir con los demás porque el camino del dolor precisa el apoyo del amor
para que no nos derrumbemos.

Compasión y humanidad son sinónimos engañosos porque
la compasión precisa de Dios y es amor mientras la humanidad, como
sentimiento, solo se refiere a la naturaleza del ser humano, y el hombre,
por mucho que nos duela, no es bueno.

El mundo está lleno de oportunidades para compartir
el dolor ajeno a las que contestamos con el desdeño de la indiferencia
justificándonos con el argumento de que no podemos arreglar el mundo
nosotros solos. Si bien es verdad que no todo podemos y que solo somos una
gota de agua, abundancia de ella hace la lluvia y la lluvia los ríos y los
ríos el mar.

No menospreciemos los efectos de nuestra fe porque
si en lo poco somos fieles a Dios sobre mucho nos pondrá.

“Si alguien que posee bienes materiales ve que su
hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede
decir que el amor de Dios habita en él?” 1 Juan 3:17

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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