SEMBRAR

Sembrar es invertir en esperanza y esperar con
paciencia y abnegación porque si bien nosotros ponemos la simiente solo Dios
la puede fertilizar.

Es más importante donde siembras que lo mucho o lo
poco que esparramas, pues una semilla en terreno estéril se quemará
rápidamente mientras la tierra rica, con paciencia, siempre da oportunidad a
la simiente más pobre.

El milagro es ver crecer una flor en el desierto y
no en un oasis, pero para que se produzca tal bendición hay que sembrar en
tierra hostil y dejar que se manifieste la obra de Dios.

El viento es sembrador y segador a la par, esparce
y cosecha a la vez, sin discernimiento, como el hombre.

No todo lo que sembramos dará buen fruto ni todas
las cosechas pobres son anatema porque de lo mucho suele abundar lo poco y
de la escasez pueden brotar riquezas, ese es el milagro y la condena de la
vida, que todos tenemos la oportunidad pero que pocos la aprovechamos.

Sembrar es actuar, y eso nos compromete a ver el
fruto de lo que cultivamos en nuestro corazón pero no siempre nos gusta lo
que vemos.

“El que al viento observa, no sembrará; y el que
mira a las nubes, no segará.” Eclesiastés 11:4

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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