RESIGNACIÓN

Somos transformistas de las emociones, capaces de
desvirtuar las actitudes más genuinas, como la resignación, para ponerle el
sello moribundo de la renuncia.

En un mundo de vencedores y vencidos la resignación
se considera una capitulación de la voluntad cuando, en realidad, es el
mejor acto de paz en un mundo en guerra permanente. Hace que se desvanezcan
las victorias y las derrotas y que aparezcan amor y mansedumbre para y en
todos.

La resignación es la consciencia de nuestras propias
flaquezas presentada en altar de nuestras limitaciones, conscientes de la
dependencia y entrega a nuestro Padre.

La resignación es percibida como un acto de
debilidad por los necios y vivida como una prueba de mansedumbre ante Dios
por los humildes de corazón.

Solo se puede entender la resignación como renuncia
cuando es a nuestra propia vanidad, por todo lo demás es entrega y
obediencia a quién nos ama

La resignación se nutre de paciencia, la rebeldía de
soberbia.

La resignación es el primer paso de los justos hacia
Dios.

“Hágase tu voluntad, Señor” Amén!


“Resignadamente esperé a Jehová, e inclinóse a mí, y
oyó mi clamor” Salmo 40:1

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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