LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 4 de abril de 2017

EL PARAÍSO, ¿A QUÉ PRECIO?

Maestro y alumno se paseaban por los jardines de la curiosidad cuando de repente se oyó esta pregunta:

- Maestro, ¿cómo es el paraíso?

- No sé cómo es, joven. Lo que sí sé es como no es.

- Pero alguna idea tendrá, maestro. Todos nos imaginamos aquello que deseamos.

- Razón tienes pero no por ello respuesta cierta hay. Cada cual se crea el suyo. El mío es tan sencillo como estar para la eternidad en presencia del Dios trino.

- Sí pero ¿cómo cree que seremos?¿Espíritus, cuerpos impolutos?, ¿Estaremos en el Edén o en la Jerusalén Santa? ¿Qué haremos, cómo nos ocuparemos? Tengo tanta curiosidad maestro que no sé por dónde empezar a preguntarme.

- Los creyentes anhelamos el paraíso como la promesa, que es, de nuestro destino final y como colofón a una vida de sufrimiento en esta tierra ansiamos descansar en la promesa que nos hace Jesucristo, a su lado, en presencia del altísimo. Pero joven si bien no sé cómo será, sí sé lo que deberemos dejar de nuestro pasado secular y no creo que todos seamos conscientes del precio que pagaremos para despojarnos de nuestro pasado pecaminoso.

- ¿Qué quiere decir, maestro? ¿Se refiere a nuestra presentación ante Jesús para juicio de nuestras vidas?

- Este es el primer paso para entrar en el reino de los cielos pero su consecuencia es más profunda de lo que parece.

- ¿A qué se refiere maestro?

- Déjame preguntarte algo para responderte mejor. ¿Tendremos libre albedrío en el cielo?

- Si se refiere usted a la capacidad de decidir, no lo sé. Supongo que sí.

- ¿Entonces quieres decir que volveremos a tener la posibilidad de equivocarnos y pecar de nuevo?

- No, maestro, eso no. El reino de los cielos es sin pecado, ni dolor, ni muerte.

- Tú lo has dicho joven, y la palabra lo establece claramente, en presencia de Dios, solo la pureza es tolerada.

- ¿Entonces maestro quiere usted decir que no tendremos la posibilidad de decidir?

- ¿Es tan importante para ti? ¿Estás dispuesto a pagar el precio del reino de los cielos renunciado a tu libertad terrenal?

Dios, Jesús, la Palabra nos enseñan que solo hay un camino y ese camino es la dependencia total y absoluta de nuestro Padre y creador y eso no admite otra libertad que no sea en Él, por Él y para Él. El pecado nace de la ruptura de esta condición, la ausencia de nuestra inocencia original, de la que debemos estar completamente ungidos. Esa inocencia que nos hace olvidar, sin recuerdos del pasado, lo que fuimos para ser aquello para lo que fuimos creados, la gloria de nuestro Padre. Acuérdate de que cuando Adán y Eva gozaban de ella no eran, ni necesitaban ser conscientes, de su desnudez. El pecado destrozo la inocencia de la que gozaban y les dio la elección que padeció el resto de la humanidad.

- ¿Entonces maestro perderemos nuestra libertad?

- No puedes perder aquello que no te pertenece, como mucho restituirlo a su creador. El hombre vive una vida llena de luchas por su libertad cuando en realidad la promesa divina de su creador se basa en la dependencia total y absoluta. El estado de inocencia original barre toda vindicación de independencia imperfecta para volcarse en la dependencia absoluta de lo perfecto, de lo único puro y sagrado que es el amor de nuestro Padre.

- Ostras maestro, no lo había pensado de esta forma. Es un reto increíble y tan sencillo como brutal para nuestra condición humana. Ahora entiendo por qué usted lo llama precio porque desde luego nos costará sacrificar todo aquello que idolatramos en este mundo.

- Por ello muchos son llamados pero pocos escogidos. Cuando se habla de los cielos a menudo nos lo imaginamos como un mundo perfecto desde la visión imperfecta de nuestro mundo. No sé joven cómo será el paraíso pero estoy dispuesto, es más deseo con toda mi alma renunciar a lo que soy para depender totalmente de mi creador y en Él y con Él vivir por los siglos de los siglos. ¿Y tú joven, estás dispuesto a ello?

- A partir de hoy maestro me prepararé para ello porque no veo mejor manera de imaginarme el paraíso que siendo totalmente dependiente de mi creador.

- Así sea joven, Amen

Y ambos continuaron su paseo hasta el atardecer.

4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. 6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. 7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. (Génesis 3:4-7)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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