Cuando el alma de un ser querido deja este mundo para ir ante la presencia del Señor nuestra mente se contrista por su partida y nuestro corazón se alegra por su llegada, así somos los hombres, cautivos de nuestra mente y siervos de nuestro corazón.
La nueva vida empieza conociendo a Jesús, ese día, la muerte pierde su relevancia y cede su protagonismo a la vida eterna, todo se transforma, de pecado a perdón, de final a principio, de finito a infinito.
Que vuestras lágrimas sean de alegría para celebrar la llegada de un hijo a la casa del Padre, nada nunca más tendrá que temer. Solo aquellos que esperamos su llamada sabemos que no hay mejor momento.
Que nuestras oraciones acompañen el alma de nuestro hermano como un salmo dulce de paz y amor que resuena en el valle de la vida eterna.
Que nuestras oraciones acompañen a sus seres queridos compartiendo con ellos y estando a su lado, hoy más que nunca.
Hasta pronto hermano, que Dios te bendiga, Amen
“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” Romanos 6:4
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