Matando el perro se acaba la rabia. ¡O no! No todo lo que desaparece de nuestra vista deja de ser, solo con amor podemos ahogar para siempre nuestra rabia.
Quién odio siembra, rabia cosecha.
Quien ira alberga, su enojo alimenta.
La rabia ciega la razón de aquellos en los que mora, es destructora de corazones y embalsamadora de humildad. Magnifica nuestra maldad apartándonos del sosiego de la bondad.
Las enfermedades pueden ser físicas o mentales o ambas. La rabia es contagiosa por mordedura y/o por atadura al pecado.
La única rabia licita es aquella que nos manifestamos a nosotros mismos cuando le fallamos a Dios, porque es licito odiar nuestros pecados y nuestra condición de pecador.
“El necio da rienda suelta a toda su ira, Mas el sabio al fin la sosiega.” Proverbios 29:12
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