EGOÍSMO

El egoísmo te hace pensar lo que deberías sentir para evitar sentir lo que
deberías pensar.

El máximo placer inconsciente de un egoísta es la soledad porque es lo único que no se comparte.

El egoísmo es una condición innata del hombre, algunos lo llaman instinto de
conservación, claro está, de sí mismo.

El placer da gusto y se disfruta, el gozo da alegría y se comparte.

El egoísta piensa que hay que amarse a sí mismo para querer a los demás pero practica tanto lo primero que se olvida de lo segundo.

El culto al egoísmo es la fuente que alimenta el hedonismo.

Si te preocupa tu vida, piensa en la de los demás, si te preocupa tu futuro
piensa en el de los demás. Cuando piensas en lo ajeno dejas de pensar en ti
y liberas tu corazón.

El egoísmo es la miopía de los sentimientos, todo aquello que se aleja de su
vista pasa a ser borroso.

En época de juventud queremos tanto ser nosotros mismos que nos olvidamos de lo que son los demás.

El egoísmo nos aísla en nuestro mundo y pone cadenas a nuestros
sentimientos.

Pensar es una función que requiere organización y gestión de prioridades, el
egoísmo hace que, tú, siempre estés al principio de tu propia lista.

El egoísmo no permite amigos, no permite amor, solo admite recibir, mas
nunca dar.

El egoísmo nos hace caminar mirando hacia abajo, si levantamos la mirada
veremos que no estamos solos, está Dios, esta Jesús, está la Palabra, están
nuestros hermanos y amigos, está el mundo.

"El egoísta busca su propio bien;
contra todo sano juicio se rebela." Proverbios 18:1

Que Dios os bendiga, Joves, Alfons

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