La crisis enriquece a quién sabe aprovecharla para bien y para mal. Mientras el rico se hace más rico el sabio más humilde.
Lo más importante de una crisis es lo que enseña no lo que ensaña.
Los lamentos no son respuesta a las dificultades como las lágrimas no amainan la tormenta.
La crisis es el contrapunto del acomodamiento, nos despierta del letargo de nuestros hábitos.
En una crisis lo más importante no es el pasado y menos el presente, solo cuenta el futuro si sabemos aprovecharla.
La crisis es la alteración de nuestro bienestar para dejar de estar bien o de nuestro malestar para dejar de estar mal y viceversa.
Una crisis es una pregunta sin respuesta tras un largo periodo de respuestas sin preguntas.
El hecho es que todas las preguntas no siempre tienen respuesta por eso es más importante aceptar que entender.
Cuando Dios nos prueba no es para comprobar nuestra capacidad de resistencia o de respuesta a las adversidades, mas sí para enseñarnos el camino de la humildad en el que, entregándonos a Él, gozaremos de la eternidad.
"3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado." Romanos 5:3-5
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