El hombre es capaz de lo peores pecados pero también de ser consciente de
sus actos y de arrepentirse de ellos. El hombre puede más de lo que cree
cuando acepta su condición y pone en manos de Dios su designio con
arrepentimiento sincero.
Un corazón contrito es esponja de amor que enjuga con remordimiento la
sangre de sus tropiezos.
La contrición debe ser sincera para cobrar vida y el hombre es un asesino
nato de sentimientos genuinos.
Hay de aquel que hace acto de contrición a la ligera porque tacha con más
pecado su pecado y hay manchas que no se van.
El mayor engaño es el que nos hacemos a nosotros mismos, y el peor el que
creemos hacer a Dios con atrición no sentida.
Es tan fácil arrepentirse como difícil redimirse ¿Por qué? Porque la esencia
de los hechos no es lo que decimos ni lo que hacemos es lo que sentimos y
eso solo Dios lo ve con justicia.
Los hombres exigen actos de contrición en público para redención pero la
sinceridad no es novia de lo notorio mas sí de lo modesto.
Solo un corazón sumiso puede hacer acto de contrición porque la aflicción no
admite orgullo por ello solo en la derrota podemos sincerarnos y humillarnos
para lavarnos de nuestros pecados. La victoria del quebrantado es el
quebranto de su victoria porque lo invita a contrición.
A corazón humilde contrición profunda.
A corazón soberbio contrición inmunda.
Son más importantes las intenciones que los hechos, mas sin hechos las
buenas intenciones no cobran vida, las malas sí.
"Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú, oh Dios." Salmo 51:17
Que Dios os bendiga, Joves, Alfons
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