LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

jueves, 30 de marzo de 2017

DESPRECIO

Cuando me engrandezco veo al otro cada vez más pequeño hasta que desaparece y me quedo solo. (Anónimo)


Ni tan solo el que desprecia es merecedor de ser despreciado porque el desamor también se paga con amor.

El desprecio es una manifestación de nuestra incapacidad de amar a los demás.

La vanidad es terreno abonado para el desprecio, pues suele embaucarnos en nuestro propio orgullo hasta que acabamos creyendo que somos más dignos que los demás.

El ser humano es capaz de actos de odio sibilinos como el desprecio.

Cuando uno se cree superior a los demás hace del desprecio su modus vivendi. Sube, día a día, la montaña de su soberbia hasta que cae por el acantilado de su condición. Todos caen y no todos se vuelven a levantar.

Si dios es amor, lo es, no cabe el desprecio entre sus hijos.

Los hombres fuimos capaces de despreciar al que más nos amó, nos ama y nos amará jamás, Jesús. Somos imperdonables, tan solo la Gracia de Dios puede condonar nuestros pecados mediante el sacrificio en la cruz. Si fuéramos más conscientes de esta realidad seríamos más cautos a la hora de despreciar a los demás.

Si vivimos con amor, por amor y seguimos a Jesús evitaremos los caminos de desprecio de los hombres.

A veces actitudes que parecen inocuas, porque poco visibles al exterior, como el desprecio son las más terribles porque tienen la cobardía de amagarse siempre detrás de supuestas buenas razones.

No podemos amar a todo el mundo, por mucho que lo pretendamos no somos perfectos, pero sí podemos imponernos el no despreciar a nadie, eso es ser imperfectamente correctos.

El único objeto de desprecio legitimo es nuestro propio pecado, no el de los demás. Y eso solo se puede remediar mediante el arrepentimiento sincero.

3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. (Isaías 53:3-4)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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