LA TORMENTA PERFECTA

Maestro y alumno paseaban por los jardines de la curiosidad cuando viendo una mariposa el alumno preguntó:

- Maestro, ¿cómo definirías nuestra vida en este mundo?

- Una tormenta perfecta

- ¿Una tormenta perfecta? No se me hubiera acudido maestro, ¿qué te hace decir eso tan radical?

- La tormenta perfecta, se ve venir, se anuncia, se espera pero no hay nada que te la haga evitar porque es nuestra voluntad entrar en ella. ¿Cómo ves el mundo de hoy joven?

- Pues que vamos de mal en peor

- ¿Crees que no sabemos lo que tendríamos que hacer?

- Maestro creo que el hombre sabe pero no quiere hacer aquello que debería

- Tú lo has dicho joven, la ceguera del hombre es voluntaria. Su venda se llama codicia, egoísmo, desobediencia, etc… Se llama pecado ¿Crees que es difícil, complicado, imposible hacer lo que se debería?

- Creo que no maestro pero su concupiscencia es más fuerte que su bondad, su amor a sí mismo, muy superior al de los demás.

- Una vez más, tú lo has dicho joven. Amar al prójimo como a sí mismo sería un buen comenzar, pero ¿Asustan al hombre las consecuencias de sus actos?

- No maestro porque si así fuere enmendaría su actitud, o por lo menos lo intentaría.

- Joven, no puedes pedirle a la zarza que dé buena fruta, ni a la tierra desértica que dé buena siembra. Hay que desmalezar para sembrar y recoger buen fruto. Hay que regar abundantemente para enriquecer la tierra y poder recoger buenas cosechas.

- ¿Entonces usted me está diciendo que es el hombre quien ha entrado en la tormenta y no la tormenta que se le ha echado encima maestro?

- Eso es lo terrible de la tormenta perfecta, te atrae y te invita a caer en sus garras. Crees que la dominaras como crees que dominaras tu vida. Crees que la embarcación que capitaneas está a prueba de oleajes como crees que tu corazón está prueba de pecado. Crees que es solo un mal momento y que pronto amainará como crees que las consecuencias de tus actos se olvidarán con el paso del tiempo. Pero tendremos que dar cuenta de todo aquello en lo que hemos obrado ante la justicia divina

- ¿Y los que niegan a Dios, maestro?

- Niegan su propia tormenta perfecta y eso será su perdición

- ¿Y los que siguen a Jesús, maestro?

- En la arca de Noé de sus vidas están, capeando la tormenta perfecta. Seguros de llegar a buen puerto donde les espera Jesús con los brazos tendidos

- Maestro, ¿tú crees que esta mariposa podría sobrevivir a la tormenta perfecta?

- Mejor que tú y yo

- ¿Pero cómo, maestro?, si es pequeña, ligera e indefensa

- Sí pero es criatura inocente de Dios, no de los hombres.

Joven la tormenta perfecta es, para los hijos de Dios, la antesala de la promesa de nuestro Señor y salvador. Y para los incrédulos el prolegómeno de la desaparición de Dios en sus almas para siempre.

La tormenta perfecta es la lucha constante entre el bien y el mal que obra en nuestro corazón, en nuestro espíritu, en nuestra alma.

Obviarla solo hará que nos engulla para siempre.

Maestro y alumno continuaron su paseo cuando, de repente, tronó y unos nubarrones negros y densos se advirtieron en el horizonte. Ambos tuvieron una sonrisa que se transformó en risa antes de dar media vuelta y ponerse a buen recaudo.

14 Sabemos que la Ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido al pecado. 15 Lo que hago, no lo entiendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que detesto, eso hago. 16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la Ley es buena. 17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que está en mí. 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien, porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que está en mí. (Romanos 7:14-20)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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