LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 15 de junio de 2016

PROPÓSITO

En nuestra vida tenemos que decidir qué testimonio queremos vivir y dar, porque cuando nos vayamos será demasiado tarde. Esta es la única libertad que nos está permitida: elegir nuestro propósito.

Se cuenta de un hombre ambicioso, inteligente, capaz, brillante que hizo de su carrera su único propósito para lograr el éxito tan ansiado. Para ello trabajó duro, escrutó todas las posibilidades que le permitirían conseguir su objetivo y las ejecutó todas. Era cirujano plástico y su negocio iba viento en popa, tanto que ricos y famosos venían del mundo entero para ser tratados por él. Solo trataba a la creme de la creme.

En la otra punta de la ciudad, en las afueras, en el barrio más pobre vivía una mujer que, si bien era inteligente, capaz, brillante, y más, había abandonado todo lo que se le ofrecía para dedicarse a los demás. Era médico, montó una clínica para los desfavorecidos y dedicaba todos sus recursos a ayudar a quién lo necesitaba. Creó una pequeña organización de voluntarios que rondaban todos los barrios marginales y recogían aquellos que necesitaban ayuda médica y los llevaban a la clínica para ser tratados. De tal forma que el rumor se extendió más allá de ciudad y venía gente humilde de toda la región para recibir un poco de atención y consuelo.

Una mañana soleada y calorosa fue testigo de un acontecimiento trágico. Dos coches, en un cruce de calles, chocaron con tanta mala suerte que los dos ocupantes murieron en el acto. Eran el cirujano y la doctora.

En sus últimos instantes, antes de que se les apagaran los ojos en este mundo, ambos tuvieron la oportunidad de repasar su vida y de vislumbrar aquello que dejaban como herencia.

El cirujano mirando hacia atrás vio toda su obra. De él y con él todo empezó, su imperio se creó, y todas sus acciones habían conseguido su objetivo de fama y riquezas. Recordó famosos, ricos y apoderados que habían sido tratados con éxito. Pero cuando miró hacia delante no vio nada más que vacío y la nada. Desconcertado intentó comprender lo que pasaba pero no alcanzó nada más que verse a sí mismo muerto en el suelo de una calle de la ciudad. Por primera y última vez tuvo miedo y la angustia fue su compañera en sus últimos instantes.

La doctora mirando hacia atrás reconoció todos aquellos que habían compartido con ella su propósito final. Recordó el primer día de la clínica y su primer paciente, un niño con el labio partido. Era todo aquello por lo que ella y sus compañeros querían luchar, devolver la sonrisa a un niño. Cuando miró hacia delante su cara se iluminó con una sonrisa radiosa porque vio la obra de su vida prosperar a través de todos aquellos que fueron sus amigos y compañeros. Pero además vio una puerta enorme, entreabierta, de la que irradiaba una luz preciosa, una luz que la invitaba a entrar. Ella sabía lo que era porque toda su vida le acompañó este deseo de acercarse al Señor. No tenía miedo, más sí plenitud, no tenía angustias, más si una paz gozosa que no la abandonó nunca más.

Cuando llegaron los primeros auxilios y constataron la muerte de los dos conductores, se sorprendieron por la expresión en la cara de ambos cadáveres. La del cirujano era de amargura y dolor, la de la doctora era de dulzura y paz.

Han pasado cuarenta años y nadie se acuerda ni del cirujano ni de los ricos y famosos de su época, todos han caído en el fruto de su vida: el olvido. La doctora, ella, vive en todas las historias que perduran en la clínica que sigue su obra. Es un ejemplo de escuela que se estudia en la universidad porque, gracias a ella, un nuevo modelo sanitario ha emergido y prosperado.

Dios tiene un propósito para nosotros, ¿y nosotros lo tenemos para con Él?

8 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las insondables riquezas de Cristo, 9 y de aclarar a todos cuál sea el plan del misterio escondido desde los siglos en Dios, el creador de todas las cosas, 10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, 11 conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús, nuestro Señor, 12 en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él. 13 Por eso, pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria. (Efesios 3:8-13)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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