LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

lunes, 5 de diciembre de 2016

EL COSTE DE NUESTRA CONDICIÓN

Todo tiene un coste, mas no todo tiene precio aunque queramos comprarlo a toda costa. (Anónimo)

El coste de nuestra condición lo pone nuestro orgullo y si cabe lo puja nuestra vanidad.

No hay peor juez que uno sobre sí mismo por ello cuando nos sentimos juzgados por los demás tenemos tendencia a transferir nuestros temores en el veredicto con el que creemos nos sentenciarán.

El coste cuesta, el precio solo se pone.

Si ponemos un precio en base al coste de nuestros esfuerzos, será justo para nosotros, aunque no siempre adecuado a las expectativas ajenas, o del mercado, o a la realidad misma. Podremos rebajar el precio pero el coste permanecerá lo que era. Lo que para una mercancía es obvio, cuando se trata de los sentimientos de las personas es más dificultoso de aceptar pero no por ello menos verdad. Cuando queremos que valoren nuestros esfuerzos siempre esperamos que estos tengan su merecido reconocimiento pero el precio a pagar no siempre lo ponemos nosotros y si nos menosprecian su valor, o no llega cuando nosotros lo consideramos, nos sentimos dolidos, rechazados, no por ello justificadamente.

Es un error poner precio a aquello que nos cuesta porque siempre nos expondremos a las discrepancias de criterios. Cuando nos esforzamos debemos hacerlo por el sentido que tiene no por su valor. Cuando actuamos debe movernos el amor ágape y no el amor al valor de las cosas.

El materialismo de esta sociedad nos lleva a poner precio a todo, hasta nuestras cabezas, o en el caso de Fausto su alma a cambio del éxito. Pero las enseñanzas de Jesús nos llevan a recapacitar sobre el valor de las cosas y poner en su justo lugar el coste de cada una de ella.

No podemos exigir a los demás lo que no somos capaces de cumplir nosotros mismos. Pormenorizar el precio de nuestra condición no hace que su coste se reduzca igualmente, es más suele crecer inversamente.

Todos estamos dispuestos a subir el coste si es de pago ajeno y rebajarlo si es de nuestra obligación cuando debería ser lo contrario. Dios nos enseña que el perdón es la mejor forma de rebajar el coste ajeno y perdonar o aceptar ser perdonado la mejor manera de rebajar el nuestro propio. Deberíamos pensar más en ello a la hora de enjuiciar. Si Jesús se sacrificó para perdón de nuestros pecados, ¿no seremos nosotros capaces de seguir su ejemplo?

Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.(Lucas 13:24)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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