LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

lunes, 2 de enero de 2017

LONGANIMIDAD

Si te desesperas buscando aquello que le falta al hombre lo encontrarás en Dios. No te desanimes, tu liviandad será suplida por su constancia en amarte. (Anónimo)

Maestro y alumno se paseaban por el jardín de las curiosidades cuando el alumno le preguntó:

- Maestro ¿Qué es la longanimidad?, un amigo me lo ha preguntado y no he sabido responderle

- Un atributo ignorado a menudo por el hombre y por lo tanto desconocido a su entendimiento.

- ¿Pero para ignorar algo hay que ser conscientes de lo que es, no, cómo puede, pues, desentenderse de ello?

- Cuando mucha sed tienes no te preocupas de cuan limpio baja el rio. El hombre está tan afanado en lo mundano que su espíritu es un estorbo. ¿Qué se puede decir, que el hombre ignora el espíritu o el espíritu ignora al hombre?

- Es la pregunta del huevo y la gallina maestro

- Ojalá fuera así, joven, el hombre tendría disculpa, pero la realidad nos cuenta otra historia y te la voy a contar…., sentémonos.

Ambos se instalaron en un banco de piedra que les invitaba al descanso. Empezó su relato el maestro:

- Se dice de dos hermanos, que vivían juntos en la ciudad, una historia de amor, digna de ser un cuento o una leyenda pero que todos los habitantes del condado todavía tienen presente en sus memorias como si hubiera sucedido ayer.

- Los dos hermanos estaban enamorados de la misma doncella pero na sabían cómo declarar sus intenciones y si bien el más joven e impetuoso tenía claro su propósito, el mayor, él, estaba preso entre dos amores, el que sentía por la doncella y el que profesaba a su hermano.

Llego un día en el que el más joven le dijo a su hermano que iba a declararse y que si él también lo pretendía pues que lo hicieran juntos. Así, ella podría escoger su pretendiente.

El joven pensaba, “mi hermano es mayor, ella no dudará ante mi belleza y mi juventud”.

El mayor pensó “no puedo arriesgarme a perder el amor de mi hermano por un deseo del corazón” y le respondió a su hermano que no lo acompañaría y que renunciaba a la pugna por la doncella.

El joven se llenó de alegría, no sin dejar de pensar que sí su hermano había cedido era porque se sabía perdedor.

El día que fue a declararse, el joven se vistió de sus mejores atuendos y perfumes y se despidió de su hermano con un abrazo triunfador que presagiaba un desenlace exitoso.

La historia cuenta que la doncella no le correspondió favorablemente, pues ella estaba enamorada del hermano mayor. El joven se fue a casa, triste y desolado por la negativa, pero también por el hecho de que su hermano le había ganado la partida. Cuál fue su sorpresa cuando tras haber explicado lo sucedido a su hermano este le dijo que no iría a declararse a la doncella. Ante las preguntas del menor la respuesta fue siempre la misma “hermano, te quiero y mi lugar está a tu lado”. Esto hizo que el joven recapacitase todo aquello que voluntariamente había querido ignorar, el amor de su hermano y su dedicación. El tiempo pasó y el hermano joven encontró otra doncella con quien hizo buenas nupcias.

Fue cuando el hermano mayor decidió presentarse ante la doncella de su primer amor. Sobraron las palabras, las miradas hablaron alto y claro dejando que se fundieran las dos almas en un amor genuino.

Todo el condado, y también su hermano menor, celebraron aquella unión como el símbolo de la grandeza y constancia de ánimo ante las adversidades que un hermano manifestó a su benjamín, un ejemplo que perdura en el corazón de todos.

Dos hermanos, dos mundos, pero lo que solo fue uno e indivisible era el amor que el mayor profesaba al menor con longanimidad.

- Ahora entiendo por qué es una cualidad que poco que se ve en este mundo, maestro. Nos cuesta ser constantes en el ánimo, y más si este lo ponen a prueba sentimientos contrapuestos.

- Tú lo has dicho, joven, el ánimo solo es duradero si se sustenta en la firmeza de nuestras creencias espirituales, limpio de corruptelas emocionales. La longanimidad es demasiado exigente para el hombre pero es un destello precioso de Dios hacia sus hijos.

El silencio de la meditación interior se apoderó de maestro y alumno hasta que sonaron las campanas de la cena.

2 Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. 2 Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. 3 ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? 4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? (Romanos2:1-4)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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