LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 5 de julio de 2017

LOS LABIOS DE PURA APARIENCIA

No hay que confundir la pura apariencia con la apariencia pura, sería como equiparar lo inmundo con lo impoluto. (Anónimo)


El hombre es experto en maquillar los hechos a su conveniencia para así apoderarse de su autoría pero eso que puede ser un hurto sibilino, cuando de la palabra de Dios se trata, se transforma en pecado de soberbia.

Cuando necesitamos aparentar mejor que los demás es porque nos falta la humildad que rinde pleitesía a Dios y eso es una gran torpeza, pero una torpeza muy común en el ser humano y también entre los creyentes. Es como si nos olvidáramos que Él todo lo ve, todo lo sabe de nosotros.

Dios creo el hombre y el hombre invento las clases de tal modo que no se confundiera la plebe con la corte, tanto en sociedad como en espiritualidad. Tiene la necesidad imperiosa de sentirse dominador aunque, o más si cabe, sea a costa de sus congéneres.

Los fariseos son los padres e hijos de los labios de pura apariencia. Se recrean en sus ritos y tradiciones para diferenciarse de los demás. Solo se olvidan de lo esencial, no por querer puedes y menos si lo haces con afán discriminatorio. Su condena es su propia condición que hace que ignoren la realidad de sus errores y pecados.

Jesús es nuestro guía y Él nos enseña que no hay ritos, no hay ídolos, no ejemplos que soporten el juicio de Dios. Nos invita a romper moldes de fariseísmo y reconstruir vasijas de amor, aquellas que hacen de la humildad, de la sencillez, de la obediencia sus mejores atuendos.

Aquel que te hace ver que es mejor que tú solo lo es en su vanidad y tiene su viga tan anclada en el ojo que nada más puede ver.

El pecado original nos abrió los ojos a un mundo imperfecto, el nuestro. No podemos pretender arreglarlo con hipocresía y mentiras impiadosas.

A menudo, y sin querer, somos fuente de labios de pura apariencia. Cuando queremos que nuestro pastor sea perfecto, cuando exigimos que nuestra iglesia sea impoluta. Cuando pretendemos ser quien no somos para que nos reconozcan mejor. Por mucho que lo neguemos todos hemos caído en este tipo de situaciones y sería hacer uso de labios de pura apariencia negar la evidencia. Es más saludable para nuestra alma y nuestro espíritu aceptar nuestros límites para poder recomponerlos con la ayuda de Dios.

5 Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas:
—¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras?
6 Respondiendo él, les dijo:
—¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, 7 pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”, 8 porque, dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber. Y hacéis otras muchas cosas semejantes.




Que Dios os bendiga, Alfons <><


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