Un día más en las trincheras, sometidos al bombardeo constante de tentaciones, maldad, sufrimiento y engaños varios. Los heridos se amontonan sombre los muertos, no hay piedad, mires donde mires la sangre de nuestros pecados mancha nuestra visión.
No somos capitanes en esta guerra pero sí queremos batallar. No estamos equipados para resistir pero sí queremos pelear. Caemos de rodillas y volvemos al envite porque no escarmentamos.
El silbido de las balas de orgullo, vanidad, envidia y corrupción nos asustan pero nos va la marcha porque creemos que podemos, que podemos ser vencedores cuando nacimos vencidos.
Algún enemigo derribamos y nos llenamos de alegría, nos convencemos de que lo vamos a conseguir. Inconscientes de nuestra propia debilidad, obviando que esta guerra nos supera pero que sí estamos inmersa en ella como ovejas que van al matadero, alegres e inconscientes.
La guerra es cósmica y, en ella, nuestra visión es microscópica, como nuestro cuerpo y nuestra mente. Tal una hormiguita en medio de una batalla de elefantes nos movemos toscamente e intentamos huir de los efectos devastadores de tal lucha. Pero esta se intensifica y nos obliga a elegir, a elegir nuestro camino, nuestro bando, no puede haber cuartel, solo vencidos y convencidos.
Pero, por suerte, de nosotros no depende la victoria, porque caeríamos derrotados bajo el jugo del pecado.
Un día más en las trincheras, ¿a quién le gusta perder? A nadie, entonces ¿por qué dudamos tanto a la hora de unirnos a nuestro Señor y salvador? Él ya ha sido, es y será el único victorioso. El redentor de un pueblo perdido por su condición pero para el que entregó su vida.
El diablo alardea de victorias en este mundo, solo hace falta ver sus estragos, pero una batalla es una gota en el mar de la guerra de la fe. Y si bien no lo podemos vencer, sí podemos ampararnos en Jesús y resistir, resistir hasta que la victoria de Jesús sea total e inapelable. Todo está escrito solo nos queda vivirlo.
22,410 días han pasado desde mi nacimiento y no se cuanto más aguantaré pero si Dios está conmigo, ¿quién contra mí?
7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. (Santiago 4:7)
31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
Que Dios os bendiga, Alfons <><
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