LA CREACIÓN

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DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

viernes, 30 de septiembre de 2016

SECUESTRADORES Y LIBERTADORES DE PALABRAS

Si de verdad las palabras se las llevara el viento este mundo sería mejor. (Anónimo)

La lengua puede ser un arma letal de doble filo o una armadura de alta protección. Sus palabras, golpes de esgrima mortíferos que buscan constantemente el “touché” perfecto o bálsamo de bondad que curan nuestras heridas más profundas. Nuestra capacidad de secuestrarlas o libertarlas nos definirán como hombres o monstruos.

Podemos transformarnos en espadachines de maldad, dejando que nuestros mejores golpes sean letales de necesidad soltando la bestia que mora en nosotros.

Pero también podemos convertirnos en siervos del bien, del amor que Jesús nos enseña y ser luz y sal en este mundo. Secuestrando lo malo y liberando lo bueno de nuestro corazón.

Lo terrible de las palabras es que la más insignificante puede ser peor que un punzón en el alma. Solo tenemos que elegir: el contexto, el momento oportuno y la presa ideal.

Pero también es verdad que las palabras pueden ser dulces y suaves como el terciopelo, con tanto peso bondadoso que pueden ayudarnos a curar nuestras heridas más profundas y su dolor.

Por ello tenemos que aprender a secuestrar la bestia indómita que vive escondida en lo más recóndito de nuestra condición. Amordazándola y secuestrando las palabras que de ella nazcan.

Pero también debemos soltar y dar rienda suelta al amor con el que nos ha agraciado Dios, haciendo que nuestra boca sea como una fuente de vida y misericordia que sacie las penas ajenas.

Las palabras crean un antes y un después, no permiten que el tiempo se detenga y menos que retroceda. Una vez lanzadas su mecánica se pone en marcha y no cesa hasta conseguir su cometido. Y si se debilitan en el proceso siempre encuentran a alguien que puede reavivarlas con algún calificativo dándoles una nueva juventud tanto para bien como para mal.

Piedra de tropiezo o roca de descanso, ¿Qué queremos ser?

En las muchas palabras no falta pecado; el que refrena sus labios es prudente. (Proverbios 10:19)

Las palabras de los malvados son como emboscadas para derramar sangre, pero a los rectos los libra su propia boca. (Proverbios 12:6)

Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada, pero la lengua de los sabios es medicina. (Proverbios 12:18)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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