EL CANTO DEL RUISEÑOR AL AMANECER

Despertarse al canto de un ruiseñor al amanecer es un privilegio. 

Su canción es muy sencilla, como su vida. Su plumaje humilde no lo diferencia de sus congéneres pero su conjunto es único porque sus notas incisivas y retadoras componen una partitura infinita, sin redundancias, alegre y vivificante.

A nosotros nos suelen despertar los tubos de escape de motos que chulean, por las calles, una cilindrada que no tienen.

Nuestra vida suele ser complicada, con atisbos de orgullo y vanidad, tanto nuestros como de los que nos rodean. Nuestra lengua es más un instrumento bélico que una herramienta de paz. Estamos convencidos de que el hábito SÍ hace el monje y nos empeñamos en aparentar aquello que queremos que los demás vean de nosotros.

No, no somos como el ruiseñor. Lejos de su vida llena de sentido común, la nuestra es un común de sinsentidos, despropósitos en la cacofonía monótona del día a día.

Dicen de nosotros, los cristianos, que somos masoquistas, que nuestro sentido de culpabilidad nos ciega y nos niega los placeres de la vida. Que no somos objetivos a la hora de justipreciar nuestra vida con sus verdaderos valores. De hecho nos miran con cierta conmiseración cuando les manifestamos nuestra fe. “Pobre de ellos, y encima se creen lo que dicen” piensan en sus mentes asépticas y faltas de entendimiento.

El masoquismo se complace en el dolor, nosotros nos deleitamos en Cristo. La culpabilidad reconocida es el principio de la redención, la culpabilidad negada es el principio de la condenación, nada más y nada menos, y así la vivimos descansando en Cristo redentor.

La objetividad es un concepto que usan aquellos que desconocen su significado, de lo contrario sabrían que exige una rectitud y honradez de espíritu ajenas al ser humano.

Para el mundo cada día es un nuevo reto, una nueva oportunidad de triunfar o de fracasar. Nuestra sociedad idolatra el cuerpo y lo transforma en un templo del hedonismo con patas.

Los cristianos nos queremos ajenos a tales tentaciones, e invites a tropezar, porque sabemos que la verdad no es nuestra, es de Dios. Porque solo por su gracia somos perdonados y por el sacrificio de nuestro Señor en la cruz somos lavados de nuestros pecados. El Espíritu Santo que mora en nosotros alimenta en nuestro corazón una fe viva para buenas obras.

Cuando solo en Dios confías, tu vida empieza cada día con el canto de un ruiseñor al amanecer, sino en tu balcón, seguro en tu corazón.

https://www.youtube.com/watch?v=EsV00z74Y54

5 »Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. 6 Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas. 7 No seas sabio en tu propia opinión, sino teme a Jehová y apártate del mal, 8 porque esto será medicina para tus músculos y refrigerio para tus huesos. (Proverbios 3:58)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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