LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 16 de noviembre de 2016

LAVARSE LAS MANOS

Esta reflexión está dedicada a la anciana impedida de 80 años, residente en Canals (Valencia) que murió el pasado 13 de noviembre en la pobreza e ignorancia más grande posible, sin luz ni calefacción. La llama de una vela apagó la llama de su vida en la más estricta indiferencia. ¿Quién puede lavarse las manos de esto? Está pasando cada día a nuestro alrededor y de nosotros depende que no vuelva a suceder.



Nunca me lavo las manos, me las limpio, no sea que mi alma se contamine más de lo que ya estaba. (Anónimo)

Lavarse las manos puede ser un acto de higiene corporal necesario pero cuando se trata de una decisión mental o espiritual cuanto más lo haces más enmugreces tu consciencia y tu corazón.

La diferencia entre el cuerpo y el alma es que la suciedad corporal con agua se limpia, mas la espiritual no está a nuestro alcance quitarla. Solo Jesús es apto para ello. A Él nos debemos encomendar y Él nos purificará.

Frente a una situación incómoda, ignorarla es la única decisión equivocada porque puedes no estar acertado intentando solventarla, todos erramos, pero si intentas negarla siempre te alcanzará y te juzgará.

Cuando nos presentemos ante nuestro creador deberemos rendir cuentas de lo que hicimos pero también de lo que decidimos desentendernos. Nadie mejor que Él conoce el peso de lavarse las manos.

El miedo a errar no disculpa la falta de compromiso, no hay que confundir prudencia y cobardía. Donde la primera invita a pensar la segunda a huir.

Puede haber muchas razones lícitas para no incidir en un acontecimiento pero lavarse las manos nunca es una decisión acertada.

Cuando giramos la mirada frente a un rostro necesitado o cuando ignoramos aquel que está falto de amor no estamos lavando las manos con sangre, la de nuestro pecado.

El que pretende ser inocente lavándose las manos no precisa acusador porque ya se ha condenado él a sí mismo.

24 Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo:

—Inocente soy yo de la sangre de este justo. Allá vosotros. (Mateo27:24)



Que Dios os bendiga, Alfons <><

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