LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 29 de noviembre de 2016

MILAGROS

Maestro y alumno paseaban por los jardines de la curiosidad cuando el alumno se quedó pensativo.

- ¿Qué absorbe tu mente, joven?

- Estaba pensando, maestro, en los milagros. Y la verdad es que no sé entender cuando hay uno o si es pura casualidad, o suerte vaya.

- En esta vida no hay casualidades pero sí causalidades y la suerte debería estar borrada del diccionario, pues es una palabra que queriendo explicarlo todo no revela nada.

- Pero muchas veces solo el azar parece ser una explicación racional.

- Los milagros están a las antípodas de lo racional, joven. Exigen de nuestra mente lo que solo le puede dar el Espíritu que mora en nosotros, no el raciocinio que pretendemos ejercer. El azar no existe, la falta de perspectiva para entender lo acontecido, sí.

- Entonces cuando la iglesia católica empieza un proceso de beatificación, ¿no lo hace desde la racionalidad?

- Todo lo que hace el hombre mirándose a sí mismo lo hace con racionalidad y eso lo lleva a errar su propósito. Pretender demostrar un milagro es como intentar atrapar todo el aire en tus manos, tarea de necios.

- ¿Quiere decir que no hay milagros ahora?

- Los milagros hechos por Jesús, los hacía para que la gente supiera que era el Cristo salvador de quién las escrituras anunciaban la llegada y también por amor hacia aquellos que sanaba. Los de hoy en día son intervenciones divinas destinadas a quién las recibe no a quién las contempla. No están hechas para que creamos en quién y en qué interviene de este mundo, pues todo y todos son instrumentos de Dios, mas sí para que aquel que se beneficia de ellas aproveche la oportunidad para ahondar en su fe.

- ¿Quiere usted decir que todo lo que se monta alrededor de los milagros y de su aspecto público y notorio es un error?

- De tanto querer ver y creer en lo ajeno nos olvidamos de mirar a nuestro alrededor y en nuestro interior. Muchos de los milagros que para nosotros han acontecido están cubiertos por un manto de anonimato para que solo nosotros seamos capaces de verlos y agradecerlos. Por desgracia el ser humano es capaz de ritualizar y crear becerros de oro de la nada.

- Entonces ¿qué es para usted un milagro maestro?

- Es un regalo de Dios, una intervención divina, personal e intransferible. Puede cambiar tu vida u obrar para que no cambié. Puede elevarte o hundirte, pero todo siempre para bien. Dándote lo que necesitas por encima de lo que pides. Un milagro es abrir los ojos cada mañana pero también no haber sido atropellado por aquel coche que ni tan solo hemos visto ni antes ni después de que el milagro que nos salvó aconteciera. Porque Dios, nuestro Padre, obra constantemente en nuestras vidas. Un milagro nos es un suceso inexplicable es algo que solo se puede explicar a través del amor de Dios. La única racionalidad que exige entender un milagro es dejar de pretender comprender aquello que debemos aceptar en entrega total a nuestro Padre a través del Espíritu Santo que mora en nosotros.

- ¿Está hablando de la fe, maestro?

- Tú lo has dicho joven, sin fe no hay milagros que entender, ni ver. Con fe toda palabra sobra y más si cabe cualquier intencionalidad de consagrarlos.

- Es curioso, maestro, cuanto mayor me hago más dudo de aquello que era evidente para mí ¿Por qué será?

- Porque la madurez nos enseña que la verdad solo es de Dios. Nuestras verdades cambian con la experiencia que vamos acumulando. Para animarte te diré que es así a lo largo de toda tu vida. La sabiduría no es un estado que podemos adquirir y/o aprender. Es un camino en el que nuestro destino siempre está más allá. Una senda que nos enseña a saber caminar y a aprender de nuestros propios errores.

- Entiendo maestro, creo que ya tengo claro lo de los milagros.

- Aleluya!!! – se exclamó el maestro – Un milagro por fín!!! Jajaja

- Jajaja – Le respondió el alumno con más risas …

Ambos continuaron su paseo hasta el atardecer.

12 Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo:

—Señor, si quieres, puedes limpiarme.

13 Jesús entonces, extendiendo la mano, lo tocó, diciendo:

—Quiero, sé limpio.

Y al instante la lepra se fue de él. 14 Jesús le mandó que no lo dijera a nadie. Le dijo:

—Ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para testimonio a ellos. (Lucas 5:12-14)



Que Dios os bendiga, Alfons <><

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