LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

domingo, 7 de julio de 2019

MÉRITOS

“Lo más importante del deporte no es ganar, sino participar, porque lo esencial en la vida no es el éxito, sino esforzarse por conseguirlo.” (Barón Pierre de Coubertin)

Los méritos van más de castigos que de premios en el común de los mortales.

Los méritos son siempre una causa, nunca un efecto por ello el hombre erra tanto en conseguirlos.

Los méritos pueden ser concesiones fruto de nuestros esfuerzos, pero también pueden transformarse en esfuerzos fruto de nuestras concesiones. Depende de aquello a lo que pretendamos llegar y de cómo, siempre que sea por una buena causa.

Los premios son la zanahoria que a menudo nos motiva para ser merecedor de meritos cuando deberían ser irrelevantes. Pues si solo uno puede ganar, ¿quiere decir eso que todos los demás son unos perdedores? Si así fuera siempre competiría solo el mejor. Ah, bueno es que algunos le retan su dominio porque piensan que pueden ganarle. Aquí es donde empieza la competición del mundo. Porque la de aquel que sabe que esto es vanidad de vanidades, la de aquel, será de competir contra el mismo intentando superarse y en esa competición no hay vencedores y vencidos sino participantes como lo dijo P. de Coubertin, católico casado con una protestante. No hay casualidades en la vida sino causalidades.

Nuestros méritos frente a Dios son como un grano de arena en la madre de todos los desiertos. Nunca llegaremos a nuestro Padre por ellos, solo por los de Jesús somos dignos de ser considerados hijos de Dios.

La respuesta de Dios a nuestros méritos es su Gracia. Barre todo lo que hemos sido, somos y seremos para limpiarlo con su misericordia y ofrecernos un corazón impoluto para vida eterna.

La salvación solo es por la Gracia de Dios mediante el Espíritu Santo que mora en nosotros para buenas obras. Y en ningún caso se puede alterar el orden de los factores, cosa que muchos hacen. Nunca conseguiremos la Gracia de Dios por nuestras obras. Nunca haremos que el Espíritu Santo more en nosotros por nuestras obras. Nunca.

Pero si buscamos a Jesús, le entregamos nuestro corazón y lo reconocemos como nuestro Señor y Salvador, entonces la Gracia de Dios nos arropara con toda su esplendor y seremos salvos al amparo del Espíritu Santo, nunca por méritos propios.

El hombre secular es tan orgulloso, tan vanidoso que la mera posibilidad de pensar que su salvación depende de alguien que no sea él, le es intolerable.

La humidad es una actitud que forja los corazones y los moldea en la horma de amor de nuestro Señor Jesús.

Podemos pasarnos toda la vida intentando conseguir méritos y acabar en la más grande desolación y tristeza de nuestra concupiscencia. O podemos entregarnos a Jesús, esforzándonos en sus enseñanzas, buscando su presencia en todo aquello que hagamos y acabar nuestra vida en el descanso de su amparo y protección. ¿Cuál de estos méritos es el que realmente nos llenará de gozo? Es tan sencillo y tan complicado como eso.

4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. (Tito 3:4-7)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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