LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 2 de julio de 2019

BUENAS INTENCIONES

Quienes separamos las buenas intenciones de la realidad somos nosotros mismos. (Anónimo)
Cada principio de año la mayoría de las personas, como si de una obligación se tratara, hacemos o nos hacemos una proclama de propósitos a cumplir para este nuevo número del calendario.

A cada día que pasa van cayendo, como las hojas de otoño, todas las intenciones que pusimos en nuestra mente en aquel momento que pretendíamos resolutivo.

¿Por qué?

Por falta de voluntad, por falta de interés, por ambos. Seguro que aquellos que se propusieron dejar de fumar, de jugar, de adelgazar, y tantos planes más ambiciosos los unos que los otros nos reconocemos en esta situación.

¿Y qué es de aquellos que se han propuesto acercarse más al Señor? Por desgracia, no suele haber diferencias notorias con las demás resoluciones. Salvo que, Dios intervenga en nuestras vidas y nos enfrente a nosotros mismos. Entonces las cosas cambian porque somos hijos del pecado y solo lo puro puede enmendar nuestra condición.

Se podría decir que todos cristianos tenemos buenas intenciones pero ¿cuántos de nosotros son realmente capaces de cumplirlas? Es muy difícil resistir a la tentación y ser baluarte y roca como lo fue Jesús. Difícil, no, imposible.

Entonces ¿debemos renunciar a nuestras buenas intenciones?

No, clara y rotundamente, no. Nuestro deber de obediencia a Dios nos compromete, nos obliga a intentarlo. Él sabe mejor que ninguno de nosotros de lo que somos capaces y pondrá en nuestro camino piedras de edificación que nos ayudaran en la senda de santidad hacia la que debe ir nuestra vida.

La pregunta entonces es ¿A qué propósitos debemos comprometernos que podamos tan solo intentar o cumplir aunque sea mínimamente?

Esta sí que es la pregunta clave y para ello hay que pasar por una pregunta previa el “cómo”. Porque el cómo nos ayudará a encontrar el “qué”, de una forma natural y espiritual, que es lo que espera Dios de nosotros.

Para ello hay que descartar todo aquello que en nuestro ser pueda ser materia de corrupción o de perversión. Estoy hablando de nuestra mente. Los buenos propósitos nunca provienen de nuestra mente solo son buenas intenciones abocadas al fracaso. Si somos conscientes de ello buscaremos en nuestro ser aquello con lo que Jesús nos ha dotado para serle fiel y seguirle, el Espíritu Santo que mora en nosotros y que alimenta nuestro corazón de agua de vida eterna.

Los pensamientos justos del ser humano solo pueden emanar de la armonía de lo divino que mora en él, el resto solo se transformará en pensamientos disonantes fuentes de la cacofonía de nuestra condición.

Si somos conscientes de ello a la hora de buscar nuevos propósitos lo primero que haremos es buscar a Jesús y pedirle que el Espíritu Santo nos bendiga con su sabiduría y nos enseñe el camino a seguir. Seguro que tendremos menos objetivos pero que serán una garantía de que nuestras buenas intenciones se transformen intenciones buenas.

Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios. (1 Corintios 4:5)

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. (Hebreos 4:12)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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