De sueños de fama no se despierta el que no ama.
No se puede alcanzar la fama como no se puede atrapar un espejismo, ambos desparecen cuando crees que puedes tocarlos.
La fama te hace ser lo que no pareces y parecer lo que no eres.
La fama es la notoriedad del hombre moderno, no requiere conocer, mas sí, ser conocido, no requiere querer más sí ser querido.
Hemos ensalzado tanto nuestro ego que ya no cualificamos la fama de buena o mala, solo importa conseguirla.
Olvidamos que todo lo que nos precede sienta bases para todo lo que nos sucede y la fama solo es polvo en los cimientos de nuestra vida.
La buena fama es fruto humilde del corazón contrito.
La mala fama es fruto jactancioso del corazón empedernido.
La buena fama te precede, la mala fama te persigue y la fama te engaña.
En tiempos pretéritos la fama era el resultado de comportamientos excepcionales, hoy solo requiere estar en un plató de televisión.
La fama del siglo XXI es el onanismo de nuestras vanidades.
"Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento." Eclesiastés 7:1
"23 Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. 24 No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová." 1 Samuel
2:23-24
"Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor." Lucas 4:14
Que Dios os bendiga, Joves, Alfons
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