Las supersticiones son fábulas humanas para mentes seculares.
El hombre prefiere creer en supersticiones más que en Dios porque prefiere confiar en la mentira para no tener que enfrentarse a su cruda realidad.
Las supersticiones transforman la cruz en amuleto negando lo que simboliza y la convierten en atuendo del paganismo.
El hombre supersticioso tiene miedo de sus fábulas venerando sus iconos, mientras el hombre de fe tiene temor de Dios adorando a su creador.
Las supersticiones fomentan las religiones y simbolizan el misterio del hombre adorándose a si mismo.
Es más difícil creerse supersticioso que tener fe pero más fácil ser crédulo que creyente. Los hombres siempre niegan sus debilidades para caer más cómodamente en ellas.
El idólatra se nutre de supersticiones, el creyente de fe.
"18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley." Gálatas 5:18-23
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