En los momentos difíciles, la diferencia entre actuar y reaccionar está en el tiempo que te das para pensar lo que debes hacer más allá de lo que quieres hacer, ese tiempo se llama reflexión.
La perspectiva es la clave para ganar cualquier batalla y no hay perspectiva sin momento de reflexión.
El animal actúa allá donde el hombre debería reflexionar. Es el distintivo del ser humano sobre el resto de seres, pero, por desgracia, actuamos fácilmente como nuestros congéneres primates.
La reflexión te regala lo que la reacción te impide; el tiempo para encontrar tu camino.
Toda prisa es compañera de malos augurios, te roba tu decisión e impide tu reflexión.
Cuanto más quieras actuar más debes pensar, todo tiene su por qué y su en qué. Si no los contemplas lo suficiente pasarás tu vida errando en caminos equivocados donde reinará tu temperamento sobre tu conocimiento.
La reflexión tiene un aliado y puerta real para su entrada en nuestro espíritu: la oración. Poniéndonos en mano del Señor conseguimos la paz y el sosiego que permiten la reflexión, justa y en Cristo.
Quién demasiado habla poco piensa
Quién poco piensa mucho erra
Añade la reflexión a tu atuendo de peregrino
Si quieres con el corazón encontrar tu camino
Dale tiempo al tiempo y el tiempo te dará su cosecha.
“Una trampa es para el hombre hacer apresuradamente voto de consagración y reflexionar después de haberlo hecho.” Proverbios 20:25
http://un-dia-una-reflexion-un-versiculo.blogspot.com/
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