Un día, una reflexión, un versículo: La fuerza tranquila

- Dime maestro ¿cuál es el animal más fuerte del mundo?
- La hormiga
- Pero maestro, la hormiga es insignificante. No asusta como la serpiente, no ruge como el león y no impone como el elefante.
- ¿Es una serpiente capaz de disfrazarse para defenderse.
- Creo que no maestro pero ciertas tienen el color de su entorno y así no se ven
- Tienes razón, la naturaleza ha dotado a algunas de esta capacidad pero a las hormigas no y por ello varias se disfrazan para sobrevivir, pegándose esqueletos de otras hormigas para parecer monstruos que alejan posibles depredadores.
- ¿Puede un león sobrevivir cultivando sus propios alimentos?
- No maestro, mata para comer.
- Las hormigas recogen, cultivan y se alimentan de sus propias cosechas, le contesto el maestro, obreras, soldados, agricultoras. Cada una tiene su función y la cumple.
- ¿Puede un elefante llevar 50 veces su peso?
- No maestro esto sería una locura
- La hormiga sí, y lo hace cada día repetidas veces.
¿Cuántas hormigas crees que hay en este mundo?
- No sé, miles de millones
- Más de 100 mil billones, y no se ven. Joven, la fuerza no está en lo que se ve ni en lo que se ostenta. La fuerza está en lo que se hace y se consigue y para ello la discreción y el empeño son mejores aliados que la vehemencia y la provocación. Joven, la fuerza de los débiles está en la cantidad que obtienen, la fuerza de los valientes, en la calidad de lo que consiguen. No por lograr más conseguirás mejores resultados
¿Sabes por qué y para quién hacen todo esto las hormigas?
- No maestro
- Para su reina, y tú ¿Quién reina en tu vida, para quién harías todo esto?
- Para el Señor maestro!
- ¡Amén! Tú lo has dicho joven aprendiz, el Señor es el único que se merece que le dediquemos todos nuestros esfuerzos mas Él no pide que actuemos con la fuerza de los débiles sino con la fuerza tranquila de la fe que ha depositado en nosotros. Actúa con discreción y firmeza porque nuestra fe es para obras del corazón.
“También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande: 14 una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes; 15 y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre. 16 Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras. 17 Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios. 18 Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.” Eclesiastés 9:13-18

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