LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

sábado, 26 de septiembre de 2020

LOS SECRETOS

El secreto de mi corazón es el corazón de mi secreto. (Anónimo) 


Todos tenemos secretos, ¿quién no? Y el que dice que es como un libro abierto sabe que algunas de sus páginas están encriptadas para su sólo conocimiento.

Pero ¿qué es un secreto? La definición de la Real Academia nos dice que “Cosa que cuidadosamente se tiene reservada y oculta.”

Y lo interesante de esta definición es que si bien todos sabemos ocultar, más o menos, no todos sabemos reservar y menos para quién.

Existen varios tipos de secretos, los que son de uso propio y los que son de uso compartido, y más.

Los que son de uso propio son aquellos que no queremos dejar escapar de nuestra mente. Nuestro jardín secreto los alberga celosamente. Y violar esta intimidad es como agredir con zarpas nuestro corazón. Creemos que somos los únicos en tener esa parcela de intimidad pero la verdad es que siempre la compartimos con Jesús. Y si nos olvidamos de ello, a la hora del juicio final Él nos lo recordará.

Luego hay aquellos que hacen que ser posesor de un secreto solo tenga sentido si este secreto es compartido porque si somos el único en tenerlo su utilidad es insignificante. Es por ello que la presencia de estos secretos es, en sí, un secreto a voces porque cuanto más personas saben que existe y desconocen su contenido más importancia cobra este secreto.

De ellos nace la jerarquía de su conocimiento. Quién sabe y quién no. Quién es conocido sabedor y quién no.

En definitiva los secretos son parte de nuestro cotidiano, vuelan como aves rapaces buscando su próxima víctima.

Pero también los hay que son una forma de ser elegidos, de ser escogidos. Son aquellos que buscan a sus destinatarios para ofrecerles el privilegio de su conocimiento. Y estos son los que nos revelan a Dios, a Jesús en nuestra vida.

No es casualidad, más sí causalidad que Dios ya tenga sus hijos sorteados. Y nada tiene que ver la predestinación que no deja de ser un concepto humano inútil cuando intenta definir las intenciones, las motivaciones de Dios. La palabra lo dice: “que en Él nos escogió antes que creara el mundo”. En Él y no Él, en su seno estábamos, somos parte de su esencia que transformó en existencia.

Cuando veo tantos mensajes de nuestras iglesias orientados a que salgamos evangelizar al mundo me llena de gozo pero también de preocupación. Porque es una gran responsabilidad y debemos ser conscientes de que no convertiremos a nadie sino que solo Dios da a conocer a sus hijos sus secretos. De que solo nuestro testimonio y ejemplaridad pueden y deben ser la piedra angular de la evangelización a la que se tiene que ceñir el cristiano. No diciendo lo que hay que hacer, de eso ya se ocupan Jesús y la Palabra, sino haciendo real sus enseñanzas en nuestra vida cotidiana.

La mejores predicas de un cristiano son su vida, por ello escasean más de lo deseable. Pero nuestra esperanza está en la Gracia de nuestro Señor y Salvador, a nosotros el empeño en perseverar.

Los secretos del Señor son para los que le temen, y Él les dará a conocer Su pacto. (Salmo 25:14)

16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio. (Romanos 2:16)

4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él (Efesios 1:4)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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miércoles, 9 de septiembre de 2020

JERARQUÍAS

Las jerarquías humanas son estructuras sentenciadas a derrumbarse. (Anónimo)

Hay quien confunde la gradación con la graduación, en materia espiritual se manifiesta por la diferencia que hay entre la ambición y la vocación.

Las jerarquías son estructuras frágiles que precisan de muy poco para derribarse. Tan solo un pensamiento novedoso y revolucionario como el de Lutero fue suficiente para que se tambaleara la sacrosanta iglesia.

El ser humano tiene una tendencia natural en jerarquizar todas las estructuras. Los cristianos no somos ajenos a esta tentación. Confundimos fácilmente el hecho de asumir responsabilidades con el decoro de ostentarlas.

Hay una línea muy fina entre estos dos conceptos que hace que caigamos fácilmente en las garras de la vanidad.

Somos tan aficionados en la creación de jerarquías que cualquier oportunidad es objeto de sus escalafones. En la familia, en la escuela, en el trabajo, en el deporte etc…

Las jerarquías no son de por sí ni malas ni buenas, solo son lo que nosotros hacemos de ellas.

Si bien yo distinguiría aquellas que son heredadas de aquellas que son creadas por el ser humano. Por ejemplo ser padre o madre no se decide de forma administrativa sino que es la consecuencia del nacimiento de un bebé. Ser padrino sí es una categoría creada por el hombre para suplir una posible necesidad.

El presidente de un país democrático es elegido por el pueblo y la estructura que lo sustenta se basa en el establecimiento de jerarquías múltiples como ministros, administración, etc… Nos pasamos los lustros eligiendo y tumbando gobiernos.

En el caso de nuestra vida espiritual pasa lo mismo. Un pastor, un diácono, un anciano no son más que personas pecadoras como cualquier feligrés que han aceptado servir a Jesús en sus comunidades más allá del mero hecho de congregarse. Pero quien no ha visto o vivido aquellas situaciones donde tanto el pastor como los ancianos son poco más que inaccesibles. Siendo su presencia en el estrado magnificada por un posado de circunstancia. Por suerte la mayoría no son así aunque hay más de lo que a uno le gustaría. Y eso sucede porque el hombre confunde muy fácilmente responsabilidad y poder, humildad y soberbia.

A mí me gustaría que las predicaciones no se hicieran en púlpitos sino en medio de la comunidad, como uno más. Porque en el fondo son uno más. En algunas iglesias también están en el estrado los ancianos. Si algo nos debería dar la edad es el conocimiento y concienciación de nuestra pequeñez frente a Jesús. A mi humilde punto de vista solo Él puede y debería presidir en el estrado de un lugar de culto.

El respeto debido a nuestros tutores espirituales no debe confundirse con idealización de sus personas.

Sé que es demasiado pedir pero yo que he sido diacono me doy cuenta de mi propia vanidad en aquellos momentos. Sintiéndome algo más que mis hermanos cuando a los sumo era algo menos que ellos.

Ser padre no se aprende aunque sí se trabaja. Algunos se consideran buenos padres, otros siguen intentándolo y otros renuncian a ello. Pero no nos engañemos solo los que siguen intentándolo conseguirán mejorar, el resto se perderá en los entresijos de la jerarquía que se atribuyen a sí mismos o a la que han renunciado.

Estar en la parte alta de la jerarquía no nos ensalza, solo nos obliga a ser conscientes de que tenemos responsabilidades añadidas que no se traducen en privilegios sino en obligaciones. Nos obliga constantemente a hacer el esfuerzo de considerarnos uno más y nada más. La humildad se trabaja constantemente luchando contra nuestra condición.

Difícil reto en este mundo donde endiosar es una necesidad enfermiza de nuestro ego. Nada nuevo bajo el sol.

Tenemos un modelo perfecto a seguir, Jesús. Su jerarquía se fundamenta en el amor. Su humildad lo llevó como Dios a hacerse humano para salvarnos. ¿Qué mejor ejemplo a seguir?

11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. 12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. 13 Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. (Juan 10:11-16)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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lunes, 7 de septiembre de 2020

YO SOY

Pienso, luego existo. (Descartes)

Hay una gran diferencia entre ser y existir. Una diferencia que no siempre, por no decir casi nunca, aplicamos a la hora de utilizar una u otra palabra.

Añadimos a la confusión usando indiscriminadamente, e incorrectamente tanto la una como la otra para una misma expresión, y el mejor ejemplo es la famosa frase “pienso, luego existo”. Cuando la frase dicha por Descartes en francés era: “je pense, donc je suis” dándole su sentido a “pienso, luego soy”.

Pero todos estos juegos de palabras por no decir de sentido obvian lo obvio. La esencia se refleja en el “ser”, la materialidad en el “existir”.

Veamos un ejemplo sencillo, cuando decimos este paisaje es bonito. El atributo de bonito define la esencia del paisaje, no de por sí lo cualifica materialmente. Podría ser el paisaje inventado de un cuadro y no existir. Esto no impide que su esencia sea la que se denomina como “bonita”.

¿Dios existe? Muchos incrédulos y ateos se empeñan en decir que no.

A riesgo de chocar, yo también opino que Dios no existe porque Dios “es”. El mismo le dice a Moisés: “Yo Soy el que soy”. Reconocer que existe sería rebajarlo a nuestra visión de la condición humana finita. Porque en ella todo tiene su tiempo y las cosas, o los seres que existen, tarde o temprano, dejan de existir. Dios es infinito, atemporal, ¿cómo pretendemos encasillarlo en nuestras limitaciones?

Y qué decir de Jesús que, siendo componente del Dios trino también identifica su esencia diciendo “yo soy”.

No dicen yo existía o existo, no “yo soy”. Atemporal, pasado presente y futuro.

Es importante de ser conscientes de esta gran diferencia entre lo finito y lo infinito, entre los hombres y Dios. No podemos enmarcar nuestra visión, percepción, sensación  de la esencia de Dios dentro de una definición trivial como la de existir. Es para mí irreverente y falto de conocimiento.

Entiendo y acepto que muchos podrán argüir que mi visión es estricta y reduccionista. Yo diría que es todo lo contrario porque nos encasilla en lo que somos: humanos, luego existimos y pone a Dios en el pedestal que solo a Él le corresponde: divino, porque Él es “YO SOY”.

No es fácil tocar este tema porque al ser humano no le gusta que lo rebajen a lo que es, humano. Por ello se empeña en crear y endiosar a sus ídolos con pies de barro. Ya sean estrellas del cine, del deporte, de los negocios. Para mí son más bien estrellados porque la fama es vanidad y la vanidad es pecado y el pecado muerte. Sino directamente en este mundo, sí en el que nos espera con los brazos abiertos Jesús.

14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. (Éxodo 3:14)

58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. (Juan 8:58)

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martes, 1 de septiembre de 2020

COMER

Somos lo que comemos. (Ludwig Feuerbach)

Sea el alimento tu medicina, y la medicina tu alimento (Hipócrates)

No todo lo que comemos alimenta y no todo lo que alimenta se come. (Anónimo)

Estamos en una sociedad de consumo y lo que más consumimos, por instinto de supervivencia, son alimentos. No todos buenos, no todos frescos, ni tan solo todos necesarios. Tanto en estado líquido, sólido, tragamos, engullimos constantemente sin demasía cautela.

Pero como dice Jesús “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios”.

Cuando uno hace una buena comida llena de manjares y delicadezas para su paladar, la sensación es de un gran placer. Ese mismo magnificado a su extremo es aquel que experimentamos cuando nuestro alimento es la palabra de Dios. Sacia y crea adicción en mismo tiempo, como si fuera el aire fresco y puro que respiramos en un valle frondoso donde la brisa es el aperitivo perfecto.

Cuando comemos mal, se suele decir que la comida no nos aprovecha. Cuando nos empachamos tenemos esa sensación de que vamos a expulsar todo aquello que no deberíamos haber comido. Lo mismo pasa con el alimento espiritual, no todo es bueno para el hombre cuando no nos encomendamos a Dios y preferimos actuar de mutuo propio. Las lecturas espirituales son un viaje iniciático que precisa de un guía imprescindible, el Espíritu Santo. Sin Él podemos llegar a elegir escritos perversos, apócrifos, engañosos. “Todo me es licito más no todo me conviene” dice Pablo. Es una advertencia que no observamos lo suficiente a lo largo de nuestra vida. Nuestro afán en busca de la Verdad puede llevarnos a una verdad equívoca y tendenciosa cuando leemos libros cualificados de espirituales y/o religiosos y les dmos una importancia que nunca tendrán..

Hay grandes maestros como Spurgeon, como Calvino, como Lutero que han escrito grandes obras sobre el reino de Dios. Pero no dejan de ser sus interpretaciones, sus verdades diminutas frente a la verdad de la Palabra. Podemos caer en la tentación de magnificar, de ensalzar tal o tal definición haciendo de simples pecadores eruditos, ídolos con pies de barro. Puede parecer osado y atrevido hablar así de estos hombres, que son referencias  espirituales para cualquier creyente, pero cuando pretendemos elevar sus opiniones a dogmas de fe, a visión única de lo que entendemos que es la Verdad, nos estamos equivocando profundamente. Lutero lo experimentó en vida teniendo que enfrentarse a supuestos luteranos más luteranos que el mismo.

Por ello es muy importante que seamos conscientes de que el único alimento espiritual fruto de Dios, maná divino para los humanos, es la Biblia que leemos y no las interpretaciones que otros hacen de ella. Si bien pueden ser de interés nunca deberán ser esenciales en nuestra vida.

El que se alimenta sanamente fortalece su cuerpo, el que lo hace con la palabra de Dios fortalece su alma y su espíritu, los complementos son solo eso complementos, sin más.

Sepamos discernir la paja del trigo y no idolatremos seres humanos por muy doctos que sean en la materia, ellos no lo harían. Comamos diariamente del mana que Dios nos ha legado, su Palabra, y con toda seguridad fortaleceremos nuestro espíritu. Amén

Entonces el diablo le dijo:

—Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.

Jesús, respondiéndole, dijo:

—Escrito está: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.” (Lucas 4:3-4)

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